En 1997 el destacado
escritor Colombiano Gabriel García Márquez propuso jubilar la ortografía, en un
polémico discurso realizado en el marco del I Congreso Internacional de la Lengua Española, en la
ciudad de Zacatecas, México. Cuando me refiero a polémico, obviamente es porque
levanto polvo en el mundo de la lingüística y gramática. Las aseveraciones del
escritor no cayeron para nada bien y se realizó uno que otro trabajo desacreditando
la propuesta al tomarla como inocente y burda, considerando que aunque sea un
premio nobel, el Gabo no tenía la autoridad para meterse con las estructuras
institucionales del lenguaje. Para el autor de “100 año de soledad” la petición
sólo se trataba de otorgar mayor libertad a lxs usuarixs: "Jubilemos la
ortografía, terror del ser humano desde la cuna; enterremos las haches
rupestres; firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota; y pongamos más
uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer la
grima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver"
El lenguaje se adapta
García Márquez no
estaba muy perdido en lo que pedía. Los años posteriores a ese congreso la vida
se volvió cada vez más instantánea gracias a la realidad virtual que comenzó a
sumir nuestra existencia, de pronto, las formas de comunicarse a la distancia
sobrepasaban las posibilidades del teléfono y el fax. Los mensajes de texto por
medio de celulares, luego MSN y finalmente redes sociales hicieron notar que el
lenguaje casual e inmediato no podía ceñirse a las normas ortográficas que un
par de viejxs en España elaboraron dentro
de su biblia: “La gramática de la lengua española”, la cual fue
subvertida cuando adolecentes empezaron a escribir mensajes de texto casi
encriptados, proponiendo un código nuevo que fue mutando por si mismo. Lo sé,
eso no era lo que García Márquez pedía, justamente el énfasis de su discurso
fue: “Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática nos simplifique a
nosotros" y no cuesta mucho imaginarse que el arquitecto de Macondo,
dentro de un congreso que apestaba a protocolo (estaba el abominable rey de
España metido ahí) sólo quería provocar y a la vez reivindicar las
posibilidades del lenguaje más rústico que es ajeno a las convenciones
académicas.
Pero bueno, la
ortografía en algún punto se subvirtió y no faltan nazis que vengan a corregir
los textos que lleven hola sin h o que con k. Frases como “me sangran los ojos
de leer tu mensaje” o “me bajan las pasiones alguien que escriba tan mal” son
nuevas formas de discriminación cultural, como si al final del día realmente
este tipo de cosas contaran mucho. Y lo sé, siempre yo trato de que mis textos
(éste por ejemplo) tenga una cierta coherencia gramatical y ortográfica, porque
finalmente las convenciones hacen que entendamos el lenguaje de un modo directo.
Pero si me toca escribir por Facebook o wassap, lo que menos me importará será
seguir normas estipuladas. De todos modos, no viene al caso el fascinante mundo
de la gramática, que cada quien haga y deshaga el lenguaje a su antojo, el
punto de todo esto es llegar al lenguaje inclusivo: Les, el*, lxs.
Para empezar tenemos
que tomar en cuenta el papel de la RAE en la formación del lenguaje para el uso
práctico. Esta institución le da conformidad a nuestro idioma español
adaptándose a los tiempos, eliminando palabras (fojas ya no se dice más),
cambiando reglas (sólo, de solamente ya no precisa llevar tilde, pero yo igual
se lo pongo) o agregando palabras como Murciégalo o Papi chulo, incluso la D´oh
de Homero Simpson está contemplada como una expresión valida. ¿A qué se debe
todo esto? Lo que pasa es que el trabajo que tiene la RAE en cuanto a
asimilación de palabras está en relación con el uso que una población
determinada emplee sobre estas. Por esta razón vagamundo puede aplicarse como
sinónimo de viajero, aunque la asimilación de la palabra tampoco es algo tan espontánea
y fácil, por supuesto que hay un filtro que escoge legitimizar ciertas palabras
y expresiones, por sobre otras. El lenguaje es dinámico y aunque su ortografía
sea protegida por una pandilla peligrosa, parece no haber mucho problema con
agregar nuevas palabras al diccionario, incluso si son de directo anglicanismo.
Entonces la pregunta que empezó a proliferar fue y ¿por qué les no puede reemplazar a los cuando se trata de colectivos
mixtos?
La respuesta de la RAE
a esta inquietud fue la siguiente: “No es admisible usar la X o la E como marca de género, es además innecesario
porque el masculino gramatical funciona en nuestra lengua, como en otras, como
termino inclusivo para aludir a colectivos mixtos o en contextos genéricos o
inespecíficos” ósea, no respondieron nada. La respuesta técnica es un poco
latosa, pero se debe a que el género masculino gramatical es no marcado porque
posee varios morfos, lo que permite su dinamismo en el uso, no así el género
gramatical femenino. Es por ello que siempre diremos “tengo cuatro hijos” en
vez de “tengo cuatro hijas” sin importar si en esa prole la habitan son tres
niñas y sólo un varón.
La escritora Rosa
Montero ha dicho que el lenguaje es sexista porque la sociedad es sexista. Una
cosa es el reflejo de la otra, pero es bastante indulgente aceptar que quienes
tienen la autoridad (ósea el poder) de decidir cómo nos comunicamos,
establezcan las convenciones definitivas en base a la evolución natural de las
palabras. Nuestra mente funciona en un básico equilibrio sobre cómo debemos
hacer las cosas y cómo debemos hacerlas según las reglas. El cómo hablar es
ante todo una de esas cosas que funcionan según las reglas que nos imponen,
claro, todo en pos de la inteligibilidad del lenguaje, porque si yo escribiera
este texto con los artículos antes de los pronombres, sería una anarquía, pero
igualmente quien se diera el tiempo de descifrarlo lo haría, y me interpretaría.
Así que tampoco se trata de un imposible. Pero no nos vayamos de foco.
Les quiero mucho,
amigues
Quién nos salvará de esta hecatombe |
El lenguaje inclusivo
ha sido popularizado actualmente por la cuarta ola feminista, sin embargo, sus
modos de uso tienen resonancia desde hace muchos años por parte de los
colectivos de disidencia sexual. Aquellos cuerpos que no quieren ser
reconocidos dentro del binarismo de genero buscan identificarse mediante otras
expresiones y han escogido el les
como su pronombre más adecuado. ¿Por qué les?
Simplemente porque al designar un género neutro (algo que otros idiomas tienen,
pero no precisamente para referirse a disidencias sexuales) resulta más
efectivo de esta forma debido a su uso ya aceptado en plural (les extraño, les
quiero), y porque lus y lis son muy contractiva al pronunciarlas
en otras terminaciones como nosotres o cocineres, por ejemplo, además la -e ya
se aplicaba de forma efectiva como terminación gramatical para designar grupos
mixtos, por ejemplo trabajadores, empleadores o
rebeldes. De todos modos, yo soy de la idea que lo que identifica vale,
por lo que nunca me cuestione mucho esta forma de referirse a colectivos, sobre
todo cuando es por una causa política y hasta revolucionaria, diría yo. Ya
sabemos, el lenguaje crea realidades y todo es lenguaje, pero además, lo que no
se dice se invisibiliza, por lo que la presencia política del lenguaje
inclusivo es decidora en colectivos feministas que comienzan a empatizar con otras
minorías desplazadas a una ciudadanía de segunda clase. Aunque bajo esta idea,
la marca morfológica –a también debería cambiar en ciertos casos: deberíamos
decir deportistes, paracaidistes y también feministes, ¿no?
No me malentiendan ni me
tiren huevos, si bien yo comparto la idea de usar el lenguaje a la pinta que
tenga cada quien, me parece engorroso que el les tenga validez fuera de un contexto de denuncia social. Aunque
me entusiasma mucho la idea de reconvertir el modo en que designamos las cosas
y le demos cierto sentido al deseo de García Márquez de otorgarle más libertad
al lenguaje. La deconstrucción que tanto nos piden es un proceso individual y no
vale la pena arrastrar un ideal que termine conquistando de manera monárquica las
cabezas para luego tener otra libertad del lenguaje encarcelada rasgando las
paredes. A lo que voy, tal vez existan intersexuales que no quieran
identificarse mediante les, aunque yo
no he conocido, pero si sé de algunas que prefieren identificarse en femenino,
ósea, como la y no como le, ¿está mal eso? Yo creo que no, pero
cada disidencia verá como enfila sus tropas. Sí considero que el género neutro
puede tener una gran validez en niñxs, ya que al nacer se nos asigna (hay quien
dirá, diagnostica) un género, y bien sabemos el camino cultural que conlleva
eso, ¿por qué mejor no liberar de aquello y dejar que en algún punto de sus
vidas, los niñxs elijan el género que mejor les asiente? ¿o no, que no elijan
ningún género si quieren? Pero que sea su elección, en ese sentido me parece
seductora la idea de un identidad que no imponga mociones nocivas para el
desarrollo humano. ¿Oh será muy iluso lo que digo?
Aquí estamos tod@s
Casi todos los videos que encuentro sobre el tema son en contra, pero este es sólo una nota de prensa
Que el lenguaje lo
manejan una cúpula de ancianxs es indudable. Un lenguaje creativo y dinámico
fortalece la inteligencia y la capacidad de interrelaciones, pero hay que
seguir las reglas, ¿no? Así que no hagamos tonteras y escribamos veinte veces
en la pizarra NO DEBO ESCRIBIR LOS CON X EN VEZ DE O. La fuga que permite el
lenguaje inclusivo a la obstrucción que el cotidiano aplica sobre algunas
realidades, permite electrocutar los convencionalismos de los que pensábamos no
se podía salir. Redescubrimos la plasticidad y emulsión de la lengua cuando
pensábamos que ya estaba bien así como estaba. Sin embargo queridxs, esta
manera de no encerrar un colectivo dentro de un mismo género ya se había
explotado antes, en los pre-millenials de los cuales me incluyo.
Había muchxs que en el
MSN que usaban el @ como signo de ambigüedad para referirse tanto a hombres
como mujeres, y eso también era lenguaje inclusivo, no faltaba quien lo sentía
como algo innecesario o aberrante y decía “puedes usar el lo/la” pero esa
manera tan condescendiente de querer seguir las reglas no se aplicaba para
quienes sentían que incluso estilísticamente dotaban su lenguaje de nuevos
recursos. Debo admitir que el @ nunca me gusto como marca, pero sí quede
encantado con el uso de la X y se nota. Ya se habrán dado cuenta que cada vez
aplico más la X cuando quiero referirme a plurales mixtos de personas. Esa maña
me vino desde muy joven cuando leía algunos textos de muchachxs anarquistas que
utilizaban este recurso, quizás no tanto para visibilizar una diferencia
sexual, sino más bien como subversión a la convenciones de autoridad de la RAE.
Esa es la idea que más me ha cerrado y que más se acopla a mi pensamiento. Por
supuesto es una cosa que día a día se debe ir revisando, de qué forma me
apropio de esa X, estoy seguro que si analizan detalladamente este texto podrán
encontrar algunas marcas genéricas empedernidamente masculinas, pero bueno, soy
solo un hombre, ¿eh?
Como escritor me
encantaría que lxs sea una marca de total valía, que en las novelas se pueda
encontrar esta terminación sin ningún problema, pero sé que es pedir mucho.
Actualmente escribo para dos medios que aceptan esta marca y la promueven, una
de ellas es una revista de la facultad de artes, por ende forma parte de la
institucionalidad universitaria, pero tal vez será porque el arte se permite
estos devaneos o porque a nadie le importa leer esa revista (tristeza, llanto,
lamento) que empezamos a aplicar la X para referirnos a colectivos mixtos de
seres humanos. Cuando lo discutimos, fuimos tanteando otras opciones como el les o el *. Yo vote por la X porque
sentía que a fin de cuentas era una especie de comodín, quien leyera elegía que
género poner o que poner, una interacción interesante, pero también considero
importante no descansar excesivamente en esto. Lo que se más se odia de un
escrito es que repita palabras y situaciones, que exista pobreza en el lenguaje
y las palabras. Justamente el uso de la X nos llama a saber usar bien ese
recurso de manera coherente y justificada. Un texto con X por todos lados se ve
decadente. Las posibilidades del lenguaje pueden ir más allá y ese es el nuevo
esfuerzo que nos piden estos tiempos y que además podemos trasladar a nuestra
aula, es un desafío interesante y ayuda constantemente a la interpelación de
nuestro sentir y entender el mundo y su organización, porque claro, si vemos
una publicación de una chica vegana en Facebook usando muchas X lo
consideraremos una estupidez, pero si en una tésis de filosofía alguien se
atreve a escribir de esta forma, seguramente lo consideraremos desde otro lado.
Por último me gustaría
considerar las formas en que nos tratamos en vivo y en directo. Soy consciente
de que la X es (casi) imposible usarla en un contexto de habla, y quizás ahí sí
vale la pena ejercer el les o algún
equivalente. Pero mi cuestionamiento va por otro lado, actualmente trabajo en
un lugar donde hay más mujeres que varones, y aun así nos referimos en
masculino al colectivo. ¿Por qué esto es así? A mi no me molestaría en lo más
mínimo que de repente en el trabajo digan todas
y me incluyan. Recuerdo un seminario de género (en qué otro lado, en todo caso)
donde el uso del plural era siempre en femenino y si bien me hizo ruido la
primera vez que lo escuche, fue fácil acostumbrarme. Otro ejemplo más
emocionante me lo dijo un profesor quien estaba feliz de que en un jardincito,
los niñxs de manera democrática decidieron referirse a sí mismos en femenino, debido
a que habían más niñas que niños. Entonces, realmente cuál es el problema de
todo esto, obviamente es un asunto de cuestiones políticas que tiene que ver
con un régimen heteronormativo, pero realmente ¿qué tanto daño hace que nos
designemos pluralmente en femenino?; ¿Daña a la masculinidad?; ¿daña a la
persona? ¿Por qué tantas mujeres no tienen problema en que colectivamente se
les refiera a ellas en masculino?; ¿Por qué un varón pone el grito al cielo
cuando lo tratan en femenino? No es algo ingenuo, ni se da porque las cosas
naturalmente son así debido a las reglas gramaticales y blablablá….a todas
luces es una construcción social y eso es lo que hay que cuestionar. Aunque no
lo parezca, esto no es un reclamo vacío, es necesario crea múltiples
posibilidades culturales que años atrás cerramos.-
Para quienes esten interesadxs, algunas opiniones a favor y en contra:
A favor:
Por qué es necesario un lenguaje inclusivo: http://www.flashmania.es/marketing-malaga/comunicacion-y-lenguaje-no-sexista
Pedagogía del lenguaje no sexista - aunque no toma en cuenta niños trans -: http://puntogenero.inmujeres.gob.mx/madig/sexismo/seccion4.html
En contra:
La catedrática Concepción Company opina que el lenguaje inclusivo no ayuda en nada a la equidad de género, es sólo una perdida de energía:
https://www.elclubdeloslibrosperdidos.org/2018/01/el-lenguaje-inclusivo-es-una-tonteria.html
Por qué el lenguaje inclusivo es imposible de aplicar en la práctica de nuestra vida cotidiana: https://elpais.com/cultura/2012/03/07/actualidad/1331150944_957483.html
Como se pronunciaría la X?
ResponderEliminarEs casi imposible, la X en algunas partes se pronuncia como SH, pero sólo cuando una palabra arranca con ella. Para el todxs o trabajadorxs se debe (conscientemente) y decir "todsqu" o "trabajadorsqu" Una locura, pero me encantaría que sucediera. En todo caso entiendo lo engorroso y por eso prefiero usarlo sólo para la escritura, que cada quién interprete el género que desee cuando lo lea.
Eliminar