lunes, 21 de diciembre de 2015

Cuento: Dolor de cabeza


Muchachos, ya estamos llegando a navidad y que mejor que celebrarla con un poco de literatura personal, como bien saben me gusta mucho escribir ficción y este año desarrolle uno de los cuentos que considero más crudos de mi inspiración. Pero es necesario contextualizar un poco. En Córdoba, Argentina, lugar done resido, existía hace mucho un inusual código penal llamado popularmente código de faltas (hoy llamado código de convivencia) Es una figura legal muy cuestionada porque básicamente deja en libertad de juicio a los policias (simples patrulleros, ni siquiera fuerzas especiales ni nada) quienes pueden ejercer como jueces y verdugos según el críterio que se les antoje. Generalmente los policias arrestan a chicos que obedecen a un estereotipo muy simple, morochos y cuya vestimenta cabe en la lógica del imaginario clasista de lo que sería un potencial delincuente, esto supuestamente para evitar robos o males mayores. Bueno el tema del código de faltas es muy simple de explicar a ese nivel, pero esta lleno de ataduras llegando incluso a ser anti constitucional dentro del país. Aún así se ejerce y es algo bastante naturalizado para gran parte de la población. En fin a mi me intereso mucho este tema y lo investigue por lo insolito e injusto que me parece, pero paralelamente también me quize poner en la piel de un policia (a quien se le exije un minimo de detenciones diarias) y volar la imaginación dentro de un realismo que yo llamo sordido y viceral. Inspirado en grn parte en un vecino que era un joven policia que vivía cosas muy parecidas a las que narro en esta historia. Espero que les guste y les sirva para entender un poco qué onda todo esto del código de faltas.

Dividí el cuento dos partes para no latear tanto, el final esta inspirado en una película mexicana  contemporanea y creo que no se lo esperarán.




Arriba del auto me siento en paz, es el único lugar donde sé que nadie me tocara, nadie me perturbara. Es como si alrededor del auto se formara un campo de fuerza que sólo pocos son capaces de traspasar. Cuando manejo por la ciudad veo a través de la ventana, observo todo como si fuese una película, voy lento para no perderme detalles, desde mi posición me vuelvo demiurgo el juez que decide por cual bando transita cada peatón, cada personaje de esta prolongada película.

Ese es choro, choro, buen hombre ese otro, ¡morochaza!, choro, otro choro, un pobre chabón, un señor, una vieja, choro, grupo de pendejos, negro choro, ¡qué buena esta esa perra! Choro, señor, choro, vieja, choro, señor, culo, tetas.

Como es de costumbre en todos los veranos el calor sofoca, los días son un horno, nadie sale a la calle sin botar litros de transpiración por sólo caminar un par de cuadras, no hay sombra que ayude a soportar esto. Sin embargo, tengo claro que la delincuencia no le importa el calor ni el frío, los choros salen a laburar igual, el mundo no se detiene porque en este hoyo llamado Córdoba nos estemos asando. En fin, me estaciono cerca de un kiosco, dejo la gorra encima del tablero del volante, hace unos días que me está picando fuerte la cabeza voy a tener que ver a un alópata, me causa gracia el nombre ese. Entro al negocio, la vieja Claudia me saluda efusiva y como siempre deja una botellita de Coca disimuladamente sobre la mesa para que yo me la sirva. En lo personal odio esa gaseosa, pero igual siempre se la recibo porque la vieja Claudia será miope, pero es buena persona, una ciudadana decente que se gana la vida de forma honesta y esforzada, a veces la ayudo a subir las cajas que le llegan de mercadería, es que su espalda no da para más.
-¿Cómo ha estado Pedro?.- Me pregunta mientras se pone con un repasador a limpiar la vidriera de los caramelos.
-Y ¿Cómo se puede estar con este calorcito? Sufriendo.-
-Y a usted que le toca andar por todo el centro, me imagino como le debe pesar este calor.- Me comenta la vieja en tono sublime, luego me pregunta por Mario y le respondo que aún sigue descansando en su casa, que extendió licencia por un par de semanas más.
-¿Por lo del accidente?.- Quiere saber la vieja con curiosidad innecesaria.
-Exacto. Es que fue grave lo que le pasó, no sé cuándo va a poder reintegrarse a las labores de patrullaje.- Concluyo tomándome la Coca y dejando un resto destinado a perderse en el mundo en que confluyen todos los restos de gaseosas. Me ajusto el cinturón y me despido de la vieja, vuelvo al auto, me rasco la cabeza y noto que tengo algo de sangre en mis dedos, pero le resto importancia al asunto porque de inmediato suena la radio-patrulla y escucho las órdenes, piso el acelerador. La verdad que la ausencia de Mario no me molesta en lo absoluto, es más, me siento cómodo trabajando sin él, sería feliz si no volviese más, todo el mundo piensa que se accidentó persiguiendo un par de gatos que le dispararon en tremenda persecución de película, pero en realidad se tropezó por las escaleras mientras bajaba por el departamento de incautación debido a que llevaba una pila de papeles que no le dejaban ver nada. Sé que el muy vivo está extendiendo su licencia para no volver, igual da lo mismo, si la cosa sigue así de todas maneras me van a terminar asignando un compañero de patrullaje y no hay nada más molesto que compartir el espacio del auto.

En casa las cosas andan peor que de costumbre, la flaca anda enojada conmigo por unos mensajes  de otra mina que me pillo en el celular, de todos modos prefiero que no me hable nada a que me empiece a sacar las cosas a la cara, entre el escozor que tengo en la cabeza tener que soportar a la flaca gritándome por algo de lo que no quiero ni mencionar sería insoportable, ya es difícil el hecho de vivir con ella bajo el mismo techo de sus viejos, lo que más quiero es largarme de esa casa. Todos los días llego lo más tarde que puedo, ceno callado junto a la familia, el viejo que habla pocas cosas me chupa un huevo y yo sé que para él mi presencia le produce lo mismo, la madre que transmite y transmite material sobre todas las boludeces sin importancia que hace en el día mientras que la nena  llora por todo y sólo se calma cuando la plantan frente al TV y le ponen a la Pepa, y después la vieja que me pregunta cosas de mi trabajo, que quiere saber cómo están las cosas en el centro, si acaso está más seguro todo, que se ve que estamos haciendo un buen trabajo reforzando el cuidado al ciudadano… Y ahora, ahora la flaca que ni me habla ¡váyanse al carajo! Después de esa cena me encierro en el cuarto, enciendo la compu, me pongo los audífonos y escucho Hall & Oates música setentera que herede de mi viejo, es gracioso como todo da vueltas, cuando era joven y escuchaba a mi Padre poner esta música prácticamente yo le vomitaba encima, ahora no pasa día en que no los escuche. Después de un rato me largo a dormir, no sé a qué hora es que la flaca vuelve al cuarto y se acuesta a mi lado o si es que lo hace, al menos estos últimos cinco días no la he tenido cerca, pero está bien, me siento liberado de tanta macana, la flaca se enoja de manera implosiva, siempre ha sido así, no estalla para afuera, no anda haciendo escándalos, sé que algún día ya la rabia la va a superar y me va a mandar a la mierda, pero por ahora prefiero su encono silencioso, su desprecio, su asco, no me hace daño  porque en todo caso en el día a día percibo esa misma insidia en muchos ciudadanos que no entienden mi trabajo.

Salgo temprano de esa casa, ni siquiera tomo desayuno, me despido de un beso y abrazo de la nena, ella no me da mucha bola prefiere quedarse jugando con los perros que tiene la vieja, pero está bien así, no la quiero contaminar, me codeo con la basura, con lo pútrido de la sociedad, ella está pura y me da miedo que poco a poco le termine transmitiendo de alguna forma toda esta bosta que exudo, aunque a veces pienso, ya está, todos estamos condenados a jodernos a mezclarnos de alguna manera con el basural, por mi trabajo me he dado cuenta que esa basura es la base de todo, de la política, de la economía, de la cultura, de la religión, así que la pobre nena esta condenada sea como sea y yo no la podré proteger de esta realidad siempre, es más, el solo hecho de que se quede todo el día con sus abuelos no me da ninguna garantía de lo pura que pueda seguir siendo, tal vez lo mejor sea olvidarse del tema, irse a las sierras o al campo llevármela lejos y empezar una vida de cero sin la polución de esta ciudad maldita que nos afecta tanto.

Patrullaje silencioso, gente que pasa lento ante mis ojos, todos son choros, todos son malos, saludo a unos colegas que están haciendo guardia en distintos puntos del centro, no tengo ganas de hablarles porque siempre las mismas conversaciones con las docenas de funcionarios que cubren de seguridad esta ciudad: Fútbol y Tinelli, armas y autos, literatura y cocina, anécdotas con ladrones peligrosos y ordenes que vienen de arriba, chismorreos sobre la autoridad y sobre el común del ciudadano, palabras del teniente reproducidas por boca de los más lambiscones, proyectos de armar una banda de rock tributo a Soda Stereo y otros que quieren ir a un baile la noche del Viernes y se rebuscan la forma de hacerlo, deudas y problemas familiares, vida de familia, familias perfectas y por último la presión por llevar el número de detenidos que los cargos superiores nos exigen y que va en exagerado aumento día a día. “A ver, qué está pasando el distrito 4 ya tiene 130 detenciones y nosotros no. Estamos a media pila, parece que vamos a tener que hacer modificaciones en el cuerpo” Anunciaba una voz a través del radio policial, era la voz del teniente Suarez que no escatimaba en apretarnos cuando de números se trataba, el teniente tiene grabada su voz dando órdenes y la hace reproducir unas cuatro veces por día para que nos movamos y arrestemos gente. Hay que cuidar el trabajo, al final la voz del jefe te saca de toda la mierda que podás estar pensando y te aterriza al planeta y bueno ahí te das cuenta que tenés que moverte rápido por la jungla y hacer tu trabajo, no hay de otra.
Rápidamente veo un par de negros parados en la calle, visten con buzo medio fluorescente, usan zapatillas que se ve que no podrían haber pagado y un corte de cabello que sólo luce bien en un futbolista de elite. Estaciono el auto, me bajo rápidamente, los chicos recién se dan cuenta, hacen una mueca de disgusto al notar que me les estoy acercando, esta vez me deje la gorra puesta aunque me re pica la cabeza.
-¿Andan con el DNI?.- Les pregunto sin perder tiempo en vaguedades, los negros se quedan mirándose, ambos mueven su cabeza de forma negativa, ni siquiera se van a defender diciendo alguna cosa.
-A ver ubíquense contra el auto, de espalda.- Les ordeno sin ganas, lo hacen enrabiados, pero resignados, tal vez les frustré un robo, en frente había una tienda comercial de accesorios para el hogar, puede ser que querían entrar a robar ahí, quién sabe, para eso estamos para prevenir males mayores. La gente que pasa caminando cerca nuestro mira la escena por el rabillo del ojo  nadie dice nada, es un tema tabú como me gusta decir. Reviso a los negros, no tienen nada peligroso salvo unos celulares bien bonitos.
-¿De dónde sacaron esto?.- Les pregunto mostrándoles los celulares. Ni uno de los dos me responde, me fijo que uno de los chicos tiene un piercing con forma de lunar cerca de su nariz, los dos miran al suelo, reviso el celular e inmediatamente  salen fotos de ellos con otros amigos tomando cerveza, los pibes no han de tener más de dieciocho años.
-¿No van a decir nada?.- Los chicos se quedan callados, noto que uno de ellos se está sorbiendo la nariz, me guardo los celulares y les ordeno que suban al carro. Ya arriba del vehículo les tomo sus datos y mando a preguntar a la estación por sus antecedentes, ya habían sido llevados al calabozo en otras ocasiones por lo mismo, merodeo. Se llaman Damian y Olave y como sospeche no tienen más de dieciocho años. En el camino van callados, no me importa si se quedan como piedra, a veces me tocan otros que les gusta hablar y hasta cuentan chistes, esos son los más detestables, pero lentamente comienzo a sentir que uno de los pibes está sollozando, me doy vuelta un momento para notar que el que tiene el piercing en forma de lunar está luchando para no llorar, el otro mira hacía el suelo. Nunca me había tocado ver una cosa así, fue despreciable el nivel de humillación en que el pibe mismo se ponía. No aguante tanta bajeza humana.
-Mirá, lo podemos hacer simple, yo los puedo soltar ahora y hacemos como que esto no paso, ¿Están de acuerdo?.- Los pibes no dicen nada y el que solloza parece estar a punto de romper en llantos. Me freno con fuerza.
-¡No llorés! Maricón. ¡Acaso quieren pasar otro día en el día en el calabozo!.- Los pibes aterrados me dicen que no y se quedan aferrados a sus incomodos asientos. Afirmo conforme con la cabeza  y cambio el rumbo de mi ruta hacía un sitio eriazo que pocos conocen, hago que los pibes se bajen, estos medios desconcertados miran el panorama aterrados, me bajo con ellos y nos quedamos frente a frente. Me pongo unos guantes negros y comienzo a pegarles, le doy un puñetazo en el rostro al que se quería poner a llorar, de inmediato cae al suelo, me repugna que sea tan débil así que lo empiezo a patear, el otro desconcertado me exige que pare, pero le doy un codazo para cerrarle la boca. Termino de rematar a patadas al llorón que ni se puede levantar y le doy una mirada férrea al otro chabón que se estaba restableciendo del codazo, todo queda claro el chico se mantiene en la misma posición, asiento levemente con mi cabeza, me subo al auto y me voy rápido de ahí, por el retrovisor observo como el chabón corre a atender a su amigo herido, luego me rasco la cabeza con fuerza, me la rasco hasta sentir que me estoy sacando el pelo, que me estoy rasgando la piel, un hilo de sangre empieza a salir. Después de diez minutos decido tranquilizarme, fui al farmacity y me puse una venda, lo que tenía en la nuca ya era una herida grave, y después…nada volver al trabajo, el teniente Suarez mandaba la misma orden así que me puse a arrestar gente para llevarla al cuartel, no me fijaba más que en lo obvio: Que fuesen morochos y mal vestidos, no tenía tiempo ni ganas de andar recabando detalles ni escuchando alegatos, me dolía la cabeza, la sentía como bombardeada, pase el resto del día en pleno piloto automático, estaba re mal, pero tenía un trabajo que cuidar y al final una vida que mantener la de mi hija.

Licencia Creative Commons
Dolor de cabeza por Nicolas aravena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://blogdeperrachica.blogspot.cl/2015/12/cuento-dolor-de-cabeza.html.

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