Cuando
el internet aún era cosa exclusiva de oficinistas exitosos del primer mundo y
de universitarios que querían pasarse información sobre tal o cuál materia, es
decir, cuando internet servía casi únicamente como un medio de trabajo y alcance de contactos, el
ocio misceláneo para el resto de los mortales estaba restringido a revistas de
toda índole, podían ser de farándula (o espectáculo ya que en ese tiempo el
termino farándula no estaba instaurado) de música (dividida en una hermosa
variedad de estilos) de cine y televisión, de cultura, de historia, de anime,
de cosas paranormales, de lo que sea y si bien hasta el día de hoy la mayoría
de las revistas siguen presentes en nuestros kioscos y peluquerías más
cercanas, no tienen la misma vitalidad de la que gozaban en los 90 porque el
doble de información que te proporciona una revista se puede hallar en internet
y asunto cerrado. Pero para los más pequeños había otra afición que apaciguaba
el ocio y estaba en un camino medio entre la revista y el hábito compulsivo que
todo niño tiene de coleccionar cosas, me refiero a los álbumes de láminas y
principalmente a los de la empresa Salo.
Si
eres de chile y creciste en los años 90 recordarás el furor que causaron estos
álbumes que al día de hoy han dejado de existir por las clásicas razones
económicas que una empresa quiebra. Los motivos de por qué los álbumes dejaron
de ser populares pueden deberse a muchas razones y entre ellas por supuesto
está internet, pero antes de cantar la catástrofe me referiré un poco al comienzo
de todo esto.
Corría
el año 1962 y Chile sería anfitrión por primera y hasta ahora única vez de una
copa del mundo. En eso un empresario de origen ucraniano llamado Salomón
Melnick se le ocurre la idea de formular el primer álbum de cromos coleccionables
con la temática del mundial como excusa, el éxito no se hizo esperar. Pero la
cosa no vino así como así, “Don Salo” era un empresario ambicioso que se había
paseado por múltiples negocios hasta desencadenar en una confitería que llego a
tener su propia fábrica, en el 60, sin embargo,
hubo una crisis del azúcar en el país y Don Salo tuvo que buscarse otra
forma de subsistencia, entre sus múltiples negocios paralelos había distribuido
el álbum “Zoologico” proveniente de España, esto combinado con la efervescencia
que el país vivía por tal magno evento le
dio la idea de generar un álbum con el nombre “Caramelos campeonato” ya que
cada sobre además de las láminas incluía un caramelo. De esta forma Don Salo
había salvado su negocio de confitería ya que su innovación cobró tanta
adherencia en los niños y jóvenes (y apoyo en los pequeños inversionistas,
litógrafos y algunos futbolistas que figuraban como rostro) que la producción
subió a un nivel espeluznante llegando a generar cerca de 20 mil álbumes (incluso
las cárceles de mujeres sirvieron como mano de obra para la labor de
producción) y con una premiación en el teatro Caupolican con una citroneta como
trofeo para el que lograse juntar todas las láminas. Era la primera vez que un
álbum de manufactura chilena realizaba un sorteo de premiación, es decir, el
estímulo ya no era el simple placer de coleccionar.
Así
comenzó este eslabón, en el 75 Don Salo tuvo la ocurrencia de apostarlo todo en
un álbum que fue tremendamente impopular (álbum Zoo color) lo que lo obligó a
dejar el negocio que desde ese momento pasó a manos de su hijo y su en ese
entonces yerno que rebautizaron la
empresa como “SALO” en honor a quien lo había comenzado todo. De ahí en
adelante, por años la empresa no sentiría más que triunfos y vítores siendo una
de las marcas más populares entre jóvenes y niños, aunque durante gran parte de
esa época las principales armas de promoción fueron relacionadas con la
temática del fútbol, pero bueno vamos a lo que importa:
LOS
90
SALO
ya era una marca con poder y sustancia en Chile, y lo que siempre llamaba la
atención era su oferta de gratificación a la hora verse agotado el stock del álbum
que estuviese promocionando en ese momento. Hay que resaltar que por mediados
de los 90 la producción era recatada y más de dos o tres álbumes por semestre
no sacaban, lo que daba tiempo a nosotros los pendejos de aquella época de
vivir a tope la experiencia de coleccionar los cromos que por entonces se
pegaban con pegamento tipo cola fría o stick fix, es más, en muchos casos uno
termina echándole tanto pegamento al reverso de la lámina que estropeaba la
página siguiente del álbum dejándola rugosa y humedecida, era un accidente
común y corriente así como también aquel impase con la cola fría de quien se le
iba en banda y terminaba dejando una gran mancha blanca en el marco donde se
supone iba el cromo, obligada a sacarla con un palito de helado o a comérsela
¿por qué no? En fin, la verdad es que de esa época no tuve muchos álbumes o no
recuerdo demasiados excepto el de Nintendo que se basaba en imágenes del Mario
Bross 3 y algunos otros como Mega Man o Zelda, las imágenes eran las mismas que
uno podía encontrar exclusivamente en los eventos de promoción de estos juegos
y esa era una primicia que años después internet le esfumaría a las laminitas,
la gracia de tener imágenes de postal o de promoción era un fetiche no fácil de
conseguir en los 90, sobre todo de una buena calidad visual y en un formato
cómodo (como no lo eran las trading card o los posters) Naturalmente con la
llegada de Google instalándose con camas y petacas en nuestra vida cotidiana le
resultaba fácil a cualquier mortal buscar imágenes de lo que sea que le gustase
y ya la cosa perdía su valor exótico que por los noventa estaba reservado en
gran medida a los álbumes y que era la única posibilidad que un niño tenía para
optar a imágenes de cierto valor exclusivo.
Otro
Álbum que recuerdo con cariño fue el de HUGO que estaba basado en el programa
de televisión del mismo nombre el cual se transmitía por TVN y que se basaba en
un juego virtual de un duende que tenía que pasar etapas de tipo plataforma, la
gracia es que uno llamaba y las teclas del teléfono servían como comando para
los movimientos del personaje, así uno tenía la sensación de estar jugando desde
su casa, bueno no importa mucho eso, pero ése fue el primer álbum de SALO
basado en un programa de televisión, también recuerdo el álbum de la película
“El rey león” y es que SALO ya hace varios años venía licenciando productos de
Dysney para sus colecciones. El año 96 aparecen dos curiosidades, el álbum de
“Marron Glacé: El regreso” basado en una fracasada teleserie de canal 13 y que
creo yo estaba destinado a un público femenino, y la verdad no estoy del todo
seguro, pero me parece que fue el primer álbum basado íntegramente en una
teleserie, proyecto que se repetiría con frecuencia en años posteriores aunque
claro con productos mucho más exitosos. Ese mismo año se lanza el primer álbum
de la década (en los 80 ya habían sacado uno de Robo tech) con temática de
anime, se trataba del álbum de “Los caballeros del Zodiaco” (Saint Seya) la
serie que, sin embargo, no tuvo tanta aceptación en el público, extrañamente
cuando se volviese a retransmitir la serie varios años después si sería
considerado de mejor forma por un público tanto infantil como juvenil.
El
año 97 la empresa se iría en collera y publicaría más álbumes de los que tenía
acostumbrado a su público esto es porque expandiría su horizonte, ese año
además de los correspondientes álbumes dedicados al fútbol, lanzaron dos
basados en la serie “Sailor Moon” y dos
“Dragon Ball” así como de otros temas. El 98 ya sería el descuelle y la
producción de álbumes no se limitaría a dos o tres por semestre sino que
inundaría los quioscos obligando a los coleccionistas a inclinarse por lo que
más afinidad tenían, como a mi no me gustaba el fútbol no pesque los varios
álbumes de aquella temática (ese año fue el mundial de Francia 98) pero sí me
sumergí en los álbumes basados en “Dragon Ball Z” ese año SALO saco tres,
además de un álbum basado en la serie infantil “Rugrats” y otro muy bonito
basado en “Ranma ½” Para ese momento las
láminas especiales u holográficas tenían mucho valor y los diseñadores de cada
álbum empezaban a experimentar con una estética determinada para cada cual, así
por ejemplo el álbum de Ranma las láminas holográficas fueron remplazadas por
una clase de lámina texturizada en género (o eso parecía al tocarla) que pegaba
muy bien con el estilo chino del que la serie se servía. Además los álbumes ahora
entregaban un mayor caudal de información y era a veces hasta una guía sobre la
temática que abordaban. El 99 el grosor de algunos álbumes llegaba hasta los 80
o 90 paginas lo que indicaba un alto nivel de cuidado, por supuesto a mayor
álbum mayo cantidad de premios y también sub premios que estaban relacionados
básicamente con la temática en que se basaba, ese año apareció los primeros dos
álbumes de Pokemon (el primero era bien gordo) otros dos más de Dragon Ball Z
(fueron seis en total y el último era bastante gordo y contaba con cerca de 400
láminas para coleccionar) y uno muy especial llamado “Invasión Alien” que se
colgaba de toda la parafernalia que el país vivía por las abducciones y
avistamientos de fines de siglo, ese álbum lo recuerdo con cariño porque fue
muy contra corriente a lo que se estaba produciendo en ese entonces, no mucha
gente lo tenía, pero su estética estaba muy detallada en el tema así como los
dato que exponía y además entre medio poseía un comics original bastante
simpático sobre un marciano que va en expedición a la tierra y cuya ventura
continuaba en un juego de computador gráfica 3D que se podía adquirir
comprándolo en un quiosco SALO porque para ese entonces SALO ya tenía sus
propios puntos de venta especializados. No sólo producía álbumes sino que
también tarjetas especiales, vendía trading cards de Pokemon, posters, tazones
con las cosas que tenían licenciadas, en fin el negocio cundía con fuerza.
El
2000 la buena racha de SALO pese a la inminente competencia más barata y accesible
-pero con menos licencias - que era PANINI le tocaba fuerte los talones a
ratos, ese año SALO no le pudo sacar más el jugo a Dragon Ball Z porque la
serie ya había terminado en Chile y tuvieron que sacar el último álbum haciendo
gala de un rocambolesco compendio, además de sacar una enciclopedia exlcusiva
del tema. También apareció el albúm de DIGIMON (que PANINI peleó, pero que al
final se tuvo que conformar con la licencia de una serie menor llamada Monster
Rancher) y más álbumes de Pokemon entre los que destaca un extraño mini álbum y
otro de carácter más bien coleccionable sin premio ni nada que estaba basado en
la primera película de aquella serie. Y
así podríamos seguir un buen rato, y es que el catalogo de SALO es francamente
variopinto e interminable álbumes de Sakura Card Captor, de Axe Bahía, de
teleseries chilenas como Brujas, del grupo de rock Los prisioneros, de
Inuyasha, de Hunter X Hunter, de Star Wars y uno muy especial que los
coleccionistas recuerdan con extrañeza llamado “Basuritas” un álbum realmente
bizarro basado en horrendas y escatológicas líneas de figuritas de juguete infantiles Estadounidenses que representaban
una inusual pandilla de chicos deformes o mejor dicho desagradables a la vista
(porque habían muchos que no eran deformes, pero se comían los mocos o padecían
de torrente vomitivo) cuyos nombres representaban de manera paródica su
asquerosidad. Tuvieron tanto éxito que empezaron a aparecer como figuritas
coleccionables dentro de paquetes de papas fritas en forma de ficha o tazos, y
bueno hasta se lanzó una película hoy considerada de culto. Salo se quiso hacer
con una parte del inusual éxito, pero no le fue bien al punto de ser uno de los
pocos (sino el único) álbum que termino siendo censurado y descontinuado del
mercado a pocos meses de su tiraje.
Más
allá del caudal de álbumes cuyos títulos variaban de un extremo a otro recuerdo
con cariño la manera de interrelación que estos álbumes producían entre mis
compañeros que podíamos encontrar puntos en común dependiendo de cuál álbum
estuviésemos juntando, por otro lado estaba la gran transacción que giraba en
torno a las láminas, muchas veces en los
recreos las láminas eran un tema de conversación, de negociación y por supuesto
de juego, se les apostaban reuniéndolas
en un fardo y se les golpeaba con la palma de la mano con el fin de revertirlas,
el que lo hacía se llevaba la o las que había dado vuelta aunque habían muchos
tramposos (como yo) que se escupían la mano para que la textura de las láminas
se adhiriese mejor y así se pudiese dar vuelta con mucha facilidad, o habían
otros que hacían una sucia técnica que consistía en juntar las muñecas y aplaudir
suavemente con el fin de hacer volar la lámina y que esta se revirtiese en el
acto, al menos en mi colegio le llamaban
“la palomita” y era una técnica odiada, tanto que se estableció como ley
sólo realizarla una vez durante el juego a modo de comodín. Otras veces el
intercambio de láminas era todo un negocio, algunos llegaban a cambiar como 20
por una sola porque era importante o era la que le faltaba para completar el
álbum, otros preferían juntar laminas repetidas para pegarlas en los cuadernos
y otros eran unos matones que únicamente te las quitaban de mala gana. En fin así se tejía la economía
escolar de los recreos, algunos llegaban hasta cambiar ciertas láminas por la
colación de otro y por supuesto no faltaba quien las robaba.
Entrando
en la década del 2000 se puso de moda los trading card game de Pokemon de la
que SALO también tenía algunas acciones por lo que algunas cartas se podían
comprar en las sucursales de la empresa, pero a raíz de esto se dio el
emprendimiento a una colección de trading card games de origen chileno y que a
medida que pasaba el tiempo fue causando más y más sensación “Mitos y leyendas”
si bien yo nunca las jugué o me llamaron la atención porque encontraba que era
una truchería de las MAGIC, igual hay que reconocer que fue creciendo en patrimonio
al punto de sostener a la empresa los últimos años. Las cartas mitos se
convirtieron en un bastión tan popular que se organizaban torneos a nivel
nacional, era común pasearse un sábado por ciertos sectores de la ciudad, pro
ciertas galerías y ver un montón de pailones jugando esas cartas (u otras
porque en una época floreció mucho esta clase de juego de cartas) Como se veía
la cosa SALO empezó a concentrar sus fichas en este emprendimiento apoyando así
a una buena porción de ilustradores y dibujantes chilenos muchos de ellos que
lograron comenzar una carrera en la ilustración de comics y prácticas por el
estilo, a tal éxito en el país llegó a tener esta colección (con innumerables
mazos de expansión) que se terminó haciendo una película Live Action (craso
error) basada en el juego el año 2010 Hasta el día de hoy los más fanáticos o
nostálgicos continúan manteniendo la tradición del trading card games Mitos y
leyendas de una forma totalmente pasional porque ya no hay campeonatos, ni nada
que rija realmente este divertimiento lo hacen sólo por el honor y la
diversión, otros han decidido coleccionar la mayor cantidad de cartas posibles
casi como si se tratase de un álbum aunque por supuesto en su momento SALO
también lanzó un álbum referente a este fenómeno.
El
año 2008 la empresa empezó a tener deudas gigantes y aunque sus responsables
aseguran que tenían ideas innovadoras de llevar el negocio a otros soportes
según veían serían las nuevas posibilidades de los nuevos tiempos, todo se vino
abajo y a principios del 2010 se declaró en banca rota definitiva, la mayoría
de los trabajadores aseguraban que era una cosa previsible y se lo veían venir.
Ni siquiera el imperio de las mitos y leyendas pudo salvar de la ruina a la
empresa que termino vendiendo todos sus derechos a la empresa Española Panini
que hoy en día forma la división PANINI CHILE y ha relanzado a modo de
nostalgia algunos álbumes emblemáticos de SALO como son los de Dragon Ball Z.
Ahora por mercado libre algunos hasta venden packs de láminas
Uno
no puede dejar de recordar de su infancia aquellos momentos de gozo al abrir un
sobre y encontrarse con una lámina especial o con más de las que tenían que
venir, o la frustración de que te saliesen dos o hasta tres repetidas o la
excitación de ir contando las láminas que faltaban para coleccionar el álbum y
ver que cada vez quedaba menos y realmente no era tanto por una cosa del premio
final, yo en mi vida sólo logré coleccionar un álbum, el primero de Dragon Ball
Z, y nunca tuve muchas esperanzas de que me sorteasen como ganador, el
verdadero placer era ir juntando del modo que fuese el álbum y manteniéndolo de
buena forma porque más que más terminaba siendo un tesoro en si, todos en el
colegio cuando llevaban su álbum lo cuidaban generalmente como hueso santo.
Internet cambio todo eso, no se puede decir que para peor porque es un
argumento muy reducido y uno simplemente es hijo de su época y de las
circunstancias que formaron esa época. El último álbum que compre fue el de
Hunter X Hunter a los quince años y en realidad a esa edad ya me daba vergüenza
ir al quiosco y pedir sobres, me sentía viejo y peludo para hacerlo. Hoy en día
muchos álbumes bien cuidados simbolizan objetos de culto que se venden por
internet si bien no a un precio excesivo, sí a un precio gordo. Ese precio
simboliza una década, una nostalgia y una fascinación que se marcha día a día y
que por cosas materiales como esas pareciera que uno puede atrapar. Yo me quedo
en lo personal con esa sensación de los recreos vividos en torno a las láminas
y lo que me enseñaron de la vida, que uno se puede obsesionar fácilmente por
cosas que a las finales terminan criando polvo en un estante olvidado.-
Muy lindo reportaje
ResponderEliminarMuchas gracias ;)
EliminarMuy buen blog , en los 90 fue como una epoca dorada de estos álbumes...los caballeros del zodiaco los recuerdo harto y videojuegos. que buenos años.
ResponderEliminarHola Hugo, gracias por pasearte por el blog y dejar un comentario, saludos.
Eliminardisculpa la molestia nesecito infor, sobre el primer album de dragoon ball, cual fue? masomenos en los 95 o 96 ....
EliminarHola, alguien que tenga el álbum de cazador x y este dispuesto a venderlo.
ResponderEliminarjajaja cada párrafo me hizo recordar mi niñez y las aventuras que tenía que hacer para poder adquirir el álbum y las láminas, nunca me voy olvidar el día en me escapé de la casa para ir a comprar el segundo álbum de sailor moon, cuando llegué mi mamá enojada por haber gastado plata "en pedazos de papel" Pucha que me hizo feliz esos papeles, sailor moon, me gustas, pokemón, digimón, dragon ball z, Backstreet boys, cerro alegre, sakura card captor, ranma <3 no tuve el de cazador x pero es un gran animé, un poco nostálgica llegué a tu blog y con ganas de saber más de Salo. Gracias por la entrada !
ResponderEliminarextraordinario aporte de donde se destaca de manera sobria y muy bien complementada cada década que tuvo la marca soy coleccionista y los álbumes que mas me atrapan son los mas antiguo y mas difíciles de conseguir
ResponderEliminar10/10 me ayudaste en mi investigación, te lo agradezco.
ResponderEliminarAlguien sabe en que mes del año 97 salió el album Dragon Ball??
ResponderEliminarHola recuerdo que mi vieja trabajaba en salo en esos años de echo me acuerdo que el primer álbum que tuve fue el de robotech y solo me falto una lámina especial yo compraba los albunes y mi vieja me traía las láminas jajajaja igual complete varios albunes
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