He estado ausente porque me he cambiado de casa y eso involucra una gestión muy trabajosa de mucho peso que me ha hecho estar enfocado plenamente en eso, por ahora además me encuentro sin internet, estoy conciente de que eso retrasará el blog sobre todo en temas de promoción, pero qué le vamos a hacer, nadie se ha muerto por no tener internet y para eso los cafes ahora tienen wi fi, sólo me cuesta un café cortado las dos horas de transito, aunque claro por ahora tampoco puedo enfocarme únicamente al blog porque un día sin internet equivale a perder todo un pedazo de vida paralela, pero de a poco nos vamos a poner al día, para más adelante en mis viajes a la net estaré dedicado sólo a este espacio de la web. Por ahora un cuentito de aquellos.
“Crudo y delicioso”
La realidad es cruda como una resaca, no podemos evitarla, desde el principio de los tiempos que la crudeza domino nuestro existir. Sé que hay frases clichés como que vivimos en una jungla de cemento o somos todos animales, pero creo que decirlas por decirlas sólo sirve para corroborar más la crudeza de las cosas. Ante este escenario hay gente que se tapa los ojos, o sólo uno para ver las cosas que quiere ver, otros que se sienten como llamados - por no sé quién, por sus sentimientos debe ser - a cambiar esa crudeza y paradójicamente caen en el juego de lo brutal como si les fuese imposible resistirse. Otros que están muy abrumados y sólo ven el día de su muerte como una meta sin sentido en este mundo caliente y hacen de su existir una terca rutina que se ampara en alguna ilusión, y otros que creen que la consigna es que sobreviva el más fuerte y para lograrlo se aprovechan del más débil. Yo no quiero poner valores y dimensiones éticas, soy muy relativista, muy estructurado para establecer patrones de conducta en una persona que siempre será más del aspecto evidente que muestra ser (ósea, siempre multi-personal) pero sí he podido llegar a una conclusión que espero alguien me rebata, como este es un mundo crudo lo único que nos mueve sea cual sea nuestro actuar, es el egoísmo. De niños nos enseñan que el egoísmo es casi como un pecado, pero hoy no estoy tan seguro de eso, parece que el egoísmo y la conveniencia (en todos los niveles, no en un nivel de maldad simplemente) nos mueve en medio de la crudeza por eso el amor también es egoísta y hasta el altruismo termina siendo sólo una cosa de conveniencia, de ego, de vanidad. ¿Cómo salir de eso? ¿cómo enfrentar la marea en que se vienen las cosas? ¿Habrá que resistir simplemente esta resaca de realidad?
No sé, no sé, por eso creo que me despojaré de todo lo que tengo, todo lo material, todo lo artesanal, me retiraré, será un exilio, recorreré el norte del país solito con mi ingenio, así me las arreglaré. ¿Será esté también un acto de egoísmo? Puede que sí, pero no ha sido fácil tomar la decisión porque estoy muy apegado al cariño de los que me rodean, a mi trabajo, a mis proyectos, a mis ilusiones. Todos se plantean tirar al tacho de la basura el recorrido que han construido, pero no lo hacen, le tienen cariño a lo poco que tienen, a su miseria, a su orden, a sus esperanzas. Yo ya pasé por eso, no estoy en una situación crítica, nadie me está buscando para matarme, nadie quiere cobrarme nada, lo hago sólo para salir de esta dinámica tan cruda, para deshacerme de mi ego, de mi condición de inepto, para poder mirar a otros con verdadera pureza y transparencia, para que mi existencia le dote de algún sentido a la vida y no al revés que es lo que hacen todos, le buscan un sentido a la vida. Y si no lo logro no me importará tampoco ya que no espero resultados sólo experiencias.
Emprendí mi viaje de manera abrupta, mirar atrás puede ser perjudicial hay que ser rápido no más. Cuando llegué a un punto donde la civilización no estorbaba estaba preparado para afrontar la crudeza de la naturaleza, pero para mi sorpresa a los pocos días esa crudeza que me recibió en un principio de parte de los animales y la vegetación se convirtió en nobleza, en paraíso, de pronto los zorros y culebras respetaban mi espacio si yo respetaba el suyo, la vegetación fue poderosa y me proveo de alimento, tuve agua porque descubrí un manantial. Quede tan maravillado con aquel lugar que decidí sin vacilar quedarme a vivir en ese espacio y de golpe me vi con la necesidad de convertirme en un arquitecto, había estado viviendo relativamente bien, pero había que ser justo y darle buen porcentaje del crédito a la suerte que me había acompañado, una culebra bien me pudo haber mordido por error o un alacrán picado sin más. Pase penurias y frustraciones, fue difícil trabajar con lo que tenía a mano, pero mi ingenio (y la urgencia) lograron que en poco tiempo tuviese activo un refugio en el que podía vivir bastante cómodo, luego vino la urgencia por abastecerme de alimento y no depender de la voluntad de la naturaleza. Me puse a sembrar papa, el suelo no era productivo y tuve muchos problemas, la única forma que encontré para soportar la frustración y no dar marcha atrás fue meditar, ver mi presente y mi pasado sin inflexiones en ninguna época, como mi estado físico había mejorado me di cuenta que debía saber manejar mi respiración y que tenía que conocer mi cuerpo, tener real conciencia de el. Me concentré en mi respiración, aprendí a oxigenarme y tuve mucho tiempo para adquirir la conciencia absoluta de mi cuerpo, de mis músculos, de mis vertebras, de mis huesos, empezaba a conocer cada parte de mí y lo hacía bajo mis propios parámetros, bajo mi propio ritmo. En determinado momento el hambre pudo más, pero aprendí con gran dificultad que podía aguantar si controlaba mi cuerpo y eso fue lo más maravilloso, podía manejar mi esencia a verdadera voluntad, sentía su energía fluir dentro mío, sentía que realmente podía controlarla. También la naturaleza me dotó de hongos sagrados, hongos especiales, hongos con los que podía imaginarme una conciencia astral que me hablaba, pero también fui cauto sabía que podía perderme en una ilusión así que me aseguré que sólo consumiría esos hongos cuando me sintiese capacitado físicamente para hacerlo. Finalmente luego de cincuenta días de ayuno pude hacer que la tierra donde intentaba cultivar me diese algo, me dio maíz y descubrí un árbol que daba buena fruta. Comí con prudencia, desde ese momento mi trabajo por sobrevivir a la "brutal" naturaleza se convirtió en un asunto diario de cinco horas y el resto del día me retiraba a la faz natural para estudiar el comportamiento de las plantas y animales.
Todo estaba bien, sentía que me había desligado de la crudeza que la sociedad impone, del egoísmo con que uno se enfrenta a esa crudeza. Me sentía pleno, lleno, agradecido. Pero a los pocos años se despertó en mi la imposición que los animales por alguna razón no se hacen "Pero esto sirve de algo ¿a quién estoy beneficiando?" Después de muchos años volvía a pensar en mi, en mi conveniencia aunque lo disfrazaba en caridad, me preguntaba si mi existencia valía o le era productiva a alguien más, me lo pregunté muchos días y traté de buscar respuesta en mi interior. Un día me dije que como sabía tanto de la naturaleza y sus propiedades podía ir a llevarle mis estudios a algunos especialistas y que ellos vieran que hacer con eso, sería simple, sería directo y no lo haría por un afán de que me vieran servir, pero entonces tuve miedo, tuve desconfianza, recordé la crudeza de la humanidad y pensé que lo mejor era no intervenir casi como un dios. Pero el deseo persistió y persistió, no me dejo en paz, no me tranquilice. Después de mucho meditarlo volví a la ciudad, abandoné mi Edén para acariciar la crudeza, lo tomé como una prueba de fuego si podía resistir AQUELLA realidad sin dejarme seducir por las cosas que tan fácilmente despierta en las personas (la flojera, la envidia, el hedonismo, la pasión, la maravilla, el alelamiento...) entonces estaría listo para regresar a mi Edén. Decidí estar un año en la civilización, eso duraría mi experimento, si me mantenía firme entonces después podría convivir en ambas realidades sin caer en el egoísmo. ME FUE IMPOSIBLE, a los dos meses el camino que había cimentado en diez años se me derrumbó.
De todas formas destruir es una forma de construir, lo vi desde esa lógica y con ese punto de vista retome mi conciencia y decidí volcarme en el camino del arte, del arte performatico, sentí que era un lenguaje expresivo maravilloso. Al cabo de unos cuatro años me di cuenta que me había convertido en un bufón, en un bufón elitista que sólo buscaba la vanguardia por la vanguardia. ¿Qué podía hacer entonces? Volver atrás nunca había sido una opción para mí, había aceptado el egoísmo otra vez en mi corazón, pero sentía que algo podía hacer, algo y entonces decidí hacer el acto social-artístico por el que todo el país me conoce. Robe todos los papeles del banco nacional en donde estaban anotadas las casi mil familias que tenían una deuda gigante con el estado y que estaban destinados por muchas generaciones más a pagar y pagar. Robe las letras y las queme con toda tranquilidad, luego me auto denuncié porque no quería que nadie más recibiera alguna sanción por el hecho, me procesaron y termine en la cárcel por terrorismo, cosa que no me molesta ni me interesa aunque debo admitir que la cárcel posee una energía de mierda con la que realmente no me quiero ensuciar.
Mi vida no termina, me quedan muchos años por delante, cuando salga de la cárcel continuaré con mi búsqueda para afrontar la crudeza de las cosas (en la cárcel he visto muchas crudezas a propósito y mi sensibilidad se ve cada vez más magullada) Con el acto revolucionario sólo quería enmarcar mi egoísmo en un cuadro en el que todos pudiesen opinar o rescatar algo. Lo hice por mí, es cierto, le salve la vida financiera a muchas familia que se lo merecían, pero no fue anarquía por anarquía, yo también deseaba en mis adentros que se me reconociese el acto. Eso fue lo que me inquietaba de vivir en el Edén, mi vida debía tener algo delicioso de lo que valerse, una vida sin anécdotas deliciosas parecer ser una vida sin derecho a llamarse como tal. Yo lo hice por todos, pero sobre todo por mí, sigo siendo egoísta, sigo girando en el circulo de la crudeza, pero tengo esperanza que la vida no dejará de enseñarme algo nuevo, algo delicioso entre tanta crudeza.-
Crudo y delicioso por Nicolás Aravena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivar 4.0 Internacional.
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