Personalmente lo que va de este año me está costando mucho para mi salud mental. Es cierto que tuve un cambio muy grande moviéndome de un país a otro país e intentando adaptarme a esta nueva situación actual, pero ha sido muy duro y el coletazo ha traído consecuencias con las que me ha costado lidiar: Peleas familiares, sentimentales, soledad, ansiedad, depresión…No son mis mejores meses, pero saben qué, la música igual me ayuda a liberarme de este abismo y en esos discos que han marcado mi vida uno que me ha ayudado a sopesar la depresión de la mejor forma es irónicamente uno de los discos más sombríos del rock noventero, década que tuvo un arsenal de trabajos por el estilo, pero en este caso la oscuridad consigue cierta aroma a glamour decadente que hace que todo se sienta como el viaje por un alicaído tren del terror de alguna feria de atracciones pirata, ante ustedes el magnifico Peter Steele junto a su emblemática Type O Negative.
Unos vampiros irónicos
Type O Negative es una banda que no parece seguir los lineamientos de su época y aún así forjaron una estética y personalidad lo bastante magnética como para atraer a una mixtura de fanáticos que alababan el sentido del humor retorcido del grupo así como su sensualidad gótica y las influencias de un sonido de metal cercano tanto al Doom como al Glam. En si Type O Negative era una paradoja en el espectro de bandas noventeras de rock. No existirá un frontman tan enorme como Peter Steele, un verdadero vampiro de casi 3 metros de alto con un vozarrón envolvente y tenebroso capaz de recitar poemas góticos y luego cantar a todo ritmo y con cierta ironía el “Oye como va” de SANTANA. Type O Negative fue única en su especie, este conjunto de vampiros irónicos supo articularlo todo de una forma peculiar.
La banda oriunda de Brooklyn si bien eran como una especie de Ramstein en cuanto a mantener una puesta en escena imponente y definida con relación a su estilo, aunque ellos mismos no se tomaban muy en serio y no escatimaban en chistes internos o incluso en actitudes un tanto infantiles. Por ejemplo, eran capaces de gastarse en vodka todo el dinero que les otorgo el sello discográfico para la producción de una placa, recreando (para salir del paso) un extraño concierto en vivo en el que se incluía una falsa amenaza de bomba para hacer pasar la simulación un poco más desapercibida. También bromas más crueles como simular en la pagina web del grupo la muerte de su frontman y vocalista en 2005, hecho que finalmente ocurriría en 2010 a causa de un ataque cardiaco, lo cual sería punto de no retorno. Este lado lúdico hace pensar que tal vez esta actitud de vampiros decadentes y furiosos no era más que una pose para vender, pero fuera de aquello el grupo igualmente se sumergía en los rincones más perturbadores de la mente y se atrevían a señalar el cinismo, degeneración y tabúes de una sociedad que le rinde culto a la autosuperación y el recato, especialmente en la década de los noventa.
Amparados por el éxito de su disco anterior “Bloody Kisses” que jugaba con sonidos que mezclaban Doom Metal, melodías shoegaze, sintetizadores de aura ochentera, letras góticas teñidas de mordaz humor negro y un ferviente tributo a bandas heavy metal del pasado como Black Sabbath, Roadrunner Records les dio carta blanca al grupo para que en este trabajo tuviesen mayor libertad creativa, cosa que para un grupo tan explosivo como este fue sin duda dinamita pura. Aunque el sonido no difiere radicalmente del estilo que iban desarrollando en su disco previo, las letras en este caso adoptan un tono sepulcral, frío, directo, doloroso. El concepto en general se torna más ambicioso, no obstante, los vampiros salen bien parados sin importar si se trata de jugarretas absurdas o duros soliloquios sobre la decadencia y la muerte.
Una glamorosa tumba abierta
A diferencia de otros grupos que iban desarrollando una vena más alternativa del metal como Paradise Lost o Neurosis, Type O Negative jugaban sus cartas de manera casi convencional, pero es en los detalles donde despliegan su particularidad. “Love you to death” una de las canciones que más me han marcado y a la que vuelvo para regodearme malsanamente en mis momentos más deprimentes, es la que dispara un aura sombría, decadente, pero al mismo tiempo llena de sensualidad y lujuria. Sintetizadores muy marcados, coros angelicales, cantos de ultratumba. La voz de Steele parece salir de un lecho mortuorio, sexo en penumbras, días de otoño, imágenes poderosas que se condensan en melodías que no terminan de ser sólo metal o pop sino una mezcla estética y brutal. Una gran canción llena de subidones que parece haberse perdido en medio de un paramo de los años ochenta. Por cierto, este tema aparece luego de dos “intros” en los que el grupo se presenta de forma casi payasesca, contrastando de forma implacable con el semblante augusto y tétrico de la canción en cuestión. Recuerdo haberla escuchado por primera vez a mis veinte años en una azarosa descarga del ARES (Sí, yo descargaba música por el ARES) y quede maravillado por el ambiente único del tema, de ahí en adelante mi amor a Type O Negative se convirtió en algo fuerte, no era una banda que me interesase visitar constantemente, pero sí necesitaba cada tanto escuchar sus canciones, especialmente las de este denso y particular álbum.
“Be My Druidess” arranca con un bajo lleno de distorsión, imponiendo esa influencia Doom con que la banda arranco en sus inicios, propio de elementos que luego realzaría mucho mejor otros grupos como Katatonia, pero con un semblante pop que hace del tema algo mucho más amigable al oído e incluso con aires hasta setenteros, temática que se repetiría en otras canciones del disco. El concepto del Otoño que engloba al disco y que llena el arte del booklet, parece cobrar fuerza con “Green Man” la que arranca con la sensación de una fría mañana en la que se escucha el cantar de pajaritos, pero que a cada instante se va volviendo tentadoramente más oscura y con cierto aire al misticismo que desplegaba el Beattles más espiritual, George Harrison, este acercamiento no es casualidad, la banda en otro de sus discos se atrevió a plasmar un medley de los de Liverpol.
El corte abrupto que da paso a “Red Water (Christmas Mourning)” es inquietante, por lo demás otro de los cortes más teatrales del LP, donde el tecladista Josh Silver se roba la escena ambientando de manera casi eclesiástica un tema en el que se puede sentir una vibra de navidad maldita, armonías llenas de grandilocuencia que contrasta con el pop setentero y bien groovy (obvio un groovy que tiene la marca de esta banda) de quizás uno de los temas más reconocidos popularmente “My Girlfriend´s Girlfriend” que arranca con una marcha de batería que da paso a esos deliciosos teclados y a un pop sensual y tétrico con las voces profundas de Steele quien mediante cierta ironía se permite bromear bastante, un tema que te hace bailar de forma incluso ridícula.
Más pausada, gótica, fatalmente romántica y de un pulso que evoca nostalgia en su melodía “Die whit me” se siente como esa carta emo que escribiste con sangre en tu adolescencia. Letras poéticas que recordarán a Edgar Allan Poe (Chica quiero morir contigo, En los brazos de uno y otro/Nos ahogaremos en llamas) el tema va aumentando su clímax en cuanto a guitarra e intensidad en las baterías, regalando certeros solos que acompañan esa sensación de afán por la muerte, casi de manera enfermiza. La banda luego nos transporta a otro cándido tema de sensibilidad pop cuyo inicio arábico puede recordar un poco a los momentos más enigmáticos de Tears of Fears. En “Burnt Flowers Fallen” la comparación con el sonido ochentero no está de más ya que aquel toque parece envolver completamente la producción de esta canción, dándole un toque medio de ensueño. “In Praise of Bacchus” recuerda bastante a “Love you to death” un soliloquio lleno de sensualidad y agonía frente a la muerte, pero a diferencia del tema anterior, acá el acento noventero se siente mucho más fuerte sobre todo en las guitarras, recordando a ratos a cosas de la época como Helmet o incluso Melvins, quienes tampoco son ajenos a la vena Doom.
Otro gran momento llega con uno de los covers más ingeniosos que se le han hecho al trovador de folk Canadiense Neil Young, “Cinammon Girl” llena de simbolismo en cuanto al concepto del álbum, lo de morir eternamente con una bella chica, amarrándose a un otoño eterno, el frio cambio de estación, el paso de algo cálido a algo frío y natural, la muerte en sí misma. Curiosamente la canción toma un aire mucho más pesado en cuanto a recuperar raíces del heavy metal, tomando por momentos ecos incluso de prog metal, todo gracias al brillante trabajo del tecladista del grupo quien junto a Steele brilla en todo el disco siendo definitivamente ese sello único que le propone a la música de la banda.
“The Glorious Liberation of the People's Technocratic Republic of Vinnland by the Combined Forces of the United Territories of Europa” es un tema corto, medio en chiste, pero que le da respiro a la atmosfera del disco, para luego desencadenar en “Wolf Moon” otro temazo que remite al Doom metal y elementos del rock gótico que dotan en todo momento de un aura cercana a la bestialidad de bandas como Moonspell. El cierre con “Haunted” parece resumir un poco todas las influencias que la banda desplego en este LP, Doom metal, teatralidad y pop oscuro, sin duda una banda sabe elevar con fuerza sus conceptos sombríos, pero con la cuota indicada de irreverencia como para mantener cierto desconcierto positivo en la escucha de un disco que podría parecer denso y a ratos cansino al dar vueltas de forma vehemente sobre los conceptos de muerte, lujuria y decadencia social. Elementos que con gran poética Steele sabe encumbrar con imaginación y sumado al apoyo musical completamente competente de la banda que dibuja entornos igual de sombríos y sensuales con aquellas melodías que nacen del Doom y desembocan en un curioso Pop hacen que este disco sea un deleite que me permite sobrevivir a los duros días de depresión.-
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