Medite bastante si acaso quería poner este legendario disco chileno en este ranking tan importante para mi vida. Ya hablé de Los Prisioneros y su disco La Cultura de la Basura el cual considero una joyita infravalorada hasta por sus mismos integrantes, pero con CORAZONES parece existir un consenso nacional de que es un disco supremo y ante eso no hay mucho que agregar, quizás lo único que podemos considerar es que en realidad es un disco solista de Jorge González lanzado bajo el nombre de Los Prisioneros y de ahí ya podemos decir un par de cosas.
Un sentimental adiós
Como ya deben saber si han leído o al menos revisado las vergonzosas entradas añejas de este blog Los Prisioneros es una de mis bandas favoritas, les agarré el gusto por el año 2010, obviamente los conocía desde mucho antes, pero la tremenda popularidad que resplandecían hizo de algún modo que no me interesasen mucho, algo que suele pasarme con cosas mainstream por hacerme el único y divergente. Ahora, mi amor por la música de esta banda llegó gracias a la chismología y eso fuera de ser algo frívolo (que sí, lo es porque nadie se atrevería a medir el valor de los discos de Radiohead por los chismes internos del grupo) me ayudó a darle una mayor connotación a sus canciones especialmente a las que componen el disco que comentaremos.
La historia de este grupo es realmente muy buena y aunque han intentado plasmarla en series y películas, hasta ahora ninguna ha conseguido hacerle verdadera justicia porque pese a lo que Jorge Gonzáles diga y repita, este grupo que fue tan importante para el ADN de la música pop chilena, empezó como una banda de amigos adolescentes llenos de ingenuidad, pero también mucha actitud y garra. Nunca sabremos cómo se dieron realmente los acontecimientos precisos para que un grupo de “pinganillas” de barrio en los años 80, con una dictadura aún asfixiante en la sociedad de la época, consiguiese empalmar tantos hits y seguir siendo relevantes hasta el día de hoy. Prácticamente la cultura musical chilena tiene un antes y un después de Los Prisioneros, lo que no tiene nada que ver con calidad musical ni nada por el estilo, más bien y siempre lo he entendido así, Los Prisioneros supieron llevar una actitud fresca al mercado de la Industria musical Pop que marcó una diferencia sustancial dentro de la música chilena. Mucho de ello tiene que ver con la génesis de la banda, las grabaciones caseras que Jorge González y Claudio Narea realizaban con los Pseudopillos a sus casi 14 años y posteriormente los ensayos casi lúdicos y precarios que unos adolescentes Miguel Tapia y González llevarían a cabo, todo fue sumando para que en determinado momento el sueño de ser una banda se convirtiese en realidad, por más que el objetivo que estos tres perseguían fuese algo tan pedestre como conseguirse chicas.
Una meteórica carrera que los llevo en muchos momentos a tener fuertes tensiones con la dictadura que desencadeno en su disco más confrontacional, mi favorito, el ya revisado La Cultura de la Basura, dio pie a uno de los momentos internos más críticos de la banda y aquí es donde lo personal no puede abstraerse de la obra de estos muchachos, aun que quisiéramos hacer ese ejercicio, creo que Corazones es un disco que se escucha y disfruta mejor teniendo en cuenta su contexto de composición. Ojo, no es algo que pasa con todos los discos, de hecho, no debería pasar con ninguno, pero aquí una canción tan poderosa como Estrechez de Corazón cobra mucha mayor relevancia teniendo en cuenta el por qué de su temática.
Recuerdo una noche que andaba con la pila puesta y no podía dormir porque había trabajado todo el día y en vez de estar cansadísimo, me sentía ansioso, no recuerdo por qué, me puse a leer unos comics de Calvin y Hobbes, mientras descargaba archivos de textos, entre ellos estaba la primera edición del libro de Claudio Narea “Mi vida como prisionero” en donde cuenta como se formó la banda y mucho más importante los detalles que llevaron a su quiebre definitivo de amistad con González y su salida del grupo, me leí casi todo el libro esa noche y desde ahí me convertí en un fan. Pese al evidente tono de victima que Narea toma, si hacemos un rastreo de entrevistas y artículos, creo que la verdad de los hechos más sustanciales están de su parte. La cosa es así para quien no lo sepa lo resumiré muy rápido, Los Prisioneros estaban pasando por un mal momento económico debido a la censura que la dictadura les aplicó, tuvieron que emprender una improvisada carrera internacional en la que todo iba relativamente bien hasta que empezó a ir relativamente mal debido a que Narea se enfermó y tuvieron que parar la gira.
González que en ese tiempo era un trabajólico ya tenía un montón de canciones dispuestas para un nuevo disco, Narea y Tapia hicieron lo mismo, pero la mente de González estaba en otra, no sólo las drogas y la música lo tenían en otra dimensión, por esos años el compositor empezó a experimentar los placeres del sexo y entre sus múltiples aventuras se metió con la mujer de Claudio Narea quien chapado a la antigua al enterarse de todo esto le dio un severo puñetazo a González y así empieza el principio del fin. Pese a que intentaron mantener las cosas en un plano profesional y continuaron trabajando para sacar adelante un nuevo disco que necesitaban con urgencia debido a la banca rota que se encontraban, Narea quien en su libro expone constantemente la tesis que González siempre estuvo mal obsesionado con él al punto de tener actitudes súper toxicas, desprende que las nuevas canciones que Jorge había escrito para el nuevo disco eran evidentemente canciones de amor hacía su mujer, hecho que a él no le gusto para nada y sumado a que el estilo que Jorge imponía cada vez se alejaba más de las guitarras que Claudio por fin empezaba a dominar (recordemos que Claudio durante esos años no era un gran guitarrista) hizo que todo se fuese a la mierda, Narea dejo el grupo en duros términos.
González aún tenía un arsenal de canciones que en cierta medida somatizaban todo este conflicto a través de un electro pop muy en boga gracias a grupos como Depech Mode y New Order. Por su parte Tapia un poco bloqueado por toda esta situación se termino casi marginando aunque también es cierto que el sello discográfico EMI no tenía puestos sus ojos en él sino que en la mente de González por lo que no dudaron en poner todas sus fichas para que éste viajase solo a Los Ángeles y grabase bajo la producción de Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel, quienes se llevaron de maravilla con el chileno y pudieron sacar adelante un disco muy inspirado, totalmente fresco para la década, con el mejor sonido que un disco de Los Prisioneros tuviese hasta ese momento y que envejecería de manera excelente. Si alguna vez se preguntaron de donde salió el Alex Andwanter de Rebeldes, o toda esa camada de indie rock chileno con bases electrónicas que proliferó desde el 2010, bueno Corazones es la respuesta, prácticamente un legado que aún no termina de decir su última palabra y un sentimental adiós para una de las bandas cúspides de la música Chilena. Sí lo sé, luego el trio original se reunió en 2001 y en 2003 sacaron un nuevo disco, nuevas peleas, en fin, una segunda parte que no le hace mucha justicia al grupo y que al final cuando uno habla o piensa en Los Prisioneros es inherente imaginarse los años ochenta, el trio original y el romántico final que supuso el disco Corazones que además inauguro la década de los noventa con un gobierno de transición que transiciono hasta el infinito.
El amor es una mierda
Pese a que la banda siempre ha sido identificada como un grupo casi de protesta por sus canciones más vitoreadas como “Quieren Dinero”, “Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos” o la emblemática “El Baile de los que sobran” La banda y especialmente González siempre tuvieron una influencia de la música popular de los años 70’ encarnada en Raphael o Camilo Sesto, antes del disco Corazones podemos encontrar varias canciones que hablan de desamor o sentimentalismos devenidos en romance, por eso para muchxs en su momento Corazones chocó un poco. Un disco que orbita sobre el concepto del romance truncado, tórrido, vehemente. González expone sus sentimientos de forma casi visceral, nada de intelectualismos ni metáforas muy elaboradas, Corazones es un disco crudo en su concepto y aunque muy influenciado por el cancionero romántico popular, no endulza ni crea fantasías elaboradas sobre el amor, en uno de los últimos conciertos de Los Prisioneros durante esta etapa González en tono dolido lo dice con todas sus letras “El amor es una mierda”
Bien sabemos que muchas canciones fueron desechadas (algunas de ellas incluían composiciones de Tapia y de Narea) el quiebre entre Claudio y Jorge genero que este último se concentrará en llevar adelante todas sus emociones, trabajo en solitario y el bagaje de Santaolalla fue una feliz coincidencia porque realmente en este disco la producción esta a un nivel mucho mayor. El electro-pop al que se arriesgan si bien no tiene nada de diferente que el que experimentaban artistas anglosajones o Españoles como Mecano por ejemplo, tampoco tiene nada que envidiarle y consigue plasmar una actitud identitaria que hace que pese a que el trabajo estaba destinado a pegar con mayor fuerza en el extranjero, mantenga esa onda popular que siempre caracterizo los discos de Los Pirsioneros incluso sus discos “malos” post reunión. El viaje comienza con la ensoñada “Tren al sur” que abre con un sintetizador envolvente que te induce a sentirte en un largo viaje. De aires enigmáticos y curiosos detalles andinos como ese charango (cortesía de Santaolalla), la letra se desentiende inmediatamente de cualquier tono crítico hacía la sociedad, es más bien una reflexión y añoranza nostálgica que envuelve con total solemnidad a quien escucha, González no teme abrir sus emociones.
“Amiga Mía” mantiene el electro pop, pero esta vez con un ápice mucho más sensual y decadente. La letra es indudablemente una declaración fatalmente romántica dirigida a Claudia Carvajal la ex mujer de Claudio Narea, es entendible lo incomodo que podía ser para Narea tocar esta canción con el evidente sentido de la letra, no obstante, para el resto de lxs mortales sólo podemos decir, que gran letra, llena de dolor y contradicción, a mi parecer una de los mejores trabajos del San Miguelino. Pero la sensualidad y la pasión mantiene una mayor mecha de desenfado en la letra de “Con Suavidad” seducción, magia y un toque de influencia a lo Technotronic (banda que Jorge escuchaba bastante por ese entonces) dan vida a otro tema lleno de encanto y energía.
“Corazones rojos” es quizás el tema que más me resulta indiferente en todo el disco, no obstante, no se puede negar su genialidad en cuanto a la ironía de su letra completamente feminista. No me convence mucho ese rapeo impostado que es producto de la moda de aquellos años y que siento es lo único que no envejeció tan bien. La versión original fue escrita para el colectivo shuper artístico CLEOPATRAS en donde participaba la ex mujer de Jorge. A decir verdad, el tema se escucha y se siente mucho mejor en la versión que tocarían años posteriores durante su reunión en donde Narea consigue darle una actitud mucho más determinada con su guitarra a lo Rage Against, pero esta versión del disco con esa débil guitarra que intenta emular a ¿Slash? Y esos scratch de DJ, me resultan muy insoportables.
Mejor seguimos con “Cuéntame una historia original” que mantiene ese toque medio electro-rap, pero mucho mejor conectado con la identidad chilena. Este ha sido una de las canciones más valoradas por lxs fans de la banda y se siente como una verdadero desplante de pop colorido, guardando las grandes distancias, un poco como lo que haría Miranda, además es quizás la única letra del disco donde González se permite bromear un poco. “Estrechez de corazón” son palabras mayores, una canción perfecta tanto en su dramático intro, como en el push que tiene con las percusiones, o esa guitarra media española, los sintetizadores de tono galáctico, una letra pegajosa, pero completamente impactante, de esas que puedes disfrutar tanto bailando como escuchando, es una cúspide de genialidad y según ha dicho el mismo González un esfuerzo emocional a la hora de interpretarla en vivo, realmente es una canción que se merece todo el respeto del mundo y que retrata el desamor de una forma casi orgásmica, ese teclado final es una bomba.
“Por Amarte” sigue en la línea del tema anterior, mucho más cortavenas si se quiere, básicamente el error de seguir a ciegas las pasiones, en lo musical mantiene esa emocionante tensión de electrónica y dramatismo. “Noche en la ciudad” que recuerda mucho a New Order es un tema que se desvirtúa un poco de esta línea sentimental, el único tema con una letra de denuncia social, más que nada contra la gente conservadora, en principio deseñaba este tema, pero tiene un buen feeling y ese push medio agresivo de su sintetizador le da un toque dinámico en el contexto del disco. Finalmente “Es demasiado triste” es uno de los temas más particulares que Jorge escribió, con fanfarrea circense, sangrante desamor en su letra y un ambiente medio beodo, se siente como una canción que destila sufrimiento y es quizás la que más conecta con el Camilo Sesto que Jorge tanto admira.
El disco es importante para la cultura musical de Chile (basta con ver los mil articulos que hay en internet al respecto) a nivel regional también aporta mucho, al punto que lo considero de un nivel mucho más magistral que el "Locura" de Virus por ejemplo, otra gran banda de los años ochenta y que le toco nadar contra la corriente del rock más tradicional. González materializa su energía, dramatismo y ansiedad en un disco que consigue palmar una esencia profunda, pero al mismo tiempo muy bailable, para nada pretensioso y totalmente digerible (a diferencia de cosas como las que hacían Los Electrodomesticos, por ejemplo) El mismo Jorge junto a Cecilia Aguayo (quien se uniría al grupo en ese corto periodo de los 90) y Atom (un productor Aleman que ya ha trabajado con Jorge) recrearon en vivo para un par de conciertos el disco de manera íntegra, no está para nada mal, pero la potencia del disco original sigue intacta.-
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