viernes, 26 de abril de 2019

100 discos para mis treinta: #90 Ases Falsos - Conducción (2014)



Por fin llegamos al puesto número 90 ¡sólo me tomo cinco meses! Estos son los primeros diez discos que considero esenciales para toda persona que vaya a cumplir los 30, aún quedan 90 puestos más por explorar. Para este número he decidido rescatar, si bien no el mejor, sin duda que uno de los discos que retratan un gran momento de la banda chilena Ases Falsos, cuando no eran lo demasiado conocidos para ser odiados, pero tampoco unos desconocidos,  abriéndose paso x el mundo de la escena nacional rockerasss. En fin, mi disco favorito de Ases Falsos.



La coronación 


De Ases Falsos he hablado en varias ocasiones, reseñé su tercer y cuarto disco, pero también me las di de opinologo y, pues, opine sobre la absurda polémica que básicamente hizo que Cristóbal Briceño, el compositor principal de la banda, fuese señalado como un monstruo y el grupo poco a poco se convirtiese en un recipiente de odio. Pero poquito antes de toda esa mierda, los… ¿santiaguinos? se habían despachado un gran disco, bien recibido por sus seguidores, aunque la crítica fue un poco lapidaria. “Conducción” es un disco disparejo, que a veces se pierde en las muchas ideas que propone, la misma banda parece disolver su estilo en favor del concepto de cada canción, perdiendo cierta identidad y sintiéndose en más de algún momento como una banda que versiona a otra. A diferencia de su debut en el que se disparaba energía y melodías onderas que proponían una vuelta al rock de marca chilena, y muy contrario a lo cohesionado que suena su tercer disco o lo maduro de su cuarto, “Conducción” se entiende como un ejercicio de excesos, a veces pretensioso, sobrecargado y rompe esquemático con la tradición del grupo.

Por ese entonces los ex Fother Muckers se habían quedado sin uno de sus integrantes históricos, el guitarrista  Héctor Muñoz, al mismo tiempo que Briceño compartió algunos trabajos de composición junto a Martín del Real quien fue uno de los fundadores junto a Alex Andwanter del grupo Teleradio Donoso. Quizás fue esta situación lo que provoco que la búsqueda sonora de este disco fuese tan abrumadora, sin embargo, a pesar de aquello, y ya viendo los discos con la perspectiva del tiempo, no puedo negar que lo que me producía este trabajo al escucharlo no lo he vuelto a sentir con cualquier otro de la banda, pese a las…no sé si llamarle errores, porque en sí este disco tiene un trabajo de producción mucho más pulido que el debut de la banda, en realidad lo que parece inquietar a muchxs que terminan dejando siempre este disco de lado, es su sobreproducción de estudio, algo que no encajaba con el espíritu más acústico de Briceño.



Para el momento en que este disco fue lanzado, por descarga gratuita bajo el sello Quemasucabeza, sólo se conocían dos adelantos: las baladas “Simetría” y “Mi ejército” que reflejaban el amor de Briceño por un cancionero popular romántico, y en cierta medida parte de la carrera de Briceño como solista se ha direccionado hacía esos rincones, sin embargo, “Conducción” resulto ser mucho más que un disco de baladas para la radio, y fuera de lo que cualquiera hubiese imaginado, se abrió un abanico de lugares en los que cabía desde referencias a la muerte, referencias a la mitología política chilena, la paternidad, autos, moralidad, haters y hasta incluso un tema dedicado a Osama Bin Laden. El trabajo marcó un momento en que Ases Falsos ya no tenía que probar su calidad, ya tenía una buena base de fans y eran capaces de sostener su propio concierto en un teatro como la Cúpula, poco a poco la banda era requerida en festivales y ya está, bienvenidos al olimpo del rock chileno si es que algo así existe. Con este disco lleno de libertades creativas y líricas oscuras, Ases Falsos se coronaba. Luego, bueno, vino la mala asistencia comunicacional que los hizo ser el triple de conocidos, pero por las razones equivocadas, aunque eso ya quedo como una anécdota freak, sin duda que empañó un poco el preponderante éxito que Ases Falsos marcaba en esa época.


Una sopa de muchos sabores


Este disco lo escuche muchas veces, me sé de memoria varios de sus temas, y cuando reviso la discografía general del grupo, este es el que rescato más canciones, además que no podemos obviar la hermosa portada que ofrece, un cuadro del artista francés Jean-Léon Gérôme, conocido por su estilo que evoca renacentismo en temáticas de carácter oriental, en este caso el tigre que observa a lo lejos una caravana cruzar el desierto, logra encajar como propuesta estética y tiñe las canciones del disco de un aire casi academicista y místico.

Nos encontramos con unos Ases Falsos atrevidos, sin tapujos y completamente libres a la experimentación, claro que siempre en un terreno rock/pop. El disco abre de manera magistral y sin concesión con la elegante “Mantén la conducción” donde las ya en sí enigmáticas letras de Briceño se vuelven mucho más cripticas para dar lugar a millones de interpretaciones. ¿Un accidente en la ruta?, ¿El fin de una relación?, ¿Un niño huyendo de casa?  Este primer corte marca de inmediato un paso atrevido para la banda, poner en primer orden la tonada de una flauta traversa le da una sensación de balada italiana de los 70’, se trata de un toque vintage que no cae en lo retro, es como si Ases Falsos realmente compusieran para el estándar de otra época. De la bella armonía que deja “Mantén la conducción”  nos vamos a la “La gran curva” un tema que musicalmente encaja a la perfección con la historia sonora del conjunto y que al mismo tiempo remite a ellos mismos, al trabajo que han llevado adelante para ser lo que son, disfrazado de la metáfora de la ruta de un camino y las relaciones. Aunque para muchxs estas referencias a autos y rutas puede explicarse por el hecho de que el propio Briceño trabajó realizando fletes en tramos por la carretera, desde ese punto de vista, sin duda que este es un disco que funciona perfecto para un viaje.




“Plácidamente” es un tema que me llena de sonrisa cada vez que lo escucho, recuperando el espíritu ochentero de bandas como Loverboy o incluso Van Halen, es la primera vez que la banda se atreve a manosear elementos que se encadenan al sonido del teclado. ¿La letra? Aparentemente una persona que decide suicidarse plácidamente. “Cuando cae la cortina” es otro temón, que también entra en la influencia de bandas ochenteras como Player o Daryl Hall & John Oates. La electrónica apoyada en teclados y sintetizadores hace que la canción adquiera un sonido synth pop dinámico y Briceño juega con las posibilidades de su falsete. Para muchxs la mejor del álbum, y yo diría que quizás la mejor en la historia del grupo.



Las baladas como “Mi ejército” y “Simetría” a pesar de manosear elementos melosos comunes, tienen total independencia tanto en su sonido como temática. Mientras “Mi ejército” se apoya en un delicioso beat de batería y termina convirtiéndose en una balada de rock soft de esas que ponen en las radios para adultos, “Simetría” es una balada que mantiene el cauce de otro tiempo, al igual que “Mantén la conducción”, en “Simetría” las reminiscencias a canciones pop de los 70’ son muy claras, especialmente por su carácter cuasi sinfónico, por su guitarra acústica y por la voz expresiva que adquiere Briceño. Sin duda dos canciones bellísimas, diferentes y que dan muestra que no importa cuántas veces se sobre explote el género de la balada, mientras se haga bien siempre funcionará. 
 
Algunos temas, no obstante, quedan en una nebulosa y algo alejadas del grandioso efecto de la mayoría, es el caso de “Al borde del cañón” en donde la influencia de Teleradio Donoso es demasiado potente como para reconocer algún rastro de Ases Falsos. Algo similar ocurre con “Búscate un lugar para ensayar” que es la favorita de muchxs, y que en vivo suena bastante bien, pero en el disco perdió bastante intensidad y parece más bien un intento de rock a lo The Killers que se vuelve un poco más incómodo con la presencia de un saxofón que desentona totalmente con el tema. Pero si hablamos de decisiones raras, es imperdonable el potencial desperdiciado en “Ya no quiero volver” un minucioso discurso en donde Briceño salta de tema en tema hablando sobre una ciudad Palestina en la franja de Gazah,  Nikolai Roerich, René Quintón, Zaratustra, Juan Bautista y un montón de otras referencias oscuras. Sin embargo, a pesar de lo interesante, la canción va decayendo, sobre todo en su segunda parte en donde parece perder el enfoque tétrico que bien llevaba. Al final queda más como uno de esos temas curiosos que el grupo toca muy rara vez en vivo, sin duda, una buena idea que no se llevó bien a cabo.


Ases Falsos no le hace el quite a su sonido más emblemático, y su rock tipo Pixies aparece en temas, que si bien, no son la gran cosa, logran complementar bien el disco. La divertida “Ivanka” que es una canción de amor de Briceño a su auto recuerda algunos temas de Fother Mucker, mientras que “Nada” aunque mantiene elementos de la música de los ochenta, resulta en un tema más bailable propio de su primer disco. El gran acierto fue “Tora Bora” una lúdica canción, llena de alfombras electrónicas, un simpático solo de guitarra y de vibra positiva, la extrañeza es que una canción tan pop hable sobre algunas anécdotas del que fuera el hombre más buscado del mundo: Osama Bin Laden, es quizás otra característica del genio jocoso de Briceño, quien decidió que la canción más movida hable sobre la famosa batalla de Tora Bora, una cadena montañosa ubicada en Afganistán, en donde el año 2001 el ejército yankee realizó las primeras represalias por los atentados del 11 de septiembre. Finalmente las baladas acústicas “Niña por favor” y “Una estrella que se mueve” gozan de una ternura que consigue llevar la melodía a momentos sublimes, el primero con arreglos de cuerda y el segundo con la presencia de una flauta traversa, cierra el disco intentando generar ese círculo con la primera canción. Produciendo un carácter nostálgico y bello.


Ases Falsos consiguió despachar un gran disco, sí es cierto, algunas canciones puede que sobren, que no logren ser lo mejor, pero sin duda yo agradezco el arrojo, atreverse con una obra, incluso probando lugares inhóspitos. Por último, podemos decir que este disco fue el que en gran medida definió el carácter musical de Briceño por el cancionero romántico popular y que desde ese momento no ha hecho más que afilarlo mucho más. Para mí este disco es un punto de inflexión en la carrera de la banda, pero por sobre todo, refleja un gran, gran momento tanto para ellos como para el extinto rock/pop chileno del 2010 en adelante.-

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