Netflix apuesta a la
animación apoyando a realizadorxs
independientes para producir una de las antologías más ambivalentes en cuanto a
calidad (aunque vamos, qué antología es 100% perfecta) sin embargo, ha logrado
llamar la atención de gran parte del público gracias a sus diversos estilos y
efectistas historias.
Una Antología para frikis
Las series de
antologías consiguen engancharnos ya que suelen ser relatos bien construidos cuyas
temáticas son intensas y suscitan sorpresa en quien los mira. La gracia de
estas historias es que son unitarias o autoconclusivas, es decir, la historia
comienza y termina en el mismo capítulo, por lo que a diferencia de las series
de televisión o sagas de películas, no nos encariñamos tanto con los personajes
ya que no tenemos tanto tiempo para descubrir su psicología, sino más bien nos
sentimos cómplices con la situación, conflicto o dilema que el relato nos
presenta. La televisión tiene un amplio abanico de ejemplos desde clásicos como
“The twilight zone” o “Alfred Hitchcock presents” pasando por la nostálgica “Are
you afraid of the dark?” hasta la actual “Black Mirror”, pero en materia de
animación no hay demasiados ejemplos vistosos, salvo la espectacular “Animatrix”
y tal vez algunas series infantiles como “What a Cartoon!” (Semillero de famosas
series como Johnny Bravo o Corage) y “Los misterios de Moville”.
La llegada de este
brutal conjunto de 18 historias animadas que rondan entre los 5 y 15 minutos
está resguardada bajo la producción de nombres fuertes de la industria del
entretenimiento como David Fincher (The fight club) y Tim Miller (Deadpool).
Abocado a un público adulto, las temáticas que maneja la serie van desde el
horror, el sexo, la muerte, pero por sobre todo la relación con la tecnología. Se trata de narraciones que toman elementos específicos
del género de la ciencia ficción para construir relatos cuyo sentido se termina
de justificar mediante las diferentes estéticas animadas que nos presentan. De
este modo abundan historias que coquetean con elementos fantásticos como
vampiros, espíritus chinos, estética cybepunk y otros (la mayoría) ambientadas
en escenarios bélicos híper tecnologizados, personalmente, encontré que esos
eran los segmentos más soporíferos del conjunto antológico, pero al mismo
tiempo en esas historias la animación en CGI cobra mayor relevancia, al punto de
parecer verdaderas cinemáticas de videojuegos.
Blur Studios, la
empresa de animación de Tim Miller fue la encargada de producir y darle el
visto bueno a los diferentes trabajos que reúnen a equipos de diseñadorxs y
realizadorxs independientes que se abren camino en el mundo de la animación. Miller
quien superviso y en cierta medida, fue el gran filtro para avalar los
distintos cortos que vemos, resume este proyecto como un anhelo personal: “Love, Death & Robots es mi proyecto
soñado, combina mi pasión por la animación y las historias más increíbles.
Películas de sesión nocturna, cómics, libros y revistas de ciencia ficción que
me han inspirado durante décadas, pero que siempre han sido relegados a una
cultura más friki. Estoy entusiasmado con que el panorama actual haya madurado
lo suficiente para que la animación para adultos forme parte de una
conversación creativa mucho más amplia”.
Es una declaración de
amor de un friky hacía aquellos productos del imaginario popular que le han
brindado felicidad. De hecho, la mayoría de las historias están basadas en relatos de escritores de ciencia ficción como Peter F. Hamilton (La ventaja de
Sonnie) John Scalzi (Tres robots; Yogur al poder o Historias alternativas) o Ken
Liu (Buena caza). A pesar de todos estos nombres pesados que parecen ser sinónimo
irrestricto de alta calidad, el conjunto de cortos puede llegar a decepcionar y
juzgándolo desde una mirada muy general, muchos de los cortos no consiguen
generar entusiasmo, excitación o sorpresa, ni siquiera gran atractivo visual,
por lo que vamos a ver en que acierta y falla esta antología.
Un
coctel explosivo, pero a la larga aburrido
Si quieres ver de un
solo golpe “Love, death and robot” te tomará casi cuatro horas apreciar todas
las historias, pero personalmente yo no lo recomiendo, salvo que seas un gran
admirador o admiradora de las técnicas de animación. Esta antología se asoma
como una experiencia tipo Grand guignol, pero realmente termina siendo
complaciente, limitada y reiterativa en varias de sus historias. Incluso la
animación que muchas veces es sólida, en algunos momentos se vuelve latera y
cae una y otra vez en las técnicas preferida del estudio de animación de
Miller: el estilo fotorrealista cuya principal inspiración parecen ser los
videojuegos como Portal o Call of Dutty. En otros momentos, cuando se tantean
estilos de animación más disonantes (generalmente en las historias de corte más
humorísticas) se cae en estilos sosos y totalmente desechables que parecen más
un comercial de fideos.
El desfile de
extravagancias parece ser un buen indicio de entretención: desde militares que
se transforman en hombres lobos, hasta versiones alternativas de la vida de
Hitler, e incluso una bizarra historia de un yogurt que domina el mundo. Aunque
hay relatos que consiguen proponer situaciones desde una óptica fresca,
reflexiva, lúdica, en la mayoría de los casos se puede sentir un tufillo
conservador, patriótico (por supuesto de Estados Unidos) y sobre todo romántizador
de ciertos tópicos comunes como lo son la guerra, la evolución o la camaradería
frente a la supervivencia. Historias como Sonnie's Edge, Suits, Shape-Shifters, Lucky 13,
Ice Age y The Secret War son los ejemplos en donde estos elementos quedan más
patente y son explotados sin el menor tapujo narrativo, al mismo tiempo son las
animaciones en donde el CGI más se potencia en cuanto al carácter realista al
punto de que en más de alguna ocasión se asoma el temido efecto del valle inquietante.
Esta bien, estoy muy lejos de ser un experto en animación, pero desde mi punto
de vista la gracia de trabajar en este estilo audiovisual no es emular lo que
se podría hacer con actores y actrices de carne y hueso y un buen puñado de
efectos especiales, sino más bien potenciar desde el relato las posibilidades
que la técnica ofrece. Estas historias
terminan destiñendo el sentido vertiginoso que la antología parecía resaltar en
un primer momento.
Otro de los aspectos en
que palidece es la incapacidad de darle
un cierre digno o de sentido a varias historias que parece que quedaron a
medias en su adaptación. La sensación de que potenciales buenas historias
terminan demasiado pronto o que simplemente en determinado momento no tiene
nada más que ofrecer y todo se vuelve predecible, absurdo, iluso y a veces
simplemente aburrido, es algo latente en varios ejemplo: Ice Age la historia
sobre una pareja que descubre que en su nevera hay vida parece detenerse más en
el espectáculo visual que despliega que en algún conflicto, al igual que Fish
Night una onírico cortometraje en el que dos vendedores quedan varados en un
desierto y pronto un espectáculo visual se expande ante sus ojos. Shape-Shifters,
quizás la peor de las historias, abusa de elementos clichés sobre la guerra y
el honor, aunque tiene un cierre consistente con su temática, no es una
historia que alberge la menor expectativa. Otros ejemplos como Helping Hand o The
Dump conllevan la misma falencia, sus historias parecen ser simples anécdotas,
en muchos casos obvias, y con conclusiones apresuradas y poco dinámicas.
“Love, death and robot”
sin proponérselo directamente es deudora del estilo barroco y la pregnancia ochentera
de la película Heavy Metal de Gerald Potterton. Violencia, sexo, elementos
propios del pulp que brindaban de cierta identidad cuando se trataba de relatos
escritos y que tenían algún rasgo subversivo en los 50´, en este caso no parece
proponer nada nuevo, y lo más imperdonable, nada transgresor o muy interesante
para nuestra época. Es más, hay una escaza mirada crítica a elementos
normativos, lo que justamente es muchas veces la base para desarrollar relatos
de ciencia ficción. Una mirada muy heteronormativa es la que se expande en casi
la totalidad de las historias, así como el constante sexismo en la figura de personajes femeninos que son generalmente usados como objeto, incluso cuando
pivotean el protagonismo, y la muerte como resolución a gran parte de los
conflictos, hacen que la serie, a fin de cuentas, sea una más del montón. A las
finales se alinea en una tradición de historias heteronormativas y
conservadoras de las que ya estamos bastante atestados culturalmente hablando.
Por supuesto no todo
puede ser malo, hay momentos en que “Love, death and robots” brilla por su
guion, apartado técnico y sobre todo profundidad en sus historias.
Personalmente destaco Good Hunting, una historia cargada al estilo steampunk en
donde elementos del folclor chino se combinan con el furor por el progreso tecnológica
de las máquinas de vapor de principios de siglo XX, sin duda una narración bien
elaborada. The Witness es otro buen ejemplo de un relato conciso, bien hilado y
que mantiene la atención de quien mira, pese a su reiterativo sexismo que
muchas veces no se esta para nada justificado. Beyond the Aquila Rift en un primer visionado
me pareció aburrida, especialmente por el diseño de animación realista que
trabaja, pero más allá de su escena sexual incomoda y sus reiterativos clichés
de tripulación espacial perdida, es sin duda la única que consigue justificar
el estilo fotorrealista gracias a ese buen clifhanger y además permite ahondar
en reflexiones sobre la realidad, el sueño y todas esas yerbas que a lxs
delirantes nos gusta recabar.
También quiero destacar
la excelsa Zima Blue, que desde su diseño gráfico se propone como algo muy
alejado del resto de los cortos y aunque su final destiñe, se atreve a tocar
temas filosóficos un poco más existencialistas con bastante organicidad. Y
finalmente, mi favorita de todas, Three Robots y es que en el apartado de
historias más humorísticas, siento que generalmente la serie falla al maximizar
sus ideas paródicas al punto de casi poner un cartel que dice “Miren este corto
es de humor, riámonos” en este caso, sin caer en ese exceso, el entretenido
cortometraje nos hace seguir a tres simpáticos androides que turistean de
vacaciones por la tierra, siendo ya un lugar post apocalíptico. Los diálogos,
reflexiones y especialmente mirada irónica sobre la vida es lo que le da más
gracia a este segmento en el que no hay necesidad de aderezarle elementos sórdidos
o demasiado oscuros para generar un genuino momento de humor negro.
“Love, death and robot”
puede ser violenta, sexual e intrépida, pero realmente no es nada que a estas
alturas de la vida no hayamos visto, desde ese punto termina siendo bastante
naif, en especial porque se potenciaba como la gran serie rompe cabezas del
año. Aun así, no está de más felicitar la iniciativa de Netflix por apostar a
la animación y sólo resta esperar que estas estrategias sigan creciendo en
producción, pero sobre todo en calidad narrativa y temática.-
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