El juego de darle una
escala de valores azarosa y completamente individual a los personajes que
repletan esta serie ha sido un gancho que los nuevos guionista (nuevos
guionistas, lo digo de modo genérico) están imponiendo en las series actuales. El
espectador se ve enfrentado a un carácter cuya multi dimensionalidad no lo deja
de sorprender, cualquier acción resulta ser un giro atractivo y es que el “héroe”
más allá de un molde preestablecido con el que se muestra al mundo (como todos
lo hacemos en realidad) tiene un parámetro distinto para afrontar cada
situación que se le viene encima y entonces esa tajada con que se presenta en
un primer momento se trasmuta y sin dejar de perder el carisma inicial o entrar
en dramatismos terribles termina haciendo cosas inconcebibles de las cuales él
mismo no entiende bien. El actuar sin razón es en realidad una condición
humana, el hacer las cosas guiado por el conflicto interno de lo que es
correcto según los estándares de humanidad y lo que nos es beneficioso resulta
ser una cosa normal típica sin demasiadas pretensiones, no nos damos cuenta de cuántos
actos fallidos o errores involuntarios cometemos al día, pero eso nos hace
humanos y en ese sentido es quizás Saul Godman uno de los personajes más
humanos que podamos contemplar.
No soy tan asiduo como
se puede sospechar a ver series gringas, he visto muchas sí, pero la única que
seguí de principio a fin fue la fundacional LOST que vino un poco a remover las
aguas de cómo se debe afrontar una serie en su estilo narrativo, en cuanto a
Breaking Bad el drama del que se desprende este simpático spin off llamado
Better Call Saul, nunca la vi y no creo que realmente la vea ¿me perdí de mucho?
Probablemente sí, pero es que nunca se dieron las cosas para que la viese y
honestamente nunca llamó tanto mi atención, sin embargo, su final sí que hizo ruido, incluso por ahí
los exagerados de la prensa dijeron que con aquel cierre se terminaba una era
en las series televisivas, en fin, quise ponerme al día, pero igual no más no
pude verla por tal o cuál razón, pero se anunció este refrito y dije ok esto sí
lo veré y es para mí una suerte no haber visto Breaking Bad porque estoy seguro
que de haberlo hecho en lo que más estaría pendiente sería en comparar Better
Call Saul con su serie progenitora, estaría pendiente de los cameos de los
personajes emblemáticos que aparecieron alguna vez en Breaking Bad y en atar
cabos sueltos entre ambas series, bueno eso está bien para los fanáticos que no
logran superar el duelo de haber perdido su gran bastión televisivo, pero yo
por mi parte, desembarazado del pasado emblemático de Better Call Saul no hago
más que encantarme, la disfruto por lo que es y no por el lugar del cual vino.
Lo positivo es que no es necesario haber visto Breaking Bad para disfrutar esta
nueva producción ya que funciona de una forma independiente y no hay
impedimentos que permitan seguirle el hilo sin andar tropezando en el pasado de
tal o cuál personaje. Pero obviamente me informe un poco y sé que el papel que
desarrollaba Saul en Breaking Bad era más o menos como del bufón que aparece
para complicarles un poco la vida a los protagonistas, como ya dije no vi ni un
solo capítulo de aquella gran obra de Vince Giligan, pero por lo que leí muchos
fanáticos tildaban a Saul como el chistosos y su personalidad estaba remarcada
a esa dimensión, bueno la serie que protagoniza no le quita ese encanto, pero
le agrega tantos matices y ribetes a su personalidad chapucera que sin salirse
de su carisma podemos observar un personaje razonablemente intrépido en cada
faceta que se le pone: es un pillo, medio chanta, disparatado, pero no por eso
es un estereotipo, es decir no estamos viendo a un Lionel Hutz.
La historia para quien
no haya visto aún la serie es muy simple de pregonar; James Morgan Mcgill
(posteriormente conocido como Saul Goodman) es un abogado de poca monta que
trabaja como defensor público para adolescentes que se meten en problemas, él
odia su trabajo y realiza continuas tretas para conseguir clientes de mayor
“pelo” con casos más glamorosos con los que pueda ganar mayor dinero para así
hacer despegar su nombre. Por otro lado, su hermano mayor Chuck un virtuoso legalista actualmente sufre de
severos problemas mentales (¿o no? Aún no está del todo claro) que le causan
una gran paranoia frente a los aparatos electromagnéticos por lo que está
retirado de su profesión así que James oficia como su representante frente a la
firma de abogados en la que Chuck trabajo toda su vida, no obstante, James le
tiene un odio clavado al principal colega de Chuck y operador de la firma
Hamlin quien quiere por medios legales quedarse con todo el control casi presionando a Chuck a que le ceda su
parte. Todo esto ocurre por supuesto seis años antes de que los hechos concernientes a Breaking Bad.
En fin la historia toma
un hilo sorprendentemente bien cocido y es difícil de resumir porque una cosa
lleva a otra y así sin parar, además de escarbar en pequeños flashes al pasado
de semi pendenciero de James que ayudan a darle más sustento al personaje y su
entorno cercano, además de oscilar con buen equilibrio entre la conducta ética
y medio ética que James opta por tener según sea el caso. Naturalmente el punto
que todos esperamos comprender es cómo James logró convertirse en el abogado
del crimen, el abogado lucido y tránsfugo que es Saul Goodman.
Más allá de lo bien
interpretado que está de manos del actor Bob Odenkirk (brillante actor, comediante
y escritor) Saul Goodman es un personaje querible, que cae bien y a pesar de no
ser el modelo clásico del bueno de pacotilla o el malo cuyo pasado argumenta su
vileza, uno indudablemente se inclina por él en todas sus desgracias de las que
logra salir airoso por suerte o maldición, su constante devenir nos acerca a su
humanidad y eso creo que se antepone a la mismísima calidad estética del
programa o a su bien armada historia, Saul Godman ya es hoy en día un referente
de personaje para la escuela de guionistas del futuro, alguien que no hace de
la vida un drama o una comedia, si no que sabe balancearse en el absurdo de la
realidad sin caer en la trampa del melodrama.
Lo que nos presenta
Better Call Saul es una historia de eminente perdición, una tragedia porque
quien haya visto el final de Breaking Bad sabrá a dónde va a parar nuestro
querido James (de hecho en los primeros minutos del primer capítulo lo dicen
explícitamente, James está metido en algo feo) por supuesto lo interesante está
en cómo se nos presenta ese recorrido y que tan dinámico resultará ser esa transformación
de personaje que se cuestiona todo a bufón individualista.
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