viernes, 28 de julio de 2017

La violencia contra la mujer que el rock naturaliza




El otro día escuchaba y miraba por youtube el video “Ponerte en cuatro” de la banda venezolana Tus amigos invisibles. Todo iba bien, la música era entretenida, fresca y la letra jocosa y pegajosa hasta que un momento escucho “Yo siempre seré el guardián de tu lecho,/ te amaré como nunca lo he hecho,/ pero, ojo/ ten mucho cuidado,/ y no quiero verte con otro al lado,/ si te descubro en alguna movida, yo no lo pienso te quito la vida/ y te mato y no me arrepiento,/ te diré, “mira como lo siento”,/ buscarme mujer no será complicado,/ y mucho menos si tengo a mi lado a mis panas que son infalibles… Después de ese mensaje directo y violento no pude seguir disfrutando del tema, por supuesto los comentarios que hacían referencia a aquella letra eran replicados por muchos otros que pedían mesura, que era sólo una canción, que no había que tomársela en serio, que era un chiste. Y así fue como colorín colorado se naturalizo una vez más la violencia contra la mujer.


El rock es para hombres

   
Que el rock es un club de chicos no es secreto, de alguna manera la división que en otros tiempos se hacía simbólicamente entre el rock y el pop resultaba bastante marcada. El pop trata mayormente sobre temas románticos y melosos, por tanto es música para señoritas, mientras que el rock puede hablar de cualquier cosa que se le antoje y siempre será tomado en serio. Bjork en alguna entrevista se quejaba de eso, no directamente de la construcción sexista que tenía el rock como medio de expresión sino de la subvaloración generalista que la industria musical hacía con el concepto de lo femenino, ya que siempre se espera que las mujeres solamente le canten al amor, pero nunca sobre cualquier otro tipo de  cosas que les pueda interesar genuinamente como la astronomía o la política.

Sé que la definición que hice arriba fue bastante reduccionista y miope en varios sentidos, pero quiero llevar las cosas a un estado muy crudo. Nuevamente las construcciones sociales sobre nuestra identidad y realidad nos llevan a perfilar nuestros gustos más básicos, otro ejemplo: A las niñas antes sólo les podía gustar Britney Spears o Backstreet boys, a los niños Blink 182 o Limp bizkit. Si a un niño le gustaba Britney o los Backstreet era un placer culpable, pero si a una niña le gustaba Blink 182 no tenía nada de raro, eso sí, aceptando de antemano que los códigos y lenguajes que encerraba el rock guardaban ciertas garantías machistas más evidentes que los que encerraba el pop. Más extremo resulta el mundo del metal en donde las pocas mujeres que levantan la antorcha por su género están mucho más coartadas por sus colegas y por la mirada prejuiciosa de los fans. Por tanto a pesar de miles de ejemplos que puedan contrariar aquello tenemos que asumir finalmente que el rock es un género musical que naturaliza el machismo,  por lo demás, el rock también resulta ser el género musical popular más respetado dentro del ambiente, sólo ahí pueden entrar los genios y mentes más brillantes de la música, mientras que el pop es sólo una broma que el mercado se saca de la manga para complacer a un segmento no menor de consumidores.


Entonces si el rock tiene una mayor legitimidad, sus letras deben dictar ciertos discursos de primer orden que transgredan el mero sentimentalismo que los artistas y grupos de pop expresan. Obviamente, esto no es así, existen mil grupos de rock que le cantan al amor con tanta inventiva como las letras más sosas de una canción de  Sin Banderas (“Is this love” de Whitesnake, por ejemplo) pero lo interesante acá es notar que como suele ser una visión determinada por lo masculino, serán sus inquietudes, manías y anhelos los que se reflejan dentro de un orden patriarcal como el nuestro. Así este club de hombres le cantara al amor sólo como un hombre se permite hacerlo, desvalorando a la mujer y transformándola en una de sus posesiones.

Violencia escondida en una linda melodía

Paul: Mira John desde que trajiste a tu amiguita esto no ha funcionado. Olvidaste la regla de que las groupis sólo las llevamos a la cama
El año pasado el cantante de la desconocida banda argentina La ola que quería ser chau fue acusado públicamentepor violencia de género, el hecho se repitió meses después con el cantante de El otro yo quien sumó varias causas en los tribunales por delitos de violación. Como si una olla de presión hubiese volado la prensa y la opinión pública estuvo atento a cada mínimo gesto machista que algún artista deslizara por acto fallido, fue así como Wallas del grupo Masacre fue apuntado por unos lamentables dichos arriba del escenario, Gustavo Cordera tuvo su polémicapersonal al ser descontextualizado después de que en una charla diera su bizarra visión sobre la violencia hacia las mujeres, mientras que en Chile al líder de Ases Falsos se le acuso de machista por no prestar su apoyoirrestricto al movimiento feminista y hace poco el cantante de Los tetas, Tea time fue acusado de violencia intrafamiliar por su ex pareja, sobre él cayó todo el rigor del odio público. Evidentemente en tiempos marcados por la visibilizacion a viva voz de los femicidios, la opinión pública es sensible en ciertos grados a las muestras de machismo que hasta hace – diría yo – diez años eran la norma dentro de nuestra sociedad. Pero vale aclarar que para esta reflexión no es necesario mezclar los penosos antecedentes de violencia u opiniones personales de los artistas con aquello que expresan abiertamente en sus canciones. (Por lo demás esa sería otra cuestión a tocar ¿dónde termina el artista y empieza la persona?)
 
El rock a lo largo de su historia ha sido apuntalado por diversos grupos conservadores a la hora de juzgar todos los supuestos anti valores que éste exalta: Desde libertinaje hasta satanismo, pasando por drogas y mensajes políticos peligrosos para la juventud. De todo ha sido acusado, pero casi nunca tuvo que dar explicaciones por su contenido machista. Pero ya sabemos que los tiempos han cambiado y hoy la corrección política ejerce gravedad más que nunca dentro de la sociedad. Fuera de esa imagen del rockero que después del show le pide a sus asistentes que le traigan un par de fanáticas que quieran complacerlo sexualmente, el mundo machista que el rock  naturaliza socialmente está concentrado en sus letras, esto porque realmente no podemos saber qué clase de persona es el artista detrás del escenario y la verdad es que muchas veces no importa ya que su trabajo debería ser lo medular.
 
Por lo tanto si pensamos en el valor de las letras dentro de una sociedad que aprecia y valora aquella música como “la música de verdad”, se genera un razonamiento importante en donde se pueden o se podían aceptar letras lo bastante violentas escondidas en hermosas melodías. Lo que me sorprendió del tema de Los amigos invisibles es que muchos comentarios que reprochaban a aquellos que les cayó pesado esa fea frasecita en la canción achacaban aquella actitud a la moralidad intensa de quienes criticábamos, pero cuando se entraba en más detalles y se explicaba que detrás de esas inocentes palabras había una naturalización directa de la violencia y objetivación de la mujer en grado cero la mayoría levantaba los hombros y decía cosas como “Bueno, tampoco es para tanto, es sólo una canción” o “Hay canciones de reagetone con letras peores” Yo siempre he sido un convencido de que el lenguaje crea realidades y realmente odio estar como un viejo revisando las letras de las canciones de artistas que me gustan, pero ante una conciencia crítica vale la pena hacerlo porque sólo así nos podemos dar cuenta hasta qué punto podemos ser realmente capaces de separar el mensaje de la canción de nuestro accionar cotidiano. Y me parece importante hacerlo con el rock porque si bien es cierto, en el rap, el reagetone y obviamente el pop también hay ejemplos de misoginia o desvalorización de lo femenino, como ya explique arriba el rock es la ley, por el mero hecho de ser supuestamente la música que todos respetan.

El asunto de las libertades creativas es algo que me jode mucho al acusar la letra de una canción como machista o no. En perspectiva una letra podría ser tomada como una historia, un cuento, un poema o una expresión y desde ese lugar todo se permite, así como en sus ficciones García Márquez se daba el permiso de ser un viejo verde o Bukowsky un borracho degenerado. Entonces por qué tanto escándalo de que el personaje de la canción “Ingrata” de Café Tacuba diga sin tapujos “Por eso ahora/ tendré que obsequiarte/ un par de balazos/ pa que te duela. Y aunque estoy triste/ por ya no tenerte/ voy a estar contigo en tu funeral...” Cuesta pensar que Rubén Albarrán y compañía sean misóginos, en su imaginación los Café Tacuba pueden configurar la imagen que quieran para construir canciones y hacer funcionar su arte, ante eso no podemos prohibir ni menos censurarles nada (nunca hay que censurar) pero creo que el foco de que un artista busque o no cuestionar sus letras tiene que ver con su postura crítica hacía la realidad y rol dentro de esta. Realmente celebro la decisión de Café Tacuba de no tocar más aquella canción, seguramente se sentían incomodos haciéndolo y después dando entrevistas hablando sobre feminismo y respeto hacia la mujer en un país donde los femicidios son casi el pan de cada día. Fue un paso correcto, fue su decisión y sobre todo fue un sacrificio que no muchos entendieron porque justamente para la gran masa se trataba sólo de una canción divertida que no hay que tomar en serio. ¿Entonces qué hay que tomar en serio dentro de la música?


 “No tengo la vocación de un suicida asesino/Pero si es preciso afilo el cuchillo y me aplico/Si mato una mosca es muy posible que la entierre/No me falles” Cantaba Álvaro Enríquez en una vieja canción de Los Tres en donde deliraba con la fantasía de un crimen incitado por los celos y el engaño. A nadie le escandalizó el tema en 1999, y hoy el mensaje de fondo de esta canción sigue pasando desapercibido, más ruido hizo el tema “He, hey, hey” en 2014 donde nuevamente el personaje de la letra alucinaba con la idea de matar a su mujer  por cuestión de celos. Enríquez emplazado como nunca por el valor de sus letras se defendió diciendo: “pensar que nosotros como seres humanos estamos a favor de un hecho tan horrible como matar a una mujer creo que es propio de una mente enferma (…) Es como decir que Shakespeare era un celoso por haber hecho Otelo” el músico además hizo hincapié en la labor social que puede tener la música, visibilizar las problemáticas: “Los artistas tenemos la posibilidad de contar historias que son muy cercanas, como en el caso de esta canción: en Chile el feminicidio tiene tasas muy altas y es una desgracia” De esta forma se abre una nueva arista, en donde desde la denuncia, la ironía y el desvelamiento se pueden tocar problemáticas serias como en su momento lo hizo Jorge González con la incomprendida “Corazones rojos” por poner un registro similar. Le doy el beneficio de la duda a Enríquez en esta pasada, sin embargo no se puede tomar tan a la ligera las canciones o las expresiones artísticas en general cuando tocan conflictos profundos del seno de una sociedad, así como explica Albarrán cuando exponía sus razones por las que su banda dejaba de tocar “Ingrata”: “Mucha gente puede decir que es solo una canción. Pero las canciones son la cultura, y esa cultura es la que hace que ciertas personas se sientan con el poder de agredir, de hacer daño, de lo que sea”
 

La delgada línea entre acusar y banalizar

               "Corazones rojos" Cuando se habla de machismo con sentido crítico e ironico

Nadie puede decir que Víctor Jara estaba banalizando una problemática como lo era el doble estándar de la iglesia católica en una canción como “La beata” a pesar de su ritmo juguetón. Entonces ¿en qué punto se traza esa línea que nos alerta sobre el hecho de que la canción y el artista están haciendo cierta apología de un discurso machista o inteligentemente lo están desvelando? Lamentablemente no podemos ser arbitrarios en esos aspectos, tiene que ver mucho con la carrera de los músicos que expresen esos mensajes por un lado, y por otro también con nuestra propia capacidad de estar alerta ante lo que escuchamos. Yo ya no me siento cómodo escuchando "ingrata" y es un tema que me encantaba, sin embargo, no puedo juzgar que a cualquier otro le guste y no vea nada de malo en ponerlo mil veces mientras hace el aseo de su casa, al final es cosa de cada quién. Así, el rock nos guarda muchas joyitas de canciones que a nadie le escandalizó en su momento, pero que a la luz de esta corrección política y problemáticas que se gritan a viva voz hoy ya nadie se atrevería a componer o al menos se lo pensaría dos veces antes de llevar adelante. Desde ese violenta hipérbole de celopatia que firmaba Lennon en “Run for your life” donde cantaba sin la menor contemplación frente a un auditorio de fanáticas enardecidas “You better run for your life if you can, little girl;/ Hide your head in the sand little girl;/ Catch you with another man/ That's the end, little girl.” Hasta los agresivos epítetos con que Pitty Alvarez le cantaba a su ex en la blusera “Perra” de Viejas Locas. Podíamos encontrar un naturalizado sentido del machismo de la mano del rock.

Sin embargo, si queremos podemos ponernos más pesados y extender esta lista a otros ejemplos y notar claramente la diferencia conceptual que se exponen, empezar a comparar y analizar con lupa el detalle, no es la idea, pero cuando Prodan cantaba en Sumo “La rubia tarada” era para denunciar una clase social y no para coartar la opinión femenina ni menoscabar a la mujer, del mismo modo no podríamos desvalorar la mística de Cerati con sus letras a pesar de decir en una de ellas “Puedo ser tu violador” que suena fuerte, pero sólo sacando la frase de su contexto fantasioso. O el ejemplo icónico de Sting con “Every breath you take” canción desambiguada hasta el extremo, que habla de un psicópata tras los pasos de una fémina, sin embargo Sting sabe contar una historia y meternos en la mente retorcida del personaje de su canción, por otro lado la sociedad tenía en ese momento tan naturalizado la idea de que amar es poseer que nadie sospecho la trama central del tema y la dedicaron (y de hecho la dedican hasta el día de hoy) como una canción romántica a sus parejas, cosa que el mismo Sting ha advertido.

Nuevamente todo va según lo quiera escuchar el oyente, cómo éste lo quiera tomar, yo no trato de ser tan categórico y exploro los matices de cada caso, personalmente siento que en el tratamiento de la canción está la orientación. La forma en que se puede llegar a banalizar el femicidio es completamente distinto a la manera en que se puede hablar de aquello, lo principal es que sin dejar de disfrutar del placer que nos produce la música necesitamos de canciones que nos hagan pensar sobre nuestra realidad y emociones y no meras composiciones que perpetúen la naturalización heteronormada que nos rige. En ese sentido la profesora Yolanda Puyana, de la Escuela de Género de la Universidad Nacional de México señala que el gran problema es que esta naturalización conlleva una correlación directa entre amor romántico y violencia contra las mujeres, lo cual es transversal a casi todos los géneros musicales. Creo que una forma práctica de que esto empiece a mermar no es tanto poniéndonos la gorra de policía de la censura sino más bien dándole espacio a las mismas mujeres dentro del rock y dentro de la música en general, pero no solamente potenciando la carrera de unas cuantas con linda voz o algo de talento sino que permitirles que se expresen como mejor les parezca en todo ámbito de la vida. Si el lenguaje de nuestra sociedad esta naturalizado por el machismo no me cabe duda que es porque hay como cien hombres detrás de las decisiones que toma un artista cuando quiere lanzar una canción. Es por eso que considero importante que se sigan promoviendo artistas como Bjork, Juana Molina, Fiona Apple, Aimme Mann, Lorde, Anita Tijoux, todas capaces de direccionar las letras y sus discursos sin el filtro de un macho que las esté regulando, y sean ellas quienes hablen de las cosas que les interesa, con su mirada específica y sin que necesariamente sean los sentimientos o el romanticismo el satélite central de su propuesta. Siento y creo que es la única manera de combatir esta naturalización machista que tienen algunas letras dentro del rock.-

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