lunes, 8 de febrero de 2021

¿Cuánto orden resiste la patria?

 

El Viernes 05 de Febrero se cumplieron 54 años del suicido de Violeta Parra, librepensadora (pese a su adherencia al comunismo),  recolectora de la profunda cultura Chilena y compositora del cancionero popular más inquebrantable, la efeméride coincidió ironicamente con un negro momento para el arte errante. La policía chilena, los carabineros, los pacos culiados, han vuelto a usar la represión siguiendo la línea de gestión de un gobierno que más aire no le queda para respirar, y asesinaron a vista y paciencia de un montón de transeúntes a un artista callejero llamado Francisco Martínez Romero quien lejos de ser un mártir (además, aparentemente existían denuncias de violación en su contra, aunque mucho no he podido indagar), es sólo otro nombre más a la larga lista de atropellos que esta institución carga. Los brotes de impotencia y rabia frente a esto no se hicieron esperar, aunque obviamente esto no vienen sólo por el horrible hecho, si no por un agotamiento a las innumerables faltas a la dignidad que carabineros ha sobrellevado en sus 93 años de historia, ahora más que nunca están surgiendo muchas voces pidiendo la abolición total de estas fuerzas que más que proteger ha terminado siendo servil a un sistema explotador.

 

Miren el hervidero

de vigilante

para rociarle flores

al estudiante.

Miren cómo relumbran

carabineros

para ofrecerle premios

a los obreros.

Miren cómo se viste

cabo y sargento

para teñir de rojo

los pavimentos.

“Miren como sonríen” Violeta Parra

 

Políticas de estado


 

Después del levantamiento popular ocurrido en 2019 la poca credibilidad que la policía chilena ostentaba tanto en la opinión internacional como interna, termino por desvanecerse al mostrar su rostro más inconsciente: verdaderos mercenarios, gente que por un sueldo reprimen, violan, torturan y matan. La impunidad con que la policía chilena ha ejercido la represión durante el llamado periodo DEMOCRATICO la han sufrido de primera mano el pueblo Mapuche que desde los noventa, cada año han tenido que soportar los ataques, montajes y saqueos que el cuerpo policial realiza en sus territorios históricos, siguiendo las directrices del mismo Estado que desde el ministerio del interior, genuflexos a los intereses de poderosos que dominan el 80% del país, deciden mantener una situación de completo sometimiento y proto exterminio de las culturas de los pueblos originarios.

Al ciudadano Chileno marginalizado, transexual, marika, pobre, con diversidad funcional, sin techo o simplemente vendedor independiente...siempre le ha tocado la peor parte y entre eternos controles de identidad (procedimiento por el cual Francisco fue asesinado al negarse a entregar su documento), hostigamiento y abuso sistemáticos de poder como cuando fiscalizan carros de comidas callejeros llevandose la mercaderia, se han dado oscuros casos de desaparición y muerte que siempre quedaban en un limbo de duda, pero gracias a la tecnología actual, los celulares con cámara, se ha comenzado a evidenciar lo que por tantos años era un actuar de brutalidad naturalizada.


 

No es que antes no pasara, es que no existía una red de alcance tan masivo como pasa ahora, los registros de ataque desproporcionado que los efectivos de la fuerza policial han usado contra ciudadanos tanto en situación civil como de protesta se ha grabado y aunque se ha intentado censurar o eliminar mucho de ese material, siguen apareciendo registros casi explícitos. Es quizás desde las protestas del 2011 cuando se comenzó a cuestionar de forma consistente el accionar represivo de la policía, gracias a amnistía internacional cuyos examinadores emitieron un contundente informe en donde daban cuenta de la represión desmedida de la policía para con lxs estudiantes que en ese entonces se revelaban pidiendo educación gratuita. Fue quizás la primera advertencia gruesa que la institución recibió en relación a su actuar completamente naturalizado por tantos años. Un tirón de orejas que obviamente, con las políticas de estado  enfocadas en el sometimiento social, no fue demasiado tomado en cuenta. 


 La represión en el 2011, sigue igual o peor

Todo se fue sumando y la ruta del desprestigio comenzó a hacerse cada vez más patente en Noviembre de 2018 con el descarado montaje que se armó para incriminar al comunero mapuche Camilo Catrillanca de terrorista para así justificar su asesinato (otra política de estado, criminalizar la lucha de los pueblos originarios y en general cualquier lucha social, lo que explica a Piñera anunciando que "estamos en guerra contra un enemigo pdoeroso" en realción al estallido del 18 de Octubre). Este hecho no es aislado a otros que durante los últimos veinte años fueron ocurriendo en Chile, pero sí fue significativo por la imposibilidad de mantenerse velado y desinformado como había pasado tantas otras veces. Aún hay coletazos de aquello, a principios de este año la hija de Catrillanca, una menor de 12 años fue presionada y amenazada por efectivos policiales en otra funesta operación de desalojo que vienen practicando desde hace al menos 5 años por la zona de la Araucanía (ahora los acusan de narcotraficantes).  En otro tiempo la retorica con que se entendía a la policía era cuanto menos honorable y Chile gozaba de una imagen internacional bastante limpia en cuanto a su institución, policial en comparación a otras de la región, no obstante, era evidente que todo eso siempre fue una ilusión mantenida por un Estado que sostenía los hilos de la represión invisibles dentro de la DEMOCRACIA. Luego con el estallido social cualquier mínimo respeto o mejor dicho, miedo que se le tenía a la policía por parte de la ciudadania no dio pie atrás, aunque la situación de pandemía evidentemente interrumpió aquellos animos.

El ciclo eterno

Municipalidad de Panguipulli incendiada en medio de las protestas por la muerte del artista callejero asesinado.
 

Es imposible no relacionar este caso con el de George  Floyd en Estados unidos ocurrido el año pasado, no sólo por la magnitud de la respuesta (en ambos casos se quemó una institución pública como respuesta del asesinato) sino también por la similitud con que la represión policial actuó. Un afroamericano desprovisto de derechos dentro de un contexto social donde Estados Unidos está al borde de la división entre supremacistas blancos, a quienes por lo demás la misma policía no trató con la misma vehemencia, cosa de ver cómo fue su tibio accionar en el momento que un grupo de adherentes a Trump asaltó el capitolio en Washington. En Chile la brutalidad con que se accionó frente a un hombre que prácticamente vivía en situación de calle desde hace años y ganaba dinero realizando actividades artísticas en la parada de los semáforos, tiene el mismo trasfondo. La policía no actuó con la misma brutalidad cuando el 13 de enero, Roberto Belmar un autoproclamado fascista de redes sociales atentó en pleno centro de la ciudad de Santiago en el contexto de una marcha por la liberación de los presos políticos a causa del estallido social (otra cuenta pendiente que mantiene el estado con la sociedad) portando una pistola de balines. En este caso la policía realizo maniobras disuasivas, pese a que el peligro que representaba su objetivo era mucho mayor  que lo que pasó con Francisco a quien se le atribuyo la amenaza de poseer unas cuchillas para malabares, es decir, sin filo punzante. En un caso se procede con cautela y procurando salvaguardar la vida de quien públicamente se impone como una amenaza, en el otro simplemente se dispara a matar. Evidentemente para la policía tanto de Estados Unidos como la Chilena hay un estandar de vidas que valen y otras que no ¿cuál será el parámetro? Como curiosidad también hay que agregar una información que se supo hace unas pocas horas y es que Francisco era tío de Antony, un menor de edad que enOctubre pasado en medio de una manifestación, fue lanzado por un carabinero desdeun puente, nuevamente a vista y paciencia de muchxs.

En ese aspecto los medios de prensa tradicionales, es decir, los principales diarios y cadenas televisivas, así como informativos con mayor alcance nacional dentro de su limitada capacidad para entregar noticias que no choquen con los intereses de los grupos poderosos del país, suelen tergiversar o difuminar los hechos siempre con la mala fe de intentar sembrar una opinión que se abalance hacía el lado del Poder. En especifico este hecho se informó como un confuso incidente, de confuso no tiene nada: Carabineros actuó de forma descabellada frente a un control de identidad dentro de un contexto de continuo hostigamiento hacía una persona tachada como imprescindible para el desarrollo del asqueroso sistema que ese cuerpo de funcionarios intenta establecer. El hecho no fue confuso, fue un asesinato. Cada vez que los medios exponen la represión policía o la corrupción (de la cual cada vez se esta sabiendo más al respecto debido al bochornoso caso pacogate) intentan sopesar las palabras que forman un juicio de opinión en la ciudadanía, pero no tienen ningún problema en tergiversar o incluso mal informar otras cosas como tachar de terroristas a lxs comunerxs mapuches.

Hoy nada más que rabia puede entrar en mi corazón, se han levantado múltiples protestas a lo largo de esa angosta franja de tierra llamada chile, nuevamente exigiendo dignidad frente a un Estado tan acostumbrado al sometimiento que parece no querer entender ni hacer concesiones reales con una ciudadanía cada vez más cansada de este tipo de tratos. Ya la olla hirvió hace mucho, y todavía no se apaga el fuego que la calienta. Chile es nuevamente un país más rojo y sangrante por las múltiples heridas que brota por sus costados, el pueblo otra vez ha comenzado a levantar la voz, al menos la mayor cantidad de la población, esta vez, sabe alzarse sin miedo. A dónde nos conducirá esta rabia, con un gobierno de orden fascista y corazón neoliberal, todo parece indicar que las fuerzas seguirán chocando de aquí a muchos días más, por lo que una simple petición, juiciosa y lo más coherentemente posible es la que expongo desde este rincón: Fin de la fuerza policial de carabineros. Los sectores más progresistas, pero anclados dentro del sistema ya están pidiendo refundación de la institución, han sido 93 años reprimiendo a su propia gente y nunca hay mal que dure 100 años. No obstante es indudable que la desaparición de estas fuerzas de "orden publico" segurirán existiendo, pues como dijo Lisa Simpson, mantienen a raya el status quo que privilegia a los Poderosos. Quizás lo que está más al alcance en un contexto podrido como lo está chile actualmente, sería bajarle las atribuciones a lxs carabineros y empezar a potenciar otro tipo de isntituciones no punitivistas conformada por especialistas del área social que se encarguen de trabajar en barrios y poblaciones para resolver problemas de orden domestico que siempre surgirán y a los que se suele llamar a la policia para zanjarlos. Es un trabajo más complicado y que involucra conectarse mucho más con la sociedad, pero si por un lado pedimos abolición de la policia y por otro no somos capaces de resolver nuestros problemas comunes sin la intervención de ellos, es porque estamos tana cosumbradxs a su influencia que hemos perdido la capacidad de hacer comunidad. La Policia separa y divide, y en CHILE, HACE MUCHO QUE MATA Y ABUSA.-


 

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