lunes, 2 de octubre de 2017

La época dorada de las series televisivas en cuestionamiento




La gran directora Argentina Lucrecia Martel este año ha estrenado luego de un dilatado proceso, al fin, su última película “Zama” y a raíz de eso ha saltado a la palestra en distintas entrevistas, pero no hablaremos de “Zama” aquí. En realidad quería detenerme sobre una visión que Martel tiene con respecto a las series de televisión y es que a pesar del buen momento que gozan (la llamada nueva época dorada) Martel ve con desconfianza este dominio que ha supuesto un mayor prestigio de la ficción televisiva sobre la cinematográfica. Para la directora, todo este proceso cultural nos ha encerrado a nosotros como espectadores en una comodidad que no permite a los autores experimentar demasiado en el campo audiovisual.

 La buena calidad técnica y el convencionalismo argumental

Lucrecia Martel

Pongamos los puntos precisos. Lucrecia Martel es una voz autorizada para hablar de cine, de arte y de industria. Con sólo tres largometrajes (“Zama” es su cuarta obra) ha cautivado la mirada de muchos. La extrañeza de lo cotidiano que transmiten sus filmes la han perfilado de un estilo que ha definido en cierto modo el cine independiente argentino de los años 2000 en adelante e influenciado sobre el estilo de otros directorxs latinoamericanos. No hace falta nombrar los laureles de la Salteña, pero si alguien le hace falta alguna credencial bastara con decir que “Zama” a menos de una semana de su estreno en salas comerciales ya está camino a los Oscar y Goya del 2018. 

Lo que llama la atención sobre el cine de Martel es sin duda su constante tira y afloja entre el mundo interior de sus personajes y el mundo particular que habitan, moldeando el tiempo al modo más “Tarkovskiano” posible, Martel juega con el límite de una fantasía que nunca termina de zanjarse, siempre es una posibilidad que se anuncia dentro de una realidad particular. En algunos casos esta mirada se confunde con un entorno folclórico, tradicional, popular, pero Martel va más allá de enseñar identidades, las reinventa transportándonos de esa forma a un universo cada vez más perturbador. Esta mirada obviamente no es muy comercial y su cine no ha sido lo que se diga un éxito de taquilla, de hecho, en su propia filosofía de trabajo Martel reniega de las prácticas más empresariales como el pitching que consiste en vender la idea central de la película a un grupo de productores para que la financien. Por eso no resulta extraño la visión negativa que la directora tiene sobre el buen momento que viven las series norteamericanas y que parecen replicarse en sus formatos y estilos hacía el resto del mundo.

                                                                     Trailer de ZAMA

“Yo pienso que el circuito de cine, el que se va un poco de la normativa más dominante, de una narrativa más causa y consecuencia, está cada vez más chico. Y la gente que veía películas diversas, cada vez ve películas más parecidas. No sé a qué me voy a enfrentar ahora. Lo que sí sé es que hay un público que de niño vio más animé o leyó manga, más abierto a otro tipo de narrativa. Por otro lado creo que las series a una parte de ese público le han hecho muchísimo daño. Por muy buenas que sean, y salvando Twin Peaks, origen y excepción de toda esta movida, las series son una vuelta atrás en el lenguaje audiovisual.”

Esas fueron las palabras de Martel en la entrevista para    http://www.perfil.com/espectaculos/las-series-son-un-paso-atras.phtml, pero antes ya había dicho algo parecido en la revista Inrockuptibles (https://losinrocks.com/lucrecia-martel-zama-d095abf57edf) en donde le preguntan si le da miedo la reacción del público no cinéfilo ante la propuesta de “Zama” tomando en cuenta que algunos consideraban a la película “La cordillera” (Santiago Mitre) como una propuesta árida, Martel respondió:
 
“Uh, entonces… (risas) Agradezcámosle a todas esas series que son puro guión. Toda la maestría que indudablemente tienen esas series representa un paso atrás narrativo tremendo. Crea una generación de gente vaga, con una vida sexual disminuida y disimulada en horas de cama por temporada. Pero es curioso, porque hace un tiempo yo pensaba que con series de animé como Lain o Pokemon se estaba formando un público que estaba preparado para cualquier locura narrativa, y las series invirtieron eso. El animé había puesto la humanidad en una situación de disponibilidad para algo más extremo, con menos causa-consecuencia, con una naturaleza de personajes menos limitada… Pero volvió todo para atrás.”
  

Podemos discutir esto. Efectivamente las series se han complejizado narrativamente, desde las sitcoms basadas en la palabra, hasta los culebrones pasionales de los 80’ y parte de los 90’ las series gringas han ido desarrollando un refinamiento en sus formas de proponer historias. “LOST” y “Breaking Bad” son los puntos máximos en esta construcción y los ejemplos más emblemáticos ya que sus buenas historias son desarrolladas a partir de la mayor cantidad de recursos narrativos posibles: Clifhangers, flashback, flashforward, anticipos, ironía, tiempo abolido, tiempo quebrado…El delirio de cualquier guionista ya fue rematado en estas dos series y todo lo que ha salido hasta ahora no ha hecho más que replicar aquello con otro sabor “The Walking dead”; “Games of Trhones”; “Better Call Saul”; “Stranger Things” o “True Detective”, todos son ejemplos de que la buena (y en algunos casos excelente) calidad técnica y narrativa va obligatoriamente acompañada de un convencionalismo audiovisual cada vez más cómodo en su fórmula.

Últimamente las series se están basando demasiado en el recurso del cliffhanger para mantenerse y seguir prometiéndole a la audiencia que valen la pena, a pesar de eso se están contando del mismo modo que podría contarse una novela literaria. Efectivamente, el audiovisual ha avanzado mucho en sus guiones, los personajes se han complejizado mucho más, están lejos de ser arquetipos y sus matices los hacen más interesantes, esta avidez argumental en el mejor de los casos va acompañada de un despliegue técnico inventivo o simplemente maravilloso, a la altura de cualquier producción cinematográfica, pero lo que Martel denomina como lógica causa-efecto constituye la narrativa por excelencia que va formando por un lado espectadores acostumbrados a las historias secuenciales que visualmente no produzcan un shock, y por otro, realizadores audiovisuales enviciados con una formula narrativa que está más ligada al contar que transmitir con las imágenes.

No se trata de alegar contra las series, creo que la época dorada en la que están se la han ganado a punta de evolución y propuestas que se supieron arriesgar en su momento (ella misma salva a Twin Peaks de todo esto) Personalmente amo ver buenas historias y si son bien llevadas no habría problema, el pero está simplemente en la masificación de estas cuestiones que van generando (y a veces imponiendo) una formula repetitiva que se basa sólo en esa lógica narrativa y que impida las experimentaciones audiovisuales porque “el público no quiere ver cosas raras, sólo le interesa los dramas humanos” será tan así…¿Estamos en un punto sin retorno? Por fin tenemos buena calidad televisiva, pero eso va en desmedro de la imaginación audiovisual. Bueno yo creo que no todo está tan perdido y hay algunas series gringas que nos han demostrado que el buen drama puede ir acompañado de experimentaciones narrativas arriesgadas.

Las excepciones

Mr. Robot

Mr. Robot (2015 - ) Creada por Sam Esmail quien se inspiró en los eventos de la primavera Árabe para llevar a cabo el argumento, esta serie de NBC aún en emisión (pronto se viene su tercera temporada) cuenta la historia de un esquizofrénico llamado Elliot que sin saber muy bien cómo ha terminado liderando un movimiento de hackers que están a punto de desestabilizar el sistema económico-social. La serie no es perfecta (su segunda temporada no me convenció tanto) pero no podemos decir que no se arriesga con secuencias visuales que se salen de la mera lógica causa-efecto de la historia central, secuencias que dicen mucho más del argumento y las situaciones que la propia voz en off de Elliot que sólo sirve para aturdirnos. Una serie que sabe jugar con la narrativa audiovisual y que sería imposible de llevar a cualquier otro formato.
 

Twin Peaks tercera temporada (2017) La serie de David Lynch y Mark Frost fue importante en su momento para romper con las temáticas estereotípicas de los dramas televisivos ochenteros, pero esta tercera temporada es de otro pedigrí. Con el prestigio que Lynch ha ganado con los años, la cadena televisiva básicamente le dejo hacer lo que se le cantara, de esta manera el cineasta llevo la historia por imágenes que a simple vista parecen puras pretensiones sin sentido, pero que son atractivamente fuertes y simbólicas. Las secuencias oníricas que poco a poco se entrecruzan con una trama en esencia bastante simple son la quintaescencia del estilo de Lynch y lo que permite identificar a  esta tercera temporada de Twin Peaks como una experiencia única frente al panorama televisivo. De hecho todo lo que Martel dice con respecto a las series no se puede aplicar en este caso, y como muestra es que el final abierto de esta tercera temporada ha generado teorías que desbaratan absolutamente la lógica causa-efecto.

"Twin Peaks"
Wilfred (2011 – 2014) Una serie protagonizada por Elijah Wood en donde interpreta a Ryan Newman un abogado fracasado que después de algunos intentos de suicido conoce a Wilfred un ser que todo el mundo ve como un perro normal, pero que Ryan ve como un hombre con disfraz de perro que es capaz de hablarle y darle consejos sobre la vida y la existencia. Es esa clase de serie de la que se esperaba mucho en el ámbito de lo cómico (el co-creador de Family Guy David Zuckerman fue el productor ejecutivo), pero que fue demostrando que sus ambiciones iban por otro lado, más existencialista, menos secuencial y mucho más deconstructivista de lo que se podía esperar para un producto de FOX, no tuvo éxito en su público objetivo, pero para algunos es considerada una serie de culto debido a sus escenas más disruptivas. 


"Wilfred"
La recta provincia (2007) Estrenada como una miniserie de la mano del director chileno Raúl Ruiz, en su vuelta al país sudamericano. Esta serie es un repaso por algunos mitos y leyendas del campo chileno y por supuesto son llevadas adelante con una mirada surrealista y anti narrativa, sello propio del director. La serie no fue bien recibida en su momento ya que se le consideró demasiado pretensiosa y alejada de la idea folclórica que se tiene del campo chileno. La serie construye a través de imágenes costumbristas una historia llena de juegos dialecticos y personajes improbables en el que el delirio y la fantasía son los elementos principales. Sigue la historia de Paulino quien encuentra un hueso agujereado que al principio cree que es una flauta, pero luego descubre que se trata de un hueso humano de un alma en pena que ronda distintas casas. Paulino y su madre Bélgica buscarán la forma de llevar  la paz a esta alma y en su periplo se encontraran con distintas entidades de la cultura popular campesina, en donde hay espacio incluso para personajes de la religión católica como los santos, la virgen y por supuesto el diablo (AQUÍ está la serie compilada en formato película).

"La recta provincia"
Creo que el alcance que Martel realiza con respecto a las series es importante a la hora de pensar los productos audiovisuales como elementos originales y excitantes, más que como meros acompañamientos que sirven para derribar las horas más largas de nuestra existencia. Tampoco creo que todo deba reducirse a negar una forma por sobre otra, si la historia requiere ser contada bajo la causa-efecto más simple y directa, pues que así sea, nada peor que forzar elementos sólo para parecer cool, además recordemos que la televisión es  -lamentablemente-  un negocio del espectáculo, pero un negocio cultural con el que nos podemos evadir, divertir, emocionar, y también con el que también podemos superar los patrones artísticos establecidos por una época y llevarlos un poco más allá, un poco más allá la imaginación.-

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