Esto no pretende ser
una crítica a la tercera temporada de la serie de David Lynch y Mark Frost (al
pobre siempre lo olvidan cuando se habla de la serie) aunque sí hablaré
bastante de aquello por lo que si hay alguien que no se quiere comer unos pocos
SPOILERS, ya están avisados. Twin Peaks podía ser una serie más de misterios e
intriga, pero incluso desde su noventera emisión había algo, un aura enrarecida
que la hacía destacar sin ser la serie perfecta ni nada por el estilo, esta
tercera temporada ha demostrado ser la apoteosis de aquel intento por
transformar una simple serie televisiva en una verdadera odisea de inquietantes
emociones.
El
surrealismo como columna vertebral de un thriller
Cuando el agente Cooper
logra salir de la terrorífica habitación roja mediante una onírica secuencia de
transportación, como espectadores nos toca digerir al menos quince minutos de un
montón de cosas que a simple vista no tienen la más mínima lógica en el sentido
de que carecen de total significado cerrado. Ojo, yo hablo desde una posición
de espectador moderado, no de un acérrimo fan que se ha leído los libros de
Mark Frost al respecto y ha elaborado con detalle una teoría especifica de la
mitología de la serie. Después de LOST me aburrí de ver las series de ese modo
y las disfruto de acuerdo a lo que me hagan sentir, y les diré que esa secuencia
es inusual para la televisión.
Básicamente Lynch nos deja por varios minutos sin entender nada, sin
sospechar si quiera lo que le ocurriría al agente Cooper en esa perturbadora
dimensión compuesta por sueños y quimeras. No se trata tanto de poner una
“marihuaneada” en pantalla y dejar que alucinemos con formas y colores, Lynch
realmente se toma el tiempo de darle sentido visual al caos que estamos viendo:
Antes de salir de ese mundo el agente Cooper interactúa con una extraña mujer
sin ojos que le hace gestos de incomodidad, en el ambiente se escucha un sonido
bajo, filoso y cósmico, sonido que cobraría relevancia cuando Cooper sube al
balcón de la habitación en la que se encuentra y se queda ensimismado frente a
un extraño mirador que está en medio del universo (literalmente el universo)
frente a él la cabeza del Major Briggs flota pronunciado las palabras “Blue
Rose” La secuencia no es mágica, ni espeluznante, pero sí inquietante, Lynch
filmó una pesadilla como lo hizo hace cuarenta años en su debut con
“Eraserhead” (1997) y lo siguió haciendo en “Lost Highway” (1997); “Mulholland
Drive” (2001) y “Inland empire” (2006) su última película hasta la fecha. Pero
en esta tercera temporada de Twin Peaks, Lynch logro llevar el surrealismo
actual a un nivel superior de refinamiento en cuanto a forma y discurso
audiovisual.
Aquí parte de la escena
La secuencia termina
con Cooper transportándose al mundo real mediante una toma de corriente, sólo
quedan sus zapatos en el mundo de la logia negra, esto en referencia al mago de
oz, mientras tanto vemos como su doplenganger comienza a sentir los efectos de ser
atraído hacía la logia y en una escena igualmente jugada (pero bastante menos
onírica) notamos sus intentos de resistencia. Pero esta locura no termina aquí,
en el comentado capítulo 8 Lynch nos regala la posible explicación del origen
de estos seres de la logia negra, y por supuesto lo hace de un modo surrealista
y desbocado. Nos transportamos a 1945, vemos la prueba de una explosión
nuclear, de fondo suena la terrorífica “Threnody to the Victims of Hiroshima”
del compositor Krzystof Penderecki. Imágenes en blanco y negro nos llevan al
corazón de la explosión donde figuras liquidas comienzan a agarrar forma,
mientras que en una gasolinera cercana un grupo de leñadores ve alterado su
espacio-tiempo. La secuencia es una orgia de onirismo y lo que seguiría en el
capítulo no mermaría en tal aspecto, aunque a la larga confió en que todos
estos delirios tengan una base argumental muy sólida es innegable que a esto
sólo se puede llegar mediante las tripas y no la cabeza, y que por sobre todo
las imágenes como significantes tienen un coherencia increíblemente llamativa
(aquí un gran video explicando esto).
Intentar buscarle una
explicación lógica a una escena en donde se ve como una criatura mitad sapo
mitad escarabajo se mete en la boca de una chica previamente hipnotizada por
una entidad psicoespiritual malvada (o no) que lanza un mantra desde una
transmisión de radio, es cuanto menos…un reto para el espectador común de
televisión.
Twin Peaks ha dejado su
marca que sólo se puede acceder mediante la fascinación visual y en eso no hay
que hacerse el intelectual ni nada, la serie ostenta momentos profundamente
aburridos, posee una infinidad de personajes que aparecen sólo para tener
diálogos casuales, momentos de tensión que culminan en nada y muchas
conversaciones que parecen remitir a otra cosa de menor importancia, pero en
definitiva esa es la gracia de Twin Peaks, eso es lo que la destaca de
cualquier otra serie, su capacidad para intrigar aun cuando todo parece ser una
simple tomadura de pelo.
La
atmosfera inquietante detrás de un paisaje bucólico
Cuando Twin Peaks llego
a nuestras vidas a principios de los noventa (yo ahí tenía como dos años) la
premisa que lo sostenía parecía bastante evidente: El asesinato de una chica
ejemplar en un pueblo de la América profunda, un hermoso lugar llamado Twin
Peaks, alejado de la civilización y completamente bucólico con sus cascadas,
bosques y paisajes paradisiacos. Ahí es donde llega para investigar el caso el
agente especial del FBI, Dale Cooper. Personaje bonachón y medio místico que entabla
una fuerte conexión con la gente del pueblo, pero tras la aparente armonía de
estos personajes se esconde una serie de enredos, intrigas y secretos, al punto
de llegar a ser ridículo como es que cada personaje posee un lado
extremadamente turbio.
Esta primera temporada
se basa completamente en el caso policías, compuesta sólo 8 capítulos vemos
pocos momentos oníricos aunque destacables como aquel final del tercer capítulo
en donde suceda aquella antológica escena televisiva del enano bailando dentro de
la habitación roja, un momento que en su tiempo supongo que a todos dejo
perplejos, pero que se “entendía” porque se dejaba claro que obedecía
explícitamente a una escena de sueño.
La segunda temporada de
extensión mucho más considerable (22 episodios) debido al éxito de la primera,
se presenta como una serie muy diferente, si la primera temporada parecía más
una miniserie que se elaboraba en base a un misterio preciso, esta segunda
temporada se construyó debido a su extensión en distintos arcos argumentales
que se enlazaban de alguna manera. Si bien la serie en general se construyó
como una SOAP opera donde cada personaje disponía de su propia trama, fue en la
segunda temporada donde esto se dejó ver más acabadamente, dándole un lugar pleno para que las tramas se
desarrollasen. Se establece así la primera diferencia entre una temporada y
otra, la isotopías, si en la primera temporada todo giraba en torno a la
diferencia entre inocencia/ vs/ perversidad, la segunda desde
su primer capítulo propuso un nuevo nivel de confrontación lo normal/ vs/ lo extraño.
Los personajes espirituales se hicieron más comunes en esta temporada y las
referencias a casos extra-terrenales cobraron una inusitada importancia.
Miguel Ángel Torres en
su análisis de Twin Peaks deja ver que el potencial de la serie y probablemente
su éxito fue en el hábil uso de estas isotopías, aquella atmosfera inquietante
del universo de la serie era proporcionada por la constante tensión enrarecida
de un ambiente a primera vista bucólico como lo era el pueblo de Twin Peaks: “Del
lado de su organización semántica, la serie se apoya en una oposición entre un
mundo inocente y otro obscuro, perverso. Esta gran oposición temática es
representada por una oposición de espacios y de actores: el pueblo de Twin
Peaks y sus habitantes vs The Black Lodge y personajes como Bob, la encarnación
actoral de la maldad”
Pero el problema de
Lynch fue los desvaríos de la industria televisiva, la segunda temporada no
tuvo la audiencia indicada, para Torres esto se explica más por la mala jugada
publicitaria que la cadena ABC hizo para promocionar la serie, dando a entender
que se descubriría la identidad del asesino, algo que sus creadores no quería
revelar. Además el cambio conceptual que la serie tomaba con el surgimiento del
componente fantástico en la segunda temporada posibilitaba un cambio de juego
que la cadena no tomo en cuenta, Torres nos dice “Lo interesante del caso de
Twin Peaks es que, como lo señalamos antes, este ingreso en el terreno
fantástico está totalmente ausente del paratexto y del discurso que la cadena televisiva
sostenía, pese a que se trataba de diferencias mayores que cambiaban
radicalmente las expectativas potenciales de los espectadores con respecto a la
serie y a la resolución del arco narrativo principal” El fracaso en audiencia
de la serie y las presiones de la cadena televisiva hicieron que Lynch se
alejara del proyecto creativamente, luego, después de la mitad de la segunda
temporada cuando se descubre al asesino de Laura Palmar y queda en el aire la incógnita
de una amenaza mayor la serie se vuelve errática y trata de llenar sus espacios
confusos con historias secundarias muy olvidables. Era el fin anunciado, la
baja calidad de los capítulos es muy notable, sin embargo, el final de la
temporada se da de un modo muy particular, con ninguna historia cerrándose y,
de hecho, el arco principal torna en un cruel cliffhanger que hacía posible
desde todos lados la posibilidad de una tercera temporada, pero seguramente
Lynch no quiso volver a negociar con la cadena televisiva para no comprometer
su integridad artística, el resto, ya lo sabemos, tuvieron que pasar 25 largos
años -con una película precuela de por medio- para que los fans pudiesen por
fin saber cuál era el destino que le aguardaba al infortunado Cooper y a su
malvado doplenganger. La inquietud nos comió los sesos a todos.
Buscando
un épica en lo cotidiano
Y esta tercera
temporada parece ser la culminación de un viaje disperso, con caídas y errores,
pero por sobre todo hoy en día con un aura mística bajo los hombros. ¿Sabrá
David Lynch eso? Seguramente sí, cuando la idea de revivir la serie golpeó a su
puerta bajo la figura de un par de ejecutivos de Showtime sus condiciones
fueron inamovibles: Total control creativo de la serie, que se respete el
horario de emisión y la mínima intervención en cuanto a publicidad. Lynch no
iba a cometer los errores del pasado, cuando ABC en los noventa cambió de
horario la serie de los miércoles a la noche a los sábados en la noche él y
Frost se lamentaron creyendo que el público que seguía la serie, adultos
jóvenes en su mayoría, no miraría televisión el sábado. El cambio de horario
arbitrario fue un error ya que jugó con el cronograma de los espectadores, pero
también el gran error de ABC en su momento fue imponer una respuesta a la serie
mucho antes de que esta hablase por si misma, de acuerdo a Torres: “La
intervención de la cadena en el que fue el destino de la serie tocó también
otros puntos, probablemente más críticos, como el horizonte de coherencia
textual de la serie y el desarrollo narrativo de la misma. (…) debemos señalar
además otra intervención crucial de la cadena: la de anunciar, desde el inicio,
que se conocería quién era el asesino de Laura Palmer al final de la primera
temporada. Al hacerlo, ABC, en su rol de meta-enunciador, hacia una promesa con
respecto a la serie; una promesa que no es del orden del género, pero sí del
orden de su coherencia diegética. (…) Esta
promesa diegética tiene entonces un doble valor: anuncia el final del arco
narrativo principal y un comportamiento textual -Twin Peaks tendrá un season
finale revelador como las series lo suelen tener.”
Esto es simplemente magistral
Todos estos aspectos se
han superado, la publicidad de esta tercera temporada adelantaba poco y nada
sobre lo que veríamos, manteniendo por sobre todo su atmosfera inquietante, al
mismo tiempo las posibilidades de streaming por netflix hacían que la serie
corriera con ventaja al no estar solamente restringida oficialmente por su horario
en el espacio televisivo.
Pero lo más importante,
Lynch goza de excelsa libertad creativa y eso se nota, las secuencias oníricas
deslumbran, los tiempos lentos de algunas escenas no se le permitirían a cualquier
otro productor, pues son completamente anti-televisivos, los diálogos muchas
veces son extraños. La cantidad de escenarios por el que se desplaza la serie
dejando en sus primeros capítulos al pueblito de Twin Peaks muy en segundo
plano hacen suponer que esta historia es realmente épica, pero es una épica que
se construye ante todo desde el cotidiano. Lo raro es deslumbrante, pero lo
verdaderamente inquietante está en lo cotidiano, en los personajes turbios, en los
secretos oscuros y en el aura tensa en donde se presiente constantemente un
inminente desastre.
Twin Peaks es una
epopeya onírica en la que nos introducimos de principio a fin, aunque vale
decir que esta tercera temporada no es una serie perfecta, la construcción
argumental a veces resulta floja y azarosa sólo para hacerla avanzar. Además los “descansos” que se toman algunas
historias entre capitulo y capitulo hacen que algunos hilos argumentales se nos
pierdan completamente de vista, definitivamente esto es a raíz de que Lynch
quiso llevar al extremo la idea de SOUP OPERA, este Twin Peaks 2017 parece un
cumulo de historias o anécdotas que vemos y no sabemos a dónde nos llevarán, es
muy probable que nada cierre como esperamos, que no encontremos un final convencional
(ni de lejos) y que nos quedemos mirando la pantalla un buen rato después del
último capítulo intentando hacer sentido a todo, pero como dice ese viejo
adagio, lo importante del viaje no es el destino sino el recorrido y en esta
tercera temporada, y en realidad en todo lo que ha sido la serie, Twin Peaks
nos ha llevado por una verdadera montaña rusa. A disfrutar y dejarse sorprender
que al menos esta vez los diabólicos ejecutivos televisivos no meterán sus
narices.
ENLACES:
Ensayo de Miguel Angel Torres sobre Twin Peaks: http://2016.lafuga.cl/twin-peaks/583
https://elpais.com/elpais/2017/07/04/tentaciones/1499161183_618125.html
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