Lejos de cualquier
guion predecible, la serie animada para adultos de Netflix creada por Raphael
Bob-Waksberg ha llegado a lo que considero su cenit creativo en esta cuarta
temporada. Mantiene fielmente su profundidad emocional que la caracterizó como
una de las series más depresivas de la televisión actual, pero esta vez juega
de manera más osada y perspicaz con la sátira, el humor absurdo y en general la
buena comedia en cada uno de sus capítulos.
Bojack con una misión
Las temporadas pasadas
de Bojack se enfocaron mucho en los aspectos miserables de sus personajes, entregándonos
una interesante galería de cínicos y mordaces protagonistas que intentaban
sobrellevar el sinsentido de la existencia a partir de la evasión en sus
distintas formas (el trabajo, el alcohol, las drogas, el sexo irreflexivo, no
tomar en serio nada, vivir en un constante delirio) sin embargo, la serie solía
concluir con una luz de esperanza que lentamente se desvanecía a cada nueva
temporada. ¿Cómo romper con ese patrón que ya se hacía repetitivo? La tercera temporada,
aunque jugada en algunos capítulos, resulto un poco pastiche de sus dos
temporadas anteriores y ese final con Bojack contemplando a un grupo de
caballos corriendo en medio del desierto, y con la inminente llegada de un personaje que le
reclamaría paternidad, pues parecía un calco de la temporada anterior y
personalmente me hacía prejuzgar que la cuarta temporada no cambiaría mucho la
dirección, pero que bueno que me equivoque.
La temporada comienza
con un Bojack desaparecido, como siempre, huyendo de la vida y buscando
autocompasión de sí mismo, pero pasa algo interesante, un giro que no se había
dado en temporadas anteriores. Esta vez Bojack se acepta, acepta la mierda de
persona (caballo) que es y ya no hay marcha atrás. Esto se ve en varios
momentos, por ejemplo, en el capítulo 2 donde se devela que termina viviendo en
la vieja y derruida casa de sus abuelos en un pueblito perdido en medio de la
nada, ahí conoce a un vecino mosca que le termina ayudando (primero a
regañadientes) a reconstruir la casa, en determinado momento Bojack descubre
que la mosca tiene miedo de volar y Bojack intenta ayudarlo, pero como de
costumbre la caga y descubrimos que la mosca también odia su vida y carga con
un trauma personal. Bojack entiende que todo lo que intenta salvar lo destruye
y al final del capítulo decide destruir la casa que le tomó año y medio
reconstruir, demostrando que ya no le importa cambiar en lo más mínimo, que
sólo vivirá en el presente, quizás entendiendo que no puede arreglar realmente
nada de su pasado, de esta forma Bojack se acepta, se entiende y se comprende a
sí mismo, una madurez extraña ya que sigue siendo el toxico de siempre. Esto lo
reafirmamos cuando vuelve a hablar con su amigo Todd quien le dice que prefiere
mantenerse alejado de su compañía porque así está mejor, Bojack lo comprende y
le dice sin ningún ápice de molestia que lo entiende.
Pero la trama ofrece
momentos bastante oscuros, entra a la historia como pieza clave de la temporada
la madre de Bojack que antes habíamos visto en algunas pocas escenas y
flashback del protagonista. En esta temporada tiene un rol crucial, conocemos
su pasado y las razones de su frialdad las que generaron a su vez la mierda de
persona (caballo) que es Bojack al desacreditarlo durante toda su vida. No
quiero revelar mucho sobre la historia de la madre, pero es realmente fuerte y
quizás el punto más dramático de toda esta temporada y al mismo tiempo nos
muestran la faceta más solidaria de Bojack, dándonos otro enfoque de su
relación con su madre que durante toda la temporada parece perdida, pero que
descubriremos en un punto que no es tan así. A esta verdadera familia
disfuncional se le suma Hollyhock una adolecente de dieciocho años que dice ser
hija de Bojack, obviamente todo parecía indicar una lógica que se repetiría:
Bojack demostraría ser una mierda de padre y la decepcionaría. Pero contra todo
pronóstico las cosas se dieron de modo muy distinto, primero que todo porque
Hollyhock no está interesada en Bojack como padre sino que quiere llegar a su
madre a través de él, por lo que la relación de ambos termina siendo más de
camaradas y aunque Bojack es un desastre de persona al final demuestra no ser
tan egoísta, gracias a Hollyhock. Todo esto de manera muy orgánica y sin
moralinas de por medio. Bojack ha evolucionado como personaje al punto que en
esta temporada ha terminado él dándole consejos a sus amigos, aunque claro,
lejos de alcanzar un equilibrio estable, sin embargo, esta temporada de manera
subyacente nos revela que Bojack ha encontrado una misión ¿Aceptarse?, ¿Ser un
buen padre?; ¿Hacer las paces con su madre? No sabemos, pero queda claro que
nuestro equino ya no va a caminar por la vida dando tumbos a tientas buscando
un propósito, aunque claro, eso no quita que de vez en cuando pierda toda la
tarde alcoholizándose.
La
sátira social más acida que nunca
Por fuera de la
historia de Bojack esta vez la serie nos ofrece unos muy agudos dardos de humor
negro hacía la sociedad, si antes Hollywood y la industria del espectáculo eran
el blanco continuo de los ataques mordaces de los guionistas, esta vez la
coyuntura global de nuestra tragicomica realidad parece ser la excusa propicia
para las burlas, siendo los personajes secundarios los principales responsables
de esto. Ya sin Bojack rondando sobre sus cabezas, Tood, Diana, Princesa
Carolyn y en especial Mr. Peanutbutter toman mayor peso con sus propias
historias. Por su parte Diane parece ser la única preocupada por Bojack y su
desarrollo como personaje es un poco soso (bueno este personaje siempre ha sido
así) llevando todo a una silenciosa crisis matrimonial que eventualmente
explota. Por su parte Princesa Carolyn comienza a incompatibilizar su carrera
profesional con su vida personal, es incapaz de tener hijos y eso le produce un
vacío terrible en el corazón, más de lo que se imaginaba, la gata protagoniza
uno de los capítulos con clifhanger más devastador de la temporada.
El desenlace trágico de
estos personajes demuestra que no tiene que estár necesariamente Bojack sobre
ellos para joderles la vida, el problema está en ellos mismos. Por su parte Mr.
Peanutbutter toma realce como un gran personaje, se podría decir que junto a
Tod formarían parte de aquellos personajes de relajo que hacen un poco más
soportable la trama, por lo mismo sus intervenciones son las más memorables ya
que permiten a los guionistas realizar las críticas más acidas a la sociedad:
Desde alusiones a la campaña y victoria política de Trump, hasta humor negro
relacionado a atentados terroristas, aborto, diferencias sexuales y
aprovechamiento político. Todo filtrado por la absurda industria del espectáculo
que parecer ser el monstruo más irrazonable dentro de todo este entramado.
Homenaje
al humor absurdo
Aunque la serie desde
siempre tuvo espacio para elaborar en sus capítulos muchas parodias y momentos
de humor non sense (en especial en la segunda temporada) esta vez considero que
fue mucho más refinado y preciso. El primer capítulo que trata sobre la elección
a gobernador de Mr. Peanutbutter es pura comedia al estilo Seinfield llegando a
las consecuencias más hilarantes. Otro capítulo del mismo estilo es cuando Mr.
Peanutbutter realiza una reunión de la alta sociedad en su casa, pero eventualmente
todos se quedan atrapados realizando una lejana referencia al “Ángel
Exterminador” de Buñuel. Considero que el humor en esta temporada es totalmente
certero y no se solapa con los momentos más tristes como en temporadas
anteriores. Los guionistas consiguieron un excelente equilibrio.
Por último, el apartado
visual sigue bastante bien, aunque la animación por alguna razón está vez me pareció
más plana en cuanto a sus colores y sombras. Como siempre hay capítulos con un
estilo diferente que lo convierten en una experiencia audiovisual única dentro
de la lista de episodios, es así como en la temporada tres tuvimos ese
maravilloso capitulo acuático, en esta temporada el penúltimo capítulo donde se
cuenta la historia de la madre resulta realmente bien desarrollado en un estilo
de edición muy distinto a lo conocido, otro capítulo memorable en ese sentido
es aquel en donde nos metemos de lleno en la cabeza de Bojack y vemos
secuencias animadas al estilo de las caricaturas más irreverentes de los 60 y
70. Ese tipo de cosas le dan frescura y gracia a una temporada que se puede ver
de un soplo ya que engancha de manera prominente.
Como es usual hay
estrellas invitadas, juegos de palabras y autoparodias de las mismas estrellas
de Hollywood, por lo que muchos recomiendan ver la serie en su idioma original
para captar totalmente estas referencias, aunque en lo personal son sólo
detalles que pueden prescindirse, la traducción latina es bastante decente. Creo
que a pesar de los momentos de golpes bajos a las emociones que provoca la
serie, Bojack The horsemann en su cuarta temporada es desopilante y se puede
pasar un verdadero buen rato disfrutándola. Es la temporada más equilibrada y
madura hasta el momento, ¡aprende eso tercera temporada de Rick y Morty!
No hay comentarios:
Publicar un comentario