Un chiste negro, pero feminista. Y de la mano de un varon heterocis, uy |
Una de las únicas
razones por la que mucha gente (entre esas me incluyo) sintoniza por televisión
ese espectáculo híbrido que oscila entre competencia artística, show musical y
programa televisivo llamado Festival de Viña, es por la presencia de
humoristas. Un poco de contexto, el festival de Viña es un evento veraniego de
la turística ciudad chilena que con el paso de los años ha ido ganando mucho
terreno dentro de la idiosincrasia nacional. Si bien comenzó como una modesta
competencia de canciones, con el paso de los años ganó abundante potencial
mediático, considerándose, hoy por hoy, como un espacio sagrado e
inmanentemente kitsch. Su mayor riqueza esta en lo impredecible que resulta a
veces, por ejemplo: en los ochenta el vocalista de Mr. Mr leyó un comunicado adhiriendo su solidaridad a los artistas perseguidos por el régimen de Pinochet, años antes Florcita Motuda hizo una intervención extraña, demasiado naif para considerarla acto de protesta, pero aun así muy simbólica. Retornando
la democracia, de antología fue la presentación de Faith No More en un momento donde nadie tenía claro qué significaba chasconearse.
Más allá de números
puntuales, las situaciones en donde lo imprevisible siempre está presente son en
las presentaciones de los humoristas, quienes son el plato fuerte televisivamente
hablando ya que el rating depende mucho de sus rutinas, esto se debe a una razón
muy simple: con los y las humoristas es cuando el público asistente más puede
actuar como circo Romano, abucheándoles si no les gusta su humor o
aplaudiéndoles y finalmente consagrándoles. Y este año la gran víctima fue la
comediante Jani Dueñas que con una rutina de stand up ligada al humor negro, no
consiguió beneplácito. ¿Qué causo todo esto a nivel de opiniones? Entre otras
cosas que se achacara, ridículamente, dicho fracaso a la postura feminista de
la artista, y qué además se pusiera en jaque el papel de la mujer frente a un
humor incómodo.
¿La
suerte o la gracia?
Jani Dueñas. La figura de Viña 2019 |
Por catorce años no
hubo representación femenina dentro del humor en la parrilla programática del
festival de Viña. Recién en 2016 la comediante Natalia Valdebenito rompió esa racha con una aplaudida presentación. Si bien llevo adelante una rutina bastante
simple en la que se reía de su cotidianidad como mujer, en un momento del
espectáculo pudo decir un mensaje claro y fuera de chiste. “¡Soy feminista! Eso significa que quiero que dejen de
matarnos” Sin esa declaración de principios su show no hubiese tenido el tono
político que adquirió inusitadamente, de pronto, era como si esas palabras
reinterpretasen con otro carisma su humor y todo lo que había estado diciendo
hasta ese momento. Valdebenito se convirtió en un referente del feminismo, algo
que supo capitalizar para su carrera en el humor, trabajando cada vez más desde
ese lado. Para el momento en que ella se subió al festival de Viña, el movimiento
social ni una menos ya había comenzado a hacerse fuerte, vociferando su descontento por las calles de varios
países. No se trataba de una consigna minoritaria, sino del resurgir público de
una fuerza que empezaba a interpelar el rol social de las mujeres.
Tres años después las
cosas han cambiado mediáticamente, claro, se siguen suscitando feminicidios con
frecuencia, la desigualdad de género sigue produciendo rupturas y básicamente a
las mujeres se les sigue evaluando y presionando con una doble lupa por razones
meramente patriarcales. No obstante, paralelo a eso, como para blanquear
públicamente estas cuestiones y sugerir supuestas soluciones que no modifiquen
de fondo al sistema que las produce (ya saben, el heterocapitalismo global) se
ha generado una innegable agenda política desde los poderes fácticos en donde
el feminismo como instrumento se ha vuelto cada vez más evidente. Desde películas con heroínas que entregan livianos mensajes de aires emancipadores,
hasta gestos empresariales que intentan demostrar que las cosas pueden mejorar
sin necesidad de eliminar el sistema, todo ha recaído en cómo los grandes
poderes utilizan el feminismo inofensivamente para direccionar a su favor el
descontento frente a los problemas de género. Pero el mundo avanza y cada vez
se van suscitando más cosas, desde el me too, hasta los movimientos pro aborto
en Latinoamérica, la reacción social continua siendo una actitud que busca
confrontar todos los paradigmas por los que la sociedad se construye.
Randy y qué es lo que hacen realmente los grupos de los Políticamente correcto
Lamentablemente, la
agenda política del llamado feminismo blanco punitivista, más que ahondar en
problematizaciones, busca instalar a toda costa un nuevo status quo muy
parecido al que acostumbramos, un femwashing se podría decir, que actúa desde
la absoluta superficialidad y que genera
cismas en la ciudadanía por su pretensión de imponer nuevos modelos (que
básicamente sólo vienen a reemplazar a los antiguas, pero mantienen las mismas
funciones) este cisma se siente sobre todo en las redes sociales, donde cada
vez hay más personas quejándose de que el feminismo es casi una especie de
dictadura del pensamiento. Ok, seamos claros, una postura que pretende romper
(o al menos cuestionar) los moldes en
los que culturalmente nos adaptaron, nunca caerá bien, y es evidente que cuando
una mujer cuestiona públicamente los privilegios masculinos, es vapuleada y
maltratada, ejemplos hay millones. Pero yo no me quiero remitir a ese espectro
social que odia las protestas feministas sólo porque considera vulgar que
chicas salgan a manifestarse en tetas, o que simplemente se molesten porque son
incapaces de ver que el sistema se sostiene sobre una gran desigualdad de género.
No, yo me remito al descontento que surge en personas que asocian al feminismo a
una dictadura de lo políticamente correcto, lo que ha sido culpa en gran parte,
de esta agenda política, que repito, viene desde los Poderes, no de la calle,
aunque no niego que hay sectores feministas que han terminado adoptando por una
u otra razones moralidades que tienen que ver con protocolos de lo
políticamente correcto.
Bueno, es en este nuevo
escenario social donde se sube Jani Dueñas a intentar hacer humor en la Quinta
Vergara. Sus antecedentes no hacían presagiar ninguna desgracia, tuvo un buen
año laboral, un especial en Netflix y sus shows de comedia se llenaban. Jani junto a varias colegas humoristas montaron
espectáculos durante todo el año en donde el material primordial iba sobre sus
experiencias bibliográficas y el papel que desempeñan como mujeres dentro de
este nuevo escenario social, cuestionando o burlándose de sus humanas
contradicciones, pero siempre reivindicando la lucha feminista social como
referente. Y ¿qué pasó en Viña? La
verdad es que encontrar su presentación para analizarla fue difícil porque la
eliminaron de youtube (me da mucha risa que la gente pida que suban su show a
la plataforma, básicamente para criticarla en los comentarios, es como pura
maldad) sin embargo, pude verla en el siguiente enlace y saque algunas
conclusiones.
Humor negro del bueno
Rápidamente puedo decir
que Jani Dueñas tuvo, por sobre todo, mucho castigo social. Los primeros
minutos de su show fueron bastante buenos, pero se notaba una incomodidad en el
aire, una especie de predisposición a no perdonarle ningún error. Jani Dueñas
tuvo una actitud puntuda, a ratos avasalladora, algo que curiosamente se le perdonó al día siguiente a Jorge Alis, quien fue mucho más ácido con aspectos de la sociedad e incluso fue capaz de molestar directamente al público y nadie
se mal incomodó como para abuchearlo. Jani Dueñas, al contrario, partió
burlándose un poco de ella, de lo desconocida que era en el ambiente, todo bien
hasta allí, pero fue cuando hizo el comentario de burla hacía el mundo
masculino que todo se fue a pique “Debe ser difícil ser hombre en este momento,
porque ya nadie habla de ustedes, pasaron de moda” El público reaccionó, quizás
como una forma de descargo contra esa agenda feminista políticamente correcta.
Después de eso no hubo manera de revertir la situación, Jani incluso llamo a la
sororidad, algo que le criticaron mucho, pero hey, no hay ningún problema
cuando un humorista apela a elementos como la nacionalidad para salir bien
parado.
Al principio pensé que
su fracaso se debió a que el público de esa noche no calzaba con su target,
pero nuevamente, Jorge Alís, con un público totalmente conservador, consiguió
un tremendo éxito con un show sumamente incómodo. También me comentaron que la forma en que Jani
Dueñas se expresaba no era muy graciosa, lo que tampoco me parece tan acertado,
ya que creo que han habido humoristas que por nerviosismo o inexperiencia (Fabricio
Copano, Mauricio Palma) tampoco han sabido manejar bien ese timing, pero igual,
saben salir adelante cuando ven una respuesta favorable del público. El sociólogo
Alberto Mayol analizo el show y consideró que el gran error de Jani fue asumir
que sus valores personales eran universales, cuando gran parte del público no
los compartía ni entendía, agregando que el trabajo de un humorista es parecido
al de un traficante, esconder el producto real (en este caso el mensaje) en una
gran fachada. Nuevamente, el éxito de Jorge Alis, que de sutil no fue nada,
hecha un poco por la borda esta interesante lectura.
La valiente conferencia de prensa post fracasó de Jani
Jani Dueñas tuvo la
mala suerte de pararse en un escenario público en un momento donde el feminismo
ya no está cayendo muy bien en un sector que se siente abrumado por lo
políticamente correcto. Con Natalia Valdebenito no pasó eso, ya que si bien,
tampoco fue muy popular cuando dio su declaración de principios, para ese momento
el feminismo transitaba otros derroteros que lo hacían masivamente un poco más
aceptable. Si Jani Dueñas hubiese invertido más tiempo de su rutina molestando
políticos, la respuesta quizás hubiese sido otra, ya que es innegable que en un
escenario de esas características, el populismo juega muy a favor, no obstante,
este no fue el caso, Jani era una feminista y había que hacerla polvo a penas
dejara en claro su posición, esto se replicó con el hecho de que muchos medios
de prensa destacaron antes que todo que fue UNA FEMINISTA la que fracasó en Viña. Lo que la
artista, infructuosamente intentó, fue burlarse de las situaciones sociales que
nos aquejan mediante humor negro, otro fierro caliente, ¿Una feminista haciendo
humor negro en un escenario altamente público? Razón suficiente para sofocarla,
sin embargo, quizás ahí radicó un error en cuanto a su material: el humor negro
es un elemento que hay que saber usarlo para que no parezca una mera burla,
como dice Mayol, hay que traficarlo, que la gente se ría pensando que se está
riendo de otra cosa y de pronto se de cuenta de la verdad, la humorista no supo
hacer buen uso del humor negro, no tuvo la gracia para sostenerlo, más allá del contexto social que evidentemente influyo un montón en la respuesta.
Disecciones
e intentos científicos para entender el humor negro
Es un bien racista achacar
bajo un color determinado un tipo de humor que juega con elementos insensibles
y ácidos. Es un humor que busca reírse de situaciones que causarían lastima o
compasión en cualquier situación, pero que puestos bajo un contexto distinto
terminan causando hilaridad, una que bordea en ciertos aspectos la crueldad. El
humor negro tiene un carácter desdramatizador al poner el acento, por sobre
todo, en elementos sarcásticos, irónicos y sobre todo ridículos (como que suene
la canción inicial del Rey León en el velorio de tu suegro) André Bretón en su
antología del humor negro explica que este tipo de comedia “es el enemigo
mortal del sentimentalismo con aire perpetuamente acorralado —el eterno
sentimentalismo de fondo azul— y de una cierta fantasía de corto vuelo, que se
toma demasiado a menudo por poesía”.
Algunos estudios
insinúan que quienes disfrutan del humor negro es porque tienen una disposición
más abierta a las situaciones conflictivas, además de que son menos proclives a
la agresividad y mantienen un estado de ánimo más estable. Este tipo de investigaciones sugieren que la
actividad de asimilación del humor negro conlleva una cognición social
compleja, donde interviene un mayor procesamiento de la información. La
ecuación es la siguiente, mayor comprensión, mayor actividad cerebral, mayor disfrute. Ese sería uno de los motivos de que el humor infantil deje de
causarnos tanta risa a medida que crecemos. Sin embargo, es innegable que el
humor negro es un elemento que se basa mucho en la crueldad o mala intención,
es por eso que escuchar las declaraciones de Pinochet cuando le preguntaron sobre
el hallazgo de varios cuerpos de desaparecidos en una misma tumba y este respondió tranquilo "¡Pero qué economía más grande!" no da risa. El humor negro cuando viene de
la mano del poder, sólo se puede entender como abuso.
Una genialidad enfrentando la realidad con humor negro
Scott Weems, es otro
neurólogo que ha trabajado con el tema del humor, lanzó en 2015 un libro llamado
"Já. La ciencia de cuándo reímos y por qué" cuya tesis principal propone que el humor es el producto derivado de poseer
un cerebro que se basa en el conflicto. Su hipótesis dicta que “El cerebro
humano se adelanta constantemente a los acontecimientos y genera hipótesis. Sin
embargo, a veces conduce al conflicto, por ejemplo cuando intentamos sostener
dos o más ideas contradictorias al mismo tiempo. Cuando eso ocurre, a nuestro
cerebro solo se le ocurre una cosa: reírse”.
De esta forma para
Weems, el humor no es más que “nuestra respuesta natural al conflicto y a la
confusión”, algo que de algún modo Freud ya aseguraba cuando dictaminó que el
humor es una válvula de escape ante las presiones sociales y morales que
afrontamos. Lo interesante ante esto, es preguntarse cuándo el humor negro pasa
ese límite de ser incisivo, irreverente, ácido y se convierte en algo
totalmente ofensivo. Weems en su libro recoge una anécdota vistosa:
Tan solo una semana
después de los atentados del 11 de Septiembre en Nueva York, el humorista Gilbert
Gottfried actúo en un bar de aquella ciudad. Los colegas que le habían
precedido en el escenario no habían tocado el tema de los ataques terroristas Pero
Gottfried se vino arriba cuando el público celebró uno de sus chistes sobre
musulmanes. Asomado al micrófono, proclamó, creyendo que todxs le seguirían el
juego:
—Esta noche tengo que
irme pronto. Tengo que volar a Los Ángeles. No he podido conseguir un vuelo
directo y he de hacer escala en el Empire State Building.
El chiste no cayó bien,
un silencio sepulcral se generó y rápidamente unos lentos abucheos se dejaron
caer. ¿Acaso ese es el límite del humor? ¿Las tragedias? O en un contexto feminista ¿se puede bromear sobre femicidios?
Creo que la respuesta a esto es completamente ambigua.
Burlarse públicamente
sobre una tragedia parece requerir de un tiempo prudente, al menos tres
semanas, dependiendo del grado inmediato que esta tenga en la sociedad.
Burlarse del 9/11 no le causo mucha gracia a los yankes, pero vaya que no
tenían problema en reírse de la situación de guerra en Irak. En estos casos
sólo depende del tacto de la persona que hace humor, pero también de saber leer
que es lo más conveniente para burlarse. Creo que no es lo mismo que un hombre hetero
cis haga burlas sobre la violencia de género, a que lo haga una chica, y si
esta sufrió violencia, bien sabe de lo que habla. No es lo mismo que un flaco
se burle de un gordo, a que un gordo lo haga de su condición, tampoco es lo
mismo que un hetero haga chistes sobre homosexuales, a que un propio homosexual
se burle de la condición en la que la sociedad los deja. Weems reflexiona “Nos
reímos de los chistes acerca de grupos o sucesos sólo cuando provocan
reacciones emocionales complejas, porque sin esas reacciones no tenemos otra
forma de responder” de esta manera concluye que el humor negro, es
idiosincrático. Los chistes que no consiguen incomodarnos, no triunfan, sin
embargo, siempre deben colgar de una cuerda floja ya que depende de quién los
dice, cómo los dice y dónde los dice.
Para Fernando Galicia una buena
broma es aquella que logra un cambio inesperado (pero congruente) en la
secuencia narrativa y genera un “cortocircuito” en nuestro sistema de
pensamiento. Chistes sobre tragedias, de algún modo, tienen un carácter
subversivo, liberador, pero sobre todo terapéutico. Reírnos de las injusticias
en las que nos damos vuelta, es también hacer evidente situaciones que tenemos
casi naturalizadas, evidenciarnos muchas veces como estupidxs que siguen
tirándole al hilo de una realidad que realmente no nos satisface. Y como
popularmente se dice, entre reír y llorar, es mucho más potenciador reír.
Actualmente el genero
de stand up comedy es el que más popularidad esta teniendo en el publico, desde aquel rincón lxs humoristas pueden hechar mano asus experiencias subjetivas y bibliograficas para hacer una lectura comica de alguna situación. Esto ha dado pie para que humoristas feminsitas y de la disidencia puedan hacer burla
de su situación, sin que por ello suene a banalidad o mal intención. Hacer humor negro no es
fácil, y sea como sea siempre terminará molestando a algún sector, pero
nuevamente, un humor que no genera discusión de la situación actual, realmente
no sirve de mucho. Como señala Weems “ el conflicto de querer reír, y al mismo
tiempo no estar seguro de si deberíamos, es lo que hace que los chistes sean
satisfactorios” De Jani Dueñas finalmente terminamos hablando de que fracasó
por ser feminista, en vez de escuchar su
humor feminista, el cual no tuvo oportunidad de desplegarse y generar algo que formulase
sentido cómico. Las lecciones serán entonces: Saber leer al público y al
contexto de lo que se quiere criticar, actuar con la gracia suficiente para no
caer en la burla malsana y finalmente, por sobre todo, traficar el contenido de
forma hábil.-
LINKS
¿Risas
culpables? Defensa al humor negro
El
chiste más gracioso de la historia y los límites del humor negro
De la "parada de los monstruos" a los monstruos de lo cotidiano: la diversidad funcional y la sexualidad no normativa
No hay comentarios:
Publicar un comentario