La nueva serie de
Netflix sobre gente con poderes (luego de cancelar su sociedad con Marvel)
llamó la atención mediática por tratare de la adaptación del comics homónimo de
Gerard Way, el mismísimo vocalista de la extinta (pero siempre recordada) banda
de rock EMO My chemical Romance. La historia despliega parte del imaginario que
Way plasmó en las letras de las canciones de su antigua banda, de esta forma se
entremezcla un tufillo EMO con una historia de acción y ciencia ficción.
Cercano a obras como Watchman o Marvel´s Runaway, la serie otorga variados
momentos efectivos al espectador dentro de una trama que está lejos de
considerarse fresca, pero que funciona por la interacción constante de sus
personajes, transformándose en una historia coral en donde todxs tienen sus
momentos importantes. Es un gran pastiche pop, aunque con varios aspectos
débiles en su desarrollo, pero mejor veamos qué onda.
Los
X-MEN necesitan psicoterapeutas
Súper héroes o gente
con súper poderes sobrellevando traumas emocionales de su pasado, no es algo
muy original a estas alturas, sobre todo porque la seriedad y el dramatismo hace
rato que se han convertido en la gran tónica para este tipo de historias.
Umbrella Academy nos presenta a una familia disfuncional, extravagante, pero
por sobre todo histérica, en la que entran elementos de ciencia ficción y
acción para llevar adelante una trama algo predecible. La historia comienza
cuando Reginald Hargreeves (Colm Feore), un magnate e inventor, localiza a
siete bebes en distintas partes del mundo que fueron dados a luz el mismo día,
esos niñxs poseen poderes ocultos que Reginald estudiará y eventualmente
despertará, de esta forma los entrena (de maneras ridículamente severas) y
convierte en una elite de súper héroes llamados Umbrella Academy. Por un tiempo
este grupo de jóvenes justicieros fue realmente famoso en el mundo, vendiéndose
comics, juguetes y todo tipo de productos relacionados a ellxs, mientras que
dentro de su casa vivían una infancia y juventud privada de cualquier afecto o
diversión, dedicada casi exclusivamente a perfeccionar sus poderes, generando
graves problemas de comunicación, confianza y afecto.
Reginald Hargreeves es
sin duda la peor versión de un profesor Xavier que pueda darse, sus métodos fríos
y extralimitados de entrenamiento logran conseguir que todo el grupo le guarde
resentimiento y se alejen de él y de la Umbrella Academy al cumplir la mayoría
de edad. Luther (Tom Hopper) es el número uno, el líder, su poder estiva en su
fuerza física, es el único que lucha aún por ganarse el afecto de su padre
Reginald, éste por supuesto no le brinda ninguna palabra de aliento o
satisfacción, Luther termina convirtiéndose en un hombre solitario, incapaz de
hacerle frente o cuestionar las ordenes de su padre. Diego (David Castañeda) es
el número dos, su habilidad es manejar los cuchillos a la perfección, siempre
quiso independizarse de la Umbrella Academy para trabajar en solitario, como
una especie de Batman, también para revelarse contra su padre y el liderazgo de
Luther. Allison (Emmy Raver-Lampman) es la número tres, su habilidad está relacionado
con el manejo mental: a quien le susurre al oído una orden, éste lo hará sin
chistar. El número seis es Ben (Justin H. Min) quien al arrancar la historia ya
está muerto, pero que tiene participación regular por medio de su hermano Klaus
(Robert Sheehan) el número cuatro, un drogadicto, cínico y completamente neurótico,
cuyo poder es conjurar a los muertos, habilidad que detesta y que sacó a la
fuerza gracias a que su padre lo encerró por días en una cripta cuando niño. Finalmente
la número siete, Vanya (Ellen Page), aparentemente no tiene habilidades, por lo
que sufrió el desprecio de su Padre y fue ignorada por su familia durante toda
su infancia y juventud, mutilando su autoestima al repetirle constantemente que
no era nada especial. No es necesario ser muy hábil para adivinar que esconde inconscientemente
un poder sorprendente y que eventualmente desatara el clímax en la historia.
Finalmente a esta
imposible familia la completa Numero Cinco a secas (Aidan Gallagher) un niño
prodigioso, altanero y sumamente sarcástico que es capaz de saltar por el
espacio-tiempo, su habilidad y las ganas de perfeccionarla fueron lo que
produjo la primera ruptura seria con la familia, ya que en un momento de ira
discute con su padre y salta en el tiempo sin control hasta llegar al
apocalipsis de la tierra, en donde todo el mundo está muerto, peor aún, no
consigue volver a su tiempo, quedando atrapado en aquel mundo post-apocalíptico
por muchos años.
La trama se desarrolla cuando
los miembros que quedan de la Umbrella Academy vuelven a reunirse ya de adultos
por motivo de la muerte de su padre. Para ese punto la familia está totalmente rota,
desde hace trece años que no se hablan. Vanya, para superar sus traumas y
resignificar su miserable infancia escribió un libro autobiográfico en donde
revelaba todos los secretos de la familia y el trato inhumano que su Padre tuvo
para con ellxs, Allison vive una crisis matrimonial en donde le ha sido negada
la tuición de su hija pequeña, Luther arrastra un problema en su cuerpo que lo
ha obligado a vivir en el más profundo ostracismo (literalmente, se fue a la
Luna) Klaus es un drogadicto sin remedio y Diego es un súper héroe solitario
que no consigue ganarse el respeto de nadie. Sea como sea, y por razones específicas
de cada quien, terminan reunidos en la antigua casa en la que crecieron con la
intención de velar a su padre, naturalmente todo sale mal porque son una
familia llena de conflictos, incapaces de conversar y plantear sus problemas de
un modo directo y no violento. Todo se complica mucho más cuando número cinco
aparece ante todos, con una advertencia espantosa, el apocalipsis se producirá
en ocho días más y tienen que evitarlo a toda costa.
El gran fuerte de esta
historia es la interacción que los personajes van teniendo entre sí, ya que a
lo largo de los diez capítulos (cada uno de casi una hora de duración, uff) el
protagonismo es compartido, equilibrado y completamente variado, las parejas de
personajes en las que se centra gran parte de un capitulo van rotando, de esta
forma podemos notar las distintas relaciones, afinidades y comportamientos que
estos adquieren al juntarse con uno u otro según sea el caso. Esto no sólo se
reduce a los protagonistas, ya que los antagonistas (al menos de la primera
parte de la historia) Hazel (Cameron Britton) y Cha Cha (Mary J. Blige) dos
sicarios extravagantes (por supuesto, por qué no) consiguen llevarse gran parte
de la atención y favoritismo ya que sus personalidades, aunque en principio
acartonadas, van logrando una mayor evolución y podemos entender sus
motivaciones, otorgando momentos genuinamente geniales.
Más allá de un par de
personajes que funcionan en este contexto descabellado, la serie no consigue
encantar mucho más. Hay un gran número de conveniencias argumentales y conflictos
que estallan a razón de nada, como si la trama se acelerará porque sí. También
es exasperante la forma en que están construidos los capítulos, en donde más de
la mitad de las veces, nada es concluyente únicamente porque los personajes son
incapaces de comunicar sus planes y simplemente terminan peleando, discutiendo
y alargando agónicamente una trama que se excede en la exposición, la
reafirmación de hechos y la anticipación anunciada.
Mucho
ruido y pocas nueces
La serie tiene varios
momentos de saltos al pasado en donde nos van contando de a poco cómo es que
esta familia termino rota, lo que es en gran medida el peso dramático de la
historia, por otro lado, paralelo a eso la historia va avanzando a veces de
manera dispersa, pareciera que un montón de otras tramas o arcos irrumpen sin
mucha dirección o correlación a lo que estamos mirando, incluso los
antagonistas en un momento determinado viven su propia aventura. Desde ese lado
parece que la trama es segmentada, como si hubiesen tratado de unificar
forzosamente varias historias independientes dentro de un arco que culmina con
la llegada del apocalipsis (hecho que muchas veces simplemente se olvida) Incluso
un capitulo es un desperdicio de tiempo ya que al siguiente se anula todo lo
que se vio ahí, y ni siquiera es que las revelaciones o elementos que se exponen
sean muy importantes, porque posteriormente se vuelven a generar. En muchos
casos, las cosas que ocurren se sienten más que nada como una táctica para estirar
situaciones o escenas que finalmente no
aportan nada, sólo para poder cumplir con la duración de cada episodio. Hubiese
preferido una historia más concisa, pero bien unificada.
También vale decir que hay
relaciones de personajes más interesantes, o que brindan mejores momentos que
otras. La historia de amor entre Luther y Allison es completamente soporífera,
de hecho, estos son los personajes menos competentes para el ritmo de comedia y
drama que la serie quiere llevar adelante. Por su parte, cabe destacar la buena
interpretación de Ellen Page quien consigue con gran sutileza ponerse en la
piel de una persona golpeada emocionalmente, así como el rol soberbio que
cumple el joven Aidan Gallagher quien personifica a un tipo egocéntrico, loco y
al mismo tiempo aterrado con la idea del apocalipsis, los momentos en pantalla
de estos personajes, ya sea interactuando con otrxs o solos, son simplemente
magistrales. Mientras que Klaus, consigue dar la cuota de humor (es el Shaggy
del grupo) debido a sus diálogos y momentos exóticos, pero a veces simplemente
se hace agotador su muletilla de personaje chistoso, aunque afortunadamente tiene
una progresión interesante.
Como ya mencione los
capítulos tienen un esquema repetitivo, el que muy pronto empieza a cansar. Que
los personajes sean tan impulsivos, que ninguno se escuche o diga realmente lo
que está pasando, es una táctica de guion que se quema muy rápido. Esta bien
que se trate de una familia rota en la que todos los lazos están cortados, pero
ante una amenaza latente como el apocalipsis, ninguno parece querer responder
adecuadamente, hasta que ya es demasiado tarde. Por otro lado, casi todos los
capítulos tienen un montaje musical que en la mayoría de los casos no aporta
nada y sólo sirve para ilustrar lo obvio o dar un cierre bonito al final de los
capítulos.
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