Como varón no tengo muy claro qué papel puedo
desempeñar dentro del feminismo. He leído autoras como Haraway, Despentes, y
por otro lado también a Preciado cuya teoría no se enmarca únicamente en el
feminismo, pero que atraviesa los ecos de lucha contra la heteronorma,
principal arma de control del sistema patriarcal. De todas las lecturas he
comprendido que la deconstrucción de la masculinidad no viene porque sí, no es
tan fácil renunciar a los privilegios
simplemente porque de vez en cuando te muestren por la tele marchas feministas
o se hable de eso durante una semana. Aceptémoslo chicos, estamos inmersos en
un sistema donde somos el germen
opresor, desde las familias con más privilegios, hasta las más paupérrimas, generalmente
es la mujer la que se lleva la peor parte. Es decir, se trata de algo
independiente de la condición de clase, a pesar de que muchos digan, por
ejemplo (casi como defensa a los pobrecitos que tenemos pene) que son los
hombres los que generalmente sufren los avatares de la pobreza. Pero entonces,
cuál sería nuestro papel, si básicamente muchas duermen con el enemigo (como
bien dicen varias feministas). A mi lo que más me ha cerrado de entre tantas
lecturas, tantos videos, tantas charlas, tantos debates, es que simplemente el
feminismo es una revolución que busca acabar con todo, y eso es lo más anárquico
que puedo encontrar en el contexto actual de este podrido mundo.
Imagen de la serie televisiva: "American Horror Story: Cult, 'Valerie Solanas Died for Your Sins' |
En 1968 la activista
feminista Valerie Solanas le disparó a Andy Warhol por un asunto netamente personal
(y no, no porque fuese un hombre y hubiese querido matarlo porque sí), no
obstante, a partir de allí el feminismo fue asimilado por gran parte de la sociedad
Estadounidense como algo similar al terrorismo. Con el caso en plena luz
pública, el editor Maurice Girodias tuvo el tino (comercial) de publicar de
manera masiva el manifestó “SCUM” que la activista había
escrito un par de años antes y que circulaba de manera muy escaza. Aquel
manifestó era básicamente un escupitajo en la cara a todo varón heterosexual, cargado
de frases virulentas y extremistas que ni un tercio de la sociedad pudo
digerir. Algunas de ellas eran:
"El
hombre es un accidente biológico; el cromosoma Y no es más que un cromosoma X
incompleto, una serie incompleta de cromosomas. En otras palabras, el hombre es
una mujer fallida, un aborto ambulante, un aborto congénito. Ser hombre es
tener algo de menos, es tener una sensibilidad limitada. La virilidad es una
deficiencia orgánica, y los hombres son seres disminuidos, incapaces de
emoción"
"El
macho, como la enfermedad, ha existido siempre entre nosotras, y no debe seguir
existiendo"
"Y
si una gran mayoría de mujeres fueran SCUM, tomarían el mando total de este
país en pocas semanas, simplemente rehusándose a trabajar, paralizando así toda
la nación"
Tal radicalidad proveniente
de una mujer que hablaba sin miramiento alguno ni siquiera cayó bien en ciertos
círculos feministas de los setenta, específicamente en aquellos grupos
abolicionistas que lideraban Catherine Mackinnon y Andrea Dworkin. Tampoco ayudó
mucho que Solanas fuese declarada luego como esquizofrénica y mentalmente
perturbada, lo que hizo que no se le tomara en serio en debates feministas.
Básicamente, la figura
de Solanas sería entendida como ese punto de locura que desbarata aquella
revolución feminista que sólo busca ir por el camino del discurso mesurado,
justicialista y punitivo. Ese camino que no contempla ni el desborde ni la
verdadera rebeldía se ha puesto al frente de Instituciones, buscando llevar
ciertas equidades de género por medio de la regulación del Estado y las leyes. Actualmente
la cara del feminismo preponderante lleva el rostro de figuras del espectáculo como
Emma Wattson, Gal Gadot y Oprah Winfrey, y es la única que visibilizan los
medios de comunicación, por lo tanto un feminismo blanco (y ojala rubio) es lo único
que se toma en cuenta, por su parte, el feminismo disidente, confrontacional,
directo, iracundo e irreverente se muestra como pura tontería, “feminazismo”, ridiculez.
Igual todo se cruza
actualmente. Hay mujeres que pueden simpatizar con el feminismo más conciliador,
pero que al mismo tiempo aplauden a la que raya en las paredes de la calle:
“MATA AL MACHO” (reminiscencias del manifiesto SCUM) porque consideran que hay
bastante verdad en esas simples palabras. Cada mujer en su condición particular
verá qué quiere hacer, porque después de todo y más allá de las formas de lucha
que se establecen, es cierto que (casi) todas siguen siendo tratados como seres
de segunda categoría: Sueldos más bajos, dobles responsabilidades con respecto
a la familia, acoso gratuito, manipulación sentimental, cosificación inmediata
sólo porque sí. El caso es que hay que hacer una diferencia, visibilizar los
crímenes y el acoso es un gran paso (pese a que muchos lo malinterpretan como
una dictadura de lo políticamente correcto) pero leyendo a Despentes me he dado
cuento de algo que siempre lo sentí evidente en mi condición de varón, ella
establece casi al final de su libro “Teoría King Kong”: “Hay un tipo de fuerza, que no es ni masculina, ni femenina, que
impresiona, enloquece, tranquiliza. Una facultad de decir no, de imponer sus
opiniones, de no esquivar el bulto. Me tiene sin cuidado que el héroe tenga una
pollera y gomas enormes o que la tenga dura como un ciervo y fume habano”
luego agrega una frase que me encanta “El
feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres, para los hombres, y para
los demás. Una revolución, ya en marcha. No se trata de oponer las pequeñas
ventajas de las mujeres a las pequeñas conquistas de los hombres sino de mandar
todo bien a la mierda”
Feminismos
punitivos y feminismos amazónicos
Algunas llaman al
pensamiento de Despentes postfeminismo, a mi me parece demasiado pedante tener
que clasificar cada frase dentro de una corriente determinada, simplemente creo
que Despentes le ofrece una posibilidad al varón de renunciar a sus privilegios
en pos de otro camino y es que, el feminismo no debería ser igualdad (yo he
caído en esa trampa dialéctica alguna vez) en el sentido de que el movimiento
no tendría que esmerarse tanto en buscar posicionar a las mujeres al mismo
nivel que la clase que las oprime, sino simplemente de dinamitar todo el
sistema en que la trama heteropatriarcal se extiende.
No sé si será una
condición propia del ser humano convertirse en un monstruo cuando tiene un mínimo
de poder en sus manos (al conductista experimento de Stanford me remito) pero
como dice Nicanor Parra "Bien, y
ahora ¿Quién nos librará de nuestros liberadores?" hay que tener ojo en no repetir dentro de
nuestras prácticas el mismo sistema con el que tanto se batalla. Parece de perogrullo
decirlo, pero una mujer en un lugar de privilegio, de Poder, puede ser igual de
opresora que un hombre, y quizás este ejemplo que pongo a continuación es muy
ridículo, pero en este programa Mexicano que les dejo acá abajo, llamado “Almohadazo”
y conducido por la actriz Fernanda Tapia, se puede ver un acto de acoso a viva
luz (siempre en un contexto de juego y show televisivo) en donde ella agarra a
besos a una de las panelistas, la chica, naturalmente incomoda no le queda otra
que aceptar los deslices cariñosos de la anfitriona, pues es su jefa. Si esto
lo hubiese hecho un hombre sería muy evidente para todxs, pero aquí simplemente
estamos en el mismo problema de opresión,
alguien ejerciendo su Poder a costa de otro.
Hay visiones feministas que buscan adentrarse en
la marginalidad, en las otras subjetividades, como Haraway decía ir a “La caza
de la diferencia”. Los problemas de las latinas, de las indígenas, de las
afroamericanas, son conflictos que no se condicen con el esquema unilateral del
feminismo Institucional. Por eso es que se hace tan necesario no caer en
generalizaciones. Una de las miradas más estimulantes que logra darle una
vuelta de tuerca a aquel feminismo blanco, ha sido para mí el de la escritora
argentina Leonor Silvestri, quien hace carne todas las resistencias disidentes
que la sociedad invisibiliza: Lo queer, la diversidad funcional, el veganismo
(aunque tengo entendió que ya no lo es por una enfermedad crónica que lleva),
el antinatalismo. Leonor Silvestri se declara enemiga pública de todo orden heteronormado y yo me atrevería a decir que de cualquier cosa
que se establezca como normal por medio de las Instituciones de control. Su
radicalidad asusta a la heteronorma y no congenia mucho con el feminismo
justicialista que busca que la mujer sea protegida por el Estado, ella al
contrario cree que hay que desconfiar de las leyes, porque hecha la ley hecha
la trampa, lo que genera que nuevas regulaciones judiciales traigan
inexorablemente nuevas criminalizaciones. Como pasa en Chile con el aborto en
tres causales, una ley regulada por el Estado (que igual costo un chingo meter
en circulación por culpa de los idiotas de Derecha) pero que en su necesidad de
pactar con el enemigo a terminado criminalizando el aborto (o no aborto) por
medio de otras formas. Aquí les dejo un artículo redactado por Leonor sobre
este problema que el feminismo justiciliasta parece ignorar.
Leonor Silvestri |
Leonor, aunque a veces irónica y sarcástica, es
clara en su mensaje, ella le dice a las mujeres que se defiendan, que caminen por
la calle atentas y siempre listas para lo peor, para la pelea, que no confíen
que el Estado deba protegerlas, nos habla de un feminismo amazónico, guerrero. Su
pensamiento me recuerda al de Camille Paglia (otra que produce animadversión en varios
círculos feministas) en donde expresa que si una mujer quiere recorrer el mundo
tal como lo hacen los hombres, pues no le queda otra que prepararse el doble. Porque
si el mundo es salvaje y duro para los hombres, ciertamente será el triple para
las mujeres, pero Paglia establece que no se puede depender de leyes o
servicios que estén pendientes constantemente del cuidado de la mujer, de
tratarlas como finos pétalo de rosa. Paglia dice en una polemica entrevista a Playboy (https://lasdisidentes.com/2013/04/03/camille-paglia-entrevistada-por-playboy/)
que eso también las puede convertir en inútiles sobre ciertas tareas cotidianas
como no saber arreglar el auto cuando se queda detenido (Hey, yo tampoco sé
hacerlo). Y Despentes también deja claro que esperar que el Estado te defienda
puede llegar a anular la potencialidad femenina.
¿Y
qué onda nuestro esquema de masculinidad?
Fotograma de Devilman. Cry baybe |
Pero en fin, si bien
siento afinidad por alguna de estas ideas,
no soy quién para ofrecer cual es el mejor feminismo si después de todo
soy el opresor (por ahora). Entonces, lo que me interesaría aquí es decir que
quizás el único camino que nos queda a nosotros, varones mayormente
heterosexuales (no por opción, obvio) es simplemente hacer estallar los
constructos en los que se nos impuso la masculinidad como ley. Si el feminismo
busca explotar con el sistema heteronormado, démosle una mano vaciando la
masculinidad que nos asfixia. Qué se yo, actualmente Netflix tiene la serie
“Devilman Cry Baby” un remake del legendario anime de Gō Nagai en donde se nos
muestra personajes masculinos que no se acomplejan en llorar a cada momento por
sentir empatía con el resto, al sentir humillación y las evocaciones amorosas.
Quizás es un buen comienzo sentir que somos débiles, que no tenemos que cargar
con el peso del mundo, que nuestros penes pueden ser chicos y no pasa nada. Siempre
necesitamos hablar de nuestra heterosexualidad, y personalmente creo que hablar
de chicas y deseos está bien, es sano, pero la heterosexualidad nos termina
comiendo, buscamos repetir en nuestras conversaciones todas las ideas que nos
han exprimido hasta la medula. ¿Por qué no aceptamos que sentimos un deseo
homoerotico por los artistas que admiramos? ¿Por qué buscamos disfrazar todo
con el intelecto?; ¿Por qué no nos concentramos más en llevar adelante la
irreverencia como bandera de lucha, en vez de la seriedad atolondrada? Al final
esta rabiosa descripción de masculinidad que Solanas hace termina definiendo
bastante bien nuestras cotidianidades:
“El
hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de
sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o
ternura. Él es una unidad completamente aislada, que no puede compenetrarse con
nadie. Sus respuestas son enteramente viscerales, no cerebrales: su
inteligencia es un mero instrumento al servicio de sus manejos y necesidades;
él no puede experimentar una pasión o interacción mental; sin poder
relacionarse con nada además de sus propias sensaciones físicas.”
Creo que generalmente
la juventud es un campo que permite que destruyamos esa masculinidad renegada
que se impone sobre todos, pero algo pasa en el camino a los treinta en el que
muchos o se hacen homosexuales y replican con mayor intensidad la cruz a esa
masculinidad, o simplemente terminan sucumbiendo a ella y formando parte de los
engranajes del sistema heteronormado con orgullo. Sé que es difícil, porque
tenemos que luchar con nuestras subjetividades a cada rato y claro que cansa,
pero siento que es el único aporte serio y real que podemos hacer dentro de
esta revolución feminista que se teje por medio de suntuosas redes y que cada
día no hace más que crecer.-
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