viernes, 4 de diciembre de 2020

100 discos para mis treinta: #53 Dimmu Borgir - Puritanical Euphoric Misanthropia (2001)

 


Estoy consciente que el black metal suele ser una pared de hierro para la mayoría. Es uno de esos estilos que intenta mantener su pedigrí a costa de todo, y créanme que el fundamentalismo de algunos fanaticxs por mantener “puro” el género los ha llevado incluso a aborrecer trabajos tan destacados como éste mismo, con decir que Fenriz, el hombre tras Darkthrone, habló pestes respecto de este álbum, únicamente por incluir orquestación y ambientes, lo que en cierto punto salvó bastante al black metal de su monotonía.

Adolescencia y Black metal


El Black metal nunca me intereso mucho, dentro de la gama de géneros musicales extremos y violentos, era justamente el que menos “real” me parecía ya que sentía que su concepto musical se amparaba mucho más en cosas extramusicales como el satanismo o las historias dementes sobre algunos miembros de las más famosas bandas de esa primera oleada de Black metal noruego. Aunque claro habían algunas bandas y algunas canciones que encontraba realmente geniales y dignas de ser tocadas en algún círculo infernal ya que conseguían transmitir una sensación de pura maldad o desesperación en cada nota, como la frenética “Deathcrush” de Mayhem o la punketa “He´s turning blue” de Carpathian Forest, además de algunas bandas que mezclaban Black Metal con hardcore como la intensidad sónica de Kvelertak o experimentos mucho más pintorescos como el post rock black metalero de Deafheaven o las polkas vikingas de Fintroll.

Fuera de esa primera apreciación media naif que tenía de esta música, el Black Metal en una ciudad como Concepción que es donde pase mi juventud, era una lata además por lo toxico de su fandom, quienes sospecho tenían muchas trancas en su cabeza. Nunca olvidaré como en una tocata un tipo entre el público con la cara toda pintada como la de alguno de sus héroes de Gorgoroth (o algo así) saco unos cuchillos y dando vueltas entre el mosh (o pogo) empezó a cortarse y si alguien no tenía cuidado podía también herirse. La verdad es que esas conductas medias freak no son únicamente del público y la escena black metalera, pero es un pequeño ejemplo de lo que yo conocí al respecto y quizás explique un poco mi reticencia a darle más bola a esta música durante mi periodo de juventud, que fue donde más música violenta consumí (ahora escucho Kali Uchis y Bad Bunny) 

 

Realmente nunca conocí un satanista y con el paso de los años me he quitado todos los prejuicios en relación a la gente que profesa ese culto (que no tiene nada que ver con brujerías o hechizos satánicos, por cierto) aunque no sean conceptos que necesariamente estén asociados al black metal, esta apertura mental quizás de rebote también me sirvió para darle nuevas oportunidades al género, especialmente a aquellas bandas que intentan experimentar por fuera de la lógica cuadrada, gracias a ello di con cosillas curiosas como Zeal And Ardor quienes mezclan blues y música de esclavos negros con torrentes de black metal, hasta cosas medias post-post-algo como Baume que intenta llevar las exaltaciones del genero a la electrónica o el mágico Ulver que ya estas alturas es inclasificable. Pero ciertamente hay cosas con las que siempre tuve deudas y en algún punto volví a escuchar mucho Black Metal y debo decir que me aburrí enormemente con el sonido original, salvo Mayhem y algo de Bathory, es realmente un estilo muy articulado de antemano.

Por lo que tengo entendido en la escena black metalera las aguas se separaron un poco con la aparición de los teatrales Cradle Of Filth, banda que yo odiaba porque me parecían algo así como Marilyn Manson al cuadrado (a quien también odiaba), quienes con sus videos musicales casi prohibidos y esa estética de horror puro consiguieron elevar la apuesta del genero a nuevos territorios de la mano de la melodía sinfónica. Esto no le gusto a muchos puristas y le hicieron la cruz a la banda inglesa refiriéndose a ellos como si fuesen posers. Verdad o no, es innegable que Cradle Of Filth supo venderse muy bien y siempre mantener un halo teatral e infernal en su imagen y música que consiguió despertar bastante interés por el black metal a un público mucho más foráneo, de hecho era común ver a un gótico gay con parches de Cradle Of Filth que a un metalero de la vieja escuela con una polera de la banda de Dany Filth. Frente a esto los suecos de Dimmu Borgir que poco antes del lanzamiento del disco que revisaremos era bastante under  y con un sonido sin muchas sorpresas, decide arrancar el nuevo milenio abrazando el Black Metal Sinfónico y de alguna manera convirtiéndose en la competencia directa de Cradle Of Filth en ese momento, lanzando un disco tétrico, implacable, avasallador y sobre todo muy sugestivo, quizás el único elemento del que Cradle Of Filth, siempre tan gratuitos, carecía.

Esta corriente de black metal sinfónico fue creciendo a la par con otras bandas de metal que empezaban a experimentar con sinfonías entendiendo que la música clásica o mejor dicho, la cadencia de la música clásica y sinfónica eran un complemento ideal para esos riff demoniacos. Así fue como en algún punto de mi adolescencia pude escuchar “Puritanical Euphoric Misanthropia” disco que realmente me asustó por su esencia tan opresiva y cuya sensación nunca olvide y por ello años después al volver a escucharlo pude notar que realmente este disco conseguía transmitir esa sensación porque es un trabajo conscientemente hecho para ello. Dimu Borgir después de lanzar este disco se convirtió en una de las bandas regalonas del sello metalero Nuclear Blast y su carrera siguió en evolución con respecto a un sonido cada vez más propio.

Imágenes perversas


 

Lo primero que escuchamos cuando arranca Puritanical Euphoric Misanthropia es un instrumental cinematográfico, muy a lo Jerry Goldsmith (The Omen), llamada “Fear and Wonder” que es como una apertura a un ritual oscuro dejando claro la tónica asfixiante para el resto del álbum. La majestuosidad casi insolente de las guitarras veloces de Sileno y Galder que suenan de una fidelidad exquisita y acojonante, además de esa batería atronadora que parece no tener descanso (de la mano del célebre Nick Barker) y que recuerda bastante al Lombardo más inspirado de la mejor época de Slayer, dan pie a una canción grandilocuente que más o menos propone las pautas melódicas y estructurales del trabajo: "Blessings Upon The Throne of Tyranny"  es un tema que increíblemente consiguió repercutir en el chart de los más escuchados y esto es gracias a la limpieza de la producción de Fredrik Nordström quien consiguió condensar esa extremismo demencial de las guitarras y baterías con los momentos orquestales más incisivos, todo eso con un Shagrath cantando como un poseído, dando el 110% de su capacidad. El tema navega por muchas ondas, recordando desde Emperor a Fear Factory, quizás por ese antagonismo marcado entre la velocidad de la batería versus la guitarra.


 

Es aquí donde podemos apreciar el trabajo enorme de la producción por hacer que el sonido de este álbum destaque por sobre la vara común de un disco de black metal, lo que obviamente les valió el mote de vendidos a los Borgir y cierto rechazo por parte de una fanaticada fundamentalista del género, pero vamos más allá que el tiempo habló por si solo y este trabajo al día de hoy es considerado todo un estandarte y una verdadera clase de maestría metalera.  “Kings of the Carnival Creation” empieza enfermiza y brutal, muy anclada en una tesitura industrial, pero respetando la característica tonal del género, que es mantener una pared de sonido infernal. Las voces limpias de Vortex (hombre tras el bajo) funcionan como contrapunto melódico al fuego que escupe Shagrath, consiguiendo uno de los puntos tímbricos más interesantes que he escuchado en alguna banda de metal. El tema ciertamente tiene mucha sobreproducción convirtiéndose en los últimos minutos en una locura barroca que se podría graficar en ese impactante lienzo de El Bosco llamado “El jardín de las delicias” Hybrid Stigmata - The Apostasy tiene ciertos toques industriales muy Ramstein, especialmente por esa voz del principio y ese sonido melódico de cuerdas que nos hace pensar en un castillo tenebroso y rocambolesco,  es un disco que remite a demasiadas imágenes. Sin duda este es uno de los temas más heterodoxos de la línea del black metal  y que cuenta con un puente sinfónico completamente cinematográfico.


 

Architecture of a Genocidal Nature arranca con una vena mucho más trash, reminiscencias al sonido de Venom o los ya mencionados Emperor, e incluso para algunxs, siguiendo en la línea industrial de Ministry. Pero el momento más experimental da rienda suelta con Puritania donde la influencia de Fear Factory y Ramstein se hace presente dando mucho brillo a sonidos externos al que la banda ejecuta y con la voz de Shagrath robotizada, uno de los momentos quizás más “polémicos” dentro del sonido del disco, pero que muestra a una banda que no le teme a los riesgos. IndoctriNation arranca con la batería grindocre de Baker y es un respiro para el black metalero de huesos amarillos que espera una vuelta al ruido infernal y asfixiante, justamente para mí es el tema menos interesante, aunque igual la producción se las arregla para proponer unos detalles sabrosos como las segundas voces que ahondan en la tétrica resonancia de Shagrath.


 

The Maelstrom Mephisto no da descanso y envuelto en una rabia casi hambrienta Shagrath canta contra el cristianismo en uno de los temas más violentos del disco (lo que es mucho decir tomando en cuenta la naturaleza de este material) aunque el metal aquí recuerda a lo que luego sería entendido como metalcore, ¿habrá sido Dimmu una influencia temprana para las bandas metalcore Estadounidenses de principios del milenio? El gran momento del tema llega cuando Vortex toma el micrófono y da paso a una melodía oscura casi de película de terror que no merma su impacto frente al brutal riff de Silenoz. Absolute Sole Right es implacable y lleno de brutalidad de principio a fin, es un tema casi sin respiro. Pero abran paso a mi favorita y la razón por la que recordé durante tantos años este disco, la impecable Sympozium un tema que Cradle Of Filth hubiese matado por componer, es simplemente dramático y majestuoso en su tono, comienza con ese teclado casi malévolo que se transforma junto con la orquesta en una verdadera columna vertebral de lo que parece una batalla dentro del infierno. Es un tema épico que mantiene la esencia maligna del disco, pero al mismo tiempo propone un groove muy propio de esta encarnación de la banda, por lo que llegar al punto clímax de la canción siempre se convierte en un orgasmo, claro, tal vez recuerde mucho a esa obra aplastante que es “cosmic keys to my creations and times” de sus maestros Emperor, pero en el caso de Sympozium se siente una vibra casi renovada a todo lo anterior y el tema envejeció muy bien. El final con Perfection or Vanity se trata de otro instrumental que mantiene esa capacidad para transmitir con su oscuro sonido imágenes a nuestra cabeza. Por cierto las primeras ediciones incluían un curioso cover a la entrañable banda de hard rock y glam ochentera llamada Twisted Sister, que es más como una especie de regalo y disfrute, y como no, un merecido tributo a otra banda que plantó cara a los fundamentalistas de siempre.

Sin dudas el black metal es un género bastante estigmatizado por todo lo que lo rodea, pero musicalmente es capaz de plantar verdaderas proezas como este disco que es bestial y al mismo tiempo tan claro en su concepto, sin duda, Dimmu Borgir tiene mucha clase, pero también una gran dosis de buena producción lo que le ayudó a encumbrar su carrera y de pasada cambiarle la cara a este genero completamente.

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