martes, 26 de julio de 2016

Series para ver, volver a ver y pensárselo mejor antes de ver: The stranger things


Netflix lo ha vuelto hacer, su nuevo éxito se llama The stranger things, serie de sólo ocho capítulos que está dando mucho que hablar al conjugar inteligentemente los elementos más emblemáticos de las películas fantásticas de los 80’ utilizando el factor de la nostalgia de un modo audaz ya que más que un pastiche, un homenaje o una relectura de la cultura pop de aquella época, The stranger things juega con la idea de realizar una historia de ciencia ficción tal y como se hubiese hecho durante aquellos años, sin ninguna pizca de ironía ni segundas intenciones, es una verdadera carta de amor al género fantástico de los ochenta.



El mejor remix de los 80’, un greatist hits ganador


“Es como si Spielbierg filmara una novela de Stepehn King” Seguramente ese ha sido un comentario común a la hora de definir esta serie creada por los hermanos Duffer que si bien no son ningunos novatos dentro de este campo, The stranger things supone su gran carta de presentación. ¿Pero de dónde surge este repentino hype por su show? Podríamos decir que la serie se basa en pura nostalgia y el golpe al corazón nadie lo puede esquivar. Y es que la carta de amor que los hermanos Duffer expresaron dentro de su creación a todas aquellas películas ochentosas que le dieron a Hollywood un periodo de decadente glamour detrás de las radiantes luces de neón, la  música de sintetizador, los efectos especiales hechos a mano y las historias donde la ingenuidad de una aventura fantástica se anteponía a cualquier otra razón existencialista. The stranger things en esencia es eso, una historia que se alimenta de un montón de guiños, referencias y anécdotas que se pueden encontrar en clásicos del Bluckbuster (y de la vida) como “The Thing”, “The Goonies”, “Stand by me”, “Encuentros en la tercera fase”, “E.T”, “Exploradores”, “Pesadilla en Elm Street”, “Poltergeist” y así podría seguir por varias líneas más, pero también se siente la influencia directa de Stephen King en especial con su novela “IT” (que también se le hizo una película y que de hecho se realizará un remake el próximo año) de hecho el propio King noto esto alabándolo en un tweet.

Todas esas películas que alguna vez nos topamos en la tele y que miramos con cierto cariño se hacen presentes de alguna u otra forma, pero no es una nostalgia demacrada ni mucho menos somnolienta que queda en eso y ya, la serie sin traicionar su contexto logra revitalizar la nostalgia de aquellos años enmarcándolo todo dentro de un mundo artificial y kitsch que resulta simplemente exquisito e imposible de no asimilar: Una iluminación  donde el neón es rey en cada punto dando esa extraña sintonía de un futurismo obsoleto, pero adorable. Una música de vapourwave que adorna de manera adecuada todo el ambiente de la época retratada además de un setlist que rescata aquellas bandas musicales claves de aquel momento (Toto, The Clash, Modern English, Echo and the Bunnymen, New Order…) Una producción de arte que en si misma remite a aquellas viejos ambientes tanto en su textura, en sus graficas  como incluso en el casting de actores que extrañamente recuerdan a juveniles versiones ochenteras de algunas celebridades de hoy en día, por cierto todos en un papel sólido y cuyas interpretaciones son increíbles, sobre todo el papel de los niños cuya química traspasa las cámaras. Un increíble trabajo de equipo por parte de la producción que no tiene más que aciertos y logros destacables, pero obviamente lo que se lleva las palmas es la historia que más allá de todo lo descrito puede hacer ruido por si misma.


Una extraña, pero conocida mitología


Construir una mitología profunda y atractiva es la clave para cualquier serie de aventuras fantástica. Género que últimamente ha escaseado en calidad, de hecho, me atrevería a decir que después de LOST ninguna serie de similares características (GOT no cuenta) ha podido igualar su legado, ni siquiera la cuasi franquicia de Once Upon a Time que termino tropezando en el camino entre sus propias vueltas y nudos narrativos, pero tal vez The Strange things pueda levantar la voz ya que tomando en cuenta las referencias ñoñas de las que se influencia como Tolkien, Lovecraft, King o incluso el mismísimo George R.R Martin, la historia propone una interesante mezcla de situaciones, personajes y trama que a pesar de parecer en extremo clichés y genéricos consigue primero que todo tener sentido dentro de su ambiente y segundo superar el prejuicio que suponen estos clichés y establecer una profunda empatía con lo que se nos muestra así como también un fuerte torrente de teorías locas por parte del publico que sólo hacen más grande la serie de lo que ya es.

 
La premisa es simple: En un pueblito perdido de Estados Unidos, el pequeño Will Byer desaparece bajo extrañas circunstancias, es así como todos se movilizan para encontrarlo, los más preocupados son sus mejores amigos, la pandilla de ñoños del club de ciencias que fueron los últimos en verlo, Mike, Lucas y el adorable Dustin, es así como el grupo intentando dar con el paradero de su amigo se involucran sin querer en una brutal conspiración gubernamental que trae a colación todo ese rollo de la paranoia post-guerra fría que los gringos vivían a principios de los 80’. De ahí en más las cosas se deschavetan, un monstruo tipo Cthulhu anda suelta por los alrededores del pueblo, aparece una enigmática niña que sólo responde al nombre de Eleven (011) y que es buscada por los “malos” por su curiosa condición mental, esta chica parece tener una conexión con los sucesos que ocurren y se une al grupo de la pandilla de Will para encontrarlo aunque con eso todos corren feo peligro.

En otro plano está la historia del adolecente e introvertido hermano de Will que se siente culpable por su desaparición e intenta poner en orden las cosas en su vida mientras colateralmente desarrolla una trillada, pero  encantadora historia de amor con Nancy la hermana mayor de Mike. Y finalmente el segmento de los adultos, protagonizada por  Joyce Byer la madre de Will que lentamente comienza a caer en la paranoia y locura al notar que su hijo le está dejando mensajes de auxilio desde “algún lejano lugar” Joyce es interpretado por la conocida actriz Winona Ryder (siendo la más conocido dentro del reparto) que a pesar de caer en una hiperventilación interpretativa es bastante justificado de acuerdo al toque que la historia toma ya a partir del tercer capítulo. Jim Hopper es el jefe de policía del pueblo y quien se encarga de la investigación poco a poco dándose cuenta que está metiéndose en algo más grande de lo que podría haber sospechado, por supuesto es un policía con un pasado trágico y golpeado por la vida, no podía faltar ese toque dramatico.

El efecto de situar todo a principios de los ochenta (más allá del sentido nostálgico y la inteligente disposición de homenajes y guiños a la cultura popular) sirve también para darle mayor efecto a ese sentimiento de amistad, unidad, aventura y amor que las historias humanas trazan en cada episodio sin caer en absurdas moralinas, pero rozando ese toque sensible que tenían las producciones de aquellos años con respecto a esos tópicos. Devolver a los niños el sentido de protagonismo de una epopeya es algo que hasta ahora se había dejado de lado en los programas actuales, por supuesto todo este rollo de monstruos y niños cazando aventuras hubiese quedado muy mal y hasta torpe de haberse protagonizado con nuestros niños contemporáneos cuya tecnología los ha despabilado completamente de cualquier aire de ingenuidad per se (o bueno, más o menos) por lo que era necesario retrotraer el espectro al sentimiento de aquellos tiempos, o al menos al sentimiento que las películas de aquellos años nos mostraban.- 


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