lunes, 15 de diciembre de 2014

Cuento: Un sentimiento desafortunado



Entregar currículos, caminar por el centro de la ciudad y lanzar currículos en cuanta tienda encuentre, en cuanto restaurante me tope, en cuanto servicio de limpieza se necesite. La verdad es que decir que estoy tirando currículum puede sonar pretensioso ya que no tengo una gran lista de oficios y por lo demás en estos trabajos poco importa la hoja de experiencia, sé bien que necesitan mano de obra barata, rápida y eficaz, les da lo mismo los estudios y las cualidades de las personas (dos cosas que a mis veinte años creo que carezco) para la mayoría de esas tiendas somos sólo un número con el que pueden parchar el deseo de consumo de tantos humanos. Tengo algunos anhelos, me gustaría trabajar en una tienda de música pequeña, sería feliz en un ambiente así, ordenando discos, poniendo la música que me gusta, programando DVD de mis artistas favoritos, sacándole conversa a algún cliente que sepa de rock, me vería tranquilo, relajado, sin estrés de por medio ni jefes violentos que estén sacudiendo mi estabilidad, incluso tomándome un tecito acompañado de un buen pan con queso a eso de las cinco de la tarde sin que nadie me reclame, el trabajo soñado, pero  ya está ocupado debido a que la única tienda de música que tiene esta mendiga ciudad es atendida por su dueño, un Argentino que se vino hace un par de años acá y no hayo nada mejor que ponerse con un negocio de discos, la idea no era mala y se agradece hasta el día de hoy, su tienda pasa llena incluso en las horas más muertas de la ciudad, pero cuando llega a vender algo es casi por error, esa pobre tienda a duras penas sobrevive a la bancarrota y yo creo que de aquí a fin de año no seguirá existiendo más.

Otro trabajo que me gustaría obtener es el de mesero en el "trópico de Cáncer", un bar universitario para tertuliar,  comer rico, escuchar música agradable a un volumen decente.  No me molestaría estar parado toda la noche sirviendo vasos y vasos de cerveza porque la gente allá va con una onda agradable, sincera, dejan buena propina (a pesar de ser un público mayormente universitario) y se flirtea bien con las borrachas y lo más importante, el dueño que rige todo ahí es verdaderamente simpático, sabe cómo tratar a sus empleados, les exige hasta donde sabe que es conveniente exigirle, no te presiona por estupideces y pese a que obviamente hay que demostrarle el respeto que se merece es una persona condescendiente que no se cree más que el resto lo que lo hace distinto a tantos otros guatacallos que se siente reyes en su local y te ven como un esclavo al cual estrujar. Por el trato fundamentalmente me gustaría trabajar ahí, pero como es de esperarse el cupo de mesero está copado por chicas lindas que atraen de mejor forma a la clientela así que nada, otra vez tengo que juntar monedas y apretarlas fuerte en mi puño deseando que se transformen mágicamente en un billete grande. Nada, estoy seguro que tendré que volver a cuidar autos, una pega ingrata y odiosa que realmente no me hace gracia ni imaginármela, estar ahí todo el día parado con el sol sobre mí cabeza rapada acomodando autos sintiéndome miserable por dentro, con hambre, sueño, frío (si es que el turno es nocturno) con ninguna satisfacción más que el alivio de haber terminado la jornada porque ese es el periodo más largo antes de volver a trabajar.

Mi mamá al verme echado en la cama me dice que siga tirando currículos, hasta de cartero, de recolector de basura, de lo que sea, yo la miro y para mis adentros le respondo que sí que lo haré, pero mi desgano no me deja decirle nada y al otro día estoy ahí en todas esas agencias de empleos dejando mi pobre hoja de experiencia que no vale nada y a nadie le vale nada, pero pasan los días y no me llaman para nada fijo, sólo uno que otro reemplazo para hacer de guardia aquí o para hacer de banquetero acua, cosas que salvan el día, pero no el mes. He estado estirando la posibilidad porque en el fondo tengo esperanzas de alcanzar un trabajo en el que me sienta bien y contento, pero como no pasa nada creo que tendré que ir al call center y meterme en esos cubículos de mierda para llamar ofreciendo tonteras y ser puteado porque nada más se logra en un call center, solamente el ser puteado.
Algunos dicen que hacer algo que te gusta no es realmente un trabajo como si la palabra misma fuese demoniaca, maldita, andrajosa, yo creo que deben haber trabajos gustosos, trabajos que pueden ser difíciles, todo un reto, toda una experiencia, pero que no dejan de ser una cosa maravillosa, empleos que sin dejar de ser trabajos nos hacen andar de mejor ánimo más allá del sueldo que se gane, con una satisfacción al culminar el día, con energía al terminar la jornada, con ganas de comerse el mundo. Para mi trabajar sólo por una cantidad de plata me resulta una porquería, me carga trabajar obligado sólo por la plata, me carga trabajar con esa visión, con la palabra futuro escrita en la frente, me carga sentir que todo lo que hago no vale para nada en mí, me carga tener que decirme a mí mismo que siempre este trabajo es mientras tanto, mientras consiga algo mejor, mientras pasen las vacaciones y al final pasa el año llega diciembre y me encuentro en la misma mierda de trabajo, me carga, odio sentirme un vil engranaje más del sistema, me carga verme reflejado en los espejos de las multitiendas con un uniforme del MCdonalds o algo por el estilo, fingir que me importa el cliente, apernarme en cuidar bien mi trabajo no sea que alguien con más estilo me lo pueda quitar en pocos días, me carga mirar a los ojos a mis pares y  ver una amenaza en ellos, me odio cuando trabajo mintiéndome a mi mismo diciendo que no me importa tanto el trabajo que lo que importa es el dinero que va destinado para un fin mayor, al final el dinero se esfuma más rápido de lo que dura un león Africano en Afganistán. 

Mi hermana prepara pie de limón y los vende los fines de semana en el parque, gana la nada misma, pero es chica, tiene dieciséis mis papás no quieren que empiece a trabajar, a ella, sin embargo, le gustaría ganar algo más de plata porque tiene el deseo de irse a mochilear al sur con sus amigas, yo no le quiero traspasar mi mala onda y no le digo nada, la veo feliz haciendo sus tartas dulces, vendiéndolas, satisfecha con lo poco que gana, eso es un trabajo de verdad, pero esta ilusionada con ir  mochilear y con lo que tiene no le alcanzará y lo sabe y empieza a urgirse, pero es joven y resistente, yo también soy joven, pero tengo los ojos demasiado bien abiertos para cachar la selva frondosa que se alza cada mañana en la ciudad y eso me llena de desesperanza. Mi hermana no, prefiere invisibilizar la jungla y se consigue un trabajo con una amiga que es un poco mayor, reparten flyers por las playas de la región, pagan lo mínimo, pero en una semana gana el doble de lo que ganaría con sus Pie de limón, trabajar con amigos aliviana la presión, alguna vez lo hice, cuando oficie de reponedor para una tienda de electrodomésticos, estaba con un amigo, conversábamos, nos tolerábamos, al cabo de unas semanas nos aburrimos de vernos las caras y ya ni ganas teníamos de tomarnos la plata que era para lo que queríamos destinar el botín, tal vez soy una persona complicada con mis amistades, pero mi hermana no, ella lo lleva bien, le hacen ponerse un bikini diminuto y pasearse por las playas repartiendo papeles para eventos de Discotech, recorre kilometros, pero se lo pasa bien hablando con su amiga, y un día el jefe la llama para conversar dentro de la Van que se transportan, le dice que es muy linda y que está haciendo las cosas bien, le vuelve a preguntar la edad, sus anhelos inmediatos, prepara eso se necesita plata le dice risueño y después le interesa saber si mi hermana tiene novio, ella dice que sí y que es celoso, el jefe que la redobla en edad y que está bastante echo trapo debido a la full vida nocturna que tiene se ríe de ese detalle, le acaricia el pelo, no se incomoda porque otras chicas del staff lleguen a la Van a pedirle más volantes, se los pasa y ellas miran a mi hermana quien cabeza gacha se siente un poco avergonzada porque no quiere que las demás piensen que ella provoco la charla, pero las demás chicas saben bien que ella no ha provocado nada y prefieren desviar la vista y desentenderse del tema, pasan los días y la relación de mi hermana con su jefe es más fluida, pero siempre es él quien determina cuando hablarle, un día el jefe no quiere interrupciones de nadie y le pide que se suba a la Van en el asiento de copiloto, él conduce unos cuantos kilómetros para alejarse del resto del grupo de chicas que seguían trabajando, todo esto a plena tarde, el verano es así. Mi hermana ahora gana un poco más de dinero, no la culpo, ella quiere ir a mochilear ese es su objetivo y lo que hace no es robarle a nadie aunque a veces se siente mareada y le cabree hablar de su trabajo cuando estamos almorzando en familia, pero al pasar los días lo asume con más calma y está bien, ella necesita la plata para algo que considera vale la pena todo el esfuerzo. 
Por mi parte decidí quedarme en el call center, no iba a aguantar otro verano cuidando autos (y decir cuidar es mucho, porque de cuidar, cuidar, bah, eso no lo hago, si algún día alguien llegaba con la intención de robar un auto no iba a interceder) tampoco quería empacar cosas en los súper mercados y tener que estar a las ordenes de un baboso  supervisor de mi edad que poco más y se siente gerente del lugar. No, el call center no deja de ser una mierda, pero llega un punto en que uno sabe ensordecer sus oídos y simplemente recitar el texto al teléfono. Tengo varios compañeros jóvenes igual que yo y otros que vienen del extranjero, un par de Argentinos, un par de Colombianos, varios Peruanos, ninguno tiene la intención de quedarse diez años en este trabajo, el colombiano es alegre un día me invito a tomar cerveza me comento muchas cosas de su país, me dan ganas de ir, también me dijo que tenía que ser más alegre porque con veinte años tengo toda la vida por delante, tiene razón, estoy muy amargado para tener tan pocos años de vida y no he sufrido un infierno en lo que va de mi existencia, pero igual al caer la noche lo único que pienso es "por fin se acabó este día" Ahora mi hermana ya no prepara Pie de Limón para vender, yo le digo que al menos haga uno para que lo podamos comer en casa viendo una película, me dice que sí que lo hará, pero nunca lo hace, mis papás este verano no tuvieron vacaciones, trabajan y trabajan quieren pagar el auto, el colegio de mi hermana, el preuniversitario y todas las demás cuentas, los veo agobiados y a veces hasta me siento culpable de sacar un yogurt del refrigerador porque siento que mi estadía es más peso del necesario, tal vez sea hora de irme de casa, tal vez. 
Mi hermana por fin se va de mochileo con sus amigas por el momento no quiere saber nada del trabajo, yo también salgo con mis amigos, pero por menos días y sólo nos vamos a la playa a tomar. Despierto en medio de la noche cagado de frío con un montón de arena en el culo y bien cerca de la fogata, me había emborrachado, pero no era el único, estaba empapado en vomito, me restablezco de a poco, miró a mi alrededor el bacanal que nos habíamos dado y la suciedad que habíamos dejado me acerco a las aguas y poco a poco me voy introduciendo en ellas. Las olas están calmas y el frío tormentoso de las aguas poco a poco se vuelve agradable en mis huesos, en unos días más tendré que volver a clases en el instituto, es mi último año ahí por lo que se supone que después podré tener una profesión más digna y pagarme mi propia casa, mi propio departamento. Doy una mirada hacía atrás, a las orillas de la playa ahí están mis amigos borrachos, algunos están despiertos y hacen amagues de lanzarse al mar a nadar para acompañarme, pero yo no los espero y decido avanzar lo más que pueda, parece que llegue lejos, el mar es traicionero, engaña la percepción, pero sí estaba lejos, tanto que ni sentía los gritos de mis amigos, estaba tan lejos de la costa que hasta podía flotar mirando la luna y las estrellas, un trabajo digno, me repetía, ¿qué será eso? sólo quiero un trabajo que me guste y no sé si mi futura profesión cubrirá esa necesidad. 
A los días siguientes voy a retirar el cheque del call center, el tramite es rápido e impersonal y hasta siento que a la empresa le resulta odioso hacerlo, pero como no tengo cuenta corriente no hay otra forma de depositarme, me encuentro con el Colombiano, me dice que  seguirá unos cuantos meses más laburando ahí, me invita a su casa y me prepara Arepas una comida muy rica que al parecer en Colombia es algo tan típico como las sopaipillas. Nos tomamos una cerveza, las arepas acrecentan mi gula y como el colombiano es hospitalaria me prepara más, vive en un pequeño departamento que renta con otro Colombiano, pero que en ese momento no estaba ahí, me fijo que sólo tienen una cama, el Colombiano es avispado y se da cuenta de que le ando intruseando el depa con la mirada, me aclara que no es homosexual, pero que no les queda otra que dormir juntos porque el colchón es más cómodo que un saco de dormir, después agrega que los homosexuales son una peste que abría que erradicar, algo ofendido le aclaró que tengo un tío gay, el colombiano no sabe cómo reaccionar y se burla de mi comentario. Cuando nos despedimos me desea suerte para el año y me promete que nos volveremos a ver, su sonrisa permanente me da confianza, espero mantener el contacto, pero no quiero volver al call center a trabajar.
La mayor parte de mi sueldo va directo a las arcas del instituto donde estudio, con eso pago al menos dos meses de educación y listo, se supone que en poco tiempo si todo sale bien me darán mi título, pero el año es travieso y el destino quiso jugarme una mala pasada, a mitad del año el instituto fue cerrado "provisoriamente" por autoridades de gobierno debido a conflictos de lucro y calidad puesta en tela de juicio, yo no me había enterado de la noticia hasta que llegue ahí y vi el letrero en la puerta principal que informaba el asunto, me senté en una banca cerca del lugar y quise fumarme un cigarro, pero no tenía nada, pensé que tendría que buscar trabajo más pronto de lo esperado y con desazón me di cuenta que este sentimiento desafortunado no hubiese cambiado con el título en la mano.- 
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Un sentimiento desafortunado by Nicolás Aravena is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://blogdeperrachica.blogspot.com.ar/.

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