Estuve revisando y reordenando la lista de 100 discos para mis treinta y créanme que se vienen cosas muy variopintas, realmente mi educación musical fue bastante ambigua y esquizoide, características que bien comparte este trabajo de una banda de jazz chilena bastante (como no) ignorada por el público general, pero reinvindicada hasta la muerte por lxs rarxs que solemos buscar y escuchar este tipo de cosas.
Herméticos, pero amigables
Akineton Retard es una banda de culto dentro de la escena chilena, nunca han conseguido levantar mucho público y han quedado un poco relegados a un estatus de banda mítica, pero hermética. Su estilo de jazz fusiona elementos compositivos de la música académica, pero también beben directamente de aquella corriente setentera del Rock Progresivo llamada Rock in oposition que fue tan cultivada en bandas como Stormy mix o los inigualables Magma.
¿Qué tiene de especial esta banda y este disco para mí? Si bien yo conocía al grupo y tenía su disco “21 Canapes” lanzado en 2003, mi interés no iba más allá de la mera curiosidad melómana. Obviamente eran un grupo ecléctico, poderoso y completamente alocado. Eso se dejaba sentir en aquel mencionado disco que ponía sobre la mesa una variada línea de ritmos. No fue hasta 2011 cuando empecé a interesarme mucho más por este conjunto y darle tupido y parejo al disco “Akranania” su segundo trabajo. Todo comenzó debido a mi participación como colaborador del blog musical The Holy Filament, ahí realice una que otra reseña a discos de música advantgarde, pero también una que otra entrevista (a miembros de Melt Banana, The Minibosses y a un amigo de la juventud de Trey Spruance, eso último en el marco de un artículo sobre el origen de Mr. Bungle) pero un día, yo viviendo en Valparaíso, me ofrecen entrevistar personalmente a Leo Arias, el saxofonista de Akinetón, ya que el grupo iba a realizar una pequeña tocata en un barcito del puerto. Me contacte con Leo quien con mucha gentileza y humildad me otorgo una conversación alucinante, realizada en medio de la calle, frente al bar donde tocaban, a eso de las 1 o 2 de la mañana. No solamente hablamos por casi una hora de música y movimientos musicales experimentales, Leo me invito luego al backstage (yo ya había entrado de colado al show gracias a las movidas que hizo parte del equipo de The Holy Filament) y si bien no quisieron compartir conmigo ciertas sustancias ilícitas (XD), sí me convidaron mucha cerveza y quizás lo mejor de todo fue que Leo me obsequio directamente el “Akraniana” incluso me dio a elegir entre tres discos, como yo ya tenía “21 Canapés” decidí optar por su segunda producción ya que la había escuchado antes y el primer tema me parecía simplemente demoledor.
Esa noche también entreviste a Vicente Garcia-Huidobro el guitarrista del grupo, quien si bien fue buena onda conmigo, no me dio mayor bola con la entrevista y nuestra conversación fue bastante más acotada, incluso él mismo la corto porque no tenía ganas de seguir hablando, aunque yo a esas alturas estaba bastante ebrio y recuerdo que le pregunte si acaso el nombre del grupo tenía relación con un Faraón cuya cabeza era alargada como la de un Alíen. No culpo a Vicente, dar una “entrevista” a un chico borracho que lo estaba grabando con una cámara sony de baja calidad en plena calle de Valparaíso a las 3 de la mañana, era una pérdida de energía. Pero me quedo con lo bueno, fue una de esas noches inolvidables no sólo por el alcohol ingerido en cantidades industriales, sino más bien, por todo lo que significo esa especie de “cobertura” que realice, las entrevistas tan informales que me dieron, además, era Valparaíso, un lugar con mística bohemia, recuerdo que me fui de ese bar como a las 6 de la mañana y me volví caminando hacía el cerro de Playa Ancha en donde quedaba la pensión que alquilaba por ese tiempo, completamente alucinado por todo lo vivido aquella noche y aferrando el disco en mis manos como un recuerdo palpable de aquella experiencia. Akinetón Retard eran herméticos en su música y concepto, es cierto, pero realmente son personas súper amigables y fieles a sus inquietudes artísticas. Yo seguí, incluso, un tiempo más en contacto con Leo Arías, quien me compartió su otro proyecto ZERAUS QUARTET. Les dejo el video de aquella mítica entrevista y también el link a The Holy Filament, un espacio que me permitió comenzar a desarrollar una escritura en la web, mi saludo hacía ellos.
Cocinando la locura
El arranque con “Morricoleman” ya da entender que esta producción no será un apacible viaje a la playa, sino más bien el enfrentamiento contra un huracán. Por cierto, el tema hace alusión en su título a la unión de dos portentos musicales únicos: Ennio Morricone y Ornete Coleman. Esas referencias a nombres y títulos rebuscados sería una constante en la carrera de la banda, ya el mismo nombre del grupo hace referencia a un medicamento usado para combatir el parkinson, enfermedad degeneraiva que produce movimientos involuntarios (y que algunos estudios con cannabis han demostrado merman sus efectos) “Morricoleman” es una canción álgida, retumbante, un jazz/rock bastante ácido y profundamente hiperkinetico, cruza sus líneas con los trabajos más ruidosos de Zorn, pero también con discos de músicos japoneses como Ruins, se nota la influencia del Rock in oposition.
“Recurrencias” tantea cierto aire misterioso que poco a poco se va convirtiendo en algo mucho más cinematográfico, propio de un tema de James Bond aunque con un estilo urbano y sucio muy alejado del agente secreto, hay que agregar que como toda banda de músicos provenientes de alguna escuela formal, las composiciones musicales para películas son otro gran punto fuerte de su influencia, y esto queda patente mucho más en “21 Canapés” que por lo demás parte de las composiciones de aquel disco nacieron de un periodo fructífero de la banda durante los años noventa donde fueron apoyo musical en vivo para una obra de teatro. “Recurrencias” decanta sin que nos demos cuenta en un psicodélico pasaje, pero lo que más destaca, sin duda, es la batería altisonante y poderosa que en todo momento se acopla a los climas que el tema va proponiendo, el ensamble de vientos compuesto por saxofón, saxofón tenor y saxo alto consiguen multiplicar los espasmos roqueros heredados de un músico tan inusual dentro del jazz como el mencionado Ornette Coleman.
“Fana Papal y el Monseñor Smegma Nazzi” es un tema corto, lleno de quiebres, lúdico y que termina sorpresivamente, lo que sería una marca casi registrada del estilo de la banda. El nombre es curioso y desconozco a qué hace alusión específicamente, en alguna entrevista uno de los integrantes aseguró que la idea de crear nombres tan poco usuales tenía relación con la idea de que quien escuche el tema, al leer el título, se de un buen tiempo para decodificarlo. “Survector” continua con un jazz urbano, alocado y totalmente espasmódico, sonoridades clásicas, pero con ciertos aires progresivos, pero de ese rock progresivo de los setenta tipo Rush o Yes, nuevamente el pulso de la batería que sostiene los alaridos de la sección de vientos y un pequeño solo en donde los redobles se hacen geniales, todo eso hace del tema una joyita. Unos ruidos incomprensibles antes del final que remiten al imaginario de grupos como Gong, dan el pie para que el tema culmine muy arriba en una verdadera orgia de ruidos.
“Nimboestrato” no da tregua pese a su aparente arranque calmado, en donde el clarinete consigue tomar protagonismo, y la guitarra, instrumento que estuvo un poco en segundo plano, por fin consigue relucir mucho más. Nuevamente el sabor a bandas como Gong o Ruins tiene su lugar en modo tributo, aunque en este caso el tema resulta más circular y recurrente que los anteriores. “Soula” es un clásico y favorito de la banda que empieza con un swing propio de la serie de Nickelodeon Hey Arnold y poco a poco va mutando en algo mucho más virtuoso, podríamos decir que es el tema más jazz clásico dentro del disco, muy a lo Miles Davis de su época Live Evil, aunque en realidad se sienten referencias esta vez nacionales, precisamente a un grupo que convalida muy bien el sentimiento locuaz de Akinetón, la banda Santiaguina Fulano. “Soula” puede sentirse como algo mucho más convencional, pero el efecto atronador de la sección de vientos sigue haciéndolo sonar como algo demasiado alucinante, raro y un poco alejado de cualquier etiqueta formal. Akinetón son raros y lo bien saben, al mismo tiempo sus fans también lo son y están conscientes de aquello, les definen como “Extrañxs por naturaleza”
El final con “Dementia Absorbant” resulta en un camino laberintico que se pierde en referencias hacía Marc Ribot, Fulano y Magma. Voces que remiten a cantos budistas con un reverb bastante interesante que terminan en agónicos gritos espectrales, una atronadora sección de vientos que no da descanso mientras el sonido se agita, una batería que no pierde carisma (en serio el trabajo de este baterista es preciso) en cierto momento este tema consigue recordar las odiseas más ruidistas y electrizantes de Mr. Bungle.
A decir verdad, creo que “Akranania” no es el mejor disco de Akinetón, pero también creo que no existe algo así. Todos sus trabajos son bastante buenos e interesantes y marcan una etapa importante en la vida de una banda que ha podido mantenerse intacta pese a actuar sólo dentro de un nicho. “Akranania” fue también un trabajo que originalmente perdieron porque se les borró el disco duro en donde lo tenían guardado originalmente, lo que les llevó a volver a grabar todo, empezar de cero. Quizás por eso se nota un cierto relajo en la forma caótica de entregar las canciones, como si ya tuviesen todo bastante claro y se permitiesen jugar con mayor soltura. En lo personal sigo pensando que “Morricoleman”, “Survector” y “Dementia Absorbant” son de los mejores temas que han producido como grupo y que además son las canciones que mejor definen la posible identidad de esta banda. Así que si nos los conocías, ahora ya sabes, Akinetón Retard una banda para amantes del caos.-
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