martes, 15 de mayo de 2018

Series para ver, volver a ver o pensárselo mejor antes de ver: Aggretsuko



A simple vista esta comedia animada de Netflix parece una tonta premisa ornamentada con elementos cliché de las series “moe” japonesas. Pero ante todo lo pensado, consigue desde conectar con quien la mire de un modo sinceramente devastador y realista, al punto que no queda otra que reírse de si mismo. Vamos a ver que nos trae este atípico anime que vendría siendo la mezcla perfecta entre Hello Kitty, Bojack the horseman y The ofice.


 

El deber ser y el buen vivir



La historia se desarrolla en un mundo antropomórfico, lleno de personajes bastante chibi, ¿qué significa esto? personajes cuyos diseños son adorables, inspiran ternura o gracia. En este mundo colorido, simpático y súper expresivo, le seguimos los pasos del día a día a  Retsuko, una panda de pelaje rojo (aunque yo pensé que era una zorrita) de 25 años,  soltera. Ella tiene que lidiar con los sinsabores de su vida como oficinista en la sección de contabilidad de una gran empresa. La presión social, el desgano de su labor y la poca motivación de su entorno terminan por apabullarla, pero todo bien, ella puede mantener su conducta tierna y complaciente frente al resto porque tiene una solución para todo el estrés que guarda: todas las noches se va a un cuarto solitario de karaoke para cantar death metal a todo pulmón y sacar afuera sus frustraciones.

Como les decía al principio de esta entrada, la serie - que consta de diez capítulos de sólo quince minutos cada uno – parece un chiste que no se sostiene demasiado, de hecho al primer vistazo me recordó a ese estúpido programa que daban en Fox Kids (¿o era Jetix?) llamado Pucca, más que nada por la forma simple de la animación y dibujos, creados para sacar fácilmente mercancías, gift, emoticones o fondos de pantalla para el celu. De todas manera, para este caso en particular, el tiro les salió doblemente efectivo, pues Aggretsuko es una serie que entrega material para coleccionistas (me imagino que en Japón debe ser tendencia comprarse cosas con motivos de estos personajes), pero al mismo tiempo consigue tocar de un modo muy paródico la realidad del trabajadxr promedio.

En los primeros momentos del primer capítulo nos encontramos con una Retsuko que se despierta inspirada por ir a trabajar a su primer día dentro de la empresa, con los sueños de algún día convertirse en la directora de algún departamento. Una rápida elipsis nos lleva a cinco años después con una Retsuko despertando a duras penas, en su cuarto se pueden ver latas de cerveza tiradas en el suelo y contra toda su frustración la panda grita que no quiere ir más a trabajar, de un plumazo ese idealismo casi ingenuo de los primeros segundos desaparece. Rápidamente nos enteramos que su vida – como la de cualquier asalariado – resulta insoportable: Un jefe machista, prepotente, que no hace nada y la trata de lo peor. Una supervisora abusiva que siempre está buscando formas de joder su trabajo, compañeros insoportables como una hipopótamo que sólo crea chusmerios, una cervatilla aduladora que sólo vive para las redes sociales y así…literalmente, una fauna de personajes que no le hacen agradable la vida a la pobre Retsuko, quien intenta disimular su hastío bajo una máscara de alegría y servilismo, un deber ser, ya no por esperanzas de lograr algún día un cargo importante dentro de la empresa, si no, porque simplemente no tiene más opciones en la vida y debe pagar sus cuentas y su modo de vida.

La verdadera libertad no es trabajar



Otros personajes que acompañan a Retsuko son una gatita llamada Puko que es todo lo contrario a ella: poco responsable y completamente relajada ante la vida y sus  imperativos.  Fenneko, una compañera de trabajo bastante extraña, pero que parece guardarle aprecio y Hayda, otro compañero laboral que está enamorado de Retsuko, pero no se anima a expresarle nunca sus sentimientos. También está Washimi y Gori, la primera es la secretaria del presidente y la segunda la directora de marketing de la empresa, dos personajes femeninos totalmente empoderados que irán ganando protagonismo a medida que la historia avanza y que le abrirán de a poco los ingenuos ojos a Retsuko sobre cómo se debe mover una mujer dentro del mundo competitivo y machista de las empresas.

Aunque la serie se presenta como una comedia, con muchos momentos disparatados, gags efectivos y el giro estético en 360 grados que da cuando se pasa jocosamente de los momentos más tiernos a los más agresivos; creo que lo que realmente nos hace tomarle cierto aprecio es que resulta fácil identificarnos con Retsuko, un personaje frágil ante un mundo convulsionado. ¿Quién no ha tenido que tomar por necesidad o urgencia un trabajo de mierda?; ¿Quién no ha tenido que soportar jefes imbéciles o compañeros de trabajo insufribles?; ¿Quién no ha tenido que aguantar las políticas ridículas de una empresa?; ¿Quién no se ha sentido frustrado en sus ideales por culpa de un trabajo de mierda?. Se podría llegar a pensar que el tono de parodia de esta serie es sólo para caer en lo chistoso, pero lamentablemente creo que no es tan así, esta parodia oculta una devastadora verdad que muchos filósofos contemporáneos vienen pensando: el sistema nos tiene esclavizado en un modo de vida totalmente piramidal, del que no solamente somos responsables de su funcionamiento sino además de proveernos nuestra propia felicidad únicamente a través suyo. Es por eso que la pobre Retsuko no se siente capaz de mandar todo a la mierda cuando tiene la posibilidad de hacerlo, esta tan asimilada dentro del sistema que le es imposible ver otras salidas. Bueno, nadie está muy lejos de esa posición.

  
El trabajo asalariado en una empresa anónima te reduce a nada como individuo. No eres indispensable y tu calidad de humano sólo sirve como un engranaje, lo peor es que si se te para el copete y mandas todo a la mierda, los que dirigen el barco no les importará mucho porque saben que hay un ejército de reserva esperando ser contratado por unos míseros centavos. ¿Alguien aquí ha trabajado en un call center o como mozo de algún restaurante? No son lugares de desarrollo personal o de dignificación, son lugares que chupan energía y sólo están ahí para hacer funcionar una cadena capitalista de la que algún modo también formamos parte y exigimos su constante activación. 

“Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado” expresaba el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en una entrevista, una lógica que si bien se siente como una realidad general (“esfuérzate para lograr tus objetivos, todo depende de ti en esta vida”) los nipones lo tienen mucho más plegado a su existir debido a su sentido del deber, es por eso que Retsuko, ante el clima agobiante y gris destino que vislumbra, busca posibilidades que pueden darle un segundo aire, desde un nuevo emprendimiento que surja casi mágicamente, hasta la búsqueda de un marido con mucho dinero que la pueda mantener. Estrategias de independencia y liberación ante un mundo exigente y depresivo del que su único escape es el karaoke y el death metal. 

 La triste historia del trabajador que invierte su tiempo y esfuerzo para hacer funcionar un sistema corrosivo, se explica en estos breves diez capítulos. El cómo se aplasta el espíritu y dignidad laboral de una persona nos lo presentan de una forma expresa. Pero no todo está perdido, ahí donde ni el amor puede salvar a la pobre Retsuko, el aceptarse y no darle tanta importancia al sistema puede crear la diferencia para soportar ese mundo de mierda. 

“Al mercado no puedes engañarlo porque dependes de él, del dinero que te proporciona para vivir. Hay una idea falsa en Occidente y es que la vida está llena de deseos. Pero si de verdad a alguien lo liberas de sus obligaciones, se va a dormir. La verdadera libertad es no trabajar” Decía otro filosofo contemporáneo, Boris Groys. Cuando Retsuko termina su trabajo su corazón sólo puede ser llenado por el death metal, esa es su verdadera libertad y aunque intente esconderlo, por todos los poros se le sale las ganas de mandar todo a la mierda.

Sin embargo, la serie no es para nada antisistema. Si podemos desentrañar su mensaje nos encontraremos con un lamentable mensaje filosófico de superación personal ante los avatares de la vida, al final de la historia todo se mantiene en un realista, pero pesimista status quo. Aggretsuko es una serie atingente a nuestra vida, llena de momentos que nos identifican y lugares que nos gustaría cambiar. Aunque el escenario se disfrace de colores llamativos, chistes simplones y música de comedias del cine mudo, encontrarnos con el fondo más dramático de todo esto nos hace esbozar un suspiro. 

En definitiva no estamos frente a una serie que pueda explotársele mucho más, una segunda temporada parece innecesaria.  Las situaciones en general se ven venir a lo lejos, no hay lugar para la sorpresa y los primeros capítulos son bastante repetitivos. Pero creo que el mérito que tiene es justamente otorgarnos de la forma más didáctica posible una cruda y satírica mirada de lo que significa ser trabajador dentro de este sistema económico que te obliga a ir abandonando cierto idealismo. Por este tipo de cosas me atrevería a decir que Aggretsuko es una serie bastante inteligente, que mezcla la parodia más mordaz con la comedia más inaudita y extravagante.-

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