La última producción en
ganar el Oscar a mejor película animada - para sorpresa de nadie - fue Coco
(2017) de la omnipotente Pixar. La empresa de animación digital ha instalado con los años, un sello de
calidad y entretenimiento familiar obligatorio
dentro del mainstream. Bajo el alero de Disney, Pixar ha realizado obras
destacadas como Toy Story 3 (2010), Wall-e (2008) o Ratatouille (2007), pero
también otras muy olvidables que igual terminan
sido éxito de taquilla en su momento. Aun así, hay un par de películas
de Pixar que injustamente han sido ignoradas por la crítica y el público, como
es el caso The good Dinosaur (2015). Una de esas producciones lanzadas cerca de
navidad que pasaron sin pena ni gloria por varios factores que no vienen al
caso profundizar. Lo que me gustaría analizar aquí es el tratamiento de la
muerte que esta historia nos brinda y contrastarla con el que se nos muestra en
Coco. En cierto modo, dos películas totalmente opuestas a la hora de enfrentar
la muerte de nuestros cercanos. A partir de aquí podríamos suponer que el éxito
en taquilla de Coco está más ligado a una infantilización de la muerte en su
tratamiento, a su vez el fracaso de The good Dinosaur lo está a una mirada un
poco más cruda del acontecimiento fatal.
La
muerte como celebración
Pixar ya había tocado
el tema de la muerte a través de la excelente secuencia inicial de UP (2009)
donde vemos por medio de un hábil montaje como una pareja enfrenta distintas
etapas de su vida hasta culminar con el fallecimiento de uno de ellos. La secuencia
dotada de un tono triste, aunque no exagerado, muestra la muerte como un evento
cotidiano al que hay que plantar cara. La madurez de esa escena, sin embargo,
contrasta con el resto de la historia y los personajes que se van
introduciendo. Pixar no se atrevería a profundizar sobre la muerte y las formas
de encararla por muchos años más. Si bien, sus películas siempre tienen un
componente melodramático y emocionalmente manipulador dispuesto a activar las
lágrimas de sus espectadores del modo que sea, la muerte no se tantea con
frecuencia.
En Coco, el argumento
de la historia gira en torno a la muerte, literalmente. Inspirada en la
festividad mexicana del día de muertos, un evento pintoresco que se realiza
mayormente en los pueblos mexicanos, consiste en dejar ofrendas en altares a
quienes ya han fallecido, pero también a artistas muy queridos popularmente. El
evento se convierte en una celebración donde los habitantes se pintan las caras
como calaveras, lanzan fuegos artificiales, exaltan a un santo no católico (Santa Muerte) y en gran medida se come y se bebe en recuerdo de quienes ya no
están. Coco retrata esta realidad con cuidado respeto a la cultura mexicana,
pero por supuesto, tiene que meter de la forma que sea una historia que genere el pathos Aristotélico que hace que la
sala de cine quede inundada en lágrimas.
A diferencia del
soporífero rito católico que en el resto de Latinoamérica se ha instalado como
día de todos los santos (y dejando de lado la parafernalia gringa y adolescente
que es Hallowen) el día de muertos, en algunos pueblos de México, es motivo de
regocijo y esto será el leitimotiv de la película: Se nos presentan a Miguel
Rivera, un niño de doce años embelesado con la idea de ser músico y seguir los
pasos de su ídolo, el fallecido Ernesto de la Cruz. El problema es que en la
familia de Miguel, ser músico no está permitido debido a una historia que involucra el abandono de un bisabuelo para
seguir sus sueños como músico. Eventualmente, Miguel logra llegar al mundo de
los muertos en donde se encuentra con sus antepasados, quienes viajan una vez
al año al mundo de los vivos, obviamente en la celebración de día de muertos.
La trama avanza y
Miguel ve una posibilidad de concretar sus sueños de querer ser músico al creer
que Ernesto de la Cruz es su mentado bisabuelo, es decir, la persona que
abandonó a su bisabuela y abuela Coco (quien sigue apenas viva). No quiero dar
spoiler, aunque es una película bastante evidente en su desarrollo, pero Miguel
se ve envuelto en situaciones de mucha conveniencia argumental para culminar
encontrando a su verdadero bisabuelo y arreglando casi todos sus problemas de
sopetón.
El colorido y feliz
mundo de los muertos que ofrece Coco, es también un mundo burocrático, en donde
las almas (representada como esqueletos) tienen permitido pasar al mundo de los
vivos sólo con ciertas condiciones: Que sus familiares vivos conserven
fotografías o recuerdos de los que ya están muertos. De este modo, se da que
los muertos siguen “vivos” en esa especie de limbo en la medida que son
recordados y ofrendados por sus vivos, justamente, en una escena se nos muestra
que un personaje menor desaparece (lo que llaman la muerte, muerte) porque ya
nadie en el mundo de los vivos lo recordaba. Este mundo de los muertos, también se rige por
leyes del capital humano, en este caso, de un “capital de recuerdos” y es que
quienes tienen más poder y prestigio son quienes más ofrendas por el día de los
muertos reciben, esto está representado por los artistas populares como Ernesto
de la Cruz o la propia Frida Kahlo,
mientras quienes tienen menos ofrendas y son menos recordados habitan en la
marginalidad. En definitiva, el mundo de los muertos que presenta Coco, es un
mundo en todo sentido neoliberal, aterrizado a un plano terrenal, con leyes y
formularios que no escapan de dispositivos de poder y control, a pesar de presentarse como
un colorido mundo mágico, algo que está en sintonía con la alegría que desprende
la verdadera celebración mexicana.
En Coco, la muerte deja
de ser un evento trágico, Miguel lo sabe bien, es un niño que fue y regreso de la muerte,
sabe bien que ese estado fatal no es realmente el último, no es tan definitivo.
La película otorga un enfoque infantilizador al ocultar la muerte con una
insuflada alegría que nos inhibe la tristeza legitima. El dolor por la pérdida es
reemplazado por alegres canciones que nos sugieren que no hay que estar mal por
quienes quisimos, sino que hay que recordarlos con alegría. Si bien el mensaje
es acorde con la filosofía autóctona del día de los muertos, creo que hay una
urgencia por mostrar a la muerte como algo inocente, algo que se soporta mejor
ignorando el hecho del duelo y el dolor. Evidentemente, no sería tan fácil celebrar
la muerte de quien fue asesinado o perdió la vida en un accidente.
La
muerte como duelo
The Good Dinosaur, es
una película que homenajea en varios momentos a ese clásico noventero que fue
The lion king (1994). Es una aventura de desarrollo personal en donde Arlo, un
tierno y asustadizo dinosaurio debe volver a casa. Es el clásico viaje del héroe
de Campbell. Un viaje físico, pero que también es interior, que ayuda a
transformar a un debilucho en alguien maduro y capaz de plantar cara al mundo.
Por supuesto todo esto se dispara con una trágica muerte.
El argumento (no muy
bien logrado, hay que decirlo) de The good dinosaur es que los dinosaurios
nunca se extinguieron y por tanto siguieron evolucionando, pero en vez de
presentarnos seres que ocupan el lugar de los humanos en una civilización parecida
a la nuestra, vemos que siguen siendo dinosaurios, siguen envolviéndose en un
entorno salvaje, pero con algunos dejos de organización sedentaria. Arlo y su
familia son unos una especie de amish que trabajan en el campo. Su padre,
Henry, quiere despertar la confianza de Arlo quien desde siempre sufrió terror
al mundo, le encomienda una misión en apariencia simple, atrapar una criatura
que se ha estado robando el maíz que ellos guardan como reserva para el
invierno. Arlo consigue atrapar a la criatura, un niño salvaje que actúa como
lobo, pero no le da el cuero para matarlo por lo que lo libera, este gesto crea
una conexión de lealtad de parte del niño hacía Arlo, no obstante, Henry no
quiere desaprovechar la oportunidad de atrapar al niño salvaje e insta a su
hijo a que se adentren al bosque para seguirlo y atraparlo. Henry le deja en
claro a Arlo que tiene que ser más férreo o no podrá sobrevivir en el mundo,
luego de que Arlo demuestre nuevamente su debilidad, Henry se compadece y
decide abortar la misión y volver al campo, pero la fatalidad llega y una intempestiva tormenta hace que un rio se desborde y sepulte a Henry quien logra salvarle en último momento la vida su hijo.
La pérdida del padre es
abrupta y sorpresiva, en la siguiente escena la tristeza en toda la familia es
evidente, pero no tienen tiempo para detenerse a llorar porque el mundo es duro
y el invierno se acerca. Es ahí donde Arlo se reencuentra con el niño salvaje y
en un arrebato de ira intenta atraparlo, pero termina perdiéndose de casa. La
muerte en este caso tiene un tratamiento mucho más mordaz, se busca afrontarla
con madurez.
Por
qué el mundo recordará más a Coco
Arlo y Miguel son
personajes muy opuestos, estereotipados en su manera. La forma en que les toca
afrontar la muerte toma distintas vertientes. Y no es que una sea mejor que la
otra, sería estúpido pensarlo. También hay que tener claro que esto sigue
siendo Pixar y Disney, por lo que no es que una película sea más profunda que
la otra, ambas utilizan recursos para estrujar los sentimientos, lo que a fin
de cuentas no tiene nada de malo, pero aún así, siento que hay seriedad y
solemnidad a la hora de enfocar la muerte en The good Dinosaur más que en Coco.
Por un lado Coco
presenta, a diferencia de The good Dinosaur, muchos ganchos comerciales
probados en las producciones familiares de éxito: personajes estúpidos,
canciones pegajosas, un protagonista aventurero, situaciones de humor blanco.
Mientras que The good dinosaur está en las antípodas de todo eso: deja al
entorno hablar, hay muchas escenas sin diálogo, y es que no hay nada más
ridículo que intentar explicar la muerte de algún modo que nos sea
conmocionando. El poco dialogo, un humor a ratos irreverente y un mensaje más
cercano a la lucha, a estar preparados para un mundo indómito, resulta en
extremo mucho más impopular que el ordenado y a la vez colorido mundo de
muertos que nos presenta Coco.
Por otro lado Coco
posee el elemento de exotismo (claro, para nosotros los sudamericanos quizás el
día de muertos no sea tan exótico, pero para los gringos es una odisea) que lo
hace tan atractivo al público, The good dinosaur se queda como algo que ya se
ha visto en muchas otras películas, y se ve opacada.
Considero una lástima
que The good dinosaur pase tan desapercibida, es una película muy madura que
plantea situaciones interesantes para cualquiera que la vea. Coco es a mi
entender “sandía calá” y eso está bien, pero siempre me he inclinado por las obras
que buscan arriesgar un poco más y en temas espinudos como la muerte en donde
todas las producciones te la ocultan o la higienizan de un modo que no sea tan
terrible, The good dinosaur intenta hacer algo distinto, no transgrede nada,
pero sí consigue marcar una diferencia, habrá que esperar y ver si acaso Pixar
nos sorprende y se atreve a tocar nuevamente el tema de la muerte en otra
película, pero como se proyectan las cosas con sus nuevos estrenos, lo veo difícil, es más que seguro que en un par de años tengamos un Coco 2.-
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