Ya llegamos casi al
final de los primeros diez puestos de este conteo eterno. Revisando parte de
mis discos favoritos, siempre suelen destacar álbumes de grupos o artistas que
tienen un carácter de culto en cierto público y ese el caso que nos toca
revisar ahora. Una de las bandas de rock chilenas que sigue siendo pujante para
quien se les aparece como revelación, pero que en gran medida a quedado marcada
como una leyenda del underground. Con ustedes los Supersordos.
Culto a quien honor
merece
Si vas a una tienda de
discos chilena, será fácil encontrar los referentes sagrados para cualquier
coleccionista. Hay un par de bandas que nunca fallan para cualquier amante del
vinilo y la música chilena: Fulano, Congreso, Electrodmesticos, Akineton
Retard, Pánico, Los Morton y Supersordo. Estos últimos se formaron a principios
de los noventa. Sin ser un all star Project, ni mucho menos, los componentes
que se sumaron al proyecto eran notoriamente personajes curiosos y avezados de
la música más extrema: Rodrigo Rozas, guitarrista y enérgico participantes de
varias bandas punk de aquel momento como Caos o Anarkia (originalidad no les
faltaba a estos punkis) empezó a levantar la bandera del hardcore en un momento
en que el género del rock alternativo empezaba a crecer en chile como espuma en
un vaso de cerveza, Rozas se juntó con un experimentado baterista llamado Claudio Fernández quien había tocado en
algunas bandas internacionales como Superfetazione, Raptional Scream, las
cuales se dirigían a corrientes musicales más cercanas al hardcore que era el
estilo al que Rozas quería entrarle. La primera agrupación tuvo su golpe de
gracia con la inclusión de Miguel Ángel Montenegro, ex bajista de Necrosis, una
icónica banda de metal chilena, quizás la primera que se atrevió con el trash
metal en el país y que todo el mundo recuerda por su lamentable visita al
programa Sábado Gigantes en la década de los ochenta. Finalmente Jorge Cortez
se uniría a la banda para realizar las labores de vocalista.
Desde el principio
Supersordo buscaba proponer cruces entre el punk, el metal y sin querer fueron
llegando al terreno del stoner rock, casi por inercia. Sus principales
influencias oscilaban en aquella camada de bandas underground que al menos en
un principio, no se restringían por etiquetas. Desde Sonic Youth hasta Melvins,
en Supersordo se sentía una vibra de estruendos que tenían cierta relación con
el punk rock de la época, pero que no cabía del todo en el panorama estético ni
técnico, aunque tampoco encajaban con un rock alternativo más amigable para la
radio. De todos modos, gran parte de la historia de Supersordo se debe a su
amistad con el grupo Fiskales Ad Hock, con quienes compartieron tocatas e
incluso ideas de grabar splits y demos juntos, aunque lo más destacable de esa
unión fue que su gran compilatorio “Un ruido inmenso de rock” (2000) fue
lanzado bajo el sello de los Fiskales Ad hock. Aquel trabaja recuperaba gran
parte del primer disco, el cual combinaban sin límites ni horizontes elementos
del noise, el garage y el hardcore. Es una coctelera en el que se pueden
encontrar ecos de bandas como The Jesus Lizard, Fugazi y Jawbox.
La banda consiguió
telonear a Fugazi en su visita a Chile en 1997, en una época bastante prolifera
para la música nacional. Ganando una buena porción de fans que poco a poco
fueron abrazando este tipo de propuestas que tienen la facultad de envejecer
muy bien con el paso de los años. No obstante, las diferencias creativas del
grupo fueron más fuertes y después de un segundo disco del que ninguno estuvo
muy conforme comenzaron los alejamientos, proyectos paralelos y finalmente el
fin definitivo del grupo. A pesar de su mezquina discografía, la fuerza de su
legado persistió en bandas como Yajaira y Cáncer quienes a su modo mantienen la
esencia de lo que fue Supersordo. Lo más llamativo es que actualmente su música y principalmente el disco que pasaremos a revisar, sigue levantando sorpresas y revelaciones ¿eran muy adelantados a su época? No lo creo, más bien siento que
“Supersórdido” es un conjunto de canciones que consiguen impactar desde su
propuesta porque en ellas no hay mancha absoluta de buscar ser comerciales. Es
un trabajo sincero, directo y sobre todo tiene ese tufillo de exclusividad
underground que ya de por si lo hace mantener su aura de rock bien sudado e
intenso.
Un disco quiebra
esquemas
Totalmente
independientes, dueños de una ironía que les permitia jugar con cualquier cosa,
concentrados en una enérgica rabia y con un sonido low-fi que con el tiempo más
que un defecto sonoro se ha convertido en una calidad que apreciar, Supersórdido
es un gran pastiche de aquellas bandas gringas que “los verdaderos amantes de
la música” conocían. Quizás en lo que acierta Supersordo es que a pesar de
apoyarse en un oasis musical culturalmente ajeno, se apropian muy bien del
estilo y no suenan como a chilenos copiando bandas gringas, lo que los
terminaba convirtiendo también en una rara avis de la música nacional. Es
cierto, sigue siendo un hardcore anglosajon, pero funciona muy bien, incluso el
lenguaje español encaja rítmicamente. Esa gracia era lo que los hacía salirse
del contexto en el que estuvieron sumergidos por muchos años, el ambiente punk.
Según algunos cronistas
del rock chileno, Supersordo eran los raros dentro de la ecuación, en una
tocata en donde estaban ellos, Los miserables y Los fiskales, Supersordo eran
una cosa hermética “los punkies no los vacilaban, pero los miraban intrigados, tratando de
entender qué era eso, igual se vacilaban ‘Ismo‘” Demasiado sofisticados
para el punki, demasiado heavy para el público indie, Supersordo no encajó
bien, pero obviamente funcionaba mejor en ciertos escenarios que otros.
De este modo Supersórdido
en una rápida escucha nos parecerá que tiene directa relación con el punk más
subversivo, sin embargo, las guitarras estruendosas del instrumental “Represion espacial” corte que abre el
disco, está más cercano a los riff del metal, sin duda aquí es donde se nota de
inmediato la influencia de Melvins, especialmente en sus trabajos más oscuros
de los ochenta. Este temazo que no sería más que el puntapié para una camada de
bandas que practicarían el post-rock como Mostro o la gran Animales exóticos
desamparados, planea entre una energía violenta y un ruido amenazador,
aderezado por los efectos sonoros de ambulancias y aullidos de perro, sí,
estamos entrando a un terreno inhóspito. “Terrorismo
terrestre” bucea en una letra de denuncia en la que la voz de Jorge Cortez
se desdobla entre los alaridos más bruscos y los gritos desenfrenados.
Nuevamente un halo de trash metal rodea un tema de esencia completamente punk y
liberal, pero que termina con el ruido del amplificador saturando, al más puro
estilo de un compositor ruidista.
“Rompe
hielo” es un tema mucho más cohesionado, en donde Jorge
intenta cantar con una cierta afinación
que no termina de encajar. Se podría decir que es el tema más light del disco,
con solos de guitarra algo descafeinados. Vale aclarar que este disco no fue de
todo el agrado de Rodrigo Rozas, quien en su momento sostuvo: "nuestra primera placa es un pegoteo de
cosas. Hay temas que los grabamos y nunca más los tocamos porque eran una
mierda. Algunas canciones me dan vergüenza ajena..." Declaraciones que
únicamente le han dado más realce y carácter de ontología a este irregular
trabajo. “El patio, el limón y las
hormigas” es un tema completamente punk, corto, brusco, intrépido y con una
letra tan simple y sarcástica como genial “Puedes
ser el dios de las hormigas/provocar una tormenta/orinándoles el árbol/poder,
si quieres/puedes marcar su camino/o decidir el futuro/de la comunidad”
“Mi padre” es para mi
el mejor tema del disco, de una oscuridad propia, una batería densa, una línea
de bajo preponderante y unos riff de guitarras que sólo te pueden hacer pensar
que estas en un bar de mala muerte a punto de meterte en una pelea de
borrachos. Con una letra furiosa y despiadada: “Tengo miedo de llegar a casa/y encontrar un charco de sangre/Tengo
miedo de que mi padre/cometa cualquier locura/tengo miedo de mi familia/sobre
todo de mi padre/Mi padre” sin duda un tema que se enfilaba dentro del
stoner más acido, pero cubierto de capas y capas de hardcore, muy propio de lo
que hacía Fugazzi en algún punto.
Documental sobre Supersordo
“Inocente”
es otro tema magistral, de corriente mucho más hardcore y aderezada con
elementos noise en las distorsión de las guitarras, podemos notar la influencia
de los trabajos más arriesgados de Sonic Youth de los ochenta. Mientras que “Herbosas praderas del tibet septentrional”
comienza con una energía muy punk, pero desencadena en un colofón noise propio
de bandas como The Distillers, nuevamente unas inteligentes letras de protesta
le dan un toque mucho más denso al trabajo, logrando incluso parecer un trabajo
experimental en algún punto. “Avión a
Cuba” es quizás la tonada más pop dentro del trabajo, mientras que “Come, trabaja, duerme” es un tema que
recuerda los primeros trabajos de Masacre, una banda argentina que esta casi al
mismo nivel de culto en su país. En “Come,
trabaja, duerme” se nota la idea de que no fuese un solo estilo el que
dominase la canción y nos pasamos de un golpe a otro a diferentes riff que en
conjunto siguen exprimiendo esa inquietud noise del grupo, que a veces parece
simplemente un ensayo abierto.
“Morir
de amor” tiene algunas reminiscencias a canciones del primer
disco de Nirvana, una banda que a fin de cuentas estaba más cerca de esta onda
que del grunge, de todos modos mediante una voz de ultratumba y unos riff
implacables que acompañan los golpes crujientes de la batería nos terminan
llevando más por un ácido panorama stonner. “Ismo” es otro grito punk, con un bajo demoniacamente hardcore y una
velocidad en la batería que nos retrotraen a Black Flag. “Posición de altura” tiene abiertamente un sonido más new wave,
cercano a Killing Joke e inclusive a The Cure con menos maquillaje gótico. Es
otro de los temas que podríamos denominar como potencial single, al ser un poco
más melódico y aunque no exuda rabia ni velocidad, consigue transmitir
igualmente oscuridad al estilo de Joy Division por ese liderazgo del bajo en la
línea melódica. El final con “6-tan”
sigue manoseando los parajes del noise experimental, bajo el sonido de
guitarras stoner. Un palimpsesto de gritos, ruidos de guitarra y una batería
marchante que parece dirigir todo al infierno, dan la idea de una sinfonía demoníaca que cierra de una forma fulminante un disco inclasificable.
Supersordo es una banda
de culto, llena de referencia y guiños a otras bandas, pero que sabían
mezclarlo todo y hacer que su sonido cobrara sentido. A pesar de que este disco
no fue del agrado de sus integrantes y presupuesto la crítica lo ignoro
totalmente para su estreno modesto, se ha reivindicado como una joya del
underground, que aunque musicalmente me parece valioso, ya que no he escuchado
discos que confluyan con tanta naturalidad estilos tan oscuros, evidentemente
hoy la pieza tiene más valor por su carácter necrológico, al ser un disco que
expone un momento de la historia musical de chile y del cual se pueden
desprender y entender varias bandas que tomaron su sonido y actitud.-
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