miércoles, 2 de marzo de 2022

100 Discos para mis treinta: #08 Nujabes - Modal Soul (2005)


Desde hace algunos años, la etiqueta de música "lo-fi" comenzó a ganar presencia y popularidad en Youtube gracias al canal Lofi Hip-Hop Radio. A partir de esta agradable transmisión continua, la música antes rotulada como hip-hop instrumental comenzó a tener un reconocimiento que iba más allá del nicho. No obstante, es todo un mundo al que nos adentramos en el que conviven extremos tan opuestos como DJ Shadow o DJ Krush, y en el medio de estos abunda una infinidad de propuestas mediocres y derivativas, siendo Nujabes una de las perlas más preciadas dentro de este estilo que sirve tanto para momentos de divagación, concentración e incluso improvisación lirica.
 
Un alma calma, pero profunda
 
Nacido en Japón, Tokyo, con el nombre de Jun “Seba” Yamada, pero mejor conocido como Nujabes, fue un DJ y productor musical fallecido el año 2010 que tuvo la virtud de trabajar en la banda sonora de uno de esos animes considerados hoy de culto, Samurai Champloo, consiguiendo que su hip-hop de esencia poética, calzara perfectamente a la historia contextualizada en el Japón Feudal.

La gran calidad del anime - producido por los responsables de la afamada Cowboy Bebop - (banda sonora que tengo entre mis favoritas) hizo que en la consciencia colectiva, la sofisticada y  urbana propuesta musical de Nujabes fuese bien apreciada. La mecánica de ir usando sabiamente elementos de jazz mediante samplers de canciones antiguas que exploran con total respeto un gran repertorio de música afro-estadounidense, dotanto a nujabes de la fuente inagotable de talento de artistas como Miles Davis, Ducke Ellingron, o momentos más vibrantes como parte del catalogo de la Motown o incluso echando mano también al Chicago House.

Es interesante notar como el lenguaje musical y la apreciación frente a las cualidades melódicas que transmiten cierto animo en canciones con una base cultural tan alejada a la de un Japones como lo es la cultura afro-estadounidense, sean igualmente tan bien utilizadas. Nujabes por lo demás viene del mundo más cercano a la experimentación auditiva como ocurre con su dueto Urbanforest junto a la artista Nao Tokuy, de todos modos Nujabes consigue conectar muy bien con la música de raíces negras, sin que se sienta en ningún caso un acto de apropiación sino más bien de apreciación cultural, un homenaje cálido, sin por ello desprenderse completamente de motivos sonoros que transmiten un poco de la cultura japonesa.

 

Un trabajo que proyecta inspiración y candidez, que ha servido para que otrxs artistas de nuevas camadas que han desarrollado su carrera mayormente en internet a través de plataformas como SOUNDCLOUD y BANDCAMP, vean en Nujabes un especial referente, colocando muchas veces su nombre en los tags que acompañan a sus propios temas.

Si bien Nujabes puede parecer de esos artistas que hacen música para que funcione de fondo en alguna tienda o biblioteca (incluso hospital, por qué no) incluso algunas canciones de este disco podrían caer en esa categoría, pero la notoriedad que adquiere para mí el artista y especialmente este disco, su segundo trabajo, esta en su inusitada y minuciosa profundidad que sólo se aprecia con atención al detalle: Los samplers que presentan momentos de jazz, se transforman en verdaderos oasis de tranquilidad urbana, remiten a imágenes de atardeceres en grandes urbes, o tal vez días nublados, amenazantes de lluvia, pero que tras una ventana y con una taza de café otorgan un fuerte sentimiento de tranquilidad.

Descubrí a Nujabes por el boom de la música lo-fi y pese a que las diferencias estéticas entre él y otros artistas de esos géneros son notables, la esencia de trance agradable, de estar en la carretera arriba de un auto sin rumbo dirigiéndose hacia el atardecer, de bicicletas moviéndose en medio de la naturaleza, todo eso lo potencia Nujabes, contagiando una fascinación por lo simple, característica que hace que este disco destaque como uno de mis predilectos a la hora de la contemplación e incluso creatividad.

Música para audifonos y ojos cerrados
 
El disco arranca leve, pero sin pedir permiso con la hipnotica "Feather" que se desliza como aceite por tus oidas mediante las suaves teclas del piano que se escuchan como referencian a "Love Theme from the roble" un clásico jazz de salón compuesto en 1961 por el músico Yusef Lateef uno de los músicos predilectos por parte de Nujabes a la hora de crear samples, enganchando con la primera de las copiosas colaboraciones que ostenta este trabajo, se trata del correcto y medido y lleno de clase freestyle que proponen Cise Starr y Akin.

“Ordinary Joe” con la intervención en voces de Terry Callier, dándole ese aire más cercano al soul setentero de artistas como Al Green o por supuesto el gran Marvin Gaye, parece el tema ideal para sentarse en algún cerro y contemplar la ciudad, es relajado, exquisito, con la inclusión de una flauta dulce que le otorga un mayor desosiego al animo del tema, aún pese al intrepido beat de la batería. “Reflection Eternal” es conmovedora, aquí es donde se desata un jazz único, cool, que bien podría sonar en la serie animada de los noventa “Hey Arnold!” no es precisamente Acid Jazz, pero perfectamente se puede bailar, aunque como es la tonica del álbum completo, más vale la pena atender los minimos detalles sonoros que a ratos el tema despliega: Saciedad, contemplación, suavidad. “Luv (sic) PT3” es uno de mis temas favoritos, junto a la colaboración del rapero japones SHING02, el tema consigue ambientarnos en un escenario nocturno con scratch de tornamesas incluidos. 

 

“Music is Mine” nos adentra en una narrativa jazz bien sofisticada y repleta de momentos de súbita introspección, aunque es a la vez el tema que me parece menos “único” dentro del cancionero ya que a las finales se siente como una canción clásica de jazz, aunque tal vez, de eso se trataba. De todos modos “The Sign” con la colaboración en voces de Pase Rock merece mayor interés, llevando adelante entre sus rimas una sustanciosa critica social al segregacionismo, pero al mismo tiempo se trata de una envolvente melodía circular que consigue sorprendernos en cierto momento e irse por la tangente con facilidad imprevista, de este modo entendemos cierto código: Cada canción presenta algún rasgo de genialidad que sirve como punto de fuga para poder ingresar al universo auditivo de Nujabes, no nos dan lo que esperamos dentro de la lógica que podríamos creer tiene el tema, en vez de eso el DJ le da al tema lo que necesita para mantenerse sobresaliente. Un excelente control del clima que el disco mantiene en casi todo momento.


 

 “Thank You” con la colaboración de Apani B desprende un vaiven de música francesa de los 70’ (de esa tan propia de artistas como Jane Birkini) más un hip hop de flow femenino que se agradece, ya que matiza un poco la tónica que veníamos escuchando en las colaboraciones. “World´s end Rhapsody” intenta jugar con el techno minimalista sumado a los sonidos de un jazz fantasmal, otro tremendo tema del disco. A su vez la canción que da nombre al disco “Modal Soul” se siente etéreo, grandilocuente y crepuscular con la ayuda de Uyama Hiroto, el tema decanta en un jazz de salón cubierto de filtros pop. Los últimos cuatro temas carecen de colaboración, “Flowers” se siente como una canción adelantada al lo-fi de manual, “Sea of Cloud” vuelve a incorporar elementos más propios de la cultura electrónica y del techno dándole un toque medio místico gracias a los súbitos sonidos de trompeta y percusiones de onda más astral.

 


“Light on the land” es una sorpresa ya que aborda elementos del Synth que le dan al disco una cualidad mucho más pulida que permite llevar sugerentes imágenes a nuestra mente. Finalmente “Horizon” cierra las puertas de este maravilloso viaje por cerca de ocho minutos de piano, beats potentes y melodías enternecedoras. Un final que alienta a escaparse a otro mundo. Maravilloso y a ratos hasta mágico, no escuchar a Nujabes sólo le hace mal a tu alma.-

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