A la espera de una
nueva temporada de Bojack Horseman, su creador Ráphael Bob-Waksberg se mete de lleno en la producción de esta serie
animada creada por Lisa Hanawalt, ilustradora y dibujante, que también trabaja en la
serie del caballo maníaco depresivo. ¿Es Tuca & Bertie sólo una expansión del universo de Bojack? Veamos que tal.
Una serie necesaria
Cuando se habla de referentes feministas dentro del mundo de la
animación, no hay demasiados ejemplos consistentes, y esto naturalmente se da
porque existen pocas realizadoras ejerciendo en el campo de la animación, en
comparación al número de hombres que tienen por colegas. Las preocupaciones,
cuestionamientos e historias, generalmente escritas por varones, desplazan la
mirada femenina, a veces sin siquiera proponérselo. En ese aspecto una serie
como la que nos atañe consigue entregar un enfoque apropiado para tratar
ciertas problemáticas de género mediante una mirada fresca, satírica y
comprometida.
A primera vista, podemos resumir la serie como la mezcla perfecta del
colorido y alocado mundo de Regular Show + los angustiantes momentos
existencialistas de Bojack Horseman. En este caso un elemento prima por sobre el
otro y a pesar de que el drama tiene espacio y un desarrollo inteligente dentro
de sus caricaturescos personajes, es el desenfado de la locura lo que resalta
mucho más. El mundo de Tuca y Bertie, al igual que el de Bojack, es uno en
donde conviven animales antropomórficos con humanos, pero también hay lugar
para criaturas como plantas con cuerpos de mujer, y objetos inanimadas que de
repente cobran vida momentáneamente, como los celulares, los pastelillos e
incluso algunas enfermedades infecciosas.
Estas libertades estilistas hacen que la serie pueda darse ciertos
momentos desopilantes que tienen completa relación con la historia que desarrollan,
aunque son momentos que generalmente se aplican a segmentos de humor absurdo,
no obstante, queda como una marca de estilo reconocible. Así mismo, los
personajes principales son mucho más expresivos y menos irónicos que las personalidades
centrales de Bojack Horseman.
En un momento donde las agendas políticas de grandes cadenas de
entretenimiento como Disney o Fox buscan desesperadamente encajar un personaje
femenino o una historia que interpele al público femenino en su empoderamiento,
Tuca y Bertie sin grandes pretensiones ofrecen una historia que podría caber en
el argumento de cualquier sitcom noventera: Tuca (una tucán) y Bertie (una
petirrojo) son dos inseparables amigas, ya llegando a los 30, que compartieron
piso de departamento por muchos años, no obstante, Bertie se ha mudado a otro
piso del mismo departamento junto con su novio Speeckles, hecho que ha removido
un poco el estilo de vida de Tuca, generándose varios momentos de idas y
vueltas entre las amigas que tienen que asumir la madurez de sus vidas mientras
que luchan por integrarse a una sociedad machista, absurda y completamente
naif.
Madurar y volar
La serie desde su premisa simple, nos lleva por un vecindario colorido,
lleno de personajes interesantes, en donde todos tienen su momento estelar,
aunque algunos no se vuelvan a ver nunca más. En general el humor que se maneja
es bastante inocente, y a diferencia de Bojack, los diálogos no ponen tanto
acento en elementos de la cultura pop, sino más bien en gags y chistes de
situaciones cotidianas. El alma de sitcom de esta serie la lleva por esos
lugares comunes, pero que resultan bien ejecutados: Espacios repetidos,
personajes arquetípicos, humor de convivencia y capítulos autoconclusivos. Aun
así la serie mantiene, más que una potencial trama, un sutil y preciso
desarrollo de personajes, que se manifiesta en momentos claves para darles una
profundidad insospechada a las protagonistas. De esta manera tópicos como el
maltrato familiar, el abuso sexual, el terror a las relaciones sentimentales,
la sororidad y la madurez caen de perillas en un dúo que a la larga resulta
entrañable por lo orgánico que funcionan. Por supuesto, se trata de una dinámica
de lo disparejo: Tuca es disparatada, dicharachera, alocada, instintiva y a
veces completamente egoísta, huelga decir que completamente irresponsable, no
tiene un trabajo fijo y vive de la mesada que le da una tía millonaria. Mientras
que Bertie es ansiosa, llena de contradicciones, maniática, insegura y no se siente satisfecha en
su trabajo. Estas características más allá de darle un buen opuesto al dúo, son
rasgos que tienen su razón de ser y que a medida que nos adentramos en sus capítulos
podremos desentrañar sus conductas. Ambos son personaje muy bien construidos al
punto que ni los mínimos detalles que realizan resultan incoherentes con su
forma de ser.
Ambos personajes, nos llevaran por pasajes surrealistas, dramáticas,
pero por sobre todo alegres y es que a pesar de los momentos oscuros que puede
ofrecer este show, la alegría es lo que más prima en todo momento, de hecho,
algunos conflictos se resuelven de manera tan simple como ridícula y sin
embargo, no importa mucho aquel resultado, sino el conjunto de estimulas que la
animación lleva y las distintas facetas en su personalidad que estas aves
enseñan. Además de tocar de forma acertada las temáticas de género dentro de un
contexto determinado, siendo la problemática que más resuena a lo largo de los capítulos,
la falta de igualdad.
A pesar de que hay momentos muy claros de violencia de género, la serie
inteligentemente pone la lupa también en los micromachismos: compañeros del laburo
que son invasivos, gente que menosprecia un trabajo sólo porque lo hace una
mujer o las expectativas sociales que se tienen de una mujer. Todos estos temas
son llevados con gracia, a veces incluso se manejan de manera irónica (como la
hilarante liga de feministas que aparece en la serie) pero consiguen transmitir
de forma tan acertada un mundo de problemas cotidianos que van más allá de “No
me siento lo suficientemente bonita” que
en todo caso, también es una temática que se toca, la autoestima (así como
también el deseo sexual) pero ya no desde un lugar de espectador en tercera
persona, sino que en carne propia. El hecho de que la serie la haya creado una
chica y que en el equipo de guion también coexistan cerebros femeninos
trabajando, hace que estas situaciones se sientan transmitidas como en primera
persona, conectando inmediatamente con un público femenino actual.
Ahora para los onvres que piensen que esta es una serie fiminizi, pues
primero deberían replantearse tantas cosas en su vida… pero nada más decir que
es una serie muy disfrutable en si misma, que a pesar de que no se sientan
representados en algún punto por algunas problemáticas que se manejan, la serie
igual tiene un ritmo cautivador, y finalmente, sí, hay personajes masculinos
apreciables y que le dan mucha vida a la historia, pero por supuesto no son lo
central.
Por la manera inteligente de subvertir los elementos arquetípicos de una
sitcom, Lisa Hanawalt consigue armar una
serie estupenda, positiva, alegre, pero no por eso tontorrona ni conformista.
Sin apoyarse en agendas políticas, la serie habla desde un feminismo de lo
cotidiano y maneja hábilmente las cuestiones y problemáticas de género que
afectan a todas de un modo u otro. Llena de momentos surrealistas
caricaturescos, que de algún modo hacen un homenaje a las caricaturas antiguas,
Tuca y Bertie goza de un estilo marcado, que lo distancia rápidamente de su
serie “hermana mayor” la cual a pesar de lo disparatada que es, no llega a las licencias
desopilantes que Tucan y Bertie se toman. De hecho, en ningún momento se establece
que ambas series forman parte del mismo universo, aunque se insinúa que sí. De
todos modos, es aceptable generar ese distanciamiento, ya era obvio que la
serie sería comparada con Bojack, pero cargar una especie de mote de spin off,
sería demasiado. Es una serie independiente que funciona por si sola, que aún
guarda mucho potencial y que no entregó una primera temporada cargada de
momentos tan positivos como descojonantes. La serie ideal para aquellos cuerpos
que están empezando a abandonar una adolescencia tardía.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario