el machismo mata cada día
Benoitte Groult
Hace unos días atrás la noticia
del hallazgo de los cuerpos ultrajados, golpeados y muertos de María José Coni
(21 años) y Marina Menegazzo (22 años) en el balneario de Montañita, Ecuador
despertó las furiosas reacciones en las redes sociales de todo aquel que
deploraba el hecho. Naturalmente se trata de un crimen atroz que perpetua la violencia de género que se
vive en el mundo de forma brutal y continua. Y si bien está entrada no tiene
ningún afán periodístico no puedo dejar pasar las sospechas que los propios familiares de las víctimas han despertado sobre esta tragedia, relacionando el
crimen inmediatamente a la trata de blancas, problema global que propulsa los
peores atropellos y vejaciones al género femenino, pero esto ha sido descartado
tajantemente por las autoridades de la zona, aunque quizás también como una
manera de encubrir un lugar turístico y altamente rentable para la región. Hipótesis
más, hipótesis menos lo cierto es que el crimen -hoy por hoy convertido en un
cruento y morboso espectáculo mediático- permitió que la sociedad experimentara
una vez más el horror de un mundo descarriado y sumamente machista en donde se
trata de normalizar como una consecuencia lógica el triste desenlace de toda
esta historia debido a que las chicas viajaban sin una presencia masculina que
las protegiera, este planteamiento se reafirmó pública y quizás hasta inconscientemente
cuando un médico argentino califico a las chicas como “víctimas propiciatorias”
obviamente porque viajaban “solas” y ante eso saltaron muchos a objetar al
especialista “…ahora dicen que ese fue el
“crimen” de Marina y María José. Ir “solas”, aunque eran dos y, aunque yo soy
de letras y bastante tarada con los números, me parece que uno más uno es dos,
pero en fin.” Recalcaba irascible la escritora Ecuatoriana María Fernanda Ampuero. Opinión que se replicó por muchos, pero la realidad muestra otra cara
y un rápido censo dejaría ver que la mayoría de las mujeres encontrarían –con
mucho pesar- razón a las palabras del médico, muchas mujeres tendrían miedo a
viajar sin la compañía de un hombre y muchas mujeres hasta en secreto
castigarían la osadía de cualquiera que se atreviese a arriesgar su integridad en
pos de la aventura. Básicamente la idea es que ellas por su condición de mujer
estaban propensas a que les pasara algo así, un hombre corría con ventaja en
ese aspecto.
Está lógica impregnada en
nuestras costumbres, ideas y conceptos viene dada por el patriarcado, no me gustaría achacar aquí una responsabilidad
meramente masculina porque así como hay hombres que perpetuán la lógica
machista y heteronormativa, también hay mujeres que lo hacen y la incentivan
mediante aquel artificio que es la
femeneidad, sin embargo, ponerle otro nombre al mecanismo que propaga las ideas
centradas y normalizadas a través de los medios de comunicación, los organismos
de trabajo y los espacios públicos sería
un despropósito, el patriarcado domina porque quienes mandan el mundo son
hombres, y si no lo son asumen el papel clásico que debería tomar un hombre sin
la menor intención de reivindicar la posición de su género sexual.
El patriarcado es una palabra que
suena bastante fuerte, pero que en el fondo la adquirimos desde que nacimos ya
que constituye el ADN del 95% de los pueblos Latinoamericanos, nuestras Constituciones
se organizan bajo un esquema proteccionista en donde el estado vela y sabe lo que es mejor para cada uno por lo
mismo puede arrobarse el derecho de decidir cuándo y cómo castigarnos tal como
un padre severo lo haría. Este sentido de formación del deber ser se expresa en
las figuras legales que manifiestan públicamente la consolidación de un modelo
de valores establecido no por una sociedad en su conjunto si no por una parte
de esta sociedad ¿cuál parte? Pues la que tiene poder, la clase dominante, la
clase hegemónica y toda el tropelío de “lacayos” que invisibilizan estas
cuestiones normalizándolas en el quehacer cotidiano, es decir, objetivándolas.
Las relaciones de género están marcadas,
por tanto, con estás leyes que inferiorizan a la mujer o le restan atributos (menor salario laboral,
ser cosificadas, ser tratadas como débiles, que sólo sirven mientras mantengan
su función reproductora óptima) generando
directamente en ellas violencia
simbólica concepto usado para expresar la superioridad y presión que un grupo ejerce sobre otro sin
comprometer al primero en nada físico, pero sí psicológico y que termina siendo
aceptado socialmente. Por ejemplo el aparthaid era legal en Sudáfrica hasta
hace poco, los derechos de los afroamericanos de piel negra eran menores que
los de piel blanca, y aquello era aceptado y legal, a nadie parecía molestarle
porque así es como todo debe ser según la normalidad que la vida te dice, pues
eso era violencia simbólica, que un grupo
o entidad te presione a unos límites y destinos de los que uno no pueda
nunca elegir ni traspasar.
La violencia simbólica hacía las
mujeres es una construcción que tiene demasiados factores como para
simplificar, pero sin duda uno de los eslabones principales en su formulación es
el rol de los medios de comunicación, como estos van transformando la imagen de
la mujer en un simple producto descartable, utilitario y cosificado. Pierre Bordieu la tenía clara:
"La violencia simbólica que
se ejerce desde los medios sobre las niñas impone una forma de coerción, de opresión absoluta, insuperable, ya
que las niñas no disponen de otras categorías para pensar y pensarse, que las
que le son inoculadas mediante la propaganda, y que no son otra cosa más que la
forma incorporada -hecha cuerpo- de la relación de dominio. La eficacia de esta
violencia simbólica se apoya en el trabajo previo constante y dedicado de
padres, tutores y educadores, dando una direccionalidad a la construcción de la
subjetividad femenina, modelando los cuerpos, disciplinando, inoculando unos
gestos, prohibiendo otros, habilitando unos comportamientos y censurando otros,
todo lo cual es necesario para producir estas "disposiciones permanentes"
en las que se apuntala la acción eficaz de la violencia simbólica, capaz de
activarlas."
Desde pequeñas a las niñas se les
presentan ciertos juguetes o artículos que las perfilan como debería ser una
mujer según los cánones heteronomativos-Patriarcales, uno podría pensar que
naturalmente un niño es libre de jugar con lo que quiera, sea una Barbie o lo
que sea, el problema es justamente que dentro de la lógica del consumo las
muñecas, cocinillas, peluches no están destinadas a un espectro de público amplio,
obviamente los autitos Hot Weels no pueden ser para niñas bajo la lógica del
mercado y los comerciales exhortarán todos los valores que un autito Hot Weels
puede provocar como sensaciones “masculinas” en la mente de un niño
(superioridad, sentido de acción) mientras que una barbie o un set de pinturas
para pelo será producto restringido para niñas por la forma en que estos se
presentan y a la vez moldearan su imagen de futura mujer-objeto. No se me
ocurre mejor ejemplo para esto que el capítulo de Los Simpsons en donde Lisa
confecciona junto a la creadora de la
Stacy Malibu una nueva muñeca que reivindique el rol de la mujer:
Claro que la decisión de comprar
tal o cual juguete para una niña o un niño reside en los padres y ellos
perfectamente pueden romper el molde y no dejarse guiar por lo que dicen los
comerciales, pero naturalmente los estereotipos y normatividades pesan por lo
que pocas veces se logra romper esta cadena comercial-normativa, siempre es a
favor de mantener los prejuicios y estandartes que se han inculcado en la
sociedad, restringiendo las habilidades y capacidades de una niña y también las
de un niño al cerrarle las puertas con aquellos elementos didácticos que
explotan su imaginación como lo son los juguetes. En el caso de las niñas al ir
creciendo la publicidad atenta más contra su formación creando subjetividades,
educando a que las chicas sepan valorar su cuerpo como elemento de ostentación,
que no vale la pena desarrollar un ápice de inteligencia o talento ya que las mujeres
son seres privilegiados cuyo cuerpo les permite la ventana al mundo y entonces
se les proporciona millones de productos de belleza que jamás van a satisfacer
los complejos estandartes que una mujer busca obtener para entrar bien en la
normatividad-hegemonica que se impone y a la que son introducidas sin saberlo
si quiera. Los productos de belleza, la moda, los estereotipos femeninos
presentes en la televisión, las presentadoras que sólo brillan por su belleza
terminan concentrando una bola en el pensamiento de las jóvenes quienes jamás
estarán contentas con su cuerpo, jamás
se querrán ni valorarán porque siempre habrá un modelo que alcanzar, un
ideal de belleza imposible que se explota en la publicidad y al que no se le
podrá comparar. Las mujeres son víctimas a diario de esa violencia simbólica y
aunque es reciente a los hombres
últimamente también se les está aplicando esa misma lógica perversa de mercado
en donde nunca podrán estar contentos con su cuerpo, su virilidad social y
establecida dependerá de elementos muy específicos que lo juzgarán como hombre.
Hoy en día hombres y mujeres son víctimas de una fuerte violencia simbólica
pertrechada por la publicidad, los medios, pero en especial énfasis son siempre
las mujeres los primeros blancos porque por tradición ellas han sido
catalogadas como elementos superficiales y obstructores una vez han desempeñado
su utilidad “técnica” (los chistes de suegras en donde no son cosificadas si no
que humilladas por su falta de utilidad “técnica” son muy gráficos en cuanto a
esto) por lo que para una mujer es imperioso verse siempre bien, siempre
perfecta, siempre radiante.
Proyecto Contra-publicitario El Squatt, las imagenes fueron sacadas de este facebook https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1566134610273169.1073741858.1554575938095703&type=3 |
Este esquema es algo objetivado
en la vida diario y creo que todos los que hayamos sido criados en una familia
hetero-normativa (tanto hombres como mujeres) han reproducido ese modo de
pensar de mayor o menor forma, yo no puedo estar exento de aquello, muchas
veces he terminado cosificando a las mujeres, caído en actitudes horrorosamente
machistas y minorizado el rol femenino (escribí hasta un cuento “burlándome” de
aquello) a la vez que más de una vez me he sentido frustrado por no poder
responder fielmente al ideal de lo que un “hombre” debería ser. A si mismo
también he sufrido violencia de género cuando amigos de mi novia me han visto
cocinando o haciendo el aseo en casa, mi novia se ha ganado las risas de sus
amigos porque según ellos, me tiene con
el látigo. Hay que parar de perpetuar estos modelos, este imaginario sólo nos
limita en nuestras funciones y opciones. El asunto está en darse cuenta y
ejercer el cambio de paradigma.
Desabastecer la publicidad que
divide y subvierte al género femenino con todos sus estereotipos y estupideces
es la manera más rápida y efectiva de generar un cambio de conciencia.
Cuestionar la publicidad e indignarse por ella es una táctica que funciona y es
lo que los movimientos feministas intentan con garra desentrañar. El feminismo
hoy en día ha entrado en una nebulosa que la hace difícil de reconocer para un
ajeno lo que resulta muy confortable para el patriarcado, una mujer que alega
la igualdad en los derechos es vista y ridiculizada en las redes sociales como
una histérica, atolondrada, inepta y así sumamos y seguimos, en el fondo una
cerrada de mente que se le tilda de Feminazy, concepto inventado por una
mayoría masculina quizás abrumada por el consistente despertar que muchas
mujeres han tenido sobre su rol en el mundo desde hace algún tiempo.
Inevitablemente idiotas hay en todos lados, hombres y mujeres pueden llegar a enlodar
el feminismo al desvirtuarlo con sandeces repletas de cero rigor teórico, pero en
el fondo las mujeres y hombres que respetan el feminismo saben que lo que se
busca es tan simple como decir igualdad, que las mujeres no se les pegue, no se
les menosprecie, no se les instigue, y por sobre todo no se les mate y luego se
normalice su muerte por cosas como “Es que ellas tienen la culpa por ponerse
esa ropa” o “Ellas andaban solas” En fin, crímenes siempre habrán, hombres y
mujeres son víctimas del horrible azar. El feminismo, sin embargo, puede ayudar
a reducir esa carga de violencia simbólica impuesta por el patriarcado, por
tanto el feminismo es sólo una reacción a aquella violencia simbólica, una
consecuencia de la cual el patriarcado intenta enrarecer para no hacerse cargo.
Nunca lo hará, es uno el que tiene que despertar.-
No tiene desperdicio ver este pequeño trabajo que trata sobre los roles que se les asigna a las mujeres y se normalizan a travéz de estereotipos. Como se cosifica y desvaloriza además el rol de las mujeres.
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