sábado, 10 de septiembre de 2016

El cine que no vimos: Bumfights: A Cause for Concern




Película: Bumfights: A Cause for Concern
Año: 2002
Director: Ryan McPherson
País: Estados Unidos

Distintas grabaciones  que muestran de forma directa y cruda peligrosas “hazañas” realizadas por vagabundos a quienes se les promete comida y otros estímulos por estas. 

OK, entramos en un terreno nauseabundo. Bumfights fue una serie de películas distribuidas en internet durante los primeros años de la década pasada, realizada por Indecline films, una productora compuesta por dos jóvenes de 24 años llamados Ray Laticia y Ty Beeson quienes invirtieron 50 mil dólares para el presupuesto de su producto y rápidamente vieron triplicada sus ganancias gracias a la rápida masificación e impacto que tuvieron estos videos en la red y subsecuentemente en los medios de comunicación, tal vez esa imagen que está arriba no te sea tan desconocida ya que esta clase de videos por su contenido grotesco fueron muy populares y virales en su tiempo…Sí, fueron virales mucho antes de que esa palabra se tatuara en el cerebro de todos.

 

Bumfights no fue un experimento social, ni mucho menos un documental,  siquiera intentaba ser un proyecto humorístico parecido a la infame serie de televisión Jackass o algo por el estilo. Bumfights fue sólo otro escalón más bajo en la industria del entretenimiento morboso, absorbida por una época en que la coyuntura de la telerrealidad parecía ser la principal incitación al éxito y torpemente se ensayaban proyectos de reality-show que con buenos resultados en la teleaudiencia dispuesta más que nunca a querer experimentar  la sensación del voyerismo  dejaban claro algo que hoy en día nadie dudaría, la sobre-exposición nunca es suficiente. La idea millonaria le vino a los jóvenes productores cuando una noche de 1999 mientras andaban por Naked City (una barrio bajo de Las vegas)  vieron una multitud que rodeaba y pujaba  una pelea entre dos vagabundos. Para Laticia la cosa fue clara desde ese momento “Los espectadores parecían pasar un buen momento, así que nos dijimos: ¿Por qué no hacemos un video con esto?” Dicho y hecho, tres años después el proyecto fue grito y plata,  por un costo de casi 20 dólares se podía conseguir una copia a través de su propia página web. La película  recopilaba de manera muy amateur sin orden ni concierto escenas realmente hardcore e incomodas como el primer plano de un pordiosero arrancándose un diente con unas pinzas en cámara lenta (cosa de ver cada frame del diente saliéndose de la boca), un sin techo tomándose al seco una botella de ron para luego vomitar y caer sobre su propio charco, otro ya totalmente ebrio bebiéndose una botella que antes había sido rellenada con orina, pero él creyendo que se trataba de cerveza, el linyera Rufus que parece ser la figura principal del filme, arrojándose desde un segundo piso de un edificio a una pila de botes de basura, tirándose de cabeza por unas colinas sin ninguna clase de protección, golpeando su cabeza contra unos conteiner, exhibiendo sus heridas sangrantes sin el menor pudor ni aparente dolor bajo la consigna NACE UNA ESTRELLA. Definitivamente no es material para ver mientras se almuerza.


Esta especie de festival mórbido que la película expone se trata de un catálogo escatológico,  sádico y cruel a partir de la utilización y humillación de los habitantes más invisibilizados dentro de la ciudad. Pero no sólo hay clips aleatorios que muestran vejaciones con el objetivo de shockear o… sacar risas, también hay largas grabaciones de peleas clandestinas, ya sea entre los mismos vagabundos, o de éstos contra gente del equipo de producción que incitan a la batalla, por otro lado también (y para mí fue lo único rescatable del filme) se nos presenta de primera mano la experiencia sórdida y ultra-violenta de las  “Backyard Fights” si vieron “El club de la pelea” entenderán a que me refiero, sólo que lejos del estilismo que David Fincher imponía o de la facha de Brad Pitt,  aquí se nos presentan sin anestesia y de una manera sucia, pero sincera el submundo de “Los clubes de pelea” entre adolescentes. La película también cuenta con un pequeño segmento que parodia el recordado programa de Steve Irwin “Cazador de cocodrilos” en donde un actor caracterizado como el difunto animador va por las calles agarrando vagabundos, sorprendiéndolos mientras duermen  y reduciéndolos para enseñarle al espectador “su habitad” al final del segmento se introduce a modo de chiste un letrero que anuncia “Muy pocos vagabundos han resultado heridos durante el rodaje de esta película. Todos han sido devueltos a su hábitat natural” Por supuesto escenas de consumo de crack, prostitución con travestis y alcoholismo sin límites llevan estos videos al cenit de lo más polémico que podía concebirse hasta ese momento, para muchos la cúspide del mal gusto, pero al mismo tiempo algo imposible de dejar de ver cómo tanto lo pregonó en su programa radial Howard Stern: “Me siento shockeado... Y no hay muchas cosas que me shockeen. ¡Tienen que verlo!”

                                              Un ejemplo de las grandes hazañas
 
El extremo exceso en que esta serie de videos cayó marco una línea fuera del barómetro con respecto a lo que nuestra sensibilidad puede aguantar. Aun así hasta el día de hoy las imágenes de la película siguen pareciendo controversiales, pero vamos un poco más al fondo del asunto porque técnica y narrativamente ya no hay nada más que decir.

Bumfight pone en escena a los seres más menospreciados y liquidados dentro del entramado capitalista, en una sociedad exitista la presencia de vagabundos resulta obscena en si misma y muchos tienen la conciencia de que simplemente son así porque son flojos, porque quieren,  porque desaprovechan las oportunidades que la vida les da, la lógica directa de este sistema arroja por conclusión que son escoria social y están por bajo la base de la pirámide capitalista al mismo nivel que los locos y enfermos deformes, es decir son gente improductiva por lo tanto nociva que hace falta marginar. Pensando así no resulta muy ilógico el abuso constante hacía estos linyeras por parte de la producción, más allá del pésimo acuerdo al que llegaban en donde los vagabundos  sólo recibían comida y un poco de dinero al autorizar  la difusión de sus imágenes, realmente ningún pordiosero se vio  beneficiado con la fortuna que Indecline films amaso al poco tiempo. Y uno se pregunta, ¿la cosa era tan fácil como ir y ofrecerle alcohol y drogas a la gente para que hiciese todas esas tonterías? En parte sí, pero en realidad el director Ryan Mcpherson conocía a Rufus Hanna y a  Donnie Brennan (los dos vagabundos principales en la primera película) desde los 15 años, forjando una especie de amistad que consistía básicamente en humillarlos y grabar ese material para luego reírse con sus amigos, cuando supo lo que la gente de Indecline films quería hacer, no dudo ni un segundo que era el tipo adecuado para realizar esto, con la ayuda de Rufus y Donnie fueron contactando más vagabundos que realizaban las asquerosas y riesgosas hazañas terminando en un carrusel de desproporciones, incitando a un sinsentido que sólo pretendía explotar las bajas pasiones en el espectador. Cuando la película hizo el suficiente ruido se ganó muchas críticas de organizaciones protectoras de los sin techo al acusar el aprovechamiento hacía un grupo de desposeídos para burlarse de ellos y exhibirlos como bestias, los productores defendían su material con los argumentos clásicos: Que ellos no obligaban a sus personajes a realizar nada que no quisieran, que lo hacían de manera voluntaria, que si no gustaban de este material no tenían que verlo…en fin las clásicas excusas que buscan evadir toda clase de responsabilidad y compromiso, pero Laticia fue quien llegó más lejos al defender su producto aduciendo que sin el “América y el resto del mundo no estarían hoy hablando de los sin techo” misma opinión que compartía en parte Ted Hayes, ex homeless y controvertido abogado de vagabundos  quien decía que si bien el material era “enfermizo pero (…) despierta la conciencia de Norteamérica y sirve a una causa” y que además era  “lo mejor que le ha pasado al movimiento de defensores de los homeless en los 17 años que tengo de participación” 

Tal vez Ted quería decir que por más odioso que las imágenes resultaban, no había mal que por bien no venga y justamente los sin techo al menos eran desde ese momento  visibilizados, y quizás más importante aún, los que trabajaban a favor de los sin techo en ONG’s tenían bases sólidas para no ser ignorados dentro de la agenda pública y política. Y la historia mostro que así fue, justamente lo que Laticia arguyó fue correcto, se habló más que nunca de los sin techos por todo Estados Unidos  ya que gran parte de la población al notar estas vejaciones pudo en cierto modo compadecerse o empatizar aborreciendo estos videos y apoyando a las sociedades protectoras de homeless, finalmente la productora fue llevada a juicio y tuvieron que donar un cuarto de las ganancias de sus películas a albergues, además parte del equipo de producción en 2003 fue castigado con varias horas de servicio a la comunidad por daños a la moral pública. Después de estos cargos sociales, en 2006 Ryan y los chicos de Inecible films dejaron en paz a los vagabundos y mediante a un acuerdo asociado a una demanda le pagaron una casa a Rufus y a otros dos vagabundos, pero continuaron en la senda de la provocación al realizar tanto en televisión como en videos de internet actos de vandalismo y humillación a terceros, pero ya sin tanto éxito porque su gran bomba ya se había difuminado y porque ya para  2010 este tipo de cosas eran el pan de cada día en internet.

La delgada línea entre reírse de los otros y con los otros


Cuando se ven este tipo de cosas pareciera que estamos caminando en una delgada línea entre  el entretenimiento y la depravación, dependiendo siempre del criterio personal definir de qué estamos hablando en cada caso, quizás para algunos vale la pena separar a Jackass de  Bumfights, quizás para otros no, tal vez incluso algunos vean un gran trecho de diferencia entre lo que hacen estos vagabundos por comida a lo que hacen los ciudadanos rusos al dejarse humillar por Grisha Mamurin, un joven millonario que les da dinero a cambio de menoscabar su dignidad, para otras personas quizás todo cae en el mismo saco. Como sea Bumpfights a diferencia de estas cosas es directamente violento y sucio, desprolijo y denigrante, y no estoy hablando de sus aspectos morales si no técnicos, no es algo de calidad ni entretenimiento si no simplemente se trata de un enganche morboso que como espectadores nos aleona para  explotar nuestras miserias y transmitirlas en forma de risa o reproche. No estoy diciendo que este tipo de material sea para gente malévola, nuevamente depende de cada quien encontrarle el sentido a esto, seguramente muchos consideran chistosas y no tan graves las anécdotas que estas películas muestran, todo queda a criterio del espectador finalmente, pero de lo que estamos seguros es que esto es un imán, imposible dejar de mirar, algo así como los dantescos espectáculos masivos en donde se realizaba la pena de muerte de algún condenado. Pérfido, pero imposible de no ver. 

 "Entrevista" al director de Bumfights en el talk show Dr. Phil, donde el tipo intenta defender su producto y generando más polémica.
 
Tal vez ese impulso salvaje y ancestral de ver la degradación y la violencia humana desde una supuesta domesticación a través de la seguridad que entrega el confort capitalista es algo que no dejará de cesar a través de distintas formas y nos adhiere de manera fulminante a nuestros deseos básicos de barbarie hasta que abandonemos la presión social que el sistema ejerce por si mismo sobre nuestros hombros. En una sociedad donde todo debe funcionar mecánicamente, pero que se basa en la incierta fluctuación económica, estas experiencias parecen ser una grieta más para liberar nuestras pulsiones, nuevamente ver las desgracias de otros nos mantienen de pie, la tele-realidad en su invasiva propuesta por exponer hasta el mínimo grado de superficialidad (pero realísticamente) nos ha conminado a estrechar los caminos de nuestro propio sentido de realidad y nos hace marginar al diferente, al otro, para sorprenderse con su aparente abominación. Vamos que hasta los Lumiere lo hicieron a principios del siglo XX al exhibir en la sociedad burguesa de Francia los registros de los aborígenes africanos, o cuando se llevaban a los principales países de Europa habitantes de otras etnias  y se exponían como un zoológico humano.

                             Como mostraban el mundo los Lumiere a finales del siglo XIX

Bumpfights no está lejos de esa diferencia sustancial entre el ellos y el nosotros, finalmente la telerrealidad no nos conecta en lo absoluto, sólo hace más evidente la línea que demarca el fenómeno del conjunto. El reírnos más de ellos que con ellos, el separarnos como clase y el demacrar la profundidad de cualquier estabilidad ciudadana en favor de perpetrar los cimientos capitalistas que son  mantener el status quo de las cosas, es decir, dejar en claro qué es lo diferente y qué es lo normal. No puedo decir que Ryan y el resto de sus compañeros no sabían lo que hacían al filmar estas cosas, pero está claro que no estaban conscientes realmente de lo que su idea de entretenimiento podía perpetrar.- 

ENLACES:

NOTA EN EL DIARIO PAGINA 1/2: 
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-248-2002-06-30.html

RUFUS EN EL 2009:  

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