viernes, 16 de octubre de 2015

Reseña de disco "The Magic Whip" Blur: Irregulares y siempre indiferentes



Me costó sacarle brillo a este disco, principalmente por dos razones. Primero, me considero un fan reciente de Blur, no estoy tan adentrado en su historia e ignoró sus grandes hitos del pasado, pero no me malentiendan, no es que antes no hubiese reconocido el talento y maestría de Albarn y compañía, es decir, los tipos le han construido la banda sonora a media juventud noventera a punta de canciones gancheras, hitazos, himnos  lo que quiero decir es que era imposible ignorarlos o no conocerlos, tenían demasiada mediatización, pero fue justamente la misma mediatización la que en su momento me hizo alejarme de ellos al considerarla una banda de pop-rock insulsa, bueno tampoco me odien, en mi juventud mis parámetros eran otros. La segunda razón es porque el disco es bastante irregular y por lo mismo cuesta atraparlo en un concepto cerrado, la placa a veces te atrapa, pero otras veces es mejor descartarla de tu lista de reproducción  y otras simplemente puede provocar cierto fetichismo en cualquier fanático de la buena música sólo por lo singular que suena en conjunto al resto de la discografía de los ingleses. Es un disco en todo caso que no ha generado opiniones muy diversas y ha pasado más bien desapercibido  ante un año convulsionado para el rock en cuanto a noticias y estrenos. Tuve que ir a un concierto de los mismísimos Blur para poder escuchar desde otra perspectiva algunas canciones del disco y hacerme la idea de una reseña más acaba, más construida y mejor conectada con lo que la banda ofrece en su versión 2015 tal vez  una de las últimas que latirán. Sea como sea hace tiempo, desde Mayo que tenía planeado hablar de este disco y no fue tan fácil, inicialmente me había conseguido un disco titulado como “The magic Whip” que si bien contenía ciertas canciones originales del disco (aunque un toque ralentizadas) estaba repleto de otras que eran de la discografía personal de Albarn y de Coxon.

Blur llegó al tope de su popularidad en 1999, después de eso el cuento de hadas que los cobijaba dentro del britpop se desvaneció ante ellos, pero los muchachos son inquietos y sagaces y gracias a eso supieron desclavarse del movimiento rutinario que les suponía la etiqueta sonora del Britpop para despacharse dos de sus discos más excelsos “13” y “Think Thank” discos mucho más ordenados en pos de una idea que de la necesidad de generar canciones pegajosas. Desde su última publicación en aquel hermoso 2002 hasta este bellísimo 2015 ha pasado mucha agua bajo el puente. Graham se peleó a muerte con Damon  y ambos se embarcaron en proyectos musicales individuales, cada cual con mayor ahínco experimental o comercial según la situación les pinte, Alex James deicidio tomar otro camino más anónimo y puritano criando cerdos en una granja y Dave Rowtree básicamente se alejó de la música para enfocarse en otras actividades que van desde la política, lo académico (estudio licenciatura en abogacía) y el rubro de la animación por computadora, sí así de dispar, pero genial es este hombre. Sea como sea los tiempos pasan y el amor es más fuerte, el 2008 la banda se reunió aunque tibiamente y sin confirmar grandes apuestas, de todos modos era una banda insigne y el curso de los hechos les hizo girar más de lo que pensaban  a pesar de la cantidad de proyectos paralelos que cada miembro tenía en una pila de carpetas encima de los escritorios de sus casas. El 2012 Blur saca sin grandes presentaciones dos sencillos en formato digital que les hizo a muchos ilusionarse con un adelanto próximo, pero realmente era sólo caramelos que cruelmente la banda tiraba para darle más afrecho a quienes lo único que querían era ver a su banda de siempre retomar el camino que alguna vez dejaron. Y bueno aquello recién se concretó el 2013 durante la gira que la banda realizó en continente asiático, cuenta la leyenda que el avión que tenían que tomar para salir de Hong Kong se retrasó un par de días lo que los obligó a quedarse más tiempo en la ciudad y aprovecharon así de empezar a grabar nuevo material en los estudios Avon de Kowloon. Recién a fines del 2014 la producción fue retomada por el guitarrista de la banda y el productor de sus primeros discos Stephen Street, Damon Albarn intervino al final de la producción dándole la forma definitiva e incluyendo las letras. Por lo tanto estamos ante una producción muy fragmentada desde su concepción y que fue motivada prácticamente por un porcentaje menor de la banda, resulta raro la necesidad de este trabajo sobre todo cuando ya sus mismos integrantes habían dicho en alguna que otra ocasión que Blur ya había dicho suficiente con los discos que ya tenía y que no veían necesidad de un nuevo trabajo. Y básicamente en un primer momento eso es lo que parece este trabajo, innecesario, discordante y ajeno a la banda en su totalidad, no muy arriesgado, pero tampoco quedado, flotando siempre en un limbo que se abstrae de rotular, pero que funciona en vivo tal vez por la buena onda genuina que la banda irradia en el escenario. Yo pude comprobar esta verdadera energía en un concierto en vivo, muy catártico, muy profundo y sobre todo muy emocional. Blur en vivo son la gran banda y en parte eso salva este disco, lo que es un poco injusto porque pareciera que aquel que nunca tenga la oportunidad de verlos en vivo no podrá completar la experiencia que le entrega la producción. Pero ya basta y vamos a revisar canción por canción para entender si estamos ante nuestros queridos niños terribles de los 90 o simplemente ante una banda de rock/indie reformada con cierto olor a pasado.
 


“Lonesome Street” con sus riff rasgados de guitarra acústica y punteos quisquillosos de guitarra eléctrica recorre aquellos viejos parajes del britpop noventero a modo de guiño autocomplaciente, es quizás la que más suena  al Blur de discos como “Parklife” o “The great escape”, pero ahí está la peculiaridad, un atado de sonidos externos diseñados por la mano escurridiza de un Damon Albarn aburrido de las convenciones del pasado, aun así  es la que suena más conectada en esencia  con aquellos muchachotes drogones de los 90. “New world Towers” es puro Damon Albarn, de hecho parece un tema que no hubiese podido ser ajeno al excelente debut solista del vocalista Everday Robots” lanzado el año pasado. La batería a contratiempo, los beats acústicos y una guitarra ligera sólo sirven para acompañar los movimientos vocales de un Albarn que le canta a la soledad en tiempos en que todo parece tan cercano, si no creyera en las buenas intenciones diría que fue un tema que desechó de su disco solista e incluyó sin mayor arreglo en este. “Go out” aunque goza del semblante rítmico de una canción de Blur se pierde en el intento llegando a ser otra cosa, Graham Coxon logra diseñar un tema mucho más original que los dos anteriores, pero que parece no tener el ímpetu de un tema de banda, parece como si la guitarra tocase su propia versión de la canción, afortunadamente Damon Albarn con su voz cansina parece reunificar el tema convenciendo al oyente sólo después de un par de escuchas. En lo personal la primera vez que lo oí me pareció un poco extraña y desaliñada, sin duda no representa en nada todo el disco, pero bueno en vivo funciona excelente con efectos de pedalera, coros exacerbados y un Damon Albarn mega hiperventilado.

"Ice cream man” nos retrotrae inmediatamente a alguna de las primeras canciones de Gorilaz, nuevamente el manoseo de Albarn a las composiciones de Coxon caen a favor del primero, una canción que no conecta con las anteriores y parece sacada de contexto al considerarla demasiado Albarn para lo que se espera de toda una agrupación de ejemplares talentos. Pero el disco se cierne en mejor estado con la excelente “Thought I was a spaceman”  mi canción favorita del “The magic whip” y la que considero la segunda mejor dentro del registro de temas de la banda. Sí, en principio parece otra canción con mucho ahínco a una composición solitaria de Albarn, pero después de lo que se podría llamar el clímax  está cambia sutilmente para entregarnos una joya como pocas, primera vez en el disco que se puede escuchar a Blur y no a partes repartidas de la banda tocando temas que intentan tener onda. Esta canción sí tiene bastante grado de evolución y madurez que la altura de un grupo con el capital musical que tiene se esperaría, casi parecido en fuerza y profundidad a aquel lejano temas (ya olvidado) que la banda lanzo el 2012 “Under the westway”, pero mucho mejor y original sin duda. Uno de los aciertos, pero la cosa sigue y Graham Coxon toma la batuta con “I broadcast” un tema con mucha onda, pero con ribetes exclusivos del guitarrista hasta el punto que Albarn intenta ocupar otro registro de voz al que ya viene enseñando en el disco porque se nota que ES EL TEMA DE GRAHAM, me sorprende que no haya querido cantarlo el mismo. “My terracota heart” es otro punto fuerte del disco, nuevamente se siente armonía grupal, pero además de eso hay propuesta de algo nuevo, no mero reciclado sonoro de aquello que los hizo grandes alguna vez aun así el tema logra entrar  directamente en coherencia con alguna canción del  “13” para mi gusto el  mejor disco de la banda. El soul que ya no es extraño para ninguno de los integrantes de Blur logra entrar en cada uno de los instrumentos y Coxon dando un punteo de guitarra bastante jazz mezclado con la dramática letra expone uno de los puntos altos de la banda. “There are to many of us” es un experimento que no sé muy bien donde ubicar, es una buena canción, distinta a lo que se viene escuchando y que parece no retrotraer a nada particular en la vida de Blur, pero es una canción interesante con un Rowtree que logra lucirse por única vez en toda la placa entregando un ritmo y compás único que logra llevar la canción más allá de los sobre abundancia de sintetizadores, una canción que está más cercana a la tendencia indie de artistas como The XX o Phoenix, por ejemplo. “Ghost ship” es una belleza, otro punto fuerte en el álbum y una de las favoritas de la banda a la hora de interpretarla en vivo, con un bajo inspirado y reluciente nuevamente estamos ante una canción de lo más armónica, es Blur entregando algo nuevo y fresco, una canción que tiene bastante buena vibra. “Pyongyang” nombre alusivo a la ciudad de Corea del Norte que limita con Corea del sur es un tema excelente, con texturas electrónicas y guitarra bien ajustada, desde “Think Thank” podemos rastrear a Blur intentando dar con este magistral tema, no llega a la simpatía del anterior ni al dramatismo de “Thought i was spaceman”, pero sí tiene la robustez y experiencia de la banda. “Ong Ong” es otro intento simpático por querer llevar un himno al terreno más comercial, cercano al semblante de viejos hits,  es un tema bonito, pero que no llega a trascender y finalmente “Mirrorball” culmina el trabajo de forma correcta dando muestra de otra gran canción marca registrada de Graham quien logra hacer impecables quiebres de western y rock de estilo más ácido, pero nuevamente y tal como pasó en otros cortes del disco, no podemos decir que esto se trate de Blur la banda en sí.



Podríamos decir que sacando un par de temas el disco pudo haber sido uno de los lanzamientos que inmortalizaría a la banda por siempre, pero las cosas son como son y el trabajo termino siendo irregular, tal vez por la lejanía en que los miembros trabajaron, tal vez por la época en la que los pillo, tal vez por la forma en que se llevó a cabo la producción, quién sabe. Lo que queda claro es que el Blur de los 90 murió si es que alguien espera que cualquier cosa nueva que la banda saque le devuelva ese fervor britpop. Es lógico que una buena banda madure, evolucione y transforme su sonido, en el caso de Blur este disco puede ser el puntapié inicial de algo, quizás una nueva etapa en las posibilidades que el grupo ya adulto y con cicatrices en el cuerpo puede abrazar  y ante ese juicio sólo podríamos definir esto según lo que venga, pero por el momento nos encontramos con lo que parecer ser un collage  de estilos personales mezclados con cierta ironía en una placa que a ratos no parece tan necesaria, pero que ha hecho inmensamente feliz a una fanaticada que ha quedado más o menos conforme y como siempre en su amor insaciable pedirán más y más, Albarn y compañía lo tienen claro, aunque a diferencia de los 90 ya no son esclavos de los deseos de sus seguidores.-

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