Qué hace tan especial
una serie de televisión ¿Su narrativa, sus personajes o los conflictos en los
que subyacen? Better Call Saul, pese a no llegar al gran nivel de su temporada
anterior, vuelve a convertirse en el mejor drama televisivo del año. Fiel a su
estilo y con muchos momentos de chispa, nos sigue dando golpes efectivos de cómo
se debe generar una buena historia televisiva en donde la causalidad es
elemental hasta en el más mínimo detalle.
Jimmy
dos caras
En todas las temporadas
hemos visto como Jimmy Mcgill (encarnado por Bob Odenkirk) ha dado señales que
dentro suyo vive Saul Goodman, y que aparentemente, hace falta que una chispa
se encienda para que una personalidad termine devorando a la otra. En esta
temporada, los efectos de la muerte de
Chuck no son necesariamente los indicados para establecer un efecto de mandar
todo a la mierda y ser ese Saul Goodman que tanto queremos ver, pero
gradualmente se nos van entregando elementos con los que sabremos habrá un
momento de no retorno, lo que se confirma con el simple, pero grandioso final
de temporada.
En esta temporada Jimmy
lucha para evitar mostrar un ápice de sus sentimientos. La muerte de su hermano
no parece ser algo importante en sus asuntos, si bien las relaciones terminaron
bastante rotas, es indudable que reprime su tristeza y melancolía por haber
perdido a alguien especial de un modo tan terrible. Cómo esto va afectando psicológicamente
a Jimmy, es algo magistral y hasta Kafkiano, ya que el personaje va pasando por
un carrusel de emociones constante: en un capitulo está muy arriba y hace cosas
de pendenciero, mientras que en otro intenta reprimir con todas sus fuerzas el
dolor que lo abate. La gran solución, por supuesto, será el camino del pillo.
Ya sabemos que Jimmy
odia una vida en la que él no pueda tomar el timón de sus acciones, sin
embargo, al estar sin licencia para ejercer como abogado y querer demostrar
frente a Kim que anímicamente se encuentra estable, Jimmy obtiene un trabajo
vendiendo celulares (elemento fundamental para la carrera de Saul Goodman) sin
embargo, ese trabajo tedioso y tranquilo no va con sus normas y rápidamente
decide vender celulares a bajo costo, haciéndose un nombre como un comerciante clandestino.
Ver a Jimmy siendo inescrupuloso y haciendo lo que más le gusta hacer, que es
básicamente vivir al límite de la ley haciendo siempre la suya, es el rasgo que
mejor le queda al personaje y los momentos en que más brilla, sin embargo, no
deja de tener contradicciones, evidentemente quiere ser un abogado reputado, y
sobre todo quiere ser un abogado para trabajar junto a su querida Kim, ilusión
que al destruirse le da carta verde para explotar todo este lado salvaje, que
no necesariamente lo hace ser Saul, pero se acerca bastante.
Las caretas de Jimmy en
toda la temporada es un tema silencioso, pero presente. Cada vez que alguien le
da el pésame por lo de su hermano o intenta hablar al respecto, se muestra apático
y sólo se enfoca en la forma de ganar dinero y reputación. Jimmy no quiere
arreglar sus problemas, siente rabia y tristeza por su hermano, pero al mismo
tiempo sigue indignado por como éste, aun muerto, continua penetrando en su
vida.
El resto de los
personajes presentan un desarrollo de historia muy interesante, que a veces
queda a tumbos ante la imposibilidad de plantear todos los escenarios en que se
mueven. Kim, una trabajólica incansable que ya no se siente tan a gusto siendo
la abogada de un banco, por lo que rápidamente empieza a encontrar cierta
emoción en el derecho penal, básicamente, en tomar casos de pequeños
delincuentes por los que nadie da un centavo, exactamente lo mismo que hacía
Jimmy en la primera temporada. En esta ocasión la relación de pareja se vuelve
mucho más central, mostrando fluctuaciones interesantes, en donde en un
capitulo puedes llegar a odiar a Jimmy y en otro a Kim por cómo reaccionan
según el contexto y las circunstancias en las que se mueven. Ese rasgo tan
distintivo en el guion de Vince Gilligan
nos hace tomar empatía con los personajes, porque nunca se encuentran en un
lugar ideal, siempre transitan una constante crisis.
La historia del cartel,
protagonizada por Fringe, Mike y Nacho, sigue su propia línea, muy, muy alejada
de la historia de los abogados. Si bien es una gran historia, llena de detalles
y elementos ricos a nivel narrativo, en esta temporada, más que nunca, estuvo
demasiada coartada por la historia futura de “Breaking Bad” y a diferencia de
otras temporadas, al ser el vector tan directo, se logra vislumbrar que
funciona más como un simple enlace entre ambas series, esto hace que no resulte
tan atractiva como las situaciones presentadas por Jimmy y compañía. Lentamente
Nacho fue perdiendo protagonismo en esta historia, quedando en medio de una
guerra en la que se ve sin escapatoria, mientras que Fringe se alza como el gran
villano que ya todos conocen de Breaking Bad. El caso de Mike es quizás el más
representativo, en esta temporada, salvo unos pocos momentos, su dimensión
personal queda tachada y lo vemos siendo únicamente el perro de Fringe. Esta es
sin duda la temporada más floja para Mike, obviamente tiene momentos estelares
y curiosamente (a diferencia de años anteriores) esta vez también se supo
llevar, a su manera, muchos momentos hilarantes, pero el Mike que vemos en esta
quinta temporada, es simplemente el Mike de Breaking Bad y por si quedaban
dudas de esto, la última escena que tiene al final de la temporada es quizás la
más determinante al respecto. Para Mike tampoco hay vuelta atrás.
Una
temporada floja, pero con mucho encanto
Esta temporada empezó demasiado
lenta, aunque BCS es una serie que brilla justamente por los tiempos
prolongados que se toma en desarrollar los conflictos, esta vez pareció más que
se estancaba, sin embargo, después del quinto capítulo hay un avance notorio
que da para pensar que en algún momento los guionistas dijeron “metámosle chala
a esto” Por lo mismo considero que no está
a la misma altura que la temporada pasada, la cual sabía manejar con mejor sintonía
los tiempos de la narración. El hecho de que se estén acercando cada vez más a
Breaking Bad no es menor, ya que cada vez aparecen más personajes que cruzan
las dos series e incluso en un momento de esta misma temporada vemos al Saul
Goodman del final de Breaking Bad.
La segunda mitad de la
serie es sencillamente genial, todo se ajusta y el protagonismo de Jimmy no
entra en duda. Gozamos viendo sus triquiñuelas, pero también, desde algún
punto, podemos entender su comportamiento errático y confuso. La trama de Mike
y los alemanes que construyen el súper laboratorio de Fringe en donde se cocina
droga, se desarrolló de manera torpe y si bien tiene un desenlace espectacular,
es un poco antojadizo y poco probable el
cómo se desató ese último conflicto, a las finales, puntualmente para este
caso, la historia del gato persiguiendo al ratón no logra tener tanta fuerza.
Tampoco hay que olvidar
la aparición de Lalo, un primo del viejo Salamanca que pinta tendrá un papel
fundamental para la conexión definitiva entre Saul Goodman y el mundo del narcotráfico.
Quizás el gran problema de la serie sea su condicionamiento a la historia de
Breaking Bad. Ya sabemos qué pasará con el cartel, seguir agregando personajes
pintorescos y hábiles no hace que nos cambie mucho la expectativa. La próxima
temporada debería ser aquella que tire los dados y se arriesgue por generar un
cambio total en la estructura futura de la serie, quizás ya es hora de ir al
futuro de Jimmy, en donde ya no es Saul sino que sólo un anónimo que vende
dulces en la cafetería de un shoping. Quizás es hora de irnos a ese tiempo y
empezar a jugar con las expectativas. Por más que la serie tenga momento de
brillantez y belleza audiovisual a nivel poético en donde se dice mostrando más
que con las palabras, pasando este punto se hace necesario un elemento que le
de más frescura.
Más que decir al
respecto sería caer en redundancias. La serie se mantiene en un buen nivel,
pero por su naturaleza parece ser hora que la próxima temporada nos de un golpe
de efecto que promueva más nuestra atención, sobre todo cuando parece que
muchas cosas ya se están estableciendo tal cual cómo sabíamos que se
establecerían. En fin, a esperar un año más, esta vez Jimmy pasó la prueba,
pero el próximo año vamos a esperar algo mejor en relación a la historia, los
conflictos y sus personajes. Y recuerden “It´s all good, man”
No hay comentarios:
Publicar un comentario