Hace unas semanas atrás
término “Regular show” una de las series animadas que trajo el llamado recambio
generacional de animadores y que levanto del polvo al vilipendiado Cartoon
Network luego de algunos años de escaza calidad, sin embargo, “Regular show”
forma parte de una generación de programas infantiles bien diseñados y de
carácter tan transversal que lograron levantar el pedestal de las series
infantiles a un nuevo plano, sin embargo, aquella era de oro parece estar
llegando a su fin. Revisemos de qué forma estas series animadas infantiles
alzaron una nueva manera de ser recepcionadas para toda clase de público y establecieron su
propio estilo técnico y narrativo. Y lo más acojonante ¿Qué mierda vendrá
ahora?
Cuando “Regular show”
estrenó yo ya tenía veinte o veintiún años y había dejado hace rato de
sintonizar Cartoon Network en mi televisor, en parte porque realmente la
programación era horrible, es decir, Ben 10 a cada rato y series japonesas que
a nadie le importaban eran lo único que ofrecía la parrilla programática, la
falta de frescura e innovación se olía desde la estratosfera, pero no era el
único caso, Nickelodeon y Disney Channel estaban pasando por la misma sequía
creativa. Ok, habían excepciones, pero eran justamente eso, la mesa no alineada
en una larga fila, por ejemplo Nick tenía a
Avatar (serie que pese a su gran calidad en lo personal nunca me
convenció porque odio cuando los gringos intentan hacer anime o algo parecido)
pero más allá de un par de ejemplos aislados se podría decir que el periodo de
2004 a 2009 básicamente fue muy vacío, y dejando de lado cualquier elemento
externo siento que esto también obedece a un recambio generacional de la
audiencia, los que crecimos en los noventa o al menos a mediados de esa década
nos criamos viendo series infantiles por
cable y fuimos testigos de un incentivo brutal y constante por parte de los
principales canales infantiles por captar nuestra atención, los Nicktoons y los
Cartoon Cartoon eran muestra del talento de animadores que comenzaban a tomar
su oportunidad en el mercado, explotando un humor nuevo y un estilo propio que
hasta ese entonces las series animadas no habían cosechado, pero la audiencia
que consumía esa clase de cosas eventualmente creció y la adolescencia ya
sabemos que es una época jodida en la que quieres arrasar con todo y a la vez
formar parte de todo. Algunos canales supieron captar a un público superfluo
por medio de series live actions sobre adolecentes tontas que aprendían
lecciones morales (ejem, Disney Chanel) alejándose de la animación e
indirectamente haciendo que ésta entrase en un bucle de decadencia, finalmente
llegaba un punto en que cualquier cosa nueva
te aburría porque sabías que era básicamente un refrito de lo que viste
en alguna serie de tu infancia, es decir – y dejando de lado la animación
japonesa que es otro tema – los dibujos animados gringos que llegaban parecían
tibias copias de una época más lúdica, además estaba todo esto de internet, dejando
de lado a los de mi generación, los niños de aquel momento no veían tele,
preferían jugar en el PC o ver cosas por youtube, ¿qué clase de audiencia se
tenía qué captar? ¿Acaso los más pequeños, aquellos nacidos a principios del
2000 podrían si quiera entender el sentimiento que la generación pasado tenía
por las caricaturas? Naturalmente en un primer momento era difícil captar todo
esto de una forma coherente y orgánica, pero eventualmente se logró.
Las
caricaturas eran mejores antes
A este tipo de cosas me refiero |
Cuántas veces hemos
escuchado esa clase de comentarios, claro nos hace sonar como unos viejos
relamidos que no aceptan el paso del tiempo, pero es inevitable que uno siempre
endulce la nostalgia, por eso hoy en día el entretenimiento se basa tan asiduamente en remakes de todo, con mayor o
menor suerte podemos encontrarnos que a veces esos remakes son verdaderas joyas
que tienen algo fresco que ofrecer, pero por lo general estamos frente a puro
fanservice, como sea el entretenimiento siempre se basa en el pasado para
conseguir algo de ventaja, por eso cuando no lo hace y logra dar en el clavo
parece que todo se alinea para que la cosa funcione y fructifique. Recuerdan
cuando llegó Animaniacs, fue la misma época en que estaba vigente El laboratorio de Dexter, Johnny Bravo, La vida moderna de Rocko, Celebrity Deatmatch, suma y sigue, era como si los animadores surgían con series de gran
calidad técnica, narrativa y conceptual, una fortuna que perduró por muchos
años hasta que eventualmente se agotó por cansancio de la formula o porque los
espectadores ya estaban entrando en otra fase de su vida. Siempre recordaré esa
época de mi infancia con cariño, sin embargo, hay algo que hacía la diferencia
con las generaciones anteriores que eran básicamente las de mis padres, ellos
no entendían estas caricaturas, tal vez su generación se crio de otra forma,
obviamente con menor influjo de la televisión, pero las caricaturas que ellos
vieron tenían un dejo un poco más inocente y sobre todo efectista: Loney Tunes,
Tom y Jerry, Scooby-Doo y todos los personajes de Hanna Barbera, el monstruo Miltón, el Conde Patula, Alvín y las ardillas, Los pitufos, vamos, series igual
de buenas que hicieron escuela en su momento, pero que quedaban muy reducidas
frente a la generación que nació por los
noventa y principios del dos mil, eran dos lenguajes distintos que en cierto
modo se solapaban, mis padres no entendían las series que yo veía y a mi sus
series me parecían demasiado sosas y añejas. Así que ellos siempre dijeron
aquella gélida frase “Las caricaturas eran mejor antes” una pugna que parece formar parte de un ciclo
infinito acerca de lo nuevo y lo viejo y es que eventualmente las nuevas
generaciones encontrarían algo que ver y nosotros diríamos “Bah, lo de antes
era mejor” y en parte así fue hasta el 2011, fecha en que todo cambio y donde
ese paradigma ya no seguiría tan vigente por lo menos entre los de mi
generación y los que vendrían después.
La
tercera gran ola
Si nos ponemos
demasiado estructurales podríamos dividir las grandes olas de la animación
televisiva de acuerdo a su popularidad e influjo estilístico en tres grandes
partes: Una que gobernó por parte de los 70 y 80, otra que hizo lo suyo desde
mediados de los 90 y 2000. Y la última hasta ahora que es la que empezó en el
2011 y terminará….¿pronto?
Cuando “Regular Show”
llegó a la televisión la psicotrópica “Adventure time” ya llevaba un año en las
pantallas de Cartoon Network y nadie le daba mucha bola, mientras que “Phineasy Ferb” iba para el cuarto año y sólo se erguía como la serie infantil de moda
de la que todos se olvidarían en algún momento, sin embargo, bastó que el éxito
de “Regular show” se impusiera en un disparatado fervor en audiencia para que
las cosas se apreciasen de otra forma. “Adventure Time” y “Phineas y ferb”
empezaron a ser mirada por veinteañeros de mi edad, las imágenes de los
personajes de estas series ya no eran uso exclusivo de niños sino que también
de adolescentes y hasta de jóvenes adultos, pasó a ser hasta cool reconocerse
con frases de algún personaje de estos programas, usar parches en las mochilas
o etiquetas, tazones, ropa (¿recuerdan cuando todos usaban polerones con la
cara de Perry el ornitorrinco?). En fin…no tenías que ser necesariamente un
niño (o un fan sin vida) para ver,
disfrutar y lo más importante, entender estas cosas, algo que justamente la
generación de mis padres nunca hizo con los dibujos animados de mi época.
Quizás haya una explicación antropológica que tiene que ver con que los que
crecimos en los noventa cada vez atrasamos más nuestro paso a la adultez, es
decir, a los veinte años mis padres ya se habían casado y vivían en su propia
casa (o algo así) y yo a mis veinte años seguía esperando a que mi mamita me
trajera mi pancito con palta todas las tardes, ¿entienden a lo que voy? Es muy
probable que el rechazo a tomar
responsabilidades más el influjo de una cultura popular repleta de imágenes que
nos hizo crecer y adaptarnos a nuevos medios de comunicación también generen
esta valorización por series infantiles actuales, puede ser, pero sin duda lo
más obvio y simple es que las series
infantiles eran realmente buenas, propias en estilo y con cierta complejidad
argumental. No es un debate nuevo, pero es obvio que todo lo que vino después
de 2011 en mayor o menor medida podía ser visto por cualquiera e interpretarse
según parezca. Claro había efectismo, estética y personajes chistosos para que
los niños captaran el programa, pero también había trasfondo, técnicas de
animación exquisitas y una riqueza de personalidades que no se había visto hace
mucho.
“Gravity Falls”; “Over the garden Wall”; “The Amazing World of Gumball”; “Clarence”; “Star VS the forces of evil”; “Steven Universe”; “We bare bears” son programas que tienen su
propio código y que no recaen en viejos trucos para deslumbrar a nadie, son
series que han alcanzado su propia identidad y están formando (o ya formaron
quizás) a una generación que tiene la vara muy alta en calidad, pero lo más
importante son programas transversales que pueden entenderse y disfrutarse por
cualquiera dispuesto a entrar en el código que se ofrece. Es cierto, nada es
perfecto, por supuesto que “Regular show” tuvo temporadas malas, pero todo es
parece borrarse porque su final fue increíble, fue digno y sobre todo supo
dejar las cosas en un nivel muy profundo, algo que cualquier serie de mi
generación nunca logró y es que seamos sinceros el final de “Phineas y Ferb”,
el de “Gravity Falls” o el de “Regular show” nos dejó una especie de candado
cerrado, algo que nos advierte que lo
que vimos no se arruino o eventualmente no podrá ser arruinado por tibios
remakes, el hecho de que los propios animadores decidan el final de una serie y
aun así puedan gozar de un éxito y de una mitología profunda en internet jamás
se hubiese dado con series como “Johnny Bravo”; “Los castores cascarrabias” o
“Brandy y señor bigotes” programas que sólo se producían esperando su
cancelación, entregando siempre un capítulo final que no parecía cerrar ni
aderezar nada especial, el que hoy en día los animadores puedan despedirse de
su audiencia es una muestra de respeto y profesionalismo que antes parecía no
existir.
Este año se espera el
final de “Adventure time” cuya trama ha tornado un poco más oscura de lo que se
esperaba, “The Amazing World of Gumball” también tendrá su final en la sexta
temporada, algo anunciado y decidido por su creador. “Gravity falls” y “Phineas
y ferb” ya tuvieron su final le pese a quien le pese, por lo que no es
aventurado decir que quizás estamos entrando a un terreno de descuentos en que
las series que aún quedan pronto encontraran su conclusión lo que hace pensar
qué vendrá ahora. Obviamente las series infantiles no se van a acabar, pero es
imposible intentar saber cómo se viene la mano, Cartoon Network los últimos
años ha apostado a reboots y remakes de viejas series, algo que puede resultar,
pero que a todas luces se siente desaliñado, Nickelodeon intentará lo mismo este
año trayendo la esperada conclusión de “Hey ARNOLD” serie que todos aman y que
ganó cierta sacralización con el tiempo, aunque tiene en carpeta la creación de
nuevos Nicktoons ¿logrará despertar el interés?. Disney Channel también se ha
quedado algo de brazos cruzados y está apostando al desarrollo de series
basadas en sus películas. Tal vez nos aguarde una nueva época de silencio, por
su parte Netflix está haciendo lo propio produciendo series infantiles y quizás
alce la antorcha más temprano que tarde para liderar una nueva oleada de
animación, lo cierto es que ya empezamos a ver como se apaga una nueva generación
de animación en cuanto a programas infantiles.-
muy buena reflexion
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