martes, 16 de octubre de 2018

Series para ver, volver a ver y pensárselo mejor antes de ver: Better Call Saul 4 Temporada





Qué hace tan especial una serie de televisión ¿Su narrativa, sus personajes o los conflictos en los que subyacen? Better Call Saul, pese a no llegar al gran nivel de su temporada anterior, vuelve a convertirse en el mejor drama televisivo del año. Fiel a su estilo y con muchos momentos de chispa, nos sigue dando golpes efectivos de cómo se debe generar una buena historia televisiva en donde la causalidad es elemental hasta en el más mínimo detalle.



Jimmy dos caras

 En todas las temporadas hemos visto como Jimmy Mcgill (encarnado por Bob Odenkirk) ha dado señales que dentro suyo vive Saul Goodman, y que aparentemente, hace falta que una chispa se encienda para que una personalidad termine devorando a la otra. En esta temporada,  los efectos de la muerte de Chuck no son necesariamente los indicados para establecer un efecto de mandar todo a la mierda y ser ese Saul Goodman que tanto queremos ver, pero gradualmente se nos van entregando elementos con los que sabremos habrá un momento de no retorno, lo que se confirma con el simple, pero grandioso final de temporada.


En esta temporada Jimmy lucha para evitar mostrar un ápice de sus sentimientos. La muerte de su hermano no parece ser algo importante en sus asuntos, si bien las relaciones terminaron bastante rotas, es indudable que reprime su tristeza y melancolía por haber perdido a alguien especial de un modo tan terrible. Cómo esto va afectando psicológicamente a Jimmy, es algo magistral y hasta Kafkiano, ya que el personaje va pasando por un carrusel de emociones constante: en un capitulo está muy arriba y hace cosas de pendenciero, mientras que en otro intenta reprimir con todas sus fuerzas el dolor que lo abate. La gran solución, por supuesto, será el camino del pillo. 

Ya sabemos que Jimmy odia una vida en la que él no pueda tomar el timón de sus acciones, sin embargo, al estar sin licencia para ejercer como abogado y querer demostrar frente a Kim que anímicamente se encuentra estable, Jimmy obtiene un trabajo vendiendo celulares (elemento fundamental para la carrera de Saul Goodman) sin embargo, ese trabajo tedioso y tranquilo no va con sus normas y rápidamente decide vender celulares a bajo costo, haciéndose un nombre como un comerciante clandestino. Ver a Jimmy siendo inescrupuloso y haciendo lo que más le gusta hacer, que es básicamente vivir al límite de la ley haciendo siempre la suya, es el rasgo que mejor le queda al personaje y los momentos en que más brilla, sin embargo, no deja de tener contradicciones, evidentemente quiere ser un abogado reputado, y sobre todo quiere ser un abogado para trabajar junto a su querida Kim, ilusión que al destruirse le da carta verde para explotar todo este lado salvaje, que no necesariamente lo hace ser Saul, pero se acerca bastante. 


Las caretas de Jimmy en toda la temporada es un tema silencioso, pero presente. Cada vez que alguien le da el pésame por lo de su hermano o intenta hablar al respecto, se muestra apático y sólo se enfoca en la forma de ganar dinero y reputación. Jimmy no quiere arreglar sus problemas, siente rabia y tristeza por su hermano, pero al mismo tiempo sigue indignado por como éste, aun muerto, continua penetrando en su vida.

El resto de los personajes presentan un desarrollo de historia muy interesante, que a veces queda a tumbos ante la imposibilidad de plantear todos los escenarios en que se mueven. Kim, una trabajólica incansable que ya no se siente tan a gusto siendo la abogada de un banco, por lo que rápidamente empieza a encontrar cierta emoción en el derecho penal, básicamente, en tomar casos de pequeños delincuentes por los que nadie da un centavo, exactamente lo mismo que hacía Jimmy en la primera temporada. En esta ocasión la relación de pareja se vuelve mucho más central, mostrando fluctuaciones interesantes, en donde en un capitulo puedes llegar a odiar a Jimmy y en otro a Kim por cómo reaccionan según el contexto y las circunstancias en las que se mueven. Ese rasgo tan distintivo en el guion de  Vince Gilligan nos hace tomar empatía con los personajes, porque nunca se encuentran en un lugar ideal, siempre transitan una constante crisis.



La historia del cartel, protagonizada por Fringe, Mike y Nacho, sigue su propia línea, muy, muy alejada de la historia de los abogados. Si bien es una gran historia, llena de detalles y elementos ricos a nivel narrativo, en esta temporada, más que nunca, estuvo demasiada coartada por la historia futura de “Breaking Bad” y a diferencia de otras temporadas, al ser el vector tan directo, se logra vislumbrar que funciona más como un simple enlace entre ambas series, esto hace que no resulte tan atractiva como las situaciones presentadas por Jimmy y compañía. Lentamente Nacho fue perdiendo protagonismo en esta historia, quedando en medio de una guerra en la que se ve sin escapatoria, mientras que Fringe se alza como el gran villano que ya todos conocen de Breaking Bad. El caso de Mike es quizás el más representativo, en esta temporada, salvo unos pocos momentos, su dimensión personal queda tachada y lo vemos siendo únicamente el perro de Fringe. Esta es sin duda la temporada más floja para Mike, obviamente tiene momentos estelares y curiosamente (a diferencia de años anteriores) esta vez también se supo llevar, a su manera, muchos momentos hilarantes, pero el Mike que vemos en esta quinta temporada, es simplemente el Mike de Breaking Bad y por si quedaban dudas de esto, la última escena que tiene al final de la temporada es quizás la más determinante al respecto. Para Mike tampoco hay vuelta atrás.


Una temporada floja, pero con mucho encanto


Esta temporada empezó demasiado lenta, aunque BCS es una serie que brilla justamente por los tiempos prolongados que se toma en desarrollar los conflictos, esta vez pareció más que se estancaba, sin embargo, después del quinto capítulo hay un avance notorio que da para pensar que en algún momento los guionistas dijeron “metámosle chala a esto”  Por lo mismo considero que no está a la misma altura que la temporada pasada, la cual sabía manejar con mejor sintonía los tiempos de la narración. El hecho de que se estén acercando cada vez más a Breaking Bad no es menor, ya que cada vez aparecen más personajes que cruzan las dos series e incluso en un momento de esta misma temporada vemos al Saul Goodman del final de Breaking Bad.  

La segunda mitad de la serie es sencillamente genial, todo se ajusta y el protagonismo de Jimmy no entra en duda. Gozamos viendo sus triquiñuelas, pero también, desde algún punto, podemos entender su comportamiento errático y confuso. La trama de Mike y los alemanes que construyen el súper laboratorio de Fringe en donde se cocina droga, se desarrolló de manera torpe y si bien tiene un desenlace espectacular, es un poco antojadizo y poco probable  el cómo se desató ese último conflicto, a las finales, puntualmente para este caso, la historia del gato persiguiendo al ratón no logra tener tanta fuerza.

Tampoco hay que olvidar la aparición de Lalo, un primo del viejo Salamanca que pinta tendrá un papel fundamental para la conexión definitiva entre Saul Goodman y el mundo del narcotráfico. Quizás el gran problema de la serie sea su condicionamiento a la historia de Breaking Bad. Ya sabemos qué pasará con el cartel, seguir agregando personajes pintorescos y hábiles no hace que nos cambie mucho la expectativa. La próxima temporada debería ser aquella que tire los dados y se arriesgue por generar un cambio total en la estructura futura de la serie, quizás ya es hora de ir al futuro de Jimmy, en donde ya no es Saul sino que sólo un anónimo que vende dulces en la cafetería de un shoping. Quizás es hora de irnos a ese tiempo y empezar a jugar con las expectativas. Por más que la serie tenga momento de brillantez y belleza audiovisual a nivel poético en donde se dice mostrando más que con las palabras, pasando este punto se hace necesario un elemento que le de más frescura.

Más que decir al respecto sería caer en redundancias. La serie se mantiene en un buen nivel, pero por su naturaleza parece ser hora que la próxima temporada nos de un golpe de efecto que promueva más nuestra atención, sobre todo cuando parece que muchas cosas ya se están estableciendo tal cual cómo sabíamos que se establecerían. En fin, a esperar un año más, esta vez Jimmy pasó la prueba, pero el próximo año vamos a esperar algo mejor en relación a la historia, los conflictos y sus personajes. Y recuerden “It´s all good, man”


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