Netflix todo el rato,
muy pocas de sus series te dejan indiferentes, o son éxitos del momento o
potenciales joyas que se valorarán tiempo después y ese podría ser el caso de
“F is for Family” estrenada en 2015 y con dos temporadas hasta el momento,
logró despertar los elogios de quienes veíamos en ella cierto reparo al
considerarla otra innecesaria sátira más del modelo de familia estadounidense
ya tan explotado por las sitcoms. “F is for Family” en realidad logra marcar la
diferencia porque su humor es visceral e inquietantemente tenso, más cercano a
lo que propuso “The king of hill” en su momento, pero por ahí el acento puesto
de manera tan fuerte en la destrucción del sueño americano hace que la serie se
focalice más en una suerte de dramedia, hibrido que últimamente parece estar
dando mucho que hablar gracias a otras propuestas como la maniacodepresiva
“Bojack the horsemann”, también de Netflix y que también reseñe en su momento.
Pero vamos a ver de qué se trata esta historia setentera.
La corrupción de un
estilo de vida
Han aparecido tantas
comedias basadas en la familia que cuesta imaginarse la vuelta que se le puede
dar al concepto, sin embargo, esta serie me sorprendió en sus primeros
capítulos ya que más que buscar enganchar con estereotipos modélicos de una
sociedad inmensamente cínica como lo es la Estadounidense, te pinta un panorama
preciso de una época muy jodida como lo son los 70’. De ahí que el desarrollo
de sus personajes dentro de ese contexto resulte tan orgánico y profundo. Los
setenta para muchos yankees fue el despertar abrupto de un sueño, escándalos
políticos (el watergate), crisis económicas (las energéticas), la constante
paranoia de la guerra fría y el trauma que significo Vietnam dio paso a una
época bastante corrompida y desencantada con la promesa que su eterno sistema
les proporcionaba. Esto se simboliza en la secuencia del opening en donde el
protagonista Frank Murphy (Bill Burr, quien además es co-creador de la serie) se
eleva joven y esperanzado por un cielo despejado lleno de sueños y ambiciones
al prometedor ritmo de la canción “Come and Get Your Love” de Redbone, pero
lentamente comienzan a caerle los obstáculos de la vida, primero la guerra de
Vietnam en donde es reclutado y luego la inminente familia, hijos, cuentas,
hipotecas. Frank engorda, se le cae el pelo y se encuentra de pleno luchando,
intentando mantener el estilo de vida que Estados Unidos ha implantado como el único
camino a la felicidad: Casa, Esposa, hijos, auto y perro, sin embargo, la
crisis de la mediana edad lo achaca, somatizando al mismo tiempo la crisis de
su propio país.
La serie constantemente
hace alusión a ese despertar de golpe de la inocencia. Bill (Haley Reinhart) el
hijo menor de Frank, tímido y respetuoso a lo largo de la serie va dejando
forzosamente de lado su visión infantil del mundo frente al abuso de los
típicos bullys de la escuela, la subvaloración de su padre hacía él y una que
otra escena que lo trauma de por vida, es quizás el personaje más patético y
con peor suerte aunque su hermano mayor Kevin (Justin Long) no se queda atrás,
entre su confuso amor-desprecio por su padre, su revuelta hormonal y su
ingravidez propia de una edad que no conoce la idea de la palabra consecuencias
a largo plazo, Kevin poco a poco se va desencantando por la vida de adulto que lo
acecha a la vuelta de la esquina, entiende que es muy fácil ser un fracasado
como considera es su Padre. Sue (Laura Dern) la madre de la familia tampoco
tiene mucho de que sentirse bien, fuera de su papel de mujer comprensiva y
abnegada sus constantes deseos de querer demostrarle a la vida que puede llegar
más lejos que ser una simple ama de casa la sobrepasan, frustrándola
amargamente.
Si bien el contexto
social es clave para entender cómo convergen todos estos aspectos en la vida de
la familia Murphy en donde el machismo, el racismo, el estatus social, las
drogas y la decadencia de valores giran constantemente en torno a ellos, no es el
eje central de las historias, de hecho más allá de alguna referencia puntual a
la época o chistes muy aislados que se construyen en base algo particular de
aquellos años, mayormente la serie es atemporal, las situaciones que viven sus
personajes atañen a cualquier momento de la historia: El desempleo, el
empoderamiento femenino, la perdida de la inocencia y la decepción de los
valores en los que uno creía. Frank Murphy finalmente termina siendo un
personaje patético que dispara a cada segundo malas palabras, perpetuamente
irritado y frustrado por cómo termino su vida, quería ser piloto de avión y acabo
trabajando como coordinador de los empacadores en un aeropuerto en donde es
menospreciado constantemente por sus supervisores, al mismo tiempo va perdiendo
más y más autoridad en su propia casa por parte de sus hijos, podemos ver en
Frank la destrucción del mito del macho proveedor. Frank es seguramente un ser
desagradable, pero su evolución a lo largo de la serie lo transforma en un
curioso antihéroe en el que (vergonzosamente) la audiencia masculina
heterosexual nos podemos identificar, en definitiva es el fracasado que ya no
sabe cómo seguir calzando con todos sus problemas en ese sistema cuasi perfecto
de sociedad americana. Frank notablemente refleja nuestro
asqueroso machismo y por lo mismo podemos comprenderlo y entender su sufrimiento.
Vemos lo peor de nosotros en él y queremos que eventualmente su actitud cambie,
mejore, deje de ser lo que el mundo ha construido de él, pero ese camino
aparentemente será más tortuoso. A lo largo de la primera y segunda temporada
vemos a un Frank que pierde su trabajo, que baja en la escala social y que
termina incluso llegando a degradarse como persona.
Humor bien acido
Y nunca mejor dicho,
para una época donde además del sida, la cocaína inundaban silenciosamente los
barrios de la “gente de bien”; “F is for Family” no tantea en dar golpes bajos
a la hora de revelar de forma directa y punzante el cinismo. Hay humor muy
negro representado no sólo en algunos momentos de la familia Murphy sino
también en los personajes secundarios como el vecino de Frank, Vic (Sam
Rockwell) un simpático cocaino-dependiente
que tiene que estar todo el tiempo en las nubes para poder soportar el diario
vivir, Frank lo odia, pero fuera del guiño a Homero-Flanders (por cierto Michael
Price, el otro creador de la serie también fue guionista de Los Simpson) la
relación entre ambos provee de una complementariedad interesante. También están
la curiosa pareja de hermanos imbéciles con los que juega la pequeña Sue (Laura
Dern) la hija menor de la familia que no siente interés en volcar su vida en
hacer cosas de niña como la obligan sus padres y que prefiere pasar tiempo con
esos chicos marginales que se encuentran en constante situación de abandono,
una subtrama menor, pero con momentos bastante certeros.
Si bien la serie abunda
en momentos de drama, el humor ronda todo el rato ya sea de manera cruel o
sarcástica, hay gags y ciertas secuencias un poco más vulgares, pero “F is the
family” es ese tipo de serie que se construye de manera escalonada, sus
personajes evolucionan y sus acciones tienen consecuencia y continuidad en la
trama más allá de los chistes. Hay detalles que vale tomar en cuenta y momentos
que sobresalen, por lo que su humor está más ligado al stand up, al contar una
historia que a sólo situaciones absurdas o ridículas. Pero nuevamente tenemos
que tener presente que cada chiste será bastante ácido y llegaremos a un punto
en qué no nos será posible reírnos tanto porque sufriremos en mayor o menor
medida con la desdicha de los personajes.
“F is the family” es
una serie bastante buena que supera mucho las expectativas de quienes podían
creer que se trataría de otra “Family Guy” más. Esta muy bien pensada e
hilvanada, en lo personal no veo momentos muy hilarantes, más bien secuencias
oscuras que generan una incómoda risa, pero que extrañamente funcionan, tal vez
porque la serie traspasa al espectador de manera acertada el aura sórdida de
los 70´, sin llegar a deprimir porque después de todo sigue siendo la historia
de una familia que lucha por mantenerse a flote como la de cualquiera, sólo
podemos llorar por lo absurdo y reír de lo irremediable. Ah y otra cosa el
soundtrack es excelente lo que en cierto modo nos recuerda que quizás lo único
luminoso de aquellos años fue la música.-
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