El pasado sábado 14 de
octubre murió el autoproclamado Divino Anticristo, una persona que llevaba
muchos años en situación de calle en el barrio Lastarria de Santiago. Ganó
cierta popularidad como personaje típico de la cultura popular chilena por su
forma de hablar enrevesada, sus vestimentas extrañas y sobre todo por sus
delirios mesiánicos (que a diferencia de otros no lo transformó en ningún líder
de ninguna secta). Muchos lo identificaban por la pañoleta sobre su cabeza,
gritando incoherencias a los cinco vientos y empujando su carrito de
supermercado lleno de libros que él mismo había escrito. El divino anticristo
sufría esquizofrenia y hay varias lecturas que se pueden hacer al respecto
sobre cómo la opinión pública perfila –
en este caso particular – la no-vida y no-obra de un vagabundo.
El
vagabundo como ornamento del paisaje urbano
La gente en situación
de calle afronta diversas problemáticas que son difíciles de asumir para
cualquier ser humano opacado por el vértigo de su propia vida, y como de
costumbre preferimos mirar para otro lado cuando nos encontramos con alguno, o en
el mejor de los casos le regalamos un billete o unas monedas. En la misión neoliberal
de desarrollar mejores índices de progreso económico (y supuestamente de vida),
la erradicación de vagabundos es una tarea constante de las políticas públicas,
realizadas con mayor o menor tacto según sea el caso. En nuestra América
Latina, sin embargo, la problemática de la gente sin hogar que acarrea graves
problemas relacionados con la drogadicción, el alcoholismo o enfermedades
mentales, resulta ser algo común al paisaje urbano al punto de que se vuelve
tan natural que pasa a convertirse en un ornamento, y tal vez, en una
silenciosa advertencia del límite al que todo ciudadano-trabajador puede llegar
a caer si se desprende de la lógica funcional del capitalismo, no obstante, de
vez en cuando se dan referentes de resistencia a esta imagen de desgracia y
perdición que el relato oficialista nos impone, personajes que al estilo del filósofo
griego Diógenes de Sinope prefieren orbitar por opción fuera del sistema y
encarar la vida desde su propia perspectiva filosófica y mundana, al punto de
decirle sin la menor consideración a cualquier personalidad que detente el
poder “Apártate que me tapas el sol”. El Divino Anticristo era algo así, un
personaje que se resistía a entrar a cualquier normalización, e incluso a ser
un vagabundo más que ornamentase el paisaje urbano, el paisaje lo ornamentaba a
él.
Yo lo conocí a través de
las columnas de opinión que escribía para el suplemento quincenal de sátira política
y social The clinic, quienes no sólo le
cedían espacio para que desplegara sus ideas sino también muchas veces lo
entrevistaron. The clinic, se podría decir que fue uno de los mayores
responsables de encumbrar el mito del Divino Anticristo. Después lo intentaron
con otros personajes de la calle, en ese afán de darle voz al folclor urbano
que los grandes relatos oficiales ocultaban, la palabra de los vagos, de los alcohólicos,
de los drogadictos y de los enfermos mentales, pero sólo el Divino Anticristo
fue constante y les entregó suficiente material porque en resumidas cuentas el
Divino era un filósofo de la vida, de la calle como Diógenes, y tal cual, disfrutaba
de los placeres más accesibles de la vida y de la libertad al no verse enfrascado en trabajos ni
obligaciones. Hurgaba en la basura buscando cosas que después podía vender,
caminaba, divagaba, se echaba en los parques, no era un vagabundo más, era el
relato en carne propia de la libertad…pero el diagnostico medico decía que sufría
esquizofrenia paranoide crónica.
El
humano antes de la divinidad
Como mito urbano que
fue, todos tenían su propia versión de quién era este hombre y por supuesto
cada versión variaba como las leyendas que se cuentan sobre los baños de los
colegios. Que había sido un médico, que era un nazy enloquecido que llegó a
chile, que había sido millonario…en fin, la vida del Anticristo estaba lejos de
lo increíble, su nombre de pila era José Pizarro Caravantes, nació en 1953.
Estudió literatura en la universidad de Valparaíso, pero luego se cambió a
computación en la universidad de Chile, se casó en 1973, tuvo un hijo, aunque
él dice que tiene dos y que viven en Alemania. Fue voluntario del cuerpo de
bomberos de la tercera compañía de Santiago y en 1982 vio la casa de sus padres
destruida por un incendio. Según cuenta su hermano, Ricardo Pizarro -un
conocido activista del ciclismo que murió en 2011- fue después de ese incendio
cuando José empezó a convertirse en el Divino, dejó su hogar y comenzó a
deambular por las calles vestido con faldas y su característico pañuelo sobre
la cabeza, antes de adoptar su alter ego, la gente lo llamaba “la vieja loca” o
“el viejo viaja”.
Su condición mental
aparentemente empeoró con los años, a pesar de que sus inquietudes y
pensamientos filosóficos no menguaban en lo absoluto. Era prolífico en la
escritura llegando a tocar temas que iban desde la política hasta especialmente
la metafísica. El Divino escribía de todo, esto dio pie a que un grupo de poetas
de la librería “Flor de lis” interesados en la visión de mundo de este
personaje lo ayudaran a publicar muchos de sus escritos, de los cuales la
mayoría tenía una curiosa apología al nazismo. Y es que si bien, dejando de
lado sus problemas mentales (algo un poco difícil de pasar por alto) el
pensamiento del Divino estaba contaminado por el esoterismo nazy, el
cristianismo y los modelos de economía anárquica. A raíz de esto en muchos de
sus comentarios o escritos se podía leer una desconcertante idea que orbitaba sobre
la pureza de la raza blanca, la supremacía del hombre frente a la mujer y la
filosofía de los extremos. No quiero pasar por alto que éstos son básicamente
mensajes nocivos y repudiables para la tolerancia y el libre pensamiento dentro
de la sociedad que aspira a progresar, pero naturalmente nadie se tomaba en
serio al Divino, seguramente si las cosas que decía las hubiese vociferado
alguien como Miguel Serrano (que en parte las dice un poco) el foco de atención
sería distinto. En todo caso a medida que la fama del Divino crecía, sus
escritos se volvían más erráticos e incoherentes hasta el punto de convertirse simplemente
en un personaje pop de la cultura Chilensis, el loquito. Y aquí es donde la
cosa se vuelve un poco complicada.
El
divino loquito
Cuando el Divino empezó
a salir en la televisión mediante notas o entrevistas donde únicamente se reían
de los disparates que decía, fue cuando públicamente su figura se tornó en un
chiste. Claro que él estaba ajeno a todo eso, decía lo que se le cantaba y los
que se aprovechaban de eso lo usaban como elemento de broma. Aunque dudo mucho
que el Divino se haya sentido ofendido al respecto, pero la responsabilidad
editorial de mostrar a un outlaw como un loco, dejando de lado toda una
historia humana y enfocándose en el
absurdo involuntario de sus palabras, marcando ésa personalidad disruptiva al
orden social como un fracaso del que sí nos podemos reír como se muestra en
este horrible programa:
“Ellos dicen que yo soy un esquizofrénico,
pero no soy un esquizofrénico, porque los esquizofrénicos son comunistas. Los
esquizofrénicos se creen Dios, o sea que son todos iguales al diosísimo, lo que
sería totalmente comunista, pero yo soy distinto, porque soy un genio, una
divinidad que no es Diosísimo, sino que el Anticristo” En sus propias palabras
y de lo que se puede inferir más allá del delirio místico, es que el Divino
quería vivir su vida al margen de cualquier paradigma, también del psiquiátrico.
La única vez que fue internado en contra de su voluntad, sus “seguidores”
iniciaron una campaña pidiendo que sea liberado. Esto da pie a entender un poco
más la filosofía antipisquiatrica que propugnó Focault para quien los
hospitales mentales sólo eran un reducto más dispuesta a la normalización de
los cuerpos. El Divino no quería ser normalizado, quería ser el Divino, esto
hizo entender a su hermano (quien lo internó) que la solución no pasaba por
terapias abusivas sino más bien creía que había que mejorar sus actuales
condiciones de vida sin sacarlo de su entorno.
Homenaje de 31 Minutos al Divino |
"Nosotros
estuvimos internados en una clínica siquiátrica poco más de un mes y no
habríamos salido en por lo menos en diez años si no fuera por el apoyo
incondicional de una COMPAÑÍA DE POETAS QUE SE TOMARON LA MOLESTIA DE PROTESTAR
(sic) por la infamia que me estaba ocurriendo, que me estaban inventando
enfermedades porque una inmobiliaria reclamó que mi presencia en el BARRIO
LASTARRIA les perjudicaba su venta de departamentos, que entreparéntesis están
mal construidos porque les faltan dos metros de AISLAPOL entre cada
pasísimo", declaró cuando fue sacado del psiquiátrico. Sin embargo, este
rechazo a la internación por otrxs puede ser leído como una aceptación de su
condición y por lo mismo como un caso perdido del que ya no resulta inmoral reírse.
El proceso del Divino de llevar adelante sus ideas fue la mejor forma de
resistencia ante un sistema que sólo busca normalizar los cuerpos o simplemente
excluirlos, él salió de ese sistema, nadie tenía el derecho a reírse de su
diferencia, pero lo hicieron, porque parece que ese es el destino de los que
abrasan su locura. A los 66 años ha muerto, y la opinión reacciona con cierta
indiferencia e ironía, al final, para la gran mayoría, era un vago más que
andaba por las calles.-
FUENTES:
http://www.elciudadano.cl/chile/el-mito-del-divino-anticristo-el-cono-de-la-cultura-pop-del-centro-de-santiago-en-camino-a-ser-leyenda/10/15/
http://www.emol.com/noticias/Nacional/2017/10/14/879196/Adios-al-Divino-Anticristo-Quien-era-el-reconocido-personaje-santiaguino.html
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