lunes, 23 de noviembre de 2015

De Facebook y tragedias: Vivir en el presente perpetuo




¿Recuerdan esa foto del niño Sirio muerto a orillas de una playa en Turquía? Fue furor hace tan sólo unos meses por las redes sociales, todos lo compartían como símbolo de humanidad y los medios por un minuto se volcaron hacía ese umbral oscuro y dramático que es el problema de la migración hacía Europa-Occidental de gran parte de la sociedad Oriental, producto de las guerras. La imagen se viralizó  hasta el punto de convertirse en algo ni siquiera obsceno si no que decorativo para una porción del mundo que vive otros problemas y ni de cerca se esperaría pasar por algo así, la imagen por más terrible que fuese se naturalizó. El arte de la fotografía genera sin querer ese mal hábito en la sociedad, nos terminamos acostumbrando al horror como explicaba Susan Sontag en uno de sus ensayos llamado justamente “Sobre la fotografía”:El vasto catálogo fotográfico de la miseria y la injusticia en el mundo entero le ha dado a cada cual determinada familiaridad con lo atroz, volviendo más ordinario lo horrible, haciéndolo familiar, remoto -es la fotografía-  inevitable. En la época de las primeras fotografías de los campos de concentración nazis, esas imágenes no eran triviales en absoluto. Después de treinta años quizás se haya llegado a un punto de saturación”

Aparentemente la relación fluida de este siglo con las imágenes ha permitido que los sentimientos de compasión y empatía se conviertan simplemente en irrelevantes gestos de saturación, de hartazgo, de morbo y en última instancia de curiosidad. En este mismo blog hemos revisados algunas fotografías ganadoras de premios Pulitzer que pueden parecer chocantes, pero que a la larga se vuelven parte de nuestro cotidiano como si nuestra propia conciencia nos anestesiara ante la posibilidad de concebir el horror, aunque de todos modos después salimos a la calle,  a nuestra realidad y andamos aterrados, desconfiados, tristes, histéricos, algo nos puede pasar, lo presentimos, pero no sabemos qué sólo sabemos que algo pasará en algún momento. Esa sensación de asfixia se vuelve casi sanadora cuando nos enfrentamos ante el horror presente en fotografías recalcitrantes, no entendemos el problema si no que aislamos la situación como si se tratase de un incidente (aunque muchas veces una fotografía  es justamente eso) pero la imagen del pequeño Alan Kurdi es el reflejo de una problemática gigantesca de escala geopolítica que parece no tener parangón, obviamente los medios no esperan generar conciencia al respecto, frente al tema nos terminamos vinculando sólo de manera virtual y así también nos desconectamos hasta que otro horror aparezca en las noticias. En ese aspecto me parece interesante la convergencia de las redes sociales como una herramienta que nos anestesia ante el horror, pero me quiero detener y retroceder a los años 60 cuando el lucido de Guy Debord ya dejaba entre ver que el mecanismo propio de un gobierno que abraza los ideales neoliberales, pero que en esencia mantiene prácticas de control fascista (Servicio militar obligatorio, imposibilidad para abortar) un gobierno que el llamo ESPECTACULAR INTEGRADO”  ya se obstinaba entre sus pilares con la idea de generar en la conciencia de la ciudadanía un presente perpetuo. Para Debord los medios de información servían al poder, al dinero, por lo mismo los informativos se espectacularizaban, es decir, buscaban ser vistos sólo por su efecto más que por su contenido algo que hoy en día a muchos nos parecerá cotidiano si revisamos en qué se basan nuestros actuales informativos. Esta idea del presente perpetuo no ha cambiado nada gracias a la sobresaturación de una tragedia, por ejemplo: 2001 Atentado a las torres gemelas, los gringos observaron tantas veces las imágenes por la tele y los noticiarios que se enceguecieron con ellas, el dolor de la gente que murió llega a ser desproporcional ante las imágenes de la torre desplomándose, la gente lanzándose, el avión estrellándose, la abundancia de imágenes sirvió también como anestesiante ante cualquier proceso racional que pudiese venir después, es algo que la gente llegó a naturalizar a un punto macabro, de ahí a que las cruentas y precipitadas decisiones de Bush no fueron objetada por nadie hasta mucho, mucho después. 

"Hemos contemplado tantas imágenes de las dos torres gemelas que ya no vemos nada. Y cada imagen nos exige ser vista , no sólo contemplada una y otra vez" Didi Huberman



Hoy en día gracias a Facebook las noticias virales vuelan sin que nadie le de tanta importancia, podemos debatir si eso es bueno o malo, pero aun así no se sale del presente perpetuo ya que la agenda de contingencia sigue siendo racionada por los informativos locales que nos dicen qué es noticia y que no, mismas noticias que se repiten y se presentan como nuevas para luego perderse en el olvido ante la contingencia. Las redes sociales resultan ser sólo un resabio, un elástico del control que los medios de prensa ejercen sobre lo que debe ser opinión actual. ¿Quieren un ejemplo concreto? 07 de Enero 2015 atentado en Paris en la redacción de Charlie Hedbo por un grupo terrorista Islamista. El hecho fue dispuesto como asunto de interés mundial (al menos en el mundo occidentalizado) se mostraron muchos testimonios desgarradores, se hizo un apoyo masivo por las redes sociales, se cuestionó las voces que pedían debate, se concentró todo el continente Europeo ante la crisis que es el terrorismo, Paris fue el centro del orden mundial, sólo se aceptaban condolencias, un mes después ya nadie le importaba saber mucho sobre Charlie Hedboe. 13 de Noviembre 2015 atentado terroristas atribuidos al grupo extremista ISIS en múltiples centros de Paris siendo uno de los más afectados la sala de espectáculos Le bataclan. Muchos videos desgarradores,  muchas voces preocupantes, mucho apoyo virtual, poco espacio para el debate. Nuevamente nos enfrentamos en menos de un año a un hecho traumante y horrible, nuevamente los medios internacionales exponen que este es el problema del que todos deberíamos horrorizarnos por un rato (dejando bajo la alfombra lo que ocurre en nuestros propios países subdesarrollados)  y nuevamente todos se vuelcan a una empatía virtual que se desconectara cuando sea la hora y el momento de hacerlo. Obviamente cada quien tiene el derecho de hacer lo que le parezca más pertinente, quién es uno para boicotear el accionar virtual que a fin de cuentas no hace daño a nadie, pero esta idea de presente perpetuo se mantiene, da la sensación que todos los que se pusieron en su perfil la bandera de Francia como símbolo de compromiso con la vida (porque entiendo que de eso se trata ¿o no?) no recuerdan el mismo estupor que parece que experimentaron durante otro momento. Después de todo la moda de una tragedia al estar administrada por la agenda oficialista de medios es bastante parecida a cualquier moda instaurada por un poder oficialista. Como suele ocurrir con todo lo que se institucionaliza, las principales redes sociales (Facebook, Twiter, Yutube) han servido a la agenda oficialista y repletan esa empatía como método de desmemorización. El presente perpetuo no admite voces disidentes, sólo permite apoyo, un apoyo que se desgasta en unos cuantos días si es que no son horas. Y ante todo esto, la normalización del horro permite que no haya espacio para comprender cabalmente que es lo que esta ocurriendo, tal como le pasó a los yankees vieron tantas veces las imágenes de las torres gemelas que ya no las distinguieron.



A todo esto Guy Debord ya anunciaba por aquellos años que el arma principal del gobierno espectacular integrado era básicamente la manifestación de un enemigo, el terrorismo, un gobierno espectacular integrada suele triunfar porque  finalmente es juzgado por el peso de sus enemigos (los terroristas) más que por sus resultados. Cuánta razón tenía Debord, hoy en día el modelo económico de la Unión Europea tiene sumido a muchos países del viejo continente en sendos problemas económicos y humanos (nuevamente recordemos a Alan Kurdi y la real problemática que retrata esa imagen), la lucha contra el terrorismo es una muletilla garantizada para mantenerse vigentes. Suena frío, calculador, pero no fuera de sentido. Mi llamado finalmente ante las tragedias es a analizar los hechos, no dejarse guiar inmediatamente por la moda, si bien uno tiene todo el derecho de querer empatizar y expresar su repudio ante el terrorismo y la violencia mediante el gesto que uno sienta conveniente, al hacerlo de un modo cómodo para los poderes fácticos no aporta más que a desarrollar macizamente este presente perpetuo que nos hará rápidamente olvidar cualquier suceso, olvidar cualquier suceso es también olvidar nuestra historia, vuelvo a Debord quien decía que el fin de la historia resulta bastante cómodo para aquellos que se encuentran en el poder. Ante los horrores creo que es necesario también investigar, conocer y sacar algún punto de vista de todo esto más allá de lo obvio que un hecho así pueda suscitar porque finalmente ¿la sobredimensionada caridad que se expresa por las redes sociales no genera el mismo efecto anestésico que la saturación de imágenes horrorosas?.-


 

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