Mucha música que consumí indirectamente en mi infancia, hoy toma otro sentido ya que la puedo apreciar con mejor atención. La influencia (insólita a mi parecer) de mi Padre a la hora de educarme sin querer con la música que él escuchaba cuando yo era niño, repercutió inexorablemente en las melodías a las que suelo volver. Ya mencioné artistas y discos como Sade o Carol King, pero ahora es tiempo de enfocarse en un disco que mi Padre realmente nos hartó de escuchar en su momento. Joe Vasconcellos, el músico brasilero-chileno que nos brindó de un paisaje de fusión latina mucho menos intelectual que otras bandas del estilo y por ende más disfrutable para las masas, siempre estuvo ahí durante mis 10 y 11 años sonando en casa de manera interminable con este disco que hoy al escucharlo no deja de hacerme sentir, no sólo nostalgia, sino verdadera conmoción al apreciar un cancionero tan enérgico y potente para el acontecer nacional.
La banda sonora de los buenos tiempos
Joe a simple vista parece un tipo piola, medio hipie, con gafas, muy crítico de la realidad, pero que desprende una buena onda incorregible. Siempre sospeche que mi Padre de alguna manera lo idolatraba por la capacidad del músico de llevar adelante un discurso social, liberador, pero no por ello denso, es decir, alguien que sabía transmitir con gracia y certeza ideas que no parecen consignas ni mandatos. Si bien sus primeros años de carrera los realizo junto al laureado grupo Congreso donde grabó quizás la canción más popular del conjunto la inspiradora “Hijo del Sol Luminoso” el éxito como solista que Joe consiguió a principios de los noventa se debe en gran parte a que llevo adelante una propuesta que para ese momento era casi insólita en chile: Mezclar el rock popular con letras analíticas, pero identificables, usando elementos rítmicos de la música latina. Sin exuberantes discursos, pero con una clara mirada ecológica que se mezclaba con los géneros más diversos del panorama folclórico sudamericano, pero no fue hasta su tercer disco de 1995 “Toque” donde Joe conseguiría adoptar una identidad sonora más palpable al usar las batucadas y percusiones brasileñas como un leitimotiv único que por supuesto contagiaba jolgorio y se distanciaba enormemente de la cumbia más clásica o tropical.
Como un gran precedente de la movida de la nueva cumbia chilena expuesta por artistas post 2000 como Chico Trujillo o Juana Fe (huácala) Joe siempre brillo en sus presentaciones en vivo, mucha energía, mucha simbiosis con el publico y especialmente un gran carisma que lo hacía conectar casi con cualquiera. De alguna manera y para consolidar una primera gran etapa de su carrera Joe decide lanzar en 1999 su primer disco en vivo llamado simplemente “Vivo” y el éxito fue monumental. Elaborado a partir de las grabaciones de dos noches en que el artista se presentó en el Teatro Providencia durante aquel año (por supuesto con todos los retoques de post-producción) el disco fue y creo sigue siendo la mejor carta de presentación de este artista. El trabajo no desfallece en vitalidad y especialmente el componente del publico en vivo le entrega al cancionero y a la performance propia de Joe y su banda verdadera alma que cualquiera que lo escuche desearía estar allí.
Más allá que casi todas las canciones que el artista se despacha en este disco han seguido siendo las imprescindibles para sus setlist, y de que luego de este disco Joe nunca más pudo volver a alcanzar una popularidad tan alta por lo menos dentro de la escena nacional. La presencia de Joe hasta el día de hoy continúa siendo imprescindible en la música Chilena, y bien podría trascender mucho más, pero creo que Joe es ese tipo de músico que si bien esta consciente que la pegó en su momento, no parece nunca haberse engolosinado con la fama y no tiene problemas en tocar en la toma de una población así como en un Estadio Nacional repleto.
A principios del año 2000 este disco realmente se ganó el lugar en todos los estantes de los extintos locales de la Feria del Disco, mi Padre y mi Madre durante esos años administraban un negocio de esos que vendían baratijas y fue una época de bonanza, de ser sus propios jefes y en general de buena fortuna, obviamente la cosa se iba a desmoronar, muchas deudas hicieron peligrar incluso que mi Padre tuviese que pagar al fisco con cárcel y todo eso, tuvimos que terminar con el estilo de vida mínimamente acaudalado que consiguieron y empezar de cero, pero antes de eso, una pequeña primavera se vivió en el año 2000 y Joe Vasconcellos fue el encargado de musicalizarla dentro de mi casa. Mi Padre repetía mucho este disco y enaltecía la actitud apacible y clara con que Joe manifestaba su explosiva fama frente a los medios “Yo no tengo que dar declaraciones muy íntimas de mi vida, todo está en mis canciones” dijo en alguna entrevista, me imagino con su inseparable sonrisa en el rostro. Poco a poco los días más alegres de mi familia se empezaron a teñir de discusiones, llantos y un inquebrantable fin que marco una etapa de mi vida, pero eso es otra historia, lo que si quiero destacar es que el disco acompañó ese último momento de bonanza que mi familia tuvo (y que realmente nunca volvieron a alcanzar) y por ello el disco, pese a que en esos tiempos yo ya me empezaba a interesar por la música y buscaba mis propias inspiraciones, siendo el disco de Joe simplemente algo que entendía como “cosas que mi Papá ponía todas las mañanas en el equipo de música” igual influyo en mi cultura musical y con el tiempo le fui agarrando cariño, y finalmente valorando el excelente sonido y producción que caracteriza a esta bella perla sonora, distinguida por la siempre discutible Rolling Stone como uno de los 25 mejores discos Chilenos, y bueno yo sí estoy de acuerdo.
Explosión, alegría y ritmo contagioso
El disco abre como debe ser lo que patenta un disco en vivo: Gritos del público, los saludos corteses de Joe a su audiencia y los primeros acordes en guitarra de la bohemia “Ciudad Traicionera” cuyas guitarras que parecen ir zigzagueando entre un duro blues a una tonada mucho más folclórica, caldea de manera excelente los ánimos de un publico que en todo momento aplaude y grita entregadxs con emoción a la música que Joe va enarbolando a paso firme, pero si bien el tema despliega una intimidad casi dolorosa, no hay tiempo para la solemnidad, inmediatamente suena “Preemergencia” un reclamo algo naif que aboga por la paz, o al menos así lo creí por muchos años, no obstante, la letra es mucho más crítica hacía el sistema capitalista, por supuesto todo con un ritmo contagioso, con aires brasileros gracias a las poderosas percusiones que el mismo Joe despliega, su coro siempre fue una genialidad, un trovador que se alimenta de la energía colorida de sus percusiones al más puro estilo de Cyro Baptista.
“Huellas” era la canción favorita de mi Papá, la repetía una y mil veces. La letra del tema es reveladora, una especie de advertencia a aquella persona que te despecha, pero lo interesante nuevamente es esa mezcla de batucada y rock fusión con un piano bien potente que le da una melodía irresistible al tema para bailar, beber y llorar al mismo tiempo. Aquí se puede notar las palpables influencias de Congreso con la trayectoria brasileña que el artista realizo a mediados de los años ochenta y que lo hizo trabajar con artistas como Zizi Possi. El puente del tema es alucinante, con todo el público coreando los “wooo” y los bronces y platillos rodeando todo de un aura poderosa, todo para dar paso a un solo de guitarra eléctrica que tiene sus cercanías con la guitarra del Gato Alquinta. “Una fiebra” vuelve al estilo más bohemio del músico, tema que no cuesta imaginarse sonó (y seguirá sonando) en pubs urbanos. Esta vez el rock y el blues tienen un componente mucho más presente y los bronces le otorgan una sofisticación delicada y elegante.
“Solo por esta noche” continua con el delirio de sensualidad, una harmónica da pie a un blues lento casi de streap club, lo interesante aquí es notar como el publico canta cada verso de la canción a todo pulmón, volviéndose locxs con gritos destemplados que se logran apreciar y le dan ese sabor vivo y espectacular a un tema que en su versión de estudio parece no deslumbrar tanto. Ante el vitorioso agradecimiento de Joe y sus palabras que grafican el momento “El pueblo esta contento” arranca “Las seis” quizás una de las canciones que fue el germen para que luego naciese el movimiento de la nueva cumbia Chilena y es que es evidente que los grupos que se mandaron a tocar cumbia luego de los dos mil, de alguna manera siguen la misma lógica de esta canción: Letra que describe básicamente el sentimiento de añorar la fiesta, pero en un contexto en que esta ya comienza a desaparecer, contrastando con la animosidad de la música que parece no querer darle cese al fuego. Trompetas, baterías y sobre todo un grandioso punch que Joe despliega en su canto, el tema termina con unas pequeñas palabras de agradecimiento que patentan la impecable actuación que se lleva hasta ese momento.
El rock fusión vuelve con “Induce” uno de los temas con mejor letra que he escuchado. Clara, directa y bella en su forma de expresarse, la letra es una invitación a romper las barreras culturales que dividen a la sociedad en aspectos socioeconómicos. Los motivos de melodías árabes le dan el tema un color medio místico que rompe un tanto con la intrépida fiesta que se estaba llevando a cabo, pero todo vuelve a su lugar con la grandiosa “Mágico” la cual conecta inmediatamente con el tema anterior usando una intro algo chamánica para después explotar en un redoble de batería y un reggae que se amolda a las percusiones más tropicales. La letra nuevamente nos habla de una volada más cercana a la naturaleza y cierta esencia básica del ser humano que se dedica a conectar con su parte más artística, pese a lo grandilocuente del concepto, su letra no tiene nada de compleja y es un tema que no tiene desperdicio alguno, especialmente esta versión en vivo donde la gente realmente también adquiere un protagonismo indudable ya que es imposible no corear con ímpetu, especialmente cuando el tema se acelera al son de una poderosa batucada.
“Conciencia” vuelve a los orígenes más jazz de Joe, remitiendo a sus años en Congreso, es una canción de una gran sofisticación, con guitarras de tiro psicodélica y un ritmo de rumba implacable. “Coolpa” sigue la misma estela, incluso se siente medio soul por momentos gracias al gran trabajo de las coristas que le otorgan más cuerpo a la canción. “Me demoro” es otro blues sensual que baja necesariamente las revoluciones y con la incorporación de un solo de trombón. La energía vuelve con “La Funa” otro de esos temas con perspectiva social que creo interpelaba bastante bien a mi Padre por esos años ya que gran parte de la letra orbita sobre un tipo con deudas.
“Blusa transparente” mantiene ese rock con rasgos de funk en el que Joe canta a la sensualidad femenina sin muchas travas de por medio, en todo caso es el tema cuya letra más detesto y creo que musicalmente tampoco consigue moverme mucho. Mucho más interesante es “Quieto” otro jazz con raíces a lo Congreso y su fusión latina, nocturna, festiva y sobre todo dicharachera, los gritos del publico son lo mejor. Hasta aquí debo decir que el disco pese a su evidente larga duración (20 temas) no se siente denso en ningún momento, es un disco que fluye con gran sutileza al punto que la experiencia de sentir la música en vivo no se pierde nunca. Luego frente a la presentación de Joe hacía un chinchinero llamado Pepa, éste toma protagonismo para dar rienda suelta a su locura en el corte “Suelta la Pepa” que es una canción de pura percusión elaborada por un artesano del ritmo que Joe ovaciona completamente. Me pareció un buen gesto incluir este fragmento del show en el disco, más que nada por dignificar el trabajo de este tipo de artistas, pero debo decir que tampoco me movió demasiado.
“De terror” arranca con unos acordes que podrían recordar a alguna canción de Soda
Stereo, pero inmediatamente se transforma en una batucada furiosa en donde Joe
despliega una letra crítica al espectro social y al querer posicionarse
socialmente frente a otras personas, siempre cantando en contra del arribismo
social. La guitarra acá se siente más cruda, más rockera y el bajo obtiene un
protagonismo que ya se merecía a estas alturas del show. El tramo final arranca
con “Sed de gol” canción que sigue en la misma línea que el tema
anterior, ya a esas alturas se puede notar cierto desgaste energético en Joe,
pero el público mantiene su vibra al pie del cañón. La hermosa “Hijo del Sol
Luminoso” cierra de una forma apacible, enaltecida por la energía de la
conexión del publico y las batucadas que ahora se convierten en verdaderas
murgas. El tema es un clásico del cancionero chileno y en su humilde lirica (algo
hippie hay que decirlo) manifiesta una conciencia sencilla y a la vez
trascendente de habitar la realidad. Una forma grandilocuente de acabar el
concierto, pero no el disco ya que se agrego el tema “La joya del Pacifico”
un bolero popularizado por el cantante Lucho Barrios que es más que nada una
oda y exaltación al romántico puerto de Valparaíso (en esos años, supongo, un
poco más bonito de lo que es ahora) la
verdad es que es un cover bien logrado ya que Joe le aplica su estilo de
batucada brasilera dándole ritmo y cadencia enérgica, pero realmente esta
canción sólo fue incluida en el disco porque pertenecía al Opening de la
telenovela que Canal 13 transmitió por esos años “Cerro Alegre” Como un
bonus track no esta mal, pero bueno, es un cierre un tanto extraño a un disco
que despliega energía, vitalidad y euforia en su hora y pico que dura. “Vivo”
pese a sus momentos disparejos es una gran experiencia sonora, transporta un
excelente momento de la música chilena a nuestros oídos y sólo aquí se puede
apreciar en todo su esplendor la magia que Joe Vasconcellos y su banda
conseguían mandar en vivo y en directo, no por nada hace un par de años atrás el
disco fue reeditado y remasterizado aunque creo que eso no era necesario, ya el
material original tiene toda la potencia necesaria. -
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