Película: "Escape from Tomorrow"
Año: 2013
Director: Randy Moore
País: Estados Unidos
El
cine independiente por su carácter oblicuo al modo de producción del cine
industrial bordea las problemáticas de una forma particular que sólo se definen en la medida de un discurso
personal por parte del director (autor)
o equipo de realizadores, en contraposición al discurso general que de antemano
ya viene aceptado por gran parte de las películas de factura industrial al
momento de su realización. Sin embargo, esto no quiere decir que las formas del
discurso que presentan las películas independientes sea mejor o peor que las
formas del cine mainstream o que este último carezca de personalidad en sus múltiples
elementos (sonido, imagen, actuación) muchas veces gran parte del cine
independiente se cubre bajo un manto de vergüenza por no poder llegar a ser
comprensible en su mensaje o por la pobreza de alguno (o todos) los elementos
que lo componen cayendo simplemente como una cosa bizarra recordada como un
chiste o intento falaz de generar una obra, otros autores más inteligentes
saben revertir esa situación y desde sus propias falencias encaran su
producción como un atributo estético y expresivo de la misma generando
productos que no pueden ser delimitados por la mirada común que rige al cine
industrial (Russ Meyer, John Watter, Jim Jarmush y hasta Cronenberg) La gran mayoría de autores que se ciñe al cine
independiente lo hacen también porque en él encuentran un espacio adecuado para
denunciar de manera directa algún habito social o político que polucione nuestra
vida o simplemente cuestionarse la realidad, ambas cosas que no se permiten de
manera tan ostentosa en el cine industrial.
El niño vomitando después d eun juego, un efecto común que produce Disney
En
estados Unidos el cine independiente no carece de fuerza y puede abarcar
básicamente desde lo más burdo y extraño hasta lo más politizado y filosófico. “Escape
from tomorrow” se desplaza sin medios tintes entre un lugar y otro de forma
impetuosa, rebelde y pujante, como una montaña rusa que ha perdido el control
después de la mitad del viaje, este filme nos sumerge una vez más en la
relación del hombre con su cultura, pero no estamos hablando de una cultura inocente
o que esté aplicada a un contexto particular sino que de una imperante y
avasalladora, la cultura popular norteamericana que ha guiado de forma
colonialista nuestra visión de entretenimiento masivo se basa en una lógica de
mercado capitalista, una filosofía pragmática (aprovecha el momento) y una
noción de libertad alienada.
No
hay que ponerse a pensar mucho cuántas películas de alguna compañía gigante
como la FOX o Universal llegan a colmar nuestras carteleras, como muchas esas
películas nos hablan de una visión de Estados Unidos muy específica que choca
con nuestra propia realidad latinoamericana y que sin embargo, aun estando
ajeno a nuestro código cultural, hoy en día podemos entender, adoptar y llevar
dentro de nosotros. “Escape from Tomorrow” se suma al grupo de películas que
tratan de desestabilizar desde la propia Norteamérica aquellas certezas que no
son ni planteadas por un ciudadano “americano” en su día a día, lo que pasa es
que el cine gringo ha constituido con fuerza un paradigma casi de hierro sobre
la vida Estadounidense (el país de las oportunidades, el país de la libertad de
expresión, el país babilónico, el país de la expresión…) Tal vez ante un
escenario actual de lenta desestabilidad social, de chispazos de violencia que
ha estado contenida(el racismo que ha vuelto a la palestra) o de tambaleo económico
que ha obligado a Obama a adoptar medidas drásticas e históricas (¿por qué
creen que se renovaron las relaciones diplomáticas con Cuba?) Tal vez ante una
situación que empieza a desencajar la realidad virtual que el norteamericano
común entendía y adoptaba como si nada, tal vez por eso esta película haya
gritado desde una trinchera modesta una crítica a la cultura que no puede dejar
indiferente a nadie.
Cuando
pequeño el sueño de muchos era viajar a
Disneyworld y experimentar por algún rato la fantasía y el paroxismo propio que
una fábrica de sueños te podía entregar, antes, la sola imagen de aquel parque
temático en la mente de cualquier niño noventero era sinónimo del anhelo máximo
y por tanto imposible de realizar. Me alegra no haber pisado nunca ese horrible
lugar del cual las condiciones laborales son nefastas para sus empleados y la
neurosis se apodera a cada rato de quienes lo exploran. La caricatura de
constituirse como una burbuja en donde el espectáculo te aleja de cualquier
porción de la realidad, en donde desde el tipo que limpia la mugre que los
niños tiran al suelo hasta el vendedor de churros deben estar casi inconscientemente felices
como si fuesen autómatas. Todos esos elementos que si se piensa desde otro
lugar hacen a este parque más una pesadilla que una oda elemental al jolgorio constituyen
la silicona con la que Disneyworld se presenta al mundo, “Escape from tomorrow”
evidencia todo esto de una forma lúdica, la película comienza con una típica familia
gringa de clase media-alta disfrutando
su último día de vacación en aquel parque cuando de pronto a primera hora de la
mañana el padre recibe la noticia de que ha sido despedido de su trabajo, la
realidad lo ataja sin clemencia y su seguridad de vivir de manera acomodada se
ve fragmentada, desde ese instante el sueño y la fantasía que Disneyworld
ofrece a sus visitantes se ve agotada. El padre intenta ignorar por el resto
del día este baldazo de agua fría que recibe como noticia para no arruinarle a su familia las cosas, pero tan sólo al
subirse a un primer juego empieza a experimentar extraños síntomas que lo
perturban. El filme a ratos parece de aquellos en que la situación nuclear es
cotidiana y significativa, pero que a simple vista no quiere decir mucho por la
simpleza de la historia (aunque muestre bastante) De todos modos si la película
hubiese seguido en esa línea realista y existencial iba bien encaminada: El
padre a medida que pasa el día empieza a fijarse sexualmente en unas francesas
que se le aparecen contantemente seduciéndolo de manera infantil y torpe esto
generará una predecible discusión con su mujer que en todo momento se muestra
distante de él. Esto se suma a una difícil comunicación con su hijo (o
hijastro, la verdad no me quedo muy claro ese punto) largas filas, la desilusión
ante atracciones que se cancelan a último momento, problemas menores con otros
turistas, en fin, lo que sería un día verdadero dentro de Disney desligado de
cualquier orientación publicitaria. Más adelante el padre también conoce a una
ex trabajadora de Disney que se disfrazaba de princesa y le deja entre ver oscuras
prácticas que la compañía permitía por debajo de la mesa, en fin, se
desarticula la fantasía para llevarla a una gris realidad que es dentro de todo
lo que existe realmente en Disney, sin embargo, en determinado momento la
película gira a otro sitio y lo hace de forma impetuosa, la ciencia ficción por
momentos se apodera del argumento y la crítica a la cultura dominante se hace
más alegórica. No les arruinaré la película contándoles a qué se refiere tal
giro, pero puede resultar extraño un cambio de código tan salvaje, sin embargo,
todo cobra sentido en aquel último plano con las francesas volando como hadas
(tipo Tinkerbel) dejando en claro que lo que se vio es otra fantasía más de
Disney y que nada puede escapar a aquello, que la fantasía siempre cubrirá la
oscura realidad, que a pesar de lo terrible que pueda pasar (ahí están los
trabajadores de Disney que aparecen al final de la película ordenando el “desastre”
que el padre dejo) ahí estará la maquinaria de sueños de Disney buscando
eliminar las evidencias de la realidad y dejar todo tal cual estaba antes, la
fantasía impoluta.
Randy
Moore, el director, logra homenajear en algún punto aquellas producciones de
Cine B resignificando un modo de producción basado en la pobreza y es que para
grabar esta película el director tuvo que pasar tres exhaustivas semanas dentro
del odioso parque estudiando la posición del sol en distintos lugares a
distintas horas, escondiendo cámaras, realizando distracciones a guardias para
poder grabar ciertas escenas, grabando frente a las autoridades como si
estuviese simplemente registrando sus vacaciones con su familia, en fin, todo
un operativo de guerrilla del cual osadía y descaro no le falto con el fin de
transmitir su crítica desde el interior de la misma Disneylandia. Ese esfuerzo
de rodaje ha dado más que hablar que el contenido mismo de la cinta y es algo
lamentable, pues sin dejar de lado el gran mérito que esto puede provocar, la
crítica de cine debe enfocar su atención en el discurso y sus efectos, no en su
forma de elaboración, por su parte Disney no presentó ninguna demanda contra el
director, ignorar fue la táctica perfecta, sabían que se trataba de un filme independiente
de poco tiraje así que no le quisieron dar mayor importancia para no repercutir
demasiado atención del público común en ella. Por lo tanto es importante
dar a conocer entonces esta película que
obviamente no pasó desapercibida, pero que de todos modos podrá ser en un
tiempo más desechada como una excentricidad de un tipo que tiene problemas con
Disney más que como una crítica a la cultura de entretenimiento norteamericano,
vacío, seco y que no deja conclusiones ni reflexiones en absoluto, en vez de eso llevar ese discurso de la entretención a un horror infinito.-