La madrugada del 30 de Diciembre, ad portas del final de un ciclo catastrófico en todo orden de cosas y haciendo caso omiso a las medidas sanitarias con las que el gobierno bombardeo a la población durante todo el año, centenares de personas se reunieron en la vía pública para realizar una vigilia, aguardando el momento en que todo sería definido por los votos del senado. Una vez el proyecto se convirtió en ley, la alegría explosiva de miles de cuerpos gestantes al enterarse que el aborto no sería nunca más penalizado (saaalvo que se quiera abortar después de las 14 semanas, a excepción de los casos de violación, punto a tratar en otro tema) tiñó a Buenos Aires de un color amazónico, y no es para menos, el proyecto comprende un recorrido ideológico de muchísimos años que cruza su camino directamente con la llamada marea verde feminista que puso a Latinoamérica (y principalmente a Argentina) como un foco de atención sobre la necesidad de estas políticas públicas.
Llevo viviendo en Argentina cerca de 10 años, para un chileno formado en una sociedad más bien “estrecha” la pasión desbordante del país albiceleste siempre me resulto un poco chocante. Aparentemente en Argentina todo se juega en un terreno casi futbolístico donde las discusiones siempre terminan reducidas (y hasta simplificadas) a dos equipos, dos posiciones. Esa lógica de alentar con energía y aguante es algo que parece estar muy marcado en el ADN de la sociedad Argentina y en el caso de la discusión por el aborto los equipos no resistían mayor matiz, o eras verde (abortista) o eras celeste (pro vida).
Antes de continuar (y a riesgo que a nadie le importe) debo decir que yo no confió en las leyes del Estado e invitó a leer este sesudo artículo-entrevista de la siempre polémica (y un poco aguafiestas, por qué no decirlo) Leonor Silvestri, sobre las trampas que la legalidad pueden generar en relación al control de una sociedad. Sin querer sonar como un culiadazo (porque ya abundan muchos) les diré que siempre los caminos estatales siembran una que otra contraindicación en el desarrollo de sus gestiones, y una ley, aunque entiendo que en el caso particular de ésta tiene un sabor a verdadera victoria social, tampoco garantiza el éxito de nada, sólo apuntaré que lxs socorristas no pueden ser eximidas de este proceso bajo ningún punto de vista, son las que han estado en primera fila desde siempre y resulta inaudito que una ley que prioriza la libertad de elección al mismo tiempo imponga Instituciones en las que se puede ejercer ese derecho, y también pido poner ojo en los discursos (quiero pensar no intencionales) de corte eugenésicos que se han ido replegando como argumentos pro aborto.
De todos modos puedo entender la algarabía de tantas personas ante esta ley y es que en sí más allá de un derecho que en principio nunca debió ponerse en duda, es decir, el decidir sobre el destino de tu propio cuerpo, entiendo que hay un esquema y paradigma de pensamiento que tuvo que pujar muy fuerte en una sociedad que aunque no lo parezca a primera vista, es bastante conservadora en sus formas e ideas.
Sociedades de fuerte sesgo Católico han tenido como referencia a la maternidad como una cualidad que caracteriza lo femenino y a su vez lo femenino determina lo absoluto en cuanto a la idea central de “ser mujer”, desde que María aceptó sin muchos cuestionamientos al espíritu santo en su vientre, se espera que todas las mujeres digan sí a su bendición por más que su situación sea paupérrima. Desde ese punto de vista muy pocas películas o series televisivas han intentado hasta el día de hoy disminuir o al menos problematizar ese límite patologizante con que es interpretado el acto de abortar (recomiendo el genial capitulo de Bojack al respecto). Siempre existió una mirada inquisitiva que deviene en un remordimiento y vergüenza profunda en aquellos cuerpos que alguna vez optaron por el aborto, justamente porque se entiende ideológicamente que mujer que aborta es aquella que renuncia a su “maravillosa condición de ser Mamá” y que ser Mamá es la condición por antonomasia de toda mujer. Esta idea, biológica esencialista y producto de una profunda moralidad patriarcal, ha marcado la pauta discursiva que han tenido que tomar muchas mujeres en décadas pasadas.
Mi Madre, a finales de los 80’ pese a la situación endeble que vivía económica y moralmente mientras me estaba gestando, no se le ocurrió la idea de abortar, y no lo digo para poner su caso como un referente de nada, es más bien un ejemplo directo sobre cómo una noción profundamente moralista puede terminar atentando a sus propios proyectos de vida. Mi Madre en su juventud tenía mayores ambiciones que criar a un niño con el que se le vino un mundo insospechado encima. Criar una vida no es un juego, hace falta cierta planificación y estabilidad para afrontar ese camino, al menos, hablando en contextos de clase media, en donde la familia no es concebida necesariamente como una fuerza de trabajo ni como potencial linaje de nada, sino que en muchos casos más como un paliativo a la soledad frente a una sociedad voraz y esquizoide.
Claro, mi Madre como tantas mujeres de su generación fue educada bajo conceptos patriarcales tan arcaicos que suenan absurdos, desde la imposición de casarse virgen en el matrimonio al rechazo inicial a usar la píldora, el hecho de si quiera pensar en abortar era propio de una herejía, y aparte, tampoco era un acto muy agradable al que someterse, ya que sin los recursos económicos adecuados, los abortos clandestinos eran lo más parecido a la visita a un laboratorio de un siniestro doctor psicópata. Pero pese a que le pregunté a ella directamente y sin tapujos, a estas alturas de su vida, ella sigue muy convencida y orgullosa de no haber abortado, de haber “afrontado” las adversidades que le trajo la vida, ósea yo.
Realmente no sé bien cómo sentirme, si le cague o no parte de la vida a mi Madre, la verdad ya no tiene mucho sentido, nadie pide nacer ni tampoco me interesa entender de dónde surge ese deseo por maternar, ciertamente he conocido chicas que parecen genuinamente dispuestas a la crianza, y quién soy yo para poner en duda esas decisiones, pero siempre vale cuestionarse desde qué lugar nace realmente ese deseo cuando se es parte de un género del cual la sociedad desde la infancia te enseña a jugar a la mamá con las muñecas y la profesión de maestra jardinera o enfermera, como su mismo nombre coloquial lo indica, parecen estar dirigidas únicamente a mujeres hetero cis por su carácter “maternal”.
Esto de preguntarle a mi Madre si me hubiese abortado o no de haber tenido la oportunidad nació por mi morbosa curiosidad que despertó en mi después de ver un video que se viralizó el mismo día de aquella histórica vigilia. Un hombre asentado en el sector de la gente “pro vida” le preguntan desde un noticiario porque está apoyando a ese “bando” el tipo en su verborragia termina contando una anécdota que puso la guinda en el pastel de los argumentos insulsos que este grupo dice defender, ósea las dos vidas: Básicamente el tipo explica que en su familia son 10 hermano y que el día anterior a la votación, hablando con su madre (a quien apoda cariñosamente como la petisa) esta le confesó que de haber podido hubiese abortado a alguno de sus hermanos. Quizás se refería a los que les caía más mal, porque teniendo .10 hijos es imposible realmente no tener favoritismos.
Burlas van, burlas vienen, evidentemente el sentido de lo que este hombre quiso explicar es que si una mujer pudiese abortar estaría negándole la alegría a toda una familia. Nuevamente resulta en un argumento ridículo que juega con las posibilidades metafísicas, porque evidente sí abortó a esa hermano, éste nunca existió y la posibilidad e influencia de su vida por sobre el resto de la familia, queda en eso en una ilusión. Y bueno la vida y las posibilidades serían otras. De todos modos es interesante entender que muchas no pudieron abortar no porque no tuviesen la posibilidad de hacerlo aunque sea en una asquerosa clínica clandestina, sino, porque el paradigma ideológico que las regía en otras épocas era tan fuerte que administraba sus deseos y condicionaba sus inquietudes.
Se habla mucho de que la maternidad debe ser deseada, repito que no sé muy bien de dónde sale ese deseo, pero sí creo que lo positivo de todo esto es empezar a resquebrajar esquemas, romper un poco más con un status quo que sigue delimitando la función de la mujer a simplemente ser madre, en un contexto donde ya queda claro que un cuerpo gestante va más allá de la condición de género. La crianza, del mismo modo, no puede ni resiste las formas con las que se estructuró de antaño. Hoy podemos entender un poco más que una familia dejó hace mucho de ser ese núcleo hetero patriarcal de madre, padre, hijo, hija y perro. Aún así, y quizás mi mayor actitud escéptica ante todo esto sea el sospechar que pasamos de un escenario para simplemente ornamentarlo de otra forma, de un aparente progresismo Europeo.
Mientras se siga determinando por medios y figuras hegemónicas los discursos correctos para plantear la idea del aborto, así como siga teniendo una abrumadora aprobación los pensamientos cotidianos sobre el tener una familia patriarcal (aunque esta sea conformada por homosexuales), mientras se siga entendiendo el anti natalismo como una aberración a simplemente otra opción más de vida y mientras se siga concibiendo la sexualidad como una faceta que se limita a la administración de cuerpos entendidos bajo una óptica marcadamente esencialista, muy poco cambiará.
De todos modos no quiero ser catastrófico e igualmente celebró, no tanto el hecho de la ley en si misma, como ya dije, siempre hay una captación que puede generar trampas y siempre existirá un o una perspicaz abogadx que le encuentre la quinta pata al gato a todo. Celebro más que nada que el espíritu de un pensamiento mucho más rebelde empiece a potenciarse por las calles, poniendo énfasis en cuestionar aquellas sensibilidades (camufladas como argumentos) de los discursos pro (boomer) vida que hace no muchos años seguían siendo entendidos como una verdad de esas que se asumían en la Edad Media tan sólo por el argumento del Magister Dixit. Celebro un espumante cambio de mentalidad en gran parte de la población, porque no es fácil romper el yugo de una cultura patriarcal y estos pequeños avances son verdaderos triunfos de un pensamiento que pide ser cada vez más certero y autónomo…al menos en gran parte…espero.-
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