A simple vista esta comedia animada de Netflix parece una tonta premisa ornamentada con elementos cliché de las series “moe” japonesas. Pero ante todo lo pensado, consigue desde conectar con quien la mire de un modo sinceramente devastador y realista, al punto que no queda otra que reírse de si mismo. Vamos a ver que nos trae este atípico anime que vendría siendo la mezcla perfecta entre Hello Kitty, Bojack the horseman y The ofice.
El
deber ser y el buen vivir
La historia se
desarrolla en un mundo antropomórfico, lleno de personajes bastante
chibi, ¿qué significa esto? personajes cuyos diseños son adorables, inspiran ternura o
gracia. En este mundo colorido, simpático y súper expresivo, le seguimos los
pasos del día a día a Retsuko, una panda
de pelaje rojo (aunque yo pensé que era una zorrita) de 25 años, soltera. Ella tiene que lidiar con los
sinsabores de su vida como oficinista en la sección de contabilidad de una gran
empresa. La presión social, el desgano de su labor y la poca motivación de su
entorno terminan por apabullarla, pero todo bien, ella puede mantener su
conducta tierna y complaciente frente al resto porque tiene una solución para
todo el estrés que guarda: todas las noches se va a un cuarto solitario de
karaoke para cantar death metal a todo pulmón y sacar afuera sus frustraciones.
Como les decía al
principio de esta entrada, la serie - que consta de diez capítulos de sólo
quince minutos cada uno – parece un chiste que no se sostiene demasiado, de
hecho al primer vistazo me recordó a ese estúpido programa que daban en Fox
Kids (¿o era Jetix?) llamado Pucca, más que nada por la forma simple de la
animación y dibujos, creados para sacar fácilmente mercancías, gift, emoticones
o fondos de pantalla para el celu. De todas manera, para este caso en
particular, el tiro les salió doblemente efectivo, pues Aggretsuko es una serie
que entrega material para coleccionistas (me imagino que en Japón debe ser
tendencia comprarse cosas con motivos de estos personajes), pero al mismo
tiempo consigue tocar de un modo muy paródico la realidad del trabajadxr
promedio.
En los primeros
momentos del primer capítulo nos encontramos con una Retsuko que se despierta
inspirada por ir a trabajar a su primer día dentro de la empresa, con los
sueños de algún día convertirse en la directora de algún departamento. Una
rápida elipsis nos lleva a cinco años después con una Retsuko despertando a
duras penas, en su cuarto se pueden ver latas de cerveza tiradas en el suelo y
contra toda su frustración la panda grita que no quiere ir más a trabajar, de
un plumazo ese idealismo casi ingenuo de los primeros segundos desaparece.
Rápidamente nos enteramos que su vida – como la de cualquier asalariado – resulta
insoportable: Un jefe machista, prepotente, que no hace nada y la trata de lo
peor. Una supervisora abusiva que siempre está buscando formas de joder su
trabajo, compañeros insoportables como una hipopótamo que sólo crea chusmerios,
una cervatilla aduladora que sólo vive para las redes sociales y
así…literalmente, una fauna de personajes que no le hacen agradable la vida a
la pobre Retsuko, quien intenta disimular su hastío bajo una máscara de alegría
y servilismo, un deber ser, ya no por esperanzas de lograr algún día un cargo
importante dentro de la empresa, si no, porque simplemente no tiene más
opciones en la vida y debe pagar sus cuentas y su modo de vida.
La
verdadera libertad no es trabajar
Otros personajes que
acompañan a Retsuko son una gatita llamada Puko que es todo lo contrario a
ella: poco responsable y completamente relajada ante la vida y sus imperativos.
Fenneko, una compañera de trabajo bastante extraña, pero que parece
guardarle aprecio y Hayda, otro compañero laboral que está enamorado de
Retsuko, pero no se anima a expresarle nunca sus sentimientos. También está
Washimi y Gori, la primera es la secretaria del presidente y la segunda la
directora de marketing de la empresa, dos personajes femeninos totalmente
empoderados que irán ganando protagonismo a medida que la historia avanza y que
le abrirán de a poco los ingenuos ojos a Retsuko sobre cómo se debe mover una
mujer dentro del mundo competitivo y machista de las empresas.
Aunque la serie se
presenta como una comedia, con muchos momentos disparatados, gags efectivos y
el giro estético en 360 grados que da cuando se pasa jocosamente de los
momentos más tiernos a los más agresivos; creo que lo que realmente nos hace
tomarle cierto aprecio es que resulta fácil identificarnos con Retsuko, un
personaje frágil ante un mundo convulsionado. ¿Quién no ha tenido que tomar por
necesidad o urgencia un trabajo de mierda?; ¿Quién no ha tenido que soportar
jefes imbéciles o compañeros de trabajo insufribles?; ¿Quién no ha tenido que aguantar
las políticas ridículas de una empresa?; ¿Quién no se ha sentido frustrado en
sus ideales por culpa de un trabajo de mierda?. Se podría llegar a pensar que
el tono de parodia de esta serie es sólo para caer en lo chistoso, pero
lamentablemente creo que no es tan así, esta parodia oculta una devastadora
verdad que muchos filósofos contemporáneos vienen pensando: el sistema nos
tiene esclavizado en un modo de vida totalmente piramidal, del que no solamente
somos responsables de su funcionamiento sino además de proveernos nuestra
propia felicidad únicamente a través suyo. Es por eso que la pobre Retsuko no
se siente capaz de mandar todo a la mierda cuando tiene la posibilidad de
hacerlo, esta tan asimilada dentro del sistema que le es imposible ver otras
salidas. Bueno, nadie está muy lejos de esa posición.
El trabajo asalariado
en una empresa anónima te reduce a nada como individuo. No eres indispensable y
tu calidad de humano sólo sirve como un engranaje, lo peor es que si se te para
el copete y mandas todo a la mierda, los que dirigen el barco no les importará
mucho porque saben que hay un ejército de reserva esperando ser contratado por
unos míseros centavos. ¿Alguien aquí ha trabajado en un call center o como mozo
de algún restaurante? No son lugares de desarrollo personal o de dignificación,
son lugares que chupan energía y sólo están ahí para hacer funcionar una cadena
capitalista de la que algún modo también formamos parte y exigimos su constante
activación.
“Ahora
uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida
lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”
expresaba el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en una entrevista, una lógica
que si bien se siente como una realidad general (“esfuérzate para lograr tus
objetivos, todo depende de ti en esta vida”) los nipones lo tienen mucho más
plegado a su existir debido a su sentido del deber, es por eso que Retsuko,
ante el clima agobiante y gris destino que vislumbra, busca posibilidades que
pueden darle un segundo aire, desde un nuevo emprendimiento que surja casi mágicamente,
hasta la búsqueda de un marido con mucho dinero que la pueda mantener.
Estrategias de independencia y liberación ante un mundo exigente y depresivo
del que su único escape es el karaoke y el death metal.
La triste historia del
trabajador que invierte su tiempo y esfuerzo para hacer funcionar un sistema corrosivo,
se explica en estos breves diez capítulos. El cómo se aplasta el espíritu y
dignidad laboral de una persona nos lo presentan de una forma expresa. Pero no
todo está perdido, ahí donde ni el amor puede salvar a la pobre Retsuko, el
aceptarse y no darle tanta importancia al sistema puede crear la diferencia
para soportar ese mundo de mierda.
“Al
mercado no puedes engañarlo porque dependes de él, del dinero que te
proporciona para vivir. Hay una idea falsa en Occidente y es que la vida está
llena de deseos. Pero si de verdad a alguien lo liberas de sus obligaciones, se
va a dormir. La verdadera libertad es no trabajar” Decía
otro filosofo contemporáneo, Boris Groys. Cuando Retsuko termina su trabajo su
corazón sólo puede ser llenado por el death metal, esa es su verdadera libertad
y aunque intente esconderlo, por todos los poros se le sale las ganas de mandar
todo a la mierda.
Sin embargo, la serie
no es para nada antisistema. Si podemos desentrañar su mensaje nos
encontraremos con un lamentable mensaje filosófico de superación personal ante
los avatares de la vida, al final de la historia todo se mantiene en un
realista, pero pesimista status quo. Aggretsuko es una serie atingente a nuestra
vida, llena de momentos que nos identifican y lugares que nos gustaría cambiar.
Aunque el escenario se disfrace de colores llamativos, chistes simplones y
música de comedias del cine mudo, encontrarnos con el fondo más dramático de
todo esto nos hace esbozar un suspiro.
En definitiva no
estamos frente a una serie que pueda explotársele mucho más, una segunda
temporada parece innecesaria. Las
situaciones en general se ven venir a lo lejos, no hay lugar para la sorpresa y
los primeros capítulos son bastante repetitivos. Pero creo que el mérito que
tiene es justamente otorgarnos de la forma más didáctica posible una cruda y satírica
mirada de lo que significa ser trabajador dentro de este sistema económico que
te obliga a ir abandonando cierto idealismo. Por este tipo de cosas me
atrevería a decir que Aggretsuko es una serie bastante inteligente, que mezcla
la parodia más mordaz con la comedia más inaudita y extravagante.-
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