Llega el invierno y junto a el empiezan a salir los discos de tonalidades
frías que mantienen ese ambiente melancólico y taciturno. Para mi uno de los
mejores ejemplos para representar esa sensación es este, que además es mi
favorito de esta banda de metal Sueca que sin duda supo atreverse a romper los
propios paradigmas que ellos mismos hasta ese momento se habían creado.
La soledad hecha sonido
Opeth actualmente es esa clase de banda que sólo “intelectuales” saben
apreciar, siempre odie que la banda tuviera ese rotulo tan marcado, pero
evidentemente no es un grupo que busque un sonido mainstream. De raíces metaleras agresivas, con mucha influencia death metalera incluso, arrancaron a principios de los
noventa de las cenizas de varias bandas metaleras de la escena, siendo su
principal componente (aunque originalmente no fue quien fundó la banda) el
músico Mikael Åkerfeldt a quien de aquí en más llamaré simplemente Mikael.
En 2002 la banda decide grabar largas sesiones que serían divididas en dos
trabajos, todo bajo la producción atenta y estilística de Steven Wilson quien
ya había colaborado en la producción del disco anterior “Blackwater park”
(2001) el que hasta ese momento consiguió ser uno de los trabajos más exitosos comercialmente hablando. De esta forma “Damnation” nace como el mellizo de
“Deliverance”, un disco brutal, poderoso, abrumadoramente técnico, pero sobre
todo muy tétrico en donde la tradición del death metal consigue llegar a su
máxima expresión y por muchos años una banda de metal no conseguiría alcanzar
tal maestría del genero (quizás la llegada de Gojira movió los estandartes,
pero fue una buena cantidad de años) La idea de llevar adelante la sonoridad de
las facetas más características del grupo, en todo caso, no fue de Mikael sino
del vocalista de Katatonia Jonas Renske quien se lo sugirió.
Steven Wilson junto a Mikael |
“Deliverance” es un disco de sólo
cinco canciones de más de diez minutos de duración cada una, además de un track
instrumental que sería el anzuelo para poder entender lo que vendría después
con “Damnation”, ya que ambos trabajos fueron lanzados de manera independiente
pese haberse grabado en las mismas sesiones. Fueron concebidos como discos
distintos en cuanto a su concepto, pero hermanos con respecto al momento de su
creación y bien se puede entender a uno como el némesis del otro debido a la
diferencia tan notoria de estilos, de hecho “Damnation” hasta ese momento se
podría entender como una excentricidad de la discografía del grupo, para el
momento de su publicación consiguió incluso desencantar a muchxs de sus fans.
Paisaje gris y frio
In my time of need mantiene esa línea tranquila y algo acantilada del
primer corte, una canción que transmite una sensación de estar al filo de la
condena. Esta sensación igualmente se puede reflejar por las condiciones de
presión que la banda tuvo al momento de grabar este y el disco “Deliverance” ya
que el sello ante el gasto que supuso el que la banda llevase adelante la
grabación simultanea de dos trabajos les otorgo un estudio algo barato el cual
poseía un equipamiento bastante anticuado, que dio problemas técnicos que iban
desde que las cintas de grabación se rompían y los micrófonos del baterista
Martín López eran cambiados a antojo del productor. El aporte de Wilson para
darle mayor forma tanto harmónica como coherencia a las canciones que la banda
le costaba encontrar hablan de su excelente papel como productor, pero también
de su gran implicancia en este trabajo. De hecho, Death Whispered A Lullaby contiene
letras escritas por él, intentando ayudar a un cansado Mikael quien realmente
quedo exhausto después de tamaña aventura.
Closure
lleva adelante un sentimiento de amargura compuesto bajo el shock de la muerte
de la abuela de Mikael, a quien el cantante estaba muy unido (de hecho, tanto
Deliverance y Damnation van dedicados en su memoria) pero el tema también tiene
muchas vibras a canciones más propias de Porcupine Three e incluso es la que
mejor despliega esa esencia de rock progresivo setentero más propio de bandas
como Pink Floyd. Nuevamente los aplausos para la producción de Wilson quien
consigue darle forma a una batería apabullante y a una escalofriante sección de
guitarras acústicas para cortarse abruptamente con un in crescendo de metal que
no llega a concretarse pues es interrumpido por la árida calma de Hopes
Leaves una de las mejores canciones de la banda y que realmente es una
belleza donde las guitarras consiguen transmitir una gracia imposible de
apreciarse en cualquier otro trabajo de Opeth, en esta canción el bajo también
se lleva las palmas y nuevamente los ambientes de los teclados de Wilson le dan
una atmosfera inquietantemente bella a todo.
En To Rid The Disease fascina
ese aire melancólico y triste que toca la fibra huyendo de histrionismos, todo
se desarrolla mediante una elegante batería bien ajustada, una melodía casi de
ensueño y unos pequeños acordes que hacen alusión a un momento pesadillezco. Ending
credits es un instrumental que realmente no aporta mucho más que sumar un
poco más de ambiente, pero que en relación al resto de los siete temas queda
muy apocado, aunque es el que tiene la mayor vibra de un sonido de otra década.
El final con Weaknes arranca como una canción de la banda Noman de
Wilson con el característico sonido de un melotron dibujando notas enigmáticas,
la voz de Miakel tranquila y algo fantasmal para combinarse con los coros del
propio Wilson.
Damnation es un trabajo hermoso, oscuro, de sonido introspectivo y sobre todo muy elegante en su propuesta. Marcó un punto y aparte para la carrera de la banda y supuso un gran desafío a la hora de su elaboración. También destaca la cooperación casi autoral de Steven Wilson quien realmente salva el disco en muchas secuencias y por lo mismo le doy tanto crédito al respecto. En fin, si alguien no conoce esta banda y quiere comenzar el camino de su escucha, recomiendo fervientemente arrancar por Damnation, aunque realmente de aquí en adelante cada disco de Opeth fue una sorpresa tras otra en la que la banda se siguió atreviendo con mayores técnicas e ideas.-
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