jueves, 16 de octubre de 2014

Otro cuentito



He estado ocupado con los estudios y por eso no he podido publicar algunos post que hace tiempo tengo ganas de subir, pero bueno yo creo que de aquí a fin de mes tendré al menos dos post relacionados con las películas de terror, por mientras les dejo un cuento que escribí hace un tiempo. Se títula "Un cuento machista y pelotudo" ojala lo lean y les guste. Ah y con música de Secret Chiefs 3 que no tiene nada que ver!!!

Una Ciudad de locos, una ciudad de espejismos contra los que no podes hacer nada si caes en uno sólo dependes de tu suerte. Eso es córdoba y lo supe hace poco. Por ahí me dirán que toda Argentina es así y que a lo largo de su historia ha revelado sus espejismos al mundo, pero por más que cada provincia tenga su orgullo místico y férreamente lo anteponga al de las otras, una noche en Córdoba es una noche en la casita de los espejos.  Y esto se los cuento chicos para que se anden con cuidado, no de los choros que son impredecibles y duros como un puño con manopla si no de la fantasía engañosa que te entrega la locura de ponerse en pedo. Si los conociera no les contaría una mierda, pero como no es así, no me importa y lo hago, además ya se han dado el tiempo y las ganas de aceptarme en su mesa así que les cuento mi anécdota que no pasó muy lejos de acá, incluso, chicos, les aviso con anticipación, cuídense de ese departamento que ven allí yo ni me acercó a más de dos metros de ese lugar maldito. 
Bueno la cosa empezó un sábado, un sábado de Agosto bien helado y ventoso. Con unos compañeros de la facu nos habíamos juntado expresamente a chupar sin ningún motivo en especial, tal vez el motivo era que mi novia ese fin de semana andaba lejos, en un retiro espiritual en Salta o tal vez que a Cejo y Bicho les había llegado buen dinero desde sus respectivos países (el primero es de Costa Rica y el segundo de Chile, y ustedes saben como a estos chicos les beneficia el cambio del dólar) por lo que andaban generosos y sedientos lo cual es una mezcla peligrosísima. Primero nos tomamos dos Quilmes en el bar que está frente a Patio de Olmos, nos cobraron unos abusivos cincuenta pesos por las cervezas, pero como yo no pagaba no me dolía el bolsillo, los extranjeros no más se ponían, já, y es que soy medio rata, pero no me miren feo que a ustedes no le voy a pedir nada más que este vaso que me convidaron ósea les cuento mi historia y me voy, tranqui que después tienen algo que decir el Lunes a sus compañeros del cole. 
Luego con los chicos nos tomamos dos jarras de fernet que parecían más llenas de Coca que de alcohol, igual nos pegó, tal vez la mezcla, de seguro la mezcla de cervezas y fernet así que para pasar un poco el golpe caminamos por la Belgrano mirando las artesanías que venden en aquella feria de las pulgas que se instala todos los fines de semana por esa calle nos comimos unos dulces bien azucarados que nos vendió un puto que desde su carrito le coqueteaba a quien pasase cerca suyo (pero no a quien le comprase) y entonces Bicho que es un drogo total se encontró con otro Chileno que estaba en la cañada junto a las personas que se ubicaban en aquel puesto de libros autopublicados. Bicho lo saludó y conversó un rato con él, luego nos lo presentó, se llamaba Mark Bowen, un nombre para nada Chileno. Soy Dani le dije; y yo José Ricardo le dijo el Costa ricense. Mark traficaba unos fasos muy finos que le vendió a Bicho por unos cuantos pesos. Nos los fumamos ahí mismo y empezamos inmediatamente a reírnos como tarados, Mark después como que nos trató de correr de ese lugar porque al parecer estábamos perturbando a los pocos clientes interesados en comprar esos libros artesanales, la bocha fue que en un momento Bicho se exaltó y de una patada rompió aquella endeble mesa en donde los editores exhibían sus obras. Los ocho sujetos que estaban ahí nos quedaron mirando fijamente, nosotros por muy drogados que estuviésemos en ese momento sabíamos que lo único que se podía y debía hacer era correr. Con todo el poder de la marihuana dentro nuestro rajamos de ahí con fuerza y llegamos a una calle bien deshabitada entonces surgió la primera idea boluda. Cerca de ahí vivía un compañero llamado Rodrigo, pero que nosotros apodábamos el facho porque era re anti K y cuando se ponía en pedo hablaba de que Videla era su ídolo y que sería mejor sacar a los militares a la calle para que matasen a todos los negros. Como siempre dice esas cosas estando en pedo nunca hemos comprendido bien si realmente es un facho en lo profundo, pero igual lo molestamos diciéndole que es uno y en todo caso parece gustarle que lo distingamos de esa forma. No sé de quién fue la idea, creo que mía, pero llegamos hasta la reja de su resi, nos metimos sin mucho problema, recorrimos el pasillo que llegaba hasta su puerta y le empezamos a mear la entrada, no era la primera vez que lo hacíamos en todo caso, cada 25 de Mayo íbamos a dejarle su charquito amarillo bajo la puerta, eso porque el vago cada 24 de Mayo  sale de joda y llega a su casa como a las once de la mañana, entonces nosotros nos juntábamos a eso de las nueve y media para mearle toda la entrada que es un pasillo largo que inexorablemente termina todo cochino y hediondo, también recuerdo que una vez tuvimos la osadía (o la pelotudez) de agarrar mierda de caballo, guardarla en una bolsa de papel, prenderle fuego a una punta  y dejársela frente a la puerta con ya obviamente la entrada absolutamente meada. El facho nunca ha sospechado de nosotros en su paranoia nacionalista debe creer que tiene algunos enemigos políticos que lo quieren perjudicar. 
Después de esa travesura que por lo demás nos bajó todo el líquido que habíamos consumido (aprovechamos que el pasillo estaba bien oscuro para dejarle una meadera impresionante) volvimos a tomar, nos metimos a un cantina que queda en aquella calle que da subiendo a plaza España... ¿cómo se llama? Bueno, nos tomamos dos botellas de vino y Cejo se puso hablar de su novia, una chica de catorce años que está allá en Costa Rica y que obsesivamente lo controla a cada hora, siempre quiere saber dónde está, para dónde va a qué hora regresa a su resi, bueno, ustedes saben chicos. La cosa es que Cejo cuando chupa se pone obsceno y nos empieza a contar sin tapujos todas sus intimidades, nos dice por ejemplo que su novia se moja muy rápido, que le gusta que acaben en sus tetas o que  la llamen perra cuando están follando. No sabemos si todo eso es verdad o mentira, pero con Bicho siempre le insistimos que nos muestre fotos de su novia en bolas aprovechándonos del caos y él nunca accede, simplemente nos dice esas cochinadas que a veces hasta nos termina calentando. Les mencioné que la novia de Cejo tiene catorce y desde los doce que se están acostando. Bueno, ustedes saben.
En fin, después del vino vinieron tres vasos de whisky puro que Cejo pago sólo porque quería seguir contándonos sus intimidades, parece ser algo que le encanta hacer cuando se emborracha. Al acabarnos el whisky ya estábamos muy mareados y muy calientes, queríamos ver piernas así que fuimos al Buen pastor, como ya eran las una de la mañana supusimos que debía estar lleno de minas y por supuesto lo estaba. Caminamos observando como las chicas venían de aquí para allá con la mini cortita y el escote a flor de piel, los tres nos embobamos, pero sabíamos que había un límite que no se debía sobrepasar así que nos quedamos tranqui en una esquina, en aquel lugar cerca de la calle un grupo de mujeres tiraban al aire serpentinas y papelitos, era un grupo bastante diverso porque además de las típicas chicas que se acostumbra ver a esa hora también habían algunas señoras que no parecían tan divertidas como las jóvenes. La que más destacaba era una chica vestida como súper heroína sexy y con un peinado que exponía una abultada cabellera rubia esponjosa. La chica se acercaba a la calle, esperaba que un auto le parase y le limpiaba el retrovisor, luego se acercaba al conductor y algo le decía. Al principio pensé que trataba de un travesti por el look que llevaba, pero luego noté bien su rostro, no eran facciones de hombre, no se le veía ninguna manzana de Adán en el cuello. Era una chica y tenía un culo precioso que exponía sin pudor a la gente que quisiera mirárselo cada vez que se inclinaba para limpiar los vidrios de los autos que le paraban. Supuse que se trataba de una despedida de solteras, pero aun así no le agarraba mucho sentido a que la que vestía como heroína hiciese eso mientras las otras gritaban y se reían, es decir, celebraban esta especie de humillación aunque hay que decir que la súper heroína parecía bastante alegre con el asuntito, las únicas que se notaban incomodas eran las cuatro viejas que acompañaban al grupo, es más, se veían con sueño. Yo seguía mirando de pies a cabeza a aquella mujer, era alta, pechugona, de buen culo y largas piernas, toda una diosa, el peinado no más que me parecía un poco ridículo porque me recordaba al vocalista de Twisted sister, pero en todo lo demás era hermosa. En cierto momento me volteé y ya no vi a los chicos, se habían ido unos metros más allá para molestar a las minitas que caminaban en grupo por ahí, recuerdo que antes cuando íbamos de bar en bar Bicho y Cejo se ponían a decir bien fuerte que ambos les gustaba el PENE EN EL ANO sólo para generar incomodidad o risa en los transeúntes que se cruzaban en nuestro camino, en ese momento seguramente hacían lo mismo para burlarse de las chicas que andaban ahí y también de pasó mirarles más de cerca el culo. Que pendejos, pensé mientras me acercaba a ellos y entonces oigo que alguien me llama.
-Dani ¿qué haces? Era el facho Rodrigo y estaba con unos amigos que no conocía, se veían bien arregladitos, estaban esperando a unas amigas para entrar a un boliche de por ahí. Nos saludamos, pero no pude evitar reírme al ver al facho tan bien arreglado y pensar que en ese momento todo el pipi que habíamos dejado en la entrada de su casa debería estar propagándose en hediondez. Le conté entonces que habíamos estado chupando y que ya estábamos bien manija indicándole como los chicos molestaban a la gente. En eso se acercó una de las mujeres que estaba en el grupo con la heroína.
-Disculpen chicos, les queremos proponer algo, estamos en una despedida de solteras y necesitamos a un par de chicos para una cosita, se animan a venir con nosotros, el departamento queda acá cerca y no van a estar más de quince minutos.- Nos dijo la chica de lo más sonriente, yo y Rodrigo nos quedamos absortos, casi sin habla, entonces Rodrigo sacó que estaba esperando a otra gente mientras miraba a sus amigos que se sonreían por la proposición.
-Vamos chicos, ni uno se anima, son sólo quince minutos ¡se los prometo!.- Nadie decía nada por lo que salté y quede mirando a Rodrigo como obligándolo a que también pusiese su granito de arena en el asunto. El facho miró a sus amigos casi como pidiéndoles permiso y estos con un tono jocoso lo apoyaron. Finalmente la chica nos llevó a un departamento que estaba bastante cerca del buen pastor, en realidad en frente, ahí mismo donde estoy apuntando, a ese departamento nos llevó. Nos preguntó sin mucha insistencia que cuántos años teníamos y si éramos de Córdoba, tanto Rodrigo como yo le mentimos, no sé por qué. Llegamos hasta el departamento 703, adentró había un desorden descomunal como si hubiese pasado un huracán. La chica entonces sin dejar de sonreír nos vendó los ojos asegurándonos de que todo estaría bien y que los quince minutos empezarían a correr cuando el resto de las chicas llegasen. Luego nos amarró las manos y los pies, quedamos completamente inmovilizados ¡te lo juro loco! la chica nos pidió que no nos moviésemos en ningún momento. Luego se fue, desde mi oscuridad algo de asfixia sentí y le pregunté a Rodrigo si esto era una buena idea.
-Y vos me metiste en esto, pelotudo.- Me contestó cabreado luego sentí el ruido de las chicas que llegaban, eran tan chillonas que me resultaba imposible descifrar las palabras que decían, pero la mayoría hablaba de que ya se habían podido deshacer de las viejas luego la que nos había hablado se dirigió al grupo que entre risas y   risas murmuraban algo extraño.
-Ya ven chicas, pude cumplir con mi penitencia y estos nenes son nuestros por quince minutos. ¡Jessica! Le escuché decir e inmediatamente después sentí un montón de brazos y manos sobre mi cuerpo, Rodrigo se reía de lo nervioso aparentemente también lo estaban toqueteando, pero lo bueno vino cuando sentí una suave mano abrir mi pantalón, escuche entonces que las chicas decían “Dejen que haga lo suyo” y entonces la mano empezó a batir mi pija de forma agradable, luego violenta y finalmente desgarradora. Termine eyaculando casi como si hubiese reventado una cajita de chocolatada.  “Un record” les escuchaba decir a unas, “comételo” le escuchaba decir a otras. Finalmente una vociferó que Jessica había logrado establecer una nueva marca en corridas. “Así se lo tenes que hace mañana a tu esposo hija de puta” decía una, la tal Jessica al parecer reía. Luego hubo un murmullo general escuché como se cerraban un par de puertas, una mano torpe ahora me abrochaba el pantalón y me hacía caminar a tientas por un par de metros, me desataron las manos y los pies y me quitaron la venda de los ojos. Frente a mí estaba la chica que nos había traído hasta el departamento, pero ya no estábamos en el interior sino que en el pasillo, la chica rápidamente se metió al departamento y con la puerta a medio cerrar me dio las gracias y me pidió que desatase a mi amigo, luego cerró de un portazo como queriendo decir “Eso es todo amigos” a mi lado estaba Rodrigo aún atado y vendado se veía re asustado. Sin más que hacer me lleve a Rodrigo hasta el ascensor, lo desaté y le pregunté si le habían hecho lo mismo que a mí “Estuvo buenísimo” me dijo con  satisfacción, “Que perras que hay acá” él parecía conforme, pero yo me había quedado con ansias de más por lo que cuando llegamos al primer piso me despedí de Rodrigo y le dije que yo iría por más. “Che, no seas loco esas minas estaban taradas, quizás qué te pueden hacer, si una vez me contaron que una mina había seducido a un hombre hasta su casa, que mientras culeaban la mina le pedía que le pegase y que al final de todo la muy perra terminó llamando a la policía acusando al huaso de violación, era una psicópata que se excitaba haciendo ese tipo de cosas, yo que tu me ando con cuidado, eh”  Me advirtió y le aseguré que lo tendría todo bajo control que simplemente quería otra paja y ya, incluso le pedí que me acompañara, pero él ya se tenía que ir con sus amigos. Volví a subir al séptimo piso, no sabía bien cómo proceder, ¿acaso  sería tan cara dura de golpear la puerta y pedirles una paja más? por suerte no fue necesario hacerlo apenas salí del ascensor en el mismo pasillo me encontré a la súper heroína vestida ahora con unos jeans fuxia bien apretados y una remerita blanca. Me miró, parecía estar esperando a alguien, pero de todas formas me sonrió y me dijo “Hola” sabiendo que no era necesario ningún preámbulo fui rápido hacía ella (sólo ahí me fije en lo alta que era) y le planté un beso, luego le empecé a acariciar los senos y le dije casi de manera insolente “Vos sabes a que vine” luego la empuje hasta al ascensor, apreté un botón para llegar hasta el último piso mientras nos elevábamos la besaba y acariciaba esas nalgas que me traían loco desde que las vi, luego le quite la remera, chupe sus pezones que tenían un gusto raro, le arranqué los pantalones, le baje su tanga y se la metí con fuerza por detrás, pero entonces cuando iba en busca de su clítoris para acariciárselo toqué algo duro por un lado y arrugado por otro. La mina no era mina se había puesto tetas y todo, pero tenía un pene bien erecto consigo. Por un momento quise parar el acto, horrorizado por lo que acababa de tocar, pero estaba rico el asunto y ya a quién le importaba en todo caso, cuando la calentura llama, llama. La pasamos bien hasta donde recuerdo, la penetré con fuerza como nunca antes lo había hecho con mi novia, fui casi un sádico, ella me lo permitió todo creo que le rompí el ano, sus gritos se debieron haber sentido por todo el edificio, por suerte nadie detuvo el ascensor que subía y bajaba sin destino.
Cuando desperté estaba amarrado a una cama en una pieza llena de pelucas y accesorios de belleza sentí que una ducha corría desde el interior, alguien cantaba. Le eché otro vistazo al cuarto, pelucas de todos los colores y formas se dejaban ver por aquí y por allá, estaba en la pieza de un transformista o algo así. No fue difícil desatarse de la cama ya que sólo tenía un brazo amarrado y lo habían hecho con un cinturón. Me levanté, agarré mi ropa, noté que el tipo que estaba en el baño no se percataba del ruido que yo hacía, seguía tan contento cantando bajo la ducha que podría haberlo matado de haber querido, pero simplemente preferí irme de aquel lugar sin dar marcha atrás, cuando noté el número del departamento  del que salí vi claramente que decía 701. Tragué saliva confundido, lo peor fue que casi en ese mismo instante del 703 salió la chica que nos había hablado a Rodrigo y a mí, iba junto a la súper heroína que parecía bastante  a mal traer y media sonámbula porque era llevada del brazo. Perplejo no supe cómo reaccionar, las  chicas cuando me notaron hicieron un gesto incomodo, tomaron el ascensor y descendieron sin mediar palabra alguna, yo no me fui junto a ellas, no obstante cuando note que del 701 alguien comenzaba a abrir la puerta me lancé escalera abajo y me fui corriendo hasta llegar a planta baja luego salí de ese edificio del demonio y aquí me ven contándoles esta historia a ustedes pibes para advertirles que la noche es un espejismo aquí en Córdoba y que la honra de un hombre siempre es mancillada por aquellas traicioneras imágenes. ¿No me convidan otra cervecita?  
 Una imagen sexy siempre ayuda al aumento de visitas, por lo tanto.....
  

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Un cuento machista y pelotudo by Nicolás Aravena is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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