¿Recuerdan esa foto del niño Sirio muerto a orillas de una playa en Turquía? Fue furor hace tan sólo unos
meses por las redes sociales, todos lo compartían como símbolo de humanidad y
los medios por un minuto se volcaron hacía ese umbral oscuro y dramático que es
el problema de la migración hacía Europa-Occidental de gran parte de la
sociedad Oriental, producto de las guerras. La imagen se viralizó hasta el punto de convertirse en algo ni
siquiera obsceno si no que decorativo para una porción del mundo que vive otros
problemas y ni de cerca se esperaría pasar por algo así, la imagen por más
terrible que fuese se naturalizó. El arte de la fotografía genera sin querer
ese mal hábito en la sociedad, nos terminamos acostumbrando al horror como
explicaba Susan Sontag en uno de sus ensayos llamado justamente “Sobre la fotografía”: “El vasto catálogo fotográfico de la miseria
y la injusticia en el mundo entero le ha dado a cada cual determinada
familiaridad con lo atroz, volviendo más ordinario lo horrible, haciéndolo
familiar, remoto -es la fotografía- inevitable. En la época de las primeras
fotografías de los campos de concentración nazis, esas imágenes no eran
triviales en absoluto. Después de treinta años quizás se haya llegado a un
punto de saturación”
Aparentemente la relación fluida
de este siglo con las imágenes ha permitido que los sentimientos de compasión y
empatía se conviertan simplemente en irrelevantes gestos de saturación, de hartazgo,
de morbo y en última instancia de curiosidad. En este mismo blog hemos
revisados algunas fotografías ganadoras de premios Pulitzer que pueden parecer
chocantes, pero que a la larga se vuelven parte de nuestro cotidiano como si
nuestra propia conciencia nos anestesiara ante la posibilidad de concebir el
horror, aunque de todos modos después salimos a la calle, a nuestra realidad y andamos aterrados,
desconfiados, tristes, histéricos, algo nos puede pasar, lo presentimos, pero
no sabemos qué sólo sabemos que algo pasará en algún momento. Esa sensación de
asfixia se vuelve casi sanadora cuando nos enfrentamos ante el horror presente en
fotografías recalcitrantes, no entendemos el problema si no que aislamos la
situación como si se tratase de un incidente (aunque muchas veces una
fotografía es justamente eso) pero la imagen
del pequeño Alan Kurdi es el reflejo de una problemática gigantesca de escala
geopolítica que parece no tener parangón, obviamente los medios no esperan
generar conciencia al respecto, frente al tema nos terminamos vinculando sólo
de manera virtual y así también nos desconectamos hasta que otro horror
aparezca en las noticias. En ese aspecto me parece interesante la convergencia
de las redes sociales como una herramienta que nos anestesia ante el horror,
pero me quiero detener y retroceder a los años 60 cuando el lucido de Guy
Debord ya dejaba entre ver que el mecanismo propio de un gobierno que abraza
los ideales neoliberales, pero que en esencia mantiene prácticas de control fascista
(Servicio militar obligatorio, imposibilidad para abortar) un gobierno que el
llamo “ESPECTACULAR INTEGRADO” ya se obstinaba entre sus pilares con la idea
de generar en la conciencia de la ciudadanía un presente perpetuo. Para Debord los medios de información
servían al poder, al dinero, por lo mismo los informativos se espectacularizaban,
es decir, buscaban ser vistos sólo por su efecto más que por su contenido algo
que hoy en día a muchos nos parecerá cotidiano si revisamos en qué se basan
nuestros actuales informativos. Esta idea del presente perpetuo no ha cambiado nada
gracias a la sobresaturación de una tragedia, por ejemplo: 2001 Atentado a las
torres gemelas, los gringos observaron tantas veces las imágenes por la tele y
los noticiarios que se enceguecieron con ellas, el dolor de la gente que murió
llega a ser desproporcional ante las imágenes de la torre desplomándose, la
gente lanzándose, el avión estrellándose, la abundancia de imágenes sirvió también
como anestesiante ante cualquier proceso racional que pudiese venir después, es
algo que la gente llegó a naturalizar a un punto macabro, de ahí a que las
cruentas y precipitadas decisiones de Bush no fueron objetada por nadie hasta
mucho, mucho después.
"Hemos contemplado tantas imágenes de las dos torres gemelas
que ya no vemos nada. Y cada imagen nos exige ser vista , no sólo contemplada una y otra vez" Didi Huberman
Hoy en día gracias a Facebook las
noticias virales vuelan sin que nadie le de tanta importancia, podemos debatir
si eso es bueno o malo, pero aun así no se sale del presente perpetuo ya que la
agenda de contingencia sigue siendo racionada por los informativos locales que
nos dicen qué es noticia y que no, mismas noticias que se repiten y se
presentan como nuevas para luego perderse en el olvido ante la contingencia.
Las redes sociales resultan ser sólo un resabio, un elástico del control que
los medios de prensa ejercen sobre lo que debe ser opinión actual. ¿Quieren un
ejemplo concreto? 07 de Enero 2015 atentado en Paris en la redacción de Charlie Hedbo por un grupo terrorista Islamista. El hecho fue dispuesto como asunto de
interés mundial (al menos en el mundo occidentalizado) se mostraron muchos
testimonios desgarradores, se hizo un apoyo masivo por las redes sociales, se
cuestionó las voces que pedían debate, se concentró todo el continente Europeo
ante la crisis que es el terrorismo, Paris fue el centro del orden mundial,
sólo se aceptaban condolencias, un mes después ya nadie le importaba saber
mucho sobre Charlie Hedboe. 13 de Noviembre 2015 atentado terroristas
atribuidos al grupo extremista ISIS en múltiples centros de Paris siendo uno de
los más afectados la sala de espectáculos Le bataclan. Muchos videos
desgarradores, muchas voces
preocupantes, mucho apoyo virtual, poco espacio para el debate. Nuevamente nos
enfrentamos en menos de un año a un hecho traumante y horrible, nuevamente los
medios internacionales exponen que este es el problema del que todos deberíamos
horrorizarnos por un rato (dejando bajo la alfombra lo que ocurre en nuestros
propios países subdesarrollados) y
nuevamente todos se vuelcan a una empatía virtual que se desconectara cuando
sea la hora y el momento de hacerlo. Obviamente cada quien tiene el derecho de
hacer lo que le parezca más pertinente, quién es uno para boicotear el accionar
virtual que a fin de cuentas no hace daño a nadie, pero esta idea de presente perpetuo
se mantiene, da la sensación que todos los que se pusieron en su perfil la
bandera de Francia como símbolo de compromiso con la vida (porque entiendo que
de eso se trata ¿o no?) no recuerdan el mismo estupor que parece que
experimentaron durante otro momento. Después de todo la moda de una tragedia al
estar administrada por la agenda oficialista de medios es bastante parecida a cualquier
moda instaurada por un poder oficialista. Como suele ocurrir con todo lo que se
institucionaliza, las principales redes sociales (Facebook, Twiter, Yutube) han
servido a la agenda oficialista y repletan esa empatía como método de desmemorización.
El presente perpetuo no admite voces disidentes, sólo permite apoyo, un apoyo
que se desgasta en unos cuantos días si es que no son horas. Y ante todo esto,
la normalización del horro permite que no haya espacio para comprender
cabalmente que es lo que esta ocurriendo, tal como le pasó a los yankees vieron
tantas veces las imágenes de las torres gemelas que ya no las distinguieron.
A todo esto Guy Debord ya
anunciaba por aquellos años que el arma principal del gobierno espectacular integrado era básicamente
la manifestación de un enemigo, el terrorismo, un gobierno espectacular
integrada suele triunfar porque finalmente es juzgado por el peso de sus
enemigos (los terroristas) más que por sus resultados. Cuánta razón tenía
Debord, hoy en día el modelo económico de la Unión Europea tiene sumido a
muchos países del viejo continente en sendos problemas económicos y humanos (nuevamente
recordemos a Alan Kurdi y la real problemática que retrata esa imagen), la
lucha contra el terrorismo es una muletilla garantizada para mantenerse
vigentes. Suena frío, calculador, pero no fuera de sentido. Mi llamado
finalmente ante las tragedias es a analizar los hechos, no dejarse guiar
inmediatamente por la moda, si bien uno tiene todo el derecho de querer
empatizar y expresar su repudio ante el terrorismo y la violencia mediante el
gesto que uno sienta conveniente, al hacerlo de un modo cómodo para los poderes
fácticos no aporta más que a desarrollar macizamente este presente perpetuo que
nos hará rápidamente olvidar cualquier suceso, olvidar cualquier suceso es
también olvidar nuestra historia, vuelvo a Debord quien decía que el fin de la
historia resulta bastante cómodo para aquellos que se encuentran en el poder. Ante
los horrores creo que es necesario también investigar, conocer y sacar algún
punto de vista de todo esto más allá de lo obvio que un hecho así pueda
suscitar porque finalmente ¿la sobredimensionada caridad que se expresa por las
redes sociales no genera el mismo efecto anestésico que la saturación de
imágenes horrorosas?.-
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