Volvemos con esta sección que deje bien botada, la razón – más allá del tiempo de trabajo y otras actividades que me tienen el blog medio parado – es que estuve ordenando mi lista de 100 discos favoritos, sí, soy muy exigente y meticuloso con este tipo de cosas y constantemente estoy armando y desarmando aquella lista, por lo que varias cosas cambiaron a como las había pensado originalmente. Otra de los aspectos que reformulé fue la manera en que presentaré estos post: de aquí hasta el lugar 28 realizaré estas reseñas de a dos discos, es decir en cada post nombraré dos discos favoritos, esto lo hago, por un lado, porque se me estaba haciendo muy largo e interminable este conteo y por otro, porque finalmente las reseñas en si boludeaban demasiado en otros aspectos y no se concentraban tanto en lo esencial: mi relación con esos discos. Así que ahora que serán dos discos me enfocaré más en aquello. Bueno y comenzamos un nuevo conteo, los puesto 89 y 88 corresponden a dos discos tan disimiles como importantes en mi vida, así que no perdamos más tiempo.
Las
sombras de una ruina
Recuerdo que en una
breve época de mi vida sentí algo de curiosidad por la cultura gótica, no me
interpelaba realmente y mi acercamiento era más que nada por cuestiones ligadas
al anime, pero por supuesto conocí ciertas bandas musicales que exploraban no
sólo una estética gótica, sino también un sonido con directas reminiscencias, el
ejemplo primordial sería la banda alemana Lacrimosa, que era bastante buena y
muy depre en general, pero entre todo el mar de obviedades había un grupo que
me llamó la atención porque desentonaba con la onda más dogmática del estilo y
terminaban siendo bastante alternativa a su manera. The Gathering, una banda
holandesa que empezó su camino dentro de los derroteros del metal sinfónico de
un modo curioso: fue la primera en proponer exitosamente la fórmula de
canciones en donde un vocalista gritaba guturalmente mientras en otros pasajes
de la misma canción intervenía la dulce, pero potente voz de una soprano
femenina. Se le llamo la técnica de canto de la bella y la bestia y con el
correr de los años sería un recurso muy imitado hasta desencadenar en cosas
bien poperas como Evaneces por ejemplo.
The Gathering tomaba
elementos del doom, el trash, el death metal y algunas cuestiones orquestales
que hacían del grupo un combo bastante particular para la época de principios
de los noventa. Aun así no llegaron a convencer al mundo hasta que apareció la
talentosa Anneke Van Giersbergen para
tomar el puesto de vocalista permanente. Esto fue en 1995, año que se publicó
el disco Mandylion que supuso una etapa de mayor productividad artística y
comercial.
Todos los laureles se los llevo Anneke, quien presentaba una técnica y registro vocal muy amplio llevando el pulso de las melodías con su canto, ella se convirtió en pieza clave para el desarrollo de la popularidad del grupo, al mismo tiempo, sonoramente The Gathering se alejó de sus pretensiones más góticas y sucumbieron a ritmos mucho más atmosféricos, ambientales, electrónicos aunque igual de oscuros. Ya para su quinto trabajo discográfico el grupo se distanció definitivamente de los sonidos bruscos del metal de sus inicios para adentrarse en una idea de pop oscuro, estilo que enganchó muy bien en la juventud que buscaba la música más alternativa y depresiva posible. Así fue como di con The Gathering, en pleno 2006, fue poco después de escuchar un par de temas que me parecieron alucinantes (Anneke describió el sonido como trip-rock, básicamente como una versión más densa de Portishead) y dispuesto a enfrentarme a algunos discos, fue cuando descubrí uno que habían estrenado recientemente ese año.
Todos los laureles se los llevo Anneke, quien presentaba una técnica y registro vocal muy amplio llevando el pulso de las melodías con su canto, ella se convirtió en pieza clave para el desarrollo de la popularidad del grupo, al mismo tiempo, sonoramente The Gathering se alejó de sus pretensiones más góticas y sucumbieron a ritmos mucho más atmosféricos, ambientales, electrónicos aunque igual de oscuros. Ya para su quinto trabajo discográfico el grupo se distanció definitivamente de los sonidos bruscos del metal de sus inicios para adentrarse en una idea de pop oscuro, estilo que enganchó muy bien en la juventud que buscaba la música más alternativa y depresiva posible. Así fue como di con The Gathering, en pleno 2006, fue poco después de escuchar un par de temas que me parecieron alucinantes (Anneke describió el sonido como trip-rock, básicamente como una versión más densa de Portishead) y dispuesto a enfrentarme a algunos discos, fue cuando descubrí uno que habían estrenado recientemente ese año.
Mención aparte decir
que The Gathering en chile fueron (o son) bastante populares, a un punto que
nunca entenderán los medios tradicionales, pero la fanaticada que la banda
tenía, al menos en esos años, era muy consistente y variada, lo que me dio pie
a conocer y encontrar con mayor facilidad material de una banda que a pesar de
todo seguía siendo bien under.
Home
fue tristemente el último disco en el que participó Anneke, quien luego de la
respectiva gira se separó del grupo en los peores términos. Esto hace que el
disco lo escuchemos con mayor nostalgia aún, tomando en cuenta que ella no
volvería más a comandar la agrupación y tan sólo volvería para una
espectaculares conciertos de reunión en que celebraron los 25 años de la banda.
Home fue el octavo disco y se produjo luego del periodo de gestación del primer
hijo de la cantante.
Este sentimiento
maternal pudo haber influenciado en la producción del trabajo, pero desde un
modo nostálgico y profundamente melancólico. Al mismo tiempo la banda reconoce
que (al menos hasta ese momento) resultó ser su trabajo más orgánico, mucho
menos elaborado que anteriores esfuerzos. Un disco instintivo y que hacía
hincapié en ritmos más primitivos. Para mí esto lo convierto en un disco con
texturas góticas, pero lleno de melancolía, como si viéramos las sombras de
unas ruinas.
El trip rock en este
trabajo suena mucho más envolvente. Cuando escuche el disco, recuerdo que justo
estaba lloviendo y podía sentir que entre toda el aura de melancolía que el
trabajo proponía, había una dosis de dulzura muy profunda, seguramente por el
carácter más íntimo o introspectivo que proponía, inmediatamente paso a
convertirse en uno de mis discos predilectos para escuchar entre la soledad y
oscuridad.
"Shortest
day" uno de mis temas favoritos del grupo, nos entrega
la tónica de cómo será este viaje: onírico, intenso y simple, con una Anneke
completamente alejada del registro épico y mucho más solemne. “In between” y “Alone” son piezas llenas de magia a pesar de sonar lineales y sin
mucha artificialidad, no obstante, esa es la gracia.
“Waking
Hour" es un tema que recuerda directamente a los
Radiohead más funebres, un tema que, a pesar de lo que podría sugerir en un
primer momento, se despoja de todo misticismo y que es capaz de sostenerse con
un piano y una voz, más allá de que el tema presenta su sección más
elevada. Aquí queda claro que Anneke
dominaba vocalmente los climas.
Y hablando de
Radiohead, las influencias del quinteto ingles están patentes (de forma adrede
o no) en la pieza instrumental “Fatigue”
que luego desencadena en la hipnótica y sensible "A
noise sever". Mientras que "Forgotten"
nos traslada a una pieza de piano y voz que va envolviendo la atmosfera de
melancolía y sombras que tan bien figuran en la portada del disco.
Luego viene otra de mis
favoritas “Solace” que comienza con
una introducción de una mujer hablando en español y que luego trasmutaría a
otros idiomas, sólo por ese detalle tan cosmopolita la canción se llevó todo mi
gusto y atención a la primera escucha. En este tema las guitarras etéreas dan
paso a una dinámica más agresiva y las baterías detonan los tumbs con agilidad.
“You trouble are over” es un tema
que repercute mucho más fácil en el cancionero de la banda, siendo quizás la
canción que más se asemeja a experiencias pasadas y viene a traer un aire más
movido dentro de la ensoñación constante que ofrece el disco. No obstante,
después de la marea fuerte que propone el octavo tema, “Box” regresa a los sonidos más intimistas y de carácter onírico.
“The
quite one” es una balada que no aporta mucho, pero “Home” el tema que da nombre al disco,
consigue llevarse la atención por poseer elementos más experimentales en la
interpretación musical, es quizás uno de los temas más audaces que la banda ha
escrito hasta ese momento, curiosamente es el tema que más desentona con la
venia sonora de este trabajo, como que este “Home” propone un camino diferente a lo que se viene sintiendo.
Finalmente “Forgotten” regresa a los
sonidos etéreos, calmos, melancólicos y preciosos que engloban el concepto del
álbum.
Por las texturas
sonoras y los momentos más melancólicos, etéreos, pero también luminosos, (pese
a lo penumbroso del concepto) este disco consigue llegar a ser uno de los
trabajos más contemplativos que el rock contemporáneo puede ofrecer, aun así,
un año después esta propuesta la superaría Radiohead con su disco In Rainbows,
pero esa es otra historia. Luego de esto la banda entraría en un largo hiatus
que concluiría en 2009 con la llegada de una nueva vocalista que marcaría
nuevos derroteros para el grupo, mientras Anneke continúo su camino como
solista. Sin duda, el disco perfecto para cerrar un ciclo.
La
loca sinfonía de un viaje por el espacio
No, no es Star Wars lo
primero que pienso cuando me piden alguna banda sonora de aventuras en el
espacio. Si bien la banda sonora de John Williams es emblemática para la
cultura pop, hay que reconocer que ha terminado constituyéndose en un trabajo
aplacado por si mismo, al punto que las nuevas películas de Star Wars no
consiguen superar esa pomposa obertura que a todxs nos pone los pelos de punta.
No, en el vasto universo de la cultura de la ciencia ficción, hay un espacio
reservada para un anime increíblemente bueno llamado Cowboy Bebop, pero si
bien, su producción aunque es de las mejores, logra llamar la atención por su
estilizada y perfecta banda sonora.
Si la música que
acompaña las aventuras del caza recompensas Spike y sus amigos, es mejor que la
historia misma que ornamenta, es cosa que decidirá cada quien, pero es
indudable que aquel combo de jazz, rock y blues queda como anillo al dedo a las
imágenes que acompaña y nos otorga otro imaginario posible para pensar en las
aventuras galácticas.
Yoko Kano y su banda The Seatbelts, creada integramente para la banda sonora de este Anime |
Cowboy Bebop para quien
no sepa, es un anime que se transmitió en 1999 de la mano del estudio Sunrise y
con muchas manos interviniendo en la creación de su concepto. Consiguió gran
popularidad por el llamativo diseño de personajes y también por su profundidad
narrativa la cual aparecía mediante fugaces fragmentos de la historia. Más allá
de eso es un anime de aventuras típico de su género, pero que cumplía bastante
bien. Sin embargo, su música es desopilante, ya desde el opening a cargo de la
banda de jazz The Seatbelts resulta increíblemente potente, enérgico, colorido
e insospechablemente logra calzar con el concepto de las aventuras espaciales
que la serie narra.
Para Kanye West este
disco es su disco favorito de la vida y la verdad que motivos no faltan. El
jazz lúdico de “Tank” y “Rush” que parecen la obertura a un
espectáculo nocturno de algún club misterioso es bastante decidor y nos hace
pensar inmediatamente en el desprejuiciado protagonista del anime. El blues de “Spokey dokey” llevado a cabo por una
harmónica que recuerda la de Bob Dylan o alguna tonada del tenor de Tom Waits, nos
hace pensar en forajidos salvajes atravesando un llano desierto. Y es que de
eso se trata, en todo momento esta banda sonora nos va generando imágenes
visuales que funcionan a cabalidad con el tono atmosférico que pretenden. Lo
mejor es que incluso quienes no hayan visto o no conozcan la serie pueden
disfrutar y sentir el flujo imaginativo de las melodías de un modo efectivo.
Este soundtrack, que
corresponde al primer volumen de varios otros que fueron publicándose
posteriormente, es el que mejor resume la personalidad de una banda sonora en
clave jazz- bebop. La mayoría de los temas interpretados por los multifacéticos
Seatbelts y compuestas por su principal líder, la artista nipona Yoko Kanno,
nos presentan momentos lúdicos y disparatados como la circense “bad dog no biscuits” llena de una
fanfarria estrambótica, o la rítmica “cat
blues” onírica y sensual.
Pero el disco también
presenta momentos más intimistas como la tierna balada de trompeta “Cosmos” ejecutada por Steven Berstein
o la inspirada y majestuosa “Space Lion”
que culmina en un coro de niños y baterías tribales que nos hacen
estremecer, un track lleno de sentimiento y grandeza. Otro gran momento lo
propone “Rain” un tema determinado
por los órganos tubulares, tétrico, un pequeño cuadro de space rock cantado por
Steve Conte.
El resto en gran medida
oscila entre el jazz de vieja escuela como “Piano
Black”, “Too good too bad” o “Car
24” pero también hay momentos para un vals solitario en “Waltz for sisi” la cual desencadena en
un momento totalmente onírico. “Pot
city” desde ritmos dub y guitarras experimentales propone un jazz mucho más
atrevido, sin duda uno de los temas más acojonantes del disco por desentonar
con tanta fuerza del estilo, pero no del concepto, lo espacial y onírico sigue
estando presente en su vibra.
Sin duda el mundo de
las bandas sonoras de anime está llena de joyitas, pero muy pocas han
conseguido trascender de la misma imagen como sí lo consiguió Cowboy Bebop. Un
disco lúdico que funciona musicalmente por si mismo y que tiene un pulso de
jazz, rock y blues realmente notable, lo mejor, es que este disco lo conocí
mucho antes de ver el anime y bien diría yo que fue el detonante para que me
decidiese a ver en su momento el anime. Un deleite realmente.-
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