Reseña del disco “Mala fama” de Ases Falsos. Me recuerdan a un lugar en el que nunca estuve.

Este año 2018, yo sin cachar nada, me entero de sopetón que los Ases Falsos (una de las bandas pop chilenas con más proyección) han sacado su cuarto disco. Como siempre, lo han socializado por internet al alcance de cualquiera. Después de un gran trabajo como lo fue “El hombre puede” y un training de conciertos que los han hecho destacar bastante, los Ases Falsos nos proponen un viaje a los sonidos del ayer, muy en la tónica de los fetiches musicales favoritos de su compositor, Cristóbal Briceño.

 Un feelings de radios FM

¿Saben lo que es un feeling? Escuchen este tema de Mariya Takeuchi y lo entenderán. Así es una éxito en el Japón de los ochenta que en su momento nadie escucho por estas latitudes, hoy en día se convierte en un tema que cualquiera puede hacer propio y le parece reconocer de algún lado, exactamente lo mismo pasa con varias canciones de este nuevo disco de Ases Falsos, es como si sus melodías fuesen de otro tiempo. Se podrá pensar que quieren colgarse de la onda Mac Demarco o hacer lo que los Arctic Monkeys realizaron en su último LP, un sonido caprichoso y envolventemente nostálgico, pero realmente si seguimos con atención la carrera solista de Briceño y uno de sus últimos proyectos “Nuñez Briceño: Cumbias guitarreadas”, daremos cuenta del verdadero anhelo que él tiene por referentes de la música pop como Juan Gabriel, Luis Miguel, Chayane, Emmanuelle y baladas ochenteras. Se trata de toda esa música que ponen en las radios para viejos. Por lo mismo cada canción tiene un aire a radio FM, y para muchxs traerá recuerdos que nunca pasaron. 

 

En “Mala fama” muchos temas tienen ese aire que sin ser necesariamente retro, evoca un pasado nebuloso. Las canciones podrían saltar en alguna radio mientras viajas en autobús regreso a casa. Son temas que puede escuchar un taxista en sus largas jornadas arriba del vehículo o que orquestan la sala de espera de un consultorio pequeño. No sé si sonará feo decirlo, pero siento que Ases Falsos han dado con un sonido que define bastante bien a la clase media. Esas composiciones sonoras, esos arreglos que parecen heredados de radio Pudahuel, de FM dos, de Radio Horizonte. También vale decir que ese aire rustico del que gozan no viene adrede, pude ser también una influencia casi ambiental del lugar en donde vive Briceño actualmente, Limache, un pueblo cercano a Valparaíso. De alguna manera este sonido también refleja el folclore de la cotidianidad pueblerina, donde la locura de las grandes urbes está a años luz de entenderse como vida. Ojo, que cuando me refiero a folclore no estoy queriendo decir que el disco tenga algún sonido cercano a Violeta Parra o cosas así (o quizás en alguna dosis sí) sino más bien, que el sonido logra transmitir el colorido de una vida pueblerina en donde esta música ya pasada de moda, sigue siendo el referente de la gente que le da movimiento a ese lugar.

El disco abre con la mágica “Así es como termina” que irremediablemente tiene ecos a ciertos momentos de Fother Muckers (“Carta a mi país”, “Decir y no decirlo”), especialmente por la sección de percusión que le da una onda de fusión latinoamericana (Hermes Villalobos de Inti Illimani histórico interviene con flauta traversa) A medida que el tema avanza se va acompasando mucho más al estilo de la banda, recordando algunas melodías antiguas como “Fuerza Especial” e incluso el emblemático “Los Ases falsos”, un gran acierto para el arranque, de paso nos deja ver que este disco, a diferencia del anterior, explorara muchos matices sonoros y no coqueteara tanto con el rock seco, siguiendo en la línea de su segundo trabajo, “Conducción” 

“El viento soplará” nos lleva directamente a un sonido de balada pop latina de los 90’, no cuesta imaginar al Ricky Martin de "Fuego contra fuego" poniendo su sensual voz. Según Briceño la letra habla sobre la resiliencia, esa capacidad de poder levantarse a pesar de las adversidades, pero en el fondo, también de tener cuero de chancho y no dejarse llevar tanto por las críticas, una temática que se explora en otras canciones de este disco. Recordemos que Briceño no goza justamente de la mejor fama por haber expresado opiniones que a veces no resultan muy gratas para el público general, es como un Morrisey, pero sin anillos. “Qué hará de mí” es otro tema que reflexiona sobre el recibir críticas de anónimos, específicamente en esta era de redes sociales donde verter opiniones es más fácil que nunca para cualquiera (hola, estamos en un blog de internerd)  igual como que Briceño quedo medio traumado, me tinca que recibió mucho odio por redes sociales y se engolosinó. En todo caso, en lo musical el tema me parece que arranca con fuerza, pero se va volviendo repetitivo casi a la mitad. Ojala Briceño no se sienta mal por mi descarnada crítica.

“Lucha, causa, problema” hubiese encajado muy bien en su segundo disco, es un tema muy trabajado en cuanto a pulcritud sonora, cada instrumento tiene su presencia destacada en algún momento, nuevamente la percusión a cargo de Sergio Sanhueza (con quien ya han tocado en vivo, otorgándole una frescura insólita a viejos temas) le da un momento mágico al tema, es una muy buena incorporación al sonido del grupo. “Jhendelyn” es una balada ochentera con aires dramáticos, el tema ya lo habían tocado mucho tiempo antes, pero esta versión en estudio es demasiado jugosa, tiene todos los clichés de una balada roquera, con un riff de guitarra que parece llorar notas y un teclado atmosférico de baja calidad. Un buen tema, dedicado a la modelo chilena Jhendelyn Núñez, endiosándola a aires un poco absurdos. Mayormente conserva un sonido muy romanticón y soso, pero al final se pueden apreciar unas acertadas notas depresivas que remiten al lado más oscuro de Sean Lennon, esto le da más colorido al tema.

“Nace un contragolpe” es uno de esos temas que siento no consiguieron quedar bien dentro del disco. Es una canción en el que se pueden rastrear influencias lejanas  de los Radiohead pre Ok computer, algo interesante, pero termina perdiéndose en medio del cancionero nostálgico, es algo así como el tema que desconcierta y que a pesar de ser bueno no convence. “Películas” tiene una melodía casi idéntica al comienzo de “Only the lonely” de la olvidada banda ochentera The Motels. Es una balada con un aire muy melancólico, la incorporación del saxofón le da ese toque urbano y crepuscular.

 

“Mi tribu” otra balada que pudo haber firmado The Scorpions en el año que caía el muro de Berlín, en esta ocasión la letra despliega una ideología de la desconfianza ante la algarabía de la rabia popular, Briceño se atreve a objetar los linchamientos populares, para él no es la forma de educar a una nueva generación, creo que es una de las mejores letras del disco. “La casa” es una tonada roquera, de letra intimista, que hereda los arranques más violentos de su tercer disco, por supuesto es otro tema que queda algo colgado, pero se agradece su impetú, aunque según Briceño es el tema que menos le gusta del disco.

“Siempre nueva” es sin duda la mejor carta de amor a la música ochentera, por todos lados resuena un coqueto teclado que podría recordar a Toto, unos riffs muy del estilo de la ´peoca más pop de Queen, pero al mismo tiempo, guarda características propias de la banda que se pueden reconocer de otros temas como “Plácidamente” o “Gehena”, es mi tema favorito del disco, ya que no es pretensioso y sus elementos funcionan muy bien. “88” es explícitamente un tema que sangra nostalgia y por momentos suena a algo que podría cantar Chayane, es otra balada, no tan divertida como  “Jhendelyn”, pero funciona bastante bien, es efectista.

“Nada me debo” bebe de ese ímpetu latino que remonta a artistas como Leo Dan o Zalo Reyes, es una canción de letra reivindicativa y que parece directamente de otra época, un poco como ocurría con “Simetría”. Se podría decir que es un bolero-rock que funcionaría de manera genial como cierre, pero el último tema es justamente el que le da el nombre al disco, “Mala fama” un tema progresivo, dinámico, muy divertido, cuesta entender la mala decisión de dejarla para el final. Esa onda retro que resuena a Juan Gabriel se siente deliciosamente orgánica y el cambio a la segunda parte de la canción en donde hay una reminiscencia a Jairo, (un cantante argentino de mucho éxito en los 70’) le da total imponencia al tema. “Mala fama” gracias a su potencial e impecable creatividad fue elegido como primer single, es realmente una canción que dan ganas de escuchar mil veces, todo un acierto, por lo mismo resulta extraño que la hayan puesto tan al final, en un disco de casi una hora de duración. 

 

La sensación de que ya escuchamos esto, pero queremos seguir

Cristóbal y su mala fama

Este disco se aleja mucho del anterior, excepto por algunos momentos muy específicos. Se nota el cambio de producción y también un perfeccionamiento técnico que deja las fallas de su primer disco “Juventudes americanas” muy lejos. Tiene un sonido muy adictivo, y el sabor a nostalgia no determina tanto la estética o el concepto (como sí ocurre con el último disco de Arctic Monkeys) Es un disco divertido como suelen hacerlo, con canciones pegajosas y letras interesantes, la manía que tiene Briceño de mezclar lo humano y lo divino lo sigue imponiendo como un gran letrista, a la altura de Álvaro Henríquez o Mauricio Redoles.

No obstante, el disco no es perfecto, hay muchos momentos repetitivos en sus canciones, algunos temas pierden el enfoque, lo que genera una experiencia irregular al escuchar la obra entera, así mismo, en un momento el LP se termina haciendo largo, a diferencia del anterior que lograba su cometido de manera compacta. Al ser un disco de sonido ecléctico tiene varias aristas por dónde agarrarlo y creo que, desde ese lado, está mucho mejor logrado que “Conducción”. En resumidas cuentas es un cancionero interesante, que rompe con lo que estaban haciendo, pero sobre todo, es amable y divertido a la escucha. Un nuevo pasó en su carrera que demuestra que están en un gran momento.-