Faith No More es una de mis
bandas favoritas de la vida, tanto que si me perdiera en una isla desierta en
medio de la nada y pudiese escoger un disco para escuchar por el resto de mi
vida no escogería uno de Faith No More ya que de hacerlo de seguro lo
terminaría odiando. Tanto es el fanatismo por esta banda que la he visto en
vivo 3 veces (y ya voy por la cuarta) tengo casi todos sus discos y
definitivamente entran en el TOP 10 de
mi banda sonora vital junto a otros grupos como Mr. Bungle, Tool y Blink 182 (¿ahora me
odian?) Ante todo esto mi impresión sobre el nuevo disco de la banda puede
resultar totalmente subjetivo, pero ¡las pelotas! Realmente ¿existe una
pretendida objetividad en cualquier crítica?
Faith No More es un grupo lleno
de contradicciones y durante los noventa su fuerza artística residía en ese
potencial autodestructivo, imprevisto, sarcástico y rabioso del que hacía gala
tanto en sus trabajos de estudio como en sus salvajes conciertos en vivo (y
quiero agregar que eran una banda con muchos cojones) Ciertamente no estamos
ante una agrupación fácil de sobrellevar, aunque ellos mismos serían los primeros
en bajarse de un pedestal, no es que hayan redefinido el rock como otros próceres
de la música (o quizás sí lo hicieron, después de todo parte de su influencia
devino en la camada de bandas nu-metal de principios del 2000) pero sí es
cierto que su música ha madurado muy bien y ha sido mejor comprendida con el
paso del tiempo. Esa ironía malsana que los caracteriza y la constante perplejidad
de sus canciones, su heterogeneidad de elementos musicales que no discrimina ni
se avergüenza ante nada y su humor negro indiscutible presente en sus intrincadas
letras, todo eso no hizo más que aumentar en popularidad logrando lo que en
pocos casos las bandas que se reunifican obtienen: Superar el ejercicio nostálgico
que los comboca y cultivar una nueva camada de fans fervientes y leales.
Cuando la banda anunció su
reunión el 2009 debo decir que algo dentro mí se decepcionó, leí en tantas
entrevistas a Mike Patton decir que jamás permitiría algo así,
que cuando apareció la noticia sólo pude pensar que lo hicieron por el vil y
sucio dinero, bien sabemos cómo salen de mal esas reuniones forzadas, sin
embargo, pese a mi pesimismo la reunión duró más de lo esperado, las fechas
se extendieron y el grupo mostraba una verdadera química en el escenario que ya
no rayaba en lo psicótico o friccional de entre sus miembros sino que en una
total entrega en cuerpo y alma al público que despertaba su energía canalizada por
el hiperquinetico Patton. Un nuevo disco después de 18 años no es algo fácil de
asimilar, ni siquiera para los integrantes que por años estuvieron flirteando
con la idea, sin animarse nunca a concretar nada. Hasta que por fin los astros
se congregaron y nos dieron esta invicta gloria.
¿Qué podemos encontrar? Para mi
gusto el disco más perfecto de Faith No More, una placa difícil de superar y
que concluye la carrera de los de San Francisco de una forma madura y potente, “Sol
Invictus” mantiene la esencia completa de Faith No More alejado de la
grandilocuencia del “Angel dust” o la mezcolanza del “King for a day…” al
contrario sigue la línea de “Album of the year”, pero desde un nivel consiente
y virtuoso. Cuando digo que es la
culminación es porque con un poco de trabajo se pueden rastrear aquí desde las
huellas de sus inicios post-rock hasta sus giros musicales que oscilan del trash
bestial al soul más delicioso. Todo comienza con la gótica balada “Sol Invictus”, certera introducción al
arrebato de canciones que repletan este compacto y correcto álbum. Una batería
marchante, un piano lúgubre y una voz de ultratumba le dan forma a este
prefacio, “Superhero” y “Sunny side up” son canciones más
propias de un Faith No More canchero de los 90, compuestas para ser cantadas
como himnos por los fans, son temas intensos, pero de cierta sensibilidad pop a
la altura de otros clásicos como “Caffeinne” o “Gentle art of making enemies”. “Superhero”
en perfecta sintonía con el “Angel Dust” por su sonido de guitarras afiladas (y
expresivo piano) manteniendo un rocambolesco ending, mientras que “Sunny side up”
podría encajar mejor en el “King for a day…” o bien en el “Album of the year”
por esa hábil combinación de riff medio funky y trashero coro, el eclecticismo
y elegancia que componen este tema bien se podría añadir a algunos de esos álbumes
mencionados. Las cosas, sin embargo, proponen nuevos matices al llegar “Separation Anxiety” que podría
aparejarse más como un sonido cercano a Tomahawk la otra banda que mantiene el espíritu
del rock encendido en Patton, más que nada por esos explosivos golpes de poder
en la voz del lúdico cantante y por la hipnótica guitarra de John Hudson que
vuelve a ser protagonista en la excelente y preponderante “Cone of shame” otro tema que saca lo mejor de sus miembros y
exponen las virtudes de una banda sínica y hedonista. “Cone of shame” tiene un
aire western que desemboca en un coro progresivo llegando a superar canciones
de una línea similar tales como “Zombie eaters” o “The Crab song” este tema por
otro lado si bien mantiene todo lo que se puede considerar elemental en Faith
No More tiene el gran mérito de sonar como algo fresco e imposible de añadir en
la etiqueta de cualquier otro trabajo. Es independiente como la mayoría de
temas en la carrera de esta agrupación.

Sin duda este lanzamiento es uno
de los más importantes del 2015 y ha sido revalorizado por la prensa gringa con
gran entusiasmo algo que no pasaba desde prácticamente el “The real thing” en
1989. Es un disco que reúne lo mejor de la carrera de esta gran banda y que si
bien es la culminación definitiva de su sonido (aunque obviamente los fans
siempre queremos más) propone cosas nuevas al menos en su mensaje. Con lo
imprevisible que es esta agrupación habrá que preguntarse ¿cuánto durará esta
victoria?
En este conciertazo dado a fines de Abril en Santa Ana, la banda se despachó el "Sol Invictus" de forma integra dejando fuera del repertorio únicamente la canción "Rise of the fall" DE CULTO
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