domingo, 27 de diciembre de 2015

Hora del remember: Hey Arnold!



Hace un par de meses me entere que Hey Arnold! volvía para el 2016 a la televisión con nueva historia, el hecho se debe a una movida del nuevo vicepresidente de contenidos de Nickelodeon Chris Viscardi que quiere reactivar viejas glorias del canal de cable. La noticia me hizo muy feliz ya que esta serie era una de las que más disfrute cuando niño, pero a diferencia de casi todas las otras que vi durante esa bella infancia con Hey Arnold! pude continuar enganchado ya de grandote, es más, hubo un tiempo como a mis veinte, veintiún años más o menos que volví a ver la serie a través de youtube y me gustaba mucho, de hecho, por más cliché que suene la frase durante aquel segundo visionado debo decir que puse otra mirada sobre la caricatura casi podría decir que la entendí desde otro ángulo. Los años posteriores vería los capítulos solo de vez en cuando porque realmente me había dado un atracón con la serie, pero la cosa es que hasta el día de hoy cuando la veo me produce el mismo goce que cuando la veía a mis seis, siete años. Con Rugrats, Bob Esponja, Catdog, La vaca y el pollito o cualquier otra no me pasa eso, sí tengo buenos recuerdos  de ellas y todo eso, pero no es algo que me entretenga actualmente, llámalo madurez o aburguesamiento, pero me aburre un poco seguir viendo las series infantiles que seguía cuando niño salvo unas cuantas excepciones y entre aquellas está el cabeza de balón.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Cuento: Dolor de cabeza II PARTE

Y aquí les dejo la segunda parte y final de la historia sordida sobre un policia cordobes. Ah y aproposito, feliz navidad....


A la mañana siguiente lo primero que vi fue la almohada de mi sabana entintada de oscura sangre. Me fije en el espejo del baño y note que la herida se había abierto un poco más, ya estaba bastante fea y se hacía necesario que me la revisara pronto un doctor porque prácticamente mi dedo índice podía introducirse por entero ahí, yo estoy seguro que esto se dio porque me rasco la nuca todo el día, no hay momento que no lo haga, las uñas calaron hondo. Antes de salir la flaca me dice que tiene que hablar conmigo, me hago el boludo, realmente no tengo ganas de que el elástico que ha estado estirando se deje de tensar entre nosotros, así que le digo que hablemos a la tarde como para zafar mejor de la situación, pero ella me insiste así que ni modo la subo al auto y ahí me recuerda que el cumple de la nena se viene la próxima semana y que le gustaría celebrarla en uno de esos centros de entretenimiento para niños, que ya va a cumplir cinco años y que sus compañeritos de la guardería han celebrado todos sus cumpleaños en esas cosas. La quedo mirando extrañado, ni una mueca de disgusto, ni un regaño gestual, la flaca sabe disimular bien su enojo por algo siempre sale como la mejor promotora en la plaza de autos donde trabaja, pero de todos modos entiendo que está enojada porque ni la mano me toma. “Sí, ok ¿cuánto cuesta eso?” Le pregunto y ella sin darme una mísera sonrisa me entrega una lista de precios que le han recomendado sus amigas, es como si me estuviese entregando un informe impersonal. Le echo una rápida ojeada al asunto, todos los precios se ven caros, pero igual puedo llegar a pagar la cosa, bajo la hoja y la quedo mirando fijo, espero que me diga alguna cosa, estoy esperando un regaño, me atrevo incluso a preguntarlo si acaso todo esta bien. Claro que sí me dice ella, asiento con mi cabeza algo incómodo le entrego la hoja y le digo que me parece bien, que gestione el asunto por su cuenta y después yo le paso la plata que necesite. Ella acepta silenciosa, se va a bajar del auto sin despedirse, la agarro fuertemente de la cintura la llevo hasta mis piernas y dejo caer mis labios sobre los de ella imponiendo mi lengua en su boca casi recorriéndola toda, ella parece resistirse, no estoy seguro, pero finalmente se impulsa para quitarse de mi lado.
-¿Qué te pasa?.- Me grita furiosa. La miro con deseo, pero más que deseo es provocación quiero que me diga alguna mierda, le recuerdo que soy su marido y ella mi mujer, que de vez en cuando necesito que me quiera. Ella se queda en silencio mirando al suelo, noto que esta un poco sorprendida, nunca la había forzado para que me besara (o quizás alguna vez lo hice, no lo recuerdo, pero definitivamente nunca de esta forma tan rara) espero que se arme una tormenta, ya me veía haciendo las maletas para salir de ese auto, pero nada, la flaca sin dejar de mirar al suelo asiente y me dice que tengo razón, luego se baja del auto y se mete a la casa rápidamente. Golpeo el manubrio del auto, me quito la gorra y me pongo a rascarme la herida, al rato decido salir de ahí y empiezo a patrullar. Cojo a los primeros negros que encuentro y les hago los mismos que a los chicos del otro día, les pregunto si acaso prefieren otra opción a irse presos, estos que estaban igual de asustados que los del otro día tampoco me responden o no me saben qué responder, los presiono y me dan la razón, los llevo al sitio eriazo y me ensañó cagándolos a trompadas.
La flaca y yo nos pusimos de novios cuando íbamos en el secu, al año la mina quedo embarazada y desde el primer momento le dije que no la iba abandonar, yo ya había entrado a la escuela de policías y ella le quedaba un añito para salir del secundario. No sabía muy bien qué hacer con mi vida, pero me gustaba la acción, las peleas, darle su merecido a los culeados, supongo que eso es porque de niño vivía cerca de una villa, mi casa quedaba al lado, ladito de hecho de la mierda esa y todas las noches nos teníamos que bancar a los negros con su música fuerte que no nos dejaba dormir, mi padre no hacía nada por el miedo a lo que le podían hacer, en realidad nadie les reclamaba. Mi fantasía era ser karateca para poder defenderme de toda esa basura, pero ya al ir creciendo abandoné la idea porque nunca pude integrar un grupo de karate de forma continua, nunca aprendí las artes marciales más allá de un par de movimientos re básicos, pero bueno supongo que no me costó resolver que lo más cercano a ser luchador de karate, a ser un justiciero era ser un policía, aparte venía una niña en camino y no me veía enquilombándome poniéndome a estudiar cualquier cosa. Me metí a la escuela de policías convencido de querer serlo, después nació la nena, me fui a vivir con la flaca a la casa de sus viejos, todo muy rápido, el primer año de familia estuvo bien y me fue meteóricamente excelente en el trabajo, salí destacado un buen par de veces por los sub oficiales, todo iba tan excelente que la flaca quedo esperando otro bebe, yo estaba entusiasmado con la idea de por fin experimentar la plenitud, sabía que si seguía haciendo las cosas tan bien pronto me subirían el sueldo y me podría ir a vivir a otro lado con la flaca y los niños, comprar un auto, tener un perro, todo eso. Pero nada, la flaca una noche me contó que había decidido abortar, me lo conto con miedo, con asco, con vergüenza, no paraba de llorar y trataba de explicarme cosas que no tenían ni un sentido para mí, me enculé de tal forma que le di un puñetazo en su rostro justo cuando ella se acercó a implorarme perdón, era la primera vez que le pegaba a una mujer y sentí instantáneamente un miedo, un pavor al verla tirada sobre la cama con sus palmas en su rostro tapando el dolor. No supe qué hacer, me empezaba a desesperar, pensé en seguir pegándole hasta matarla, pero un segundo pensamiento se interpuso con más fuerza, le pedí perdón y salí de la casa, fue la primera noche que la pase sin ella a mi lado. Sus viejos si es que no lo sabían todo de seguro lo sospechaban con fuerza, pero no decían nada o al menos a mi no me decían nada, aunque esa semana me trataron de manera grosera. De todos modos las cosas se arreglaron solas, nunca hable del asunto con la flaca, pero el tiempo hizo que la relación mejorara, simplemente enterramos bajo tierra aquel episodio, los dos habíamos actuado mal, ella con lo del aborto y yo al golpearla, después de eso no le volví a tocar ni un pelo, pero de que las cosas se quedaron estancadas lo hicieron, me subieron el sueldo en dos ocasiones más, pero me di cuenta que no era suficiente para irse a un hogar digno con la nena y con la flaca, lentamente me fui olvidando de todas las ilusiones y me entregue a la realidad de mi vida diaria, no armaba proyectos sólo existía por inercia.


Al día siguiente fui al médico, me reviso la herida, me dijo que no veía nada raro, que en efecto habían marcas de rasguños y que debía evitar rascarme con tanta obsesión la cabeza, pero en ningún caso vio el hoyo que me desangraba. No me atreví a decirle nada, pensé que todo era una joda, que había una cámara escondido porque yo sí había visto una herida gigante ahí arriba, pero el médico gordo y taciturno mantenía firme su diagnóstico.
-Ha de ser la presión, por tu trabajo vos estás expuesto a demasiadas situaciones estresantes, eso te puede afectar el cuerpo y el sistema nervioso, te voy a recomendar unos calmantes que son buenísimos.- Sentenció con su conocimiento hipocrático. Yo me sentía desencajado, es que acaso me estaría volviendo loco, yo el hoyo lo vi, pero no le iba a contradecir la palabra a un médico. Salí de la consulta con la receta en mis manos y rascándome la cabeza anonadado. Pero el día no haría más que empeorar, cerca de las 14 horas me llamaron de la jefatura de la ciudad, había un problema grave, aparentemente había metido preso a un extranjero, un chileno y no cualquier chileno, el hijo de un empresario o algo así. El jefe me gritaba enojadísimo, nunca lo había visto tan furioso, decía que el chileno ese había armado un escándalo terrible a penas lo encerraron y que en la mañana había llegado una carta de unos abogados demandando a la institución y a la ciudad de Córdoba por discriminación y xenofobia.
-¿Me podes decir que tenías en la cabeza?.- Me gritaba el jefe dejándome sordo, cerré los ojos e intente hacer memoria, yo no me acordaba de nada, mire inútilmente los documentos del informe de detención, efectivamente había sido yo el que lo había llevado y dejado en el calabozo junto a otros chicos. Luego vinieron a mi cabeza vagamente un par de imágenes, sí, había tomado preso a un chico morocho y que vestía raro, para mí como un delincuente que suelo agarrar por la calle, el chico iba junto a otras personas que no puedo recordar, lo que sí me podía acordar medianamente es que cuando le pedí el documento el chico me hablo de forma muy rápida y no le pude entender nada, luego me mostró un documento que ni me moleste en revisar, ese día andaba con la jaqueca a flor de piel y simplemente me llevaba preso a todo el mundo que reuniera las condiciones necesarias, estaba sordo ante cualquiera.
-¡Pero sos pelotudo! Cómo se te ocurre llevarte a un chileno cheto, por último si querés cagarte extranjeros andá al mercado Norte y llévate un Bolita que ande vagando por ahí. Pero esto es grave Sánchez.- Me seguía gritando el jefe.
-Yo sólo seguía el protocolo.- Le dije abnegado.
-¡Las pelotas el protocolo Sánchez! nos metiste en un lío a todos, la gobernación ya está al tanto y nos van a pasar revista, el padre de este chico es el dueño de medio Chile, no sabés la cagada que dejaste. Pero cómo es que ni siquiera te diste cuenta cuando lo dejaste en el calabozo. Sos tarado, sos un nabo, no sé en qué andas, ¿andas en drogas?.- El jefe suspiro, saco un cigarro se sentó cerca mío.
-Mirá, por ahora estamos haciendo lo posible para que la cosa quede en la más absoluta discreción, que no pase a escándalos, pero vamos a tener que suspenderte.- El jefe me miro fijo, pétreo, fulminante, acto seguido llamó a su secretaria que trajo unos documentos que me hizo firmar, yo me sentía impotente…y seguramente así se sentían los chicos que me llevaba presos. Trague saliva, tenía que hacer una firma en como diez hojas, no me dejaban leer nada y luego me hicieron desarmarme, fue ahí cuando comprendí realmente que estaba cagado y le suplique al jefe que me diera otra oportunidad.
-Ese día andaba con la cabeza en otro lado, tenía una jaqueca muy fuerte, estaba re jodido, por favor jefe, se viene el cumpleaños de mi hija. Entiéndame no estaba en condiciones ese día por eso hice todo mal.- El jefe me miró sin ninguna emoción, se sentó en la silla frente a su escritorio, levanto las manos aduciendo que no había nada que pudiese hacer y sentenció con brutalidad “¿Y si no estabas en condiciones de trabajar porque vienes al trabajo?, bestia” Lo miré con rabia, salí de su oficina y me fui caminando lentamente, ya era un policía menos en la ciudad.
Intente ocultar las cosas en casa, pero me fui imposible hacerlo por más de dos días, les inventé cualquier cosa, la mamá de la flaca, la vieja me preguntó al toque ese día cuando me vio llegar sin el auto y sin el uniforme, no sé cómo zafé, pero no me creyeron ni una mierda. Intente volver a hablar con la jefatura, que me dieran una oportunidad, con menos sueldo, con menos honores, pero que no me quitaran el uniforme, el trabajo, el uniforme. No había caso, me cerraron las puertas en la cara, ese mismo día pude notar que en el diario se informaba sobre el tema del chileno, era un titular bastante simple “Familia Chilena acusa a la gobernación por malos tratos” leí y noté la gran cantidad de basura que la noticia explotaba, sin embargo, me detuve en una pequeña cita del general superior de policía quien decía que ofrecía disculpas formales a la familia y que ya se han tomado medidas estrictas para dar de baja a los responsables que ocasionaron tan mal rato al jovencito. Lo que más me jodió fue que cuando le preguntaban sobre posibles acciones legales, el general declaraba que evaluarían la cosa, pero que no le parecía que por el error de uno la institución tenga que mancharse por lo que se delegaría la responsabilidad inmediatamente al responsable directo. Ósea que más encima si la cosa se pone más fea me pueden mandar a la cárcel. Lleno de rabia arrugué el diario, el quiosquero me puteo, pero le di un puñetazo que lo dejo viendo pajaritos. Cuando llegue a casa no pude seguir disimulando, se lo dije a la flaca de una manera cortante y directa, esperaba su silencio y apoyo, me mando a la mierda de inmediato, me gritó como nunca antes la había escuchado, armó un escándalo gigante, los viejos llegaron y a penas se enteraron que ya no era policía me echaron de la casa así sin más tirándome la ropa por la ventana, no fui capaz de decir nada, me quede mudo, atónito, la flaca tenía voz después de todo sólo hacía falta que yo fuese un don nadie para que me la alzara.

Vagué de aquí para allá, me rasqué la cabeza, miré con furia los carros policiales que pasaban, los uniformados que respiraban adentro de esos autos. Me emborraché mal, me fui cerca de la cañada y me emborraché mal, me metí con unas travas que se dejaron culear, anduve dando vueltas de allá para acá hasta que doble una esquina, chupado como estaba me fije en unos policías que hacían su trabajo arrestando unos pibes, los policías me miraron, me tambaleé, perdí el equilibrio y caía al suelo, uno de los policías se acercó a verme, tenía olor a que había estado fumando porro, le sentí su olfato me reí de su estupidez, cómo puede andar con uniforme y fumar porro cero respeto a su persona pensé, pero no le dije nada sólo le escupí tremendo gallo en la cara, nunca había visto a ese policía en mi vida e ignoraba si acaso él me reconoció, de todos modos ya nada tenía sentido y la única verdad es que él era un policía y yo un cualquiera. Me pegaron, no sé muy bien cómo pasó, pero termine en el calabozo junto a otros pibes cagados de miedo y rabia. No quería ver a nadie así que me guarecí en la oscuridad, quizás cuánto tiempo me tendrían encerrado ahí, me senté en un rincón con la cabeza apoyada sobre mis rodillas y me rasqué con fuerza la herida, empecé a notar como la sangre chorreaba a borbotones, me rasqué cada vez más fuerte, con más potencia mientras de a poco el tibio murmullo de los apresados dejaba de escucharse para dar paso a una incesante fricción de las uñas sobre la cabeza. Me rasqué, me rasqué, me rasqué como si fuese el único placer que me quedaba en ese momento y me finalmente me rasqué tan fuerte que el hoyo de mi cabeza se abrió haciéndola explotar vomitando un glaciar de sangre que se desparramó por todo el calabozo por más de diez minutos, era como un grifo descontrolado. Mi cuerpo quedo pegado al pavimento, lo último que pensé fue que me perdería el cumpleaños de la nena.-

Licencia Creative Commons
Dolor de cabeza por Nicolas aravena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://blogdeperrachica.blogspot.cl/2015/12/cuento-dolor-de-cabeza.html.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Cuento: Dolor de cabeza


Muchachos, ya estamos llegando a navidad y que mejor que celebrarla con un poco de literatura personal, como bien saben me gusta mucho escribir ficción y este año desarrolle uno de los cuentos que considero más crudos de mi inspiración. Pero es necesario contextualizar un poco. En Córdoba, Argentina, lugar done resido, existía hace mucho un inusual código penal llamado popularmente código de faltas (hoy llamado código de convivencia) Es una figura legal muy cuestionada porque básicamente deja en libertad de juicio a los policias (simples patrulleros, ni siquiera fuerzas especiales ni nada) quienes pueden ejercer como jueces y verdugos según el críterio que se les antoje. Generalmente los policias arrestan a chicos que obedecen a un estereotipo muy simple, morochos y cuya vestimenta cabe en la lógica del imaginario clasista de lo que sería un potencial delincuente, esto supuestamente para evitar robos o males mayores. Bueno el tema del código de faltas es muy simple de explicar a ese nivel, pero esta lleno de ataduras llegando incluso a ser anti constitucional dentro del país. Aún así se ejerce y es algo bastante naturalizado para gran parte de la población. En fin a mi me intereso mucho este tema y lo investigue por lo insolito e injusto que me parece, pero paralelamente también me quize poner en la piel de un policia (a quien se le exije un minimo de detenciones diarias) y volar la imaginación dentro de un realismo que yo llamo sordido y viceral. Inspirado en grn parte en un vecino que era un joven policia que vivía cosas muy parecidas a las que narro en esta historia. Espero que les guste y les sirva para entender un poco qué onda todo esto del código de faltas.

Dividí el cuento dos partes para no latear tanto, el final esta inspirado en una película mexicana  contemporanea y creo que no se lo esperarán.




Arriba del auto me siento en paz, es el único lugar donde sé que nadie me tocara, nadie me perturbara. Es como si alrededor del auto se formara un campo de fuerza que sólo pocos son capaces de traspasar. Cuando manejo por la ciudad veo a través de la ventana, observo todo como si fuese una película, voy lento para no perderme detalles, desde mi posición me vuelvo demiurgo el juez que decide por cual bando transita cada peatón, cada personaje de esta prolongada película.

Ese es choro, choro, buen hombre ese otro, ¡morochaza!, choro, otro choro, un pobre chabón, un señor, una vieja, choro, grupo de pendejos, negro choro, ¡qué buena esta esa perra! Choro, señor, choro, vieja, choro, señor, culo, tetas.

Como es de costumbre en todos los veranos el calor sofoca, los días son un horno, nadie sale a la calle sin botar litros de transpiración por sólo caminar un par de cuadras, no hay sombra que ayude a soportar esto. Sin embargo, tengo claro que la delincuencia no le importa el calor ni el frío, los choros salen a laburar igual, el mundo no se detiene porque en este hoyo llamado Córdoba nos estemos asando. En fin, me estaciono cerca de un kiosco, dejo la gorra encima del tablero del volante, hace unos días que me está picando fuerte la cabeza voy a tener que ver a un alópata, me causa gracia el nombre ese. Entro al negocio, la vieja Claudia me saluda efusiva y como siempre deja una botellita de Coca disimuladamente sobre la mesa para que yo me la sirva. En lo personal odio esa gaseosa, pero igual siempre se la recibo porque la vieja Claudia será miope, pero es buena persona, una ciudadana decente que se gana la vida de forma honesta y esforzada, a veces la ayudo a subir las cajas que le llegan de mercadería, es que su espalda no da para más.
-¿Cómo ha estado Pedro?.- Me pregunta mientras se pone con un repasador a limpiar la vidriera de los caramelos.
-Y ¿Cómo se puede estar con este calorcito? Sufriendo.-
-Y a usted que le toca andar por todo el centro, me imagino como le debe pesar este calor.- Me comenta la vieja en tono sublime, luego me pregunta por Mario y le respondo que aún sigue descansando en su casa, que extendió licencia por un par de semanas más.
-¿Por lo del accidente?.- Quiere saber la vieja con curiosidad innecesaria.
-Exacto. Es que fue grave lo que le pasó, no sé cuándo va a poder reintegrarse a las labores de patrullaje.- Concluyo tomándome la Coca y dejando un resto destinado a perderse en el mundo en que confluyen todos los restos de gaseosas. Me ajusto el cinturón y me despido de la vieja, vuelvo al auto, me rasco la cabeza y noto que tengo algo de sangre en mis dedos, pero le resto importancia al asunto porque de inmediato suena la radio-patrulla y escucho las órdenes, piso el acelerador. La verdad que la ausencia de Mario no me molesta en lo absoluto, es más, me siento cómodo trabajando sin él, sería feliz si no volviese más, todo el mundo piensa que se accidentó persiguiendo un par de gatos que le dispararon en tremenda persecución de película, pero en realidad se tropezó por las escaleras mientras bajaba por el departamento de incautación debido a que llevaba una pila de papeles que no le dejaban ver nada. Sé que el muy vivo está extendiendo su licencia para no volver, igual da lo mismo, si la cosa sigue así de todas maneras me van a terminar asignando un compañero de patrullaje y no hay nada más molesto que compartir el espacio del auto.

En casa las cosas andan peor que de costumbre, la flaca anda enojada conmigo por unos mensajes  de otra mina que me pillo en el celular, de todos modos prefiero que no me hable nada a que me empiece a sacar las cosas a la cara, entre el escozor que tengo en la cabeza tener que soportar a la flaca gritándome por algo de lo que no quiero ni mencionar sería insoportable, ya es difícil el hecho de vivir con ella bajo el mismo techo de sus viejos, lo que más quiero es largarme de esa casa. Todos los días llego lo más tarde que puedo, ceno callado junto a la familia, el viejo que habla pocas cosas me chupa un huevo y yo sé que para él mi presencia le produce lo mismo, la madre que transmite y transmite material sobre todas las boludeces sin importancia que hace en el día mientras que la nena  llora por todo y sólo se calma cuando la plantan frente al TV y le ponen a la Pepa, y después la vieja que me pregunta cosas de mi trabajo, que quiere saber cómo están las cosas en el centro, si acaso está más seguro todo, que se ve que estamos haciendo un buen trabajo reforzando el cuidado al ciudadano… Y ahora, ahora la flaca que ni me habla ¡váyanse al carajo! Después de esa cena me encierro en el cuarto, enciendo la compu, me pongo los audífonos y escucho Hall & Oates música setentera que herede de mi viejo, es gracioso como todo da vueltas, cuando era joven y escuchaba a mi Padre poner esta música prácticamente yo le vomitaba encima, ahora no pasa día en que no los escuche. Después de un rato me largo a dormir, no sé a qué hora es que la flaca vuelve al cuarto y se acuesta a mi lado o si es que lo hace, al menos estos últimos cinco días no la he tenido cerca, pero está bien, me siento liberado de tanta macana, la flaca se enoja de manera implosiva, siempre ha sido así, no estalla para afuera, no anda haciendo escándalos, sé que algún día ya la rabia la va a superar y me va a mandar a la mierda, pero por ahora prefiero su encono silencioso, su desprecio, su asco, no me hace daño  porque en todo caso en el día a día percibo esa misma insidia en muchos ciudadanos que no entienden mi trabajo.

Salgo temprano de esa casa, ni siquiera tomo desayuno, me despido de un beso y abrazo de la nena, ella no me da mucha bola prefiere quedarse jugando con los perros que tiene la vieja, pero está bien así, no la quiero contaminar, me codeo con la basura, con lo pútrido de la sociedad, ella está pura y me da miedo que poco a poco le termine transmitiendo de alguna forma toda esta bosta que exudo, aunque a veces pienso, ya está, todos estamos condenados a jodernos a mezclarnos de alguna manera con el basural, por mi trabajo me he dado cuenta que esa basura es la base de todo, de la política, de la economía, de la cultura, de la religión, así que la pobre nena esta condenada sea como sea y yo no la podré proteger de esta realidad siempre, es más, el solo hecho de que se quede todo el día con sus abuelos no me da ninguna garantía de lo pura que pueda seguir siendo, tal vez lo mejor sea olvidarse del tema, irse a las sierras o al campo llevármela lejos y empezar una vida de cero sin la polución de esta ciudad maldita que nos afecta tanto.

Patrullaje silencioso, gente que pasa lento ante mis ojos, todos son choros, todos son malos, saludo a unos colegas que están haciendo guardia en distintos puntos del centro, no tengo ganas de hablarles porque siempre las mismas conversaciones con las docenas de funcionarios que cubren de seguridad esta ciudad: Fútbol y Tinelli, armas y autos, literatura y cocina, anécdotas con ladrones peligrosos y ordenes que vienen de arriba, chismorreos sobre la autoridad y sobre el común del ciudadano, palabras del teniente reproducidas por boca de los más lambiscones, proyectos de armar una banda de rock tributo a Soda Stereo y otros que quieren ir a un baile la noche del Viernes y se rebuscan la forma de hacerlo, deudas y problemas familiares, vida de familia, familias perfectas y por último la presión por llevar el número de detenidos que los cargos superiores nos exigen y que va en exagerado aumento día a día. “A ver, qué está pasando el distrito 4 ya tiene 130 detenciones y nosotros no. Estamos a media pila, parece que vamos a tener que hacer modificaciones en el cuerpo” Anunciaba una voz a través del radio policial, era la voz del teniente Suarez que no escatimaba en apretarnos cuando de números se trataba, el teniente tiene grabada su voz dando órdenes y la hace reproducir unas cuatro veces por día para que nos movamos y arrestemos gente. Hay que cuidar el trabajo, al final la voz del jefe te saca de toda la mierda que podás estar pensando y te aterriza al planeta y bueno ahí te das cuenta que tenés que moverte rápido por la jungla y hacer tu trabajo, no hay de otra.
Rápidamente veo un par de negros parados en la calle, visten con buzo medio fluorescente, usan zapatillas que se ve que no podrían haber pagado y un corte de cabello que sólo luce bien en un futbolista de elite. Estaciono el auto, me bajo rápidamente, los chicos recién se dan cuenta, hacen una mueca de disgusto al notar que me les estoy acercando, esta vez me deje la gorra puesta aunque me re pica la cabeza.
-¿Andan con el DNI?.- Les pregunto sin perder tiempo en vaguedades, los negros se quedan mirándose, ambos mueven su cabeza de forma negativa, ni siquiera se van a defender diciendo alguna cosa.
-A ver ubíquense contra el auto, de espalda.- Les ordeno sin ganas, lo hacen enrabiados, pero resignados, tal vez les frustré un robo, en frente había una tienda comercial de accesorios para el hogar, puede ser que querían entrar a robar ahí, quién sabe, para eso estamos para prevenir males mayores. La gente que pasa caminando cerca nuestro mira la escena por el rabillo del ojo  nadie dice nada, es un tema tabú como me gusta decir. Reviso a los negros, no tienen nada peligroso salvo unos celulares bien bonitos.
-¿De dónde sacaron esto?.- Les pregunto mostrándoles los celulares. Ni uno de los dos me responde, me fijo que uno de los chicos tiene un piercing con forma de lunar cerca de su nariz, los dos miran al suelo, reviso el celular e inmediatamente  salen fotos de ellos con otros amigos tomando cerveza, los pibes no han de tener más de dieciocho años.
-¿No van a decir nada?.- Los chicos se quedan callados, noto que uno de ellos se está sorbiendo la nariz, me guardo los celulares y les ordeno que suban al carro. Ya arriba del vehículo les tomo sus datos y mando a preguntar a la estación por sus antecedentes, ya habían sido llevados al calabozo en otras ocasiones por lo mismo, merodeo. Se llaman Damian y Olave y como sospeche no tienen más de dieciocho años. En el camino van callados, no me importa si se quedan como piedra, a veces me tocan otros que les gusta hablar y hasta cuentan chistes, esos son los más detestables, pero lentamente comienzo a sentir que uno de los pibes está sollozando, me doy vuelta un momento para notar que el que tiene el piercing en forma de lunar está luchando para no llorar, el otro mira hacía el suelo. Nunca me había tocado ver una cosa así, fue despreciable el nivel de humillación en que el pibe mismo se ponía. No aguante tanta bajeza humana.
-Mirá, lo podemos hacer simple, yo los puedo soltar ahora y hacemos como que esto no paso, ¿Están de acuerdo?.- Los pibes no dicen nada y el que solloza parece estar a punto de romper en llantos. Me freno con fuerza.
-¡No llorés! Maricón. ¡Acaso quieren pasar otro día en el día en el calabozo!.- Los pibes aterrados me dicen que no y se quedan aferrados a sus incomodos asientos. Afirmo conforme con la cabeza  y cambio el rumbo de mi ruta hacía un sitio eriazo que pocos conocen, hago que los pibes se bajen, estos medios desconcertados miran el panorama aterrados, me bajo con ellos y nos quedamos frente a frente. Me pongo unos guantes negros y comienzo a pegarles, le doy un puñetazo en el rostro al que se quería poner a llorar, de inmediato cae al suelo, me repugna que sea tan débil así que lo empiezo a patear, el otro desconcertado me exige que pare, pero le doy un codazo para cerrarle la boca. Termino de rematar a patadas al llorón que ni se puede levantar y le doy una mirada férrea al otro chabón que se estaba restableciendo del codazo, todo queda claro el chico se mantiene en la misma posición, asiento levemente con mi cabeza, me subo al auto y me voy rápido de ahí, por el retrovisor observo como el chabón corre a atender a su amigo herido, luego me rasco la cabeza con fuerza, me la rasco hasta sentir que me estoy sacando el pelo, que me estoy rasgando la piel, un hilo de sangre empieza a salir. Después de diez minutos decido tranquilizarme, fui al farmacity y me puse una venda, lo que tenía en la nuca ya era una herida grave, y después…nada volver al trabajo, el teniente Suarez mandaba la misma orden así que me puse a arrestar gente para llevarla al cuartel, no me fijaba más que en lo obvio: Que fuesen morochos y mal vestidos, no tenía tiempo ni ganas de andar recabando detalles ni escuchando alegatos, me dolía la cabeza, la sentía como bombardeada, pase el resto del día en pleno piloto automático, estaba re mal, pero tenía un trabajo que cuidar y al final una vida que mantener la de mi hija.

Licencia Creative Commons
Dolor de cabeza por Nicolas aravena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://blogdeperrachica.blogspot.cl/2015/12/cuento-dolor-de-cabeza.html.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Mis 10 temas favoritos de Jorge González




El legado de Jorge González es innegable en la cultura Chilena, la fuerza de sus canciones y la lucidez de sus letras representaron siempre el alma de tantos que pudieron expresarse por medio de la música que este hombre realizaba. Es y será un tremendo catalizador de emociones.  Existen varias etapas en la vida artística de este señor que sorprenden por lo variopinta e impredecibles, Jorge González pareciera ser que siempre se guió por su pasión antes que por su cabeza y las pocas veces que emprendió empresas pensando en las ganancias que estas le provocaría son justamente los momentos más desganados de su carrera. Salvando la distancias por su inquietud musical y genuino interés por sentirse renovado se le puede asemejar en algún grado a Mike Patton, pero la vida de Jorge González influye mucho más directamente en su música que en el caso del Californiano y eso hace que continuamente sintamos que muchas de sus canciones son verdaderos testimonios de su existir como lo haría un verdadero trovador.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Hora del remember: 5 Baladas gringas de grupos de “rock” del 2000 que nadie se acuerda y que te harán suspirar profundamente (La numero 2 te sorprenderá!!)



 
Te harán suspirar ya sea por lo mierdosa que eran o la nostalgia que te producirán. Pero antes de ir con este interesante post digno de Buzzfeed o paginas por el estilo que no hacen más que recordarte lo viejo que eres y lo poco divertido que es el mundo actual si no tienes dinero para viajar o comer rico debo remarcar lo obvio: Agregue algunas cosas nuevas a mi blog a la izquierda de su pantalla como pueden notar, siempre quise que tuviese un estilo sobrio por lo que me resistí por mucho tiempo a sobrecargarlo de cosas, pero esta vez me aburrí y no me resistí a agregarle algunas chucherías que pueden revisar y que de todos modos van en pos de la promoción del mismo blog, también hice una fanpage en Facebook que espero resulte bien con muchos seguidores, todavía tengo que trabajarlo un poco porque lo cree recién y hay que ponerle más onda, pero bueno nadie me apura en esto, nadie me paga tampoco, sólo lo hago por amor a escribir tonteras y este post les aseguro que es una gran tontera.