El otro día escuchaba y miraba
por youtube el video “Ponerte en cuatro” de la banda venezolana Tus amigos
invisibles. Todo iba bien, la música era entretenida, fresca y la letra jocosa
y pegajosa hasta que un momento escucho “Yo siempre seré el guardián de tu
lecho,/ te amaré como nunca lo he hecho,/ pero, ojo/ ten mucho cuidado,/ y no
quiero verte con otro al lado,/ si te
descubro en alguna movida, yo no lo pienso te quito la vida/ y te mato y no me
arrepiento,/ te diré, “mira como lo siento”,/ buscarme mujer no será
complicado,/ y mucho menos si tengo a mi lado a mis panas que son infalibles… Después
de ese mensaje directo y violento no pude seguir disfrutando del tema, por
supuesto los comentarios que hacían referencia a aquella letra eran replicados
por muchos otros que pedían mesura, que era sólo una canción, que no había que
tomársela en serio, que era un chiste. Y así fue como colorín colorado se
naturalizo una vez más la violencia contra la mujer.
El rock es para hombres
Que el rock es un club de chicos
no es secreto, de alguna manera la división que en otros tiempos se hacía simbólicamente
entre el rock y el pop resultaba bastante marcada. El pop trata mayormente
sobre temas románticos y melosos, por tanto es música para señoritas, mientras
que el rock puede hablar de cualquier cosa que se le antoje y siempre será
tomado en serio. Bjork en alguna entrevista se quejaba de eso, no directamente
de la construcción sexista que tenía el rock como medio de expresión sino de la subvaloración generalista que la industria musical hacía con el concepto de lo femenino, ya que siempre se espera que las
mujeres solamente le canten al amor,
pero nunca sobre cualquier otro tipo de cosas que les pueda interesar genuinamente como la astronomía
o la política.
Sé que la definición que hice
arriba fue bastante reduccionista y miope en varios sentidos, pero quiero
llevar las cosas a un estado muy crudo. Nuevamente las construcciones sociales
sobre nuestra identidad y realidad nos llevan a perfilar nuestros gustos más
básicos, otro ejemplo: A las niñas antes sólo les podía gustar Britney Spears o
Backstreet boys, a los niños Blink 182 o Limp bizkit. Si a un niño le gustaba
Britney o los Backstreet era un placer culpable, pero si a una niña le gustaba
Blink 182 no tenía nada de raro, eso sí, aceptando de antemano que los códigos
y lenguajes que encerraba el rock guardaban ciertas garantías machistas más
evidentes que los que encerraba el pop. Más extremo resulta el mundo del metal
en donde las pocas mujeres que levantan la antorcha por su género están mucho
más coartadas por sus colegas y por la mirada prejuiciosa de los fans. Por
tanto a pesar de miles de ejemplos que puedan contrariar aquello tenemos que
asumir finalmente que el rock es un género musical que naturaliza el machismo, por lo demás, el rock también resulta ser el
género musical popular más respetado dentro del ambiente, sólo ahí pueden
entrar los genios y mentes más brillantes de la música, mientras que el pop es sólo
una broma que el mercado se saca de la manga para complacer a un segmento no
menor de consumidores.
Entonces si el rock tiene una
mayor legitimidad, sus letras deben dictar ciertos discursos de primer orden
que transgredan el mero sentimentalismo que los artistas y grupos de pop
expresan. Obviamente, esto no es así, existen mil grupos de rock que le cantan
al amor con tanta inventiva como las letras más sosas de una canción de Sin Banderas (“Is this love” de Whitesnake,
por ejemplo) pero lo interesante acá es notar que como suele ser una visión
determinada por lo masculino, serán sus inquietudes, manías y anhelos los que
se reflejan dentro de un orden patriarcal como el nuestro. Así este club de
hombres le cantara al amor sólo como un hombre se permite hacerlo, desvalorando
a la mujer y transformándola en una de sus posesiones.
Violencia escondida en una linda melodía
Paul: Mira John desde que trajiste a tu amiguita esto no ha funcionado. Olvidaste la regla de que las groupis sólo las llevamos a la cama |
El año pasado el cantante de la
desconocida banda argentina La ola que quería ser chau fue acusado públicamentepor violencia de género, el hecho se repitió meses después con el cantante de El
otro yo quien sumó varias causas en los tribunales por delitos de violación. Como
si una olla de presión hubiese volado la prensa y la opinión pública estuvo
atento a cada mínimo gesto machista que algún artista deslizara por acto
fallido, fue así como Wallas del grupo Masacre fue apuntado por unos lamentables dichos arriba del escenario, Gustavo Cordera tuvo su polémicapersonal al ser descontextualizado después de que en una charla diera su
bizarra visión sobre la violencia hacia las mujeres, mientras que en Chile al líder de Ases Falsos se le acuso de machista por no prestar su apoyoirrestricto al movimiento feminista y hace poco el cantante de Los tetas, Tea
time fue acusado de violencia intrafamiliar por su ex pareja, sobre él cayó
todo el rigor del odio público. Evidentemente en tiempos marcados por la visibilizacion
a viva voz de los femicidios, la opinión pública es sensible en ciertos grados
a las muestras de machismo que hasta hace – diría yo – diez años eran la norma
dentro de nuestra sociedad. Pero vale aclarar que para esta reflexión no es
necesario mezclar los penosos antecedentes de violencia u opiniones personales
de los artistas con aquello que expresan abiertamente en sus canciones. (Por lo
demás esa sería otra cuestión a tocar ¿dónde termina el artista y empieza la
persona?)
El rock a lo largo de su historia
ha sido apuntalado por diversos grupos conservadores a la hora de juzgar todos
los supuestos anti valores que éste exalta: Desde libertinaje hasta satanismo,
pasando por drogas y mensajes políticos peligrosos para la juventud. De todo ha
sido acusado, pero casi nunca tuvo que dar explicaciones por su contenido
machista. Pero ya sabemos que los tiempos han cambiado y hoy la corrección
política ejerce gravedad más que nunca dentro de la sociedad. Fuera de esa
imagen del rockero que después del show le pide a sus asistentes que le traigan
un par de fanáticas que quieran complacerlo sexualmente, el mundo machista que
el rock naturaliza socialmente está
concentrado en sus letras, esto porque realmente no podemos saber qué clase de
persona es el artista detrás del escenario y la verdad es que muchas veces no
importa ya que su trabajo debería ser lo medular.
Por lo tanto si pensamos en el
valor de las letras dentro de una sociedad que aprecia y valora aquella música
como “la música de verdad”, se genera un razonamiento importante en donde se
pueden o se podían aceptar letras lo bastante violentas escondidas en hermosas
melodías. Lo que me sorprendió del tema de Los amigos invisibles es que muchos
comentarios que reprochaban a aquellos que les cayó pesado esa fea frasecita en
la canción achacaban aquella actitud a la moralidad intensa de quienes
criticábamos, pero cuando se entraba en más detalles y se explicaba que detrás
de esas inocentes palabras había una naturalización directa de la violencia y
objetivación de la mujer en grado cero la mayoría levantaba los hombros y decía
cosas como “Bueno, tampoco es para tanto, es sólo una canción” o “Hay canciones
de reagetone con letras peores” Yo siempre he sido un convencido de que el
lenguaje crea realidades y realmente odio estar como un viejo revisando las
letras de las canciones de artistas que me gustan, pero ante una conciencia
crítica vale la pena hacerlo porque sólo así nos podemos dar cuenta hasta qué
punto podemos ser realmente capaces de separar el mensaje de la canción de
nuestro accionar cotidiano. Y me parece importante hacerlo con el rock porque
si bien es cierto, en el rap, el reagetone y obviamente el pop también hay
ejemplos de misoginia o desvalorización de lo femenino, como ya explique arriba
el rock es la ley, por el mero hecho de ser supuestamente la música que todos
respetan.
El asunto de las libertades
creativas es algo que me jode mucho al acusar la letra de una canción como
machista o no. En perspectiva una letra podría ser tomada como una historia, un
cuento, un poema o una expresión y desde ese lugar todo se permite, así como en
sus ficciones García Márquez se daba el permiso de ser un viejo verde o
Bukowsky un borracho degenerado. Entonces por qué tanto escándalo de que el
personaje de la canción “Ingrata” de Café Tacuba diga sin tapujos “Por eso
ahora/ tendré que obsequiarte/ un par de balazos/ pa que te duela. Y aunque
estoy triste/ por ya no tenerte/ voy a estar contigo en tu funeral...” Cuesta
pensar que Rubén Albarrán y compañía sean misóginos, en su imaginación los Café
Tacuba pueden configurar la imagen que quieran para construir canciones y hacer
funcionar su arte, ante eso no podemos prohibir ni menos censurarles nada
(nunca hay que censurar) pero creo que el foco de que un artista busque o no
cuestionar sus letras tiene que ver con su postura crítica hacía la realidad y
rol dentro de esta. Realmente celebro la decisión de Café Tacuba de no tocar
más aquella canción, seguramente se sentían incomodos haciéndolo y después
dando entrevistas hablando sobre feminismo y respeto hacia la mujer en un país donde
los femicidios son casi el pan de cada día. Fue un paso correcto, fue su
decisión y sobre todo fue un sacrificio que no muchos entendieron porque
justamente para la gran masa se trataba sólo de una canción divertida que no
hay que tomar en serio. ¿Entonces qué hay que tomar en serio dentro de la
música?
“No tengo la vocación de un
suicida asesino/Pero si es preciso afilo el cuchillo y me aplico/Si mato una
mosca es muy posible que la entierre/No me falles” Cantaba Álvaro Enríquez en
una vieja canción de Los Tres en donde deliraba con la fantasía de un crimen
incitado por los celos y el engaño. A nadie le escandalizó el tema en 1999, y
hoy el mensaje de fondo de esta canción sigue pasando desapercibido, más ruido
hizo el tema “He, hey, hey” en 2014 donde nuevamente el personaje de la letra
alucinaba con la idea de matar a su mujer
por cuestión de celos. Enríquez emplazado como nunca por el valor de sus
letras se defendió diciendo: “pensar que nosotros como seres humanos estamos a
favor de un hecho tan horrible como matar a una mujer creo que es propio de una
mente enferma (…) Es como decir que Shakespeare era un celoso por haber hecho
Otelo” el músico además hizo hincapié en la labor social que puede tener la
música, visibilizar las problemáticas: “Los artistas tenemos la posibilidad de
contar historias que son muy cercanas, como en el caso de esta canción: en
Chile el feminicidio tiene tasas muy altas y es una desgracia” De esta forma se
abre una nueva arista, en donde desde la denuncia, la ironía y el desvelamiento
se pueden tocar problemáticas serias como en su momento lo hizo Jorge González
con la incomprendida “Corazones rojos” por poner un registro similar. Le doy el
beneficio de la duda a Enríquez en esta pasada, sin embargo no se puede tomar
tan a la ligera las canciones o las expresiones artísticas en general cuando
tocan conflictos profundos del seno de una sociedad, así como explica Albarrán
cuando exponía sus razones por las que su banda dejaba de tocar “Ingrata”: “Mucha
gente puede decir que es solo una canción. Pero las canciones son la cultura, y
esa cultura es la que hace que ciertas personas se sientan con el poder de
agredir, de hacer daño, de lo que sea”
La delgada línea entre acusar y banalizar
"Corazones rojos" Cuando se habla de machismo con sentido crítico e ironico
Nadie puede decir que Víctor Jara
estaba banalizando una problemática como lo era el doble estándar de la iglesia
católica en una canción como “La beata” a pesar de su ritmo juguetón. Entonces
¿en qué punto se traza esa línea que nos alerta sobre el hecho de que la
canción y el artista están haciendo cierta apología de un discurso machista o
inteligentemente lo están desvelando? Lamentablemente no podemos ser
arbitrarios en esos aspectos, tiene que ver mucho con la carrera de los músicos
que expresen esos mensajes por un lado, y por otro también con nuestra propia
capacidad de estar alerta ante lo que escuchamos. Yo ya no me siento cómodo
escuchando "ingrata" y es un tema que me encantaba, sin embargo, no puedo
juzgar que a cualquier otro le guste y no vea nada de malo en ponerlo mil veces
mientras hace el aseo de su casa, al final es cosa de cada quién. Así, el rock
nos guarda muchas joyitas de canciones que a nadie le escandalizó en su
momento, pero que a la luz de esta corrección política y problemáticas que se
gritan a viva voz hoy ya nadie se atrevería a componer o al menos se lo
pensaría dos veces antes de llevar adelante. Desde ese violenta hipérbole de celopatia
que firmaba Lennon en “Run for your life” donde cantaba sin la menor
contemplación frente a un auditorio de fanáticas enardecidas “You better run
for your life if you can, little girl;/ Hide your head in the sand little
girl;/ Catch you with another man/ That's the end, little girl.” Hasta los
agresivos epítetos con que Pitty Alvarez le cantaba a su ex en la blusera
“Perra” de Viejas Locas. Podíamos encontrar un naturalizado sentido del machismo
de la mano del rock.
Sin embargo, si queremos podemos
ponernos más pesados y extender esta lista a otros ejemplos y notar claramente
la diferencia conceptual que se exponen, empezar a comparar y analizar con lupa
el detalle, no es la idea, pero cuando Prodan cantaba en Sumo “La rubia tarada”
era para denunciar una clase social y no para coartar la opinión femenina ni
menoscabar a la mujer, del mismo modo no podríamos desvalorar la mística de
Cerati con sus letras a pesar de decir en una de ellas “Puedo ser tu violador” que
suena fuerte, pero sólo sacando la frase de su contexto fantasioso. O el ejemplo
icónico de Sting con “Every breath you take” canción desambiguada hasta el
extremo, que habla de un psicópata tras los pasos de una fémina, sin embargo
Sting sabe contar una historia y meternos en la mente retorcida del personaje
de su canción, por otro lado la sociedad tenía en ese momento tan naturalizado
la idea de que amar es poseer que nadie sospecho la trama central del tema y la
dedicaron (y de hecho la dedican hasta el día de hoy) como una canción
romántica a sus parejas, cosa que el mismo Sting ha advertido.
Nuevamente todo va según lo quiera
escuchar el oyente, cómo éste lo quiera tomar, yo no trato de ser tan
categórico y exploro los matices de cada caso, personalmente siento que en el
tratamiento de la canción está la orientación. La forma en que se puede llegar
a banalizar el femicidio es completamente distinto a la manera en que se puede
hablar de aquello, lo principal es que sin dejar de disfrutar del placer que
nos produce la música necesitamos de canciones que nos hagan pensar sobre
nuestra realidad y emociones y no meras composiciones que perpetúen la
naturalización heteronormada que nos rige. En ese sentido la profesora Yolanda
Puyana, de la Escuela de Género de la Universidad Nacional de México señala que
el gran problema es que esta naturalización conlleva una correlación directa entre
amor romántico y violencia contra las mujeres, lo cual es transversal a casi
todos los géneros musicales. Creo que una forma práctica de que esto empiece a
mermar no es tanto poniéndonos la gorra de policía de la censura sino más bien
dándole espacio a las mismas mujeres dentro del rock y dentro de la música en
general, pero no solamente potenciando la carrera de unas cuantas con linda voz
o algo de talento sino que permitirles que se expresen como mejor les parezca
en todo ámbito de la vida. Si el lenguaje de nuestra sociedad esta naturalizado
por el machismo no me cabe duda que es porque hay como cien hombres detrás de
las decisiones que toma un artista cuando quiere lanzar una canción. Es por eso
que considero importante que se sigan promoviendo artistas como Bjork, Juana
Molina, Fiona Apple, Aimme Mann, Lorde, Anita Tijoux, todas capaces de
direccionar las letras y sus discursos sin el filtro de un macho que las esté
regulando, y sean ellas quienes hablen de las cosas que les interesa, con su
mirada específica y sin que necesariamente sean los sentimientos o el
romanticismo el satélite central de su propuesta. Siento y creo que es la única
manera de combatir esta naturalización machista que tienen algunas letras
dentro del rock.-
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