miércoles, 9 de diciembre de 2020

100 discos para mis treinta: #52 Pescado Rabioso - Artaud (1973)

 


Si el rock Argentino tiene la particularidad de poseer un sonido muy característica al del resto de Latinoamérica es gracia (en gran parte) a Luis Alberto Spinetta, El flaco, quien perfiló con sus obras el ADN del rock de su país. Este trabajo es uno de las más reverenciados y no hay discusión alguna acerca de su dimensión cultual dentro del país del difunto Maradona, pero más allá de los estereotipos, nos enfrentamos a un disco sensible, experimental y totalmente adelantado a su momento, por lo mismo, siento yo, es un disco al que no necesariamente tienes que haber nacido en Argentina para poder disfrutar en todas sus vertientes.

 Poesía volatil


 

En Argentina el rock es una verdadera institución, lo que tiene su parte buena y mala: buena porque la misma industria se potencia y se valora gracias a un público ferviente que se identifica y al mismo tiempo excita con estos artistas (cosa que no pasa en otros países de la región) lo que da pie a que muchxs musicxs puedan seguir desarrollando sus obras desde una mirada tanto comercial como artística, pero también el sólo hecho de ser una Institución hace que a veces haya un grupo muy fundamentalista que no permite que el sonido varíe si quiera un poco.

Del grupo de hippies Argentinos que comenzaron a desarrollar una música más personal e íntima durante los 60’s y que termino siendo el germen de un futuro sonido rock de guitarras eléctricas definidas, pero tranquilas, pasajeras, a veces hasta solemnes, además de liricas obsesivas en cuanto a metáforas, Spinetta fue uno de los que siempre estuvo abierto a probar cosas nuevas y quizás si hoy estuviese vivo no le habría molestado incursionar en ritmos más urbanos. Comenzó su carrera con la banda Almendra, reconocida por ese hit totalmente hippie llamado “Muchacha ojos de papel” para después llegado el momento pasar a cosas más bluseras con la banda Pescado Rabioso, compuesta por nombres influyentes en la escena como David Lebon (Bajo), Black Amaya (Bateria) y Carlos Cutaia (teclado). 

Pescado Rabioso fue en realidad una experiencia más bien breve en la carrera de Spinetta, luego de la separación de Almendra, El flaco buscaba una experiencia musical mucho menos comercial, en parte porque estaba hasta la madre de su hit “Muchacha ojos de papel”, con Pescado en cambio la búsqueda del blues e incluso ritmos de Hard Rock estaban presentes, no obstante sólo dos discos fueron producidos bajo el formato de esta banda, para el lanzamiento de Artaud en 1973 el grupo se había disuelto por diferencias creativas ya que el resto de la banda parecía no entender las ideas que El flaco proponía. Amaya confirmo esto en una entrevista: “Él empezó a perfilarse para otro lugar, una mano más arreglada, tipo lo que después fue Invisible. A lo último escribía un tema y yo no lo entendía; estaba leyendo mucho a Artaud y Rimbaud.

Si bien Spinetta ya tenía listo un conjunto de temas para posibles trabajos futuros del grupo, estos no convencieron al resto de sus compañeros y para mantener las cosas de buena manera decidieron separarse de la mejor manera, no obstante, por contrato la discográfica les pedía que publicasen un disco más, esa es la razón por la que Artaud aparece bajo el rotulo de Pescado Rabioso, aunque realmente deberíamos entender este disco como el verdadero segundo disco solista de Spinetta, algo así como ocurrió con el “Corazones” de Los Prisioneros, que realmente es el primer disco solista de Jorge González. Cabe agregar, además, que la grabación del disco no contó con los demás miembros de Pescado Rabioso sino que con Emilio del Guercio y Rodolfo García, ex compañeros de Almendra y también tuvo la ayuda de su hermano Gustavo.

Para la realización del disco Spinetta volcó sus obsesiones literarias y obviamente el dramaturgo y poeta francés fue una de sus fascinaciones. El flaco por ese tiempo estaba terminando de escribir su propio manifiesto: Rock: música dura, la suicidada por la sociedad” lo que a su vez era un guiño al ensayo de Artaud “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” escrito que reflexiona algunas ideas sobre la locura y la muerte del pintor holandés, y que influenciaron bastante la percepción de Spinetta sobre la labor del artista, por ello el disco no se limita en juegos tanto liricos como métricos, en Artaud no existen estructuras cerradas y desde ese lugar Spinetta decide plasmar poesía.

También el texto  “Heliogábalo o el anarquista coronado” (del cual John Zorn también se inspiró para uno de sus discos que se encuentra en esta lista) el cual busca reivindicar la figura de Heliogábalo, un emperador romano transgénero que reinó desde el 218 al 222 D.C. y pretendió vanamente que Roma acogiera la religión siria, en la que prevalecía una noción andrógina de la divinidad, termino siendo asesinado y desmembrado. Todas estas lecturas le dieron una mirada mucho más compleja y personal a la música que el compositor estaba empezando a perfilar, pero también y acá recordamos que estamos en Argentina, la política del momento fue otra influencia marcada en la obra del Flaco, cosa que a veces se suele ignorar, pero siendo Spinetta una persona que jamás oculto su peronismo (para quienes no sean de Argentina, el Peronismo es una tendencia política muy fuerte e influyente, pero al mismo tiempo muy caótica por su abundante mezcla de ideologías y no diré más porque créanme que es una cosa muy larga de explicar) y durante la época que se lanzó el disco expreso muy a su forma que no había como el nihilismo de la poesía maldita para reflejar a través del arte el clima político de la Argentina. Básicamente se refiere a que por medio de su música también era capaz de militar su tendencia política, de comprometerse con un proyecto social.


 

Cómo es que este disco influenció tanto en el sonido del rock argentino, simplemente debe ser por su magnetismo, pero tal vez porque también el Flaco consigue transmitir muy en criollo sus ideas y esto no quiere decir que se exprese vanamente como un Argentino hablaría en su intimidad, más bien, es por cómo se expresa y cómo consigue reflejar de alguna manera ese espíritu tan albiceleste en relación a cuestiones como el paso del tiempo, eso de oír la hojarasca crepitar, es una expresión que ya muchxs argentinxs han hecho suya de una manera hasta irónica, culturalmente es valioso en su forma de transmitir, pero fuera de ese localismo, es un disco sumamente interesante que refleja un camino de quiebre para lo que Spinetta haría a futuro, siendo uno de los cimentos fuertes para entrarle al rock de este muchacho nacional y popular.

  

Un enflaquecido blues experimental


 

Spinetta siempre ha sido sinónimo de fumarse un verde y quedar pegado mirando las estrellas. Es la encarnación más viva de ese ser poético que busca con mucha paz interior la belleza de lo inefable. Es interesante esta concepción que tenemos sobre su música, especialmente porque el mismo Spinetta aseguro que no se drogaba para componer. Sea verdad o no (o verdad a medias quizás) este disco tiene una potencia mucho más fuerte para escuchar drogado que otros clásicos de la misma época como ese aburrido “Dark Side of the moon” de los lateros Pink Floyd. Spinetta es básicamente el tipo que se somatiza con el efecto drogadicto del resto y quizás eso es otro punto fuerte a la hora de escucharlo, de hecho, la primera vez que escuche este trabajo fue realmente drogado y acostado en un patio, sintiendo las hormigas caminar por mis brazos, si no es algo hippie fumon vegano, no sé qué es ni quiero saberlo, mi conexión hippie comienza y termina con este trabajo que realmente de sonido hippie no tiene nada, pero sí de esencia.

Partimos con “Todas las hojas son del viento”  una tonada romántica que no se aleja mucho de las canciones de Almendra y que refleja esa sensibilidad poética del Argentino, la canción que es básicamente la alegría de experimentar la paternidad junto a la que sería su mujer por casi veinte años, Patricia Salazar, no esconde misterios y se desvanece junto al solo de una guitarra que se escucha en completa clave de jazz. Pero Spinetta no busca deslumbrar con virtuosismo, busca conectar sensaciones emocionales. “Cementerio club” es un delicioso blues, sensual, elegante y que mantiene en todo momento su encriptado mensaje tanto musical como lirico (según se dice, El flaco sacó la letra en unos rayones que leyó dentro de un calabozo), una de las canciones favoritas de Cerati y además un tema cuya belleza parece estar en lo simple que suena cuando realmente es complicadísimo y muchxs guitarristas así lo han atestiguado. Spineteame el alma debería ser la frase con la que arrancamos al momento de escuchar estos increíbles temas (y que no tienen necesidad de durar 20 minutos como las canciones de Pink Floyd)


 

“Por” es un tema escrito junto a Patricia Salazar con una letra a modo de cadáver exquisito: es una lista de sustantivos rematada con la preposición ‘por’, juegos casi Borgeanos se podría decir, en lo musical mantiene una balada acústica breve que recuerda elementos del bossa nova. “Supercheria”  es uno de mis temas favoritos del disco, una muestra clara del gen del rock argentino, hoy en día podemos ir notando como está canción se replicó (para bien o mal) en el sonido rockero del país de la cumbia villera, pero claro que Spinetta consigue hacerlo con mayor clase y tirándose unos segmentos casi de jazz que se entrecruzan tan bien con ese rock meloso, puros quiebres solemnes, es un gran momento dentro del trabajo, sobre la letra, entramos en problemas, se podría decir que tiene hasta tintes políticos, pero ya quedo claro que si bien hay algunas canciones con interpretaciones más directas, en general el disco deja abierto toda clase de ideas.


 

“La sed verdadera” continua con esa esencia bosa nova, pero llevado a terrenos un poco más serranos, es decir, a mí al menos no me cuesta imaginar a Spinetta tocando este tema a las 10 de la mañana frente  a un hermoso paisaje en las sierras tomándose unos mates, aunque en este caso la canción concluye con un pequeño twist en el que frente a esas paradisiacas melodías comienza a colarse el ruido de lo que parece un rumor constante, pero como si alguien lo estuviese escuchando tras una pared para terminar con un soplido de brisa. Este efecto tan “flashero” (y que hasta ahora no se había dado) da pie al corazón del disco “Cantata de puentes amarillos” un temon de nueve minutos que se soporta sólo en la guitarra acústica, otra eléctrica y la voz siempre cándida de El flaco, todo un Bob Dylan sólo que mucho más poético y hasta disperso, conteniendo una de las frases más celebres del rock argentino aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor.


 

“Bajan” es otra canción a la que la mitad del rock argentino le debe su sonido, Cerati le hizo un cover bastante decente en donde se demuestra la fuerza completamente atemporal de este modesto tema de rock que en cuanto a la obra Spinettiana recuerda en su melodía, ritmo y estructura a otra gran canción que vería la luz en los años posteriores: “El anillo del capitán Beto” La hora más dada llega con “A Starosta, El Idiota” cuyo piano ejecuta el mismo Flaco consiguiendo dejar uno de los pasajes más lúgubres y dadas consiguiendo construir un collage sonoro que incluye el “She loves you” de los Beattles, el audio de una persona llorando y las tétricas teclas dibujando una atmosfera inquieta, que rápidamente se disipa con unas guitarras mucho más luminosas. Es otro tema cuyo sonido ha terminado siendo recuperado por una camada de artistas que van desde Pedro Aznar hasta incluso artistas actuales como Luca Bocci. El final llega con la movida y estrepitosa “Las habladurías del mundo”  que se escucha más brusca e incluso soterradamente irónica en comparación a las letras del resto del disco, la razón no era menor, El flaco escribió la letra como respuesta a los rumores que se decían de él durante aquella época, rumores que hacían referencia a una fama de Casanova que Spinetta realmente nunca fue, básicamente era una respuesta bastante poética e ingeniosa a aquellos comentarios mal intencionados que surgen cuando uno se hace más conocido, que podemos decir nosotros los conocidos también sufrimos.


 

“Artaud” es un disco inmenso, histórico y totalmente soberbio para su época e incluso para la actual. El mejor acercamiento a Spinetta pueda venir por acá, y si no te gusta toda esta onda, busca un porro, préndelo, escucha esto y disfruta de la mida mi pana.-

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