miércoles, 14 de marzo de 2018

Pixar y la muerte




La última producción en ganar el Oscar a mejor película animada - para sorpresa de nadie - fue Coco (2017) de la omnipotente Pixar. La empresa de animación digital  ha instalado con los años, un sello de calidad y entretenimiento familiar obligatorio  dentro del mainstream. Bajo el alero de Disney, Pixar ha realizado obras destacadas como Toy Story 3 (2010), Wall-e (2008) o Ratatouille (2007), pero también otras muy olvidables que igual terminan  sido éxito de taquilla en su momento. Aun así, hay un par de películas de Pixar que injustamente han sido ignoradas por la crítica y el público, como es el caso The good Dinosaur (2015). Una de esas producciones lanzadas cerca de navidad que pasaron sin pena ni gloria por varios factores que no vienen al caso profundizar. Lo que me gustaría analizar aquí es el tratamiento de la muerte que esta historia nos brinda y contrastarla con el que se nos muestra en Coco. En cierto modo, dos películas totalmente opuestas a la hora de enfrentar la muerte de nuestros cercanos. A partir de aquí podríamos suponer que el éxito en taquilla de Coco está más ligado a una infantilización de la muerte en su tratamiento, a su vez el fracaso de The good Dinosaur lo está a una mirada un poco más cruda del acontecimiento fatal.

 
La muerte como celebración 


Pixar ya había tocado el tema de la muerte a través de la excelente secuencia inicial de UP (2009) donde vemos por medio de un hábil montaje como una pareja enfrenta distintas etapas de su vida hasta culminar con el fallecimiento de uno de ellos. La secuencia dotada de un tono triste, aunque no exagerado, muestra la muerte como un evento cotidiano al que hay que plantar cara. La madurez de esa escena, sin embargo, contrasta con el resto de la historia y los personajes que se van introduciendo. Pixar no se atrevería a profundizar sobre la muerte y las formas de encararla por muchos años más. Si bien, sus películas siempre tienen un componente melodramático y emocionalmente manipulador dispuesto a activar las lágrimas de sus espectadores del modo que sea, la muerte no se tantea con frecuencia.

En Coco, el argumento de la historia gira en torno a la muerte, literalmente. Inspirada en la festividad mexicana del día de muertos, un evento pintoresco que se realiza mayormente en los pueblos mexicanos, consiste en dejar ofrendas en altares a quienes ya han fallecido, pero también a artistas muy queridos popularmente. El evento se convierte en una celebración donde los habitantes se pintan las caras como calaveras, lanzan fuegos artificiales, exaltan a un santo no católico (Santa Muerte) y en gran medida se come y se bebe en recuerdo de quienes ya no están. Coco retrata esta realidad con cuidado respeto a la cultura mexicana, pero por supuesto, tiene que meter de la forma que sea una historia que  genere el pathos Aristotélico que hace que la sala de cine quede  inundada en lágrimas.

A diferencia del soporífero rito católico que en el resto de Latinoamérica se ha instalado como día de todos los santos (y dejando de lado la parafernalia gringa y adolescente que es Hallowen) el día de muertos, en algunos pueblos de México, es motivo de regocijo y esto será el leitimotiv de la película: Se nos presentan a Miguel Rivera, un niño de doce años embelesado con la idea de ser músico y seguir los pasos de su ídolo, el fallecido Ernesto de la Cruz. El problema es que en la familia de Miguel, ser músico no está permitido debido a una historia  que involucra el abandono de un bisabuelo para seguir sus sueños como músico. Eventualmente, Miguel logra llegar al mundo de los muertos en donde se encuentra con sus antepasados, quienes viajan una vez al año al mundo de los vivos, obviamente en la celebración de día de muertos.


La trama avanza y Miguel ve una posibilidad de concretar sus sueños de querer ser músico al creer que Ernesto de la Cruz es su mentado bisabuelo, es decir, la persona que abandonó a su bisabuela y abuela Coco (quien sigue apenas viva). No quiero dar spoiler, aunque es una película bastante evidente en su desarrollo, pero Miguel se ve envuelto en situaciones de mucha conveniencia argumental para culminar encontrando a su verdadero bisabuelo y arreglando casi todos sus problemas de sopetón.

El colorido y feliz mundo de los muertos que ofrece Coco, es también un mundo burocrático, en donde las almas (representada como esqueletos) tienen permitido pasar al mundo de los vivos sólo con ciertas condiciones: Que sus familiares vivos conserven fotografías o recuerdos de los que ya están muertos. De este modo, se da que los muertos siguen “vivos” en esa especie de limbo en la medida que son recordados y ofrendados por sus vivos, justamente, en una escena se nos muestra que un personaje menor desaparece (lo que llaman la muerte, muerte) porque ya nadie en el mundo de los vivos lo recordaba.  Este mundo de los muertos, también se rige por leyes del capital humano, en este caso, de un “capital de recuerdos” y es que quienes tienen más poder y prestigio son quienes más ofrendas por el día de los muertos reciben, esto está representado por los artistas populares como Ernesto de la Cruz  o la propia Frida Kahlo, mientras quienes tienen menos ofrendas y son menos recordados habitan en la marginalidad. En definitiva, el mundo de los muertos que presenta Coco, es un mundo en todo sentido neoliberal, aterrizado a un plano terrenal, con leyes y formularios que no escapan de dispositivos de  poder y control, a pesar de presentarse como un colorido mundo mágico, algo que está en sintonía con la alegría que desprende la verdadera celebración mexicana. 



En Coco, la muerte deja de ser un evento trágico, Miguel lo sabe bien,  es un niño que fue y regreso de la muerte, sabe bien que ese estado fatal no es realmente el último, no es tan definitivo. La película otorga un enfoque infantilizador al ocultar la muerte con una insuflada alegría que nos inhibe la tristeza legitima. El dolor por la pérdida es reemplazado por alegres canciones que nos sugieren que no hay que estar mal por quienes quisimos, sino que hay que recordarlos con alegría. Si bien el mensaje es acorde con la filosofía autóctona del día de los muertos, creo que hay una urgencia por mostrar a la muerte como algo inocente, algo que se soporta mejor ignorando el hecho del duelo y el dolor. Evidentemente, no sería tan fácil celebrar la muerte de quien fue asesinado o perdió la vida en un accidente. 

La muerte como duelo


The Good Dinosaur, es una película que homenajea en varios momentos a ese clásico noventero que fue The lion king (1994). Es una aventura de desarrollo personal en donde Arlo, un tierno y asustadizo dinosaurio debe volver a casa. Es el clásico viaje del héroe de Campbell. Un viaje físico, pero que también es interior, que ayuda a transformar a un debilucho en alguien maduro y capaz de plantar cara al mundo. Por supuesto todo esto se dispara con una trágica muerte.    
  
El argumento (no muy bien logrado, hay que decirlo) de The good dinosaur es que los dinosaurios nunca se extinguieron y por tanto siguieron evolucionando, pero en vez de presentarnos seres que ocupan el lugar de los humanos en una civilización parecida a la nuestra, vemos que siguen siendo dinosaurios, siguen envolviéndose en un entorno salvaje, pero con algunos dejos de organización sedentaria. Arlo y su familia son unos una especie de amish que trabajan en el campo. Su padre, Henry, quiere despertar la confianza de Arlo quien desde siempre sufrió terror al mundo, le encomienda una misión en apariencia simple, atrapar una criatura que se ha estado robando el maíz que ellos guardan como reserva para el invierno. Arlo consigue atrapar a la criatura, un niño salvaje que actúa como lobo, pero no le da el cuero para matarlo por lo que lo libera, este gesto crea una conexión de lealtad de parte del niño hacía Arlo, no obstante, Henry no quiere desaprovechar la oportunidad de atrapar al niño salvaje e insta a su hijo a que se adentren al bosque para seguirlo y atraparlo. Henry le deja en claro a Arlo que tiene que ser más férreo o no podrá sobrevivir en el mundo, luego de que Arlo demuestre nuevamente su debilidad, Henry se compadece y decide abortar la misión y volver al campo, pero la fatalidad llega y una intempestiva tormenta hace que un rio se desborde y sepulte a Henry quien logra salvarle en último momento la vida su hijo.

La pérdida del padre es abrupta y sorpresiva, en la siguiente escena la tristeza en toda la familia es evidente, pero no tienen tiempo para detenerse a llorar porque el mundo es duro y el invierno se acerca. Es ahí donde Arlo se reencuentra con el niño salvaje y en un arrebato de ira intenta atraparlo, pero termina perdiéndose de casa. La muerte en este caso tiene un tratamiento mucho más mordaz, se busca afrontarla con madurez. 

En una conmovedora escena,  Arlo y el niño salvaje, ya convertidos en aliados, están descansando durante la noche, el dinosaurio le cuenta que quiere regresar con su familia, pero el niño no le entiende, por lo que Arlo levanta unas ramitas y dibuja un círculo de arena sobre ellas para simbolizar a su familia. La rama que personifica a su padre la voltea al piso y la tapa de arena dando a entender que él ya no está más con ellos. El niño salvaje entiende el mensaje y hace lo mismo mostrándole que también tuvo familia en algún momento, pero que todos murieron. Es difícil, vivir el duelo es también aceptar que quien quisiste no volverá más, que sus recuerdos son fuertes, pero no suficientes como su presencia. Arlo sufre mucho por esto, pero eventualmente logra llegar a un punto de madurez en que supera la muerte de su padre e incluso logra ver la vida con una perspectiva mucho más fuerte y corajuda. Entiende la muerte como algo natural, algo que llega en cualquier momento, entiende el mundo como un lugar salvaje en el que hay que luchar a diario para sobrevivir y en el que el sufrimiento y el miedo pueden ser también una potencia. Mientras en Coco la muerte es más un limbo, en The good dinosaur la muerte es un duelo que se debe vencer con altura de mira. 

Por qué el mundo recordará más a Coco 



Arlo y Miguel son personajes muy opuestos, estereotipados en su manera. La forma en que les toca afrontar la muerte toma distintas vertientes. Y no es que una sea mejor que la otra, sería estúpido pensarlo. También hay que tener claro que esto sigue siendo Pixar y Disney, por lo que no es que una película sea más profunda que la otra, ambas utilizan recursos para estrujar los sentimientos, lo que a fin de cuentas no tiene nada de malo, pero aún así, siento que hay seriedad y solemnidad a la hora de enfocar la muerte en The good Dinosaur más que en Coco. 

Por un lado Coco presenta, a diferencia de The good Dinosaur, muchos ganchos comerciales probados en las producciones familiares de éxito: personajes estúpidos, canciones pegajosas, un protagonista aventurero, situaciones de humor blanco. Mientras que The good dinosaur está en las antípodas de todo eso: deja al entorno hablar, hay muchas escenas sin diálogo, y es que no hay nada más ridículo que intentar explicar la muerte de algún modo que nos sea conmocionando. El poco dialogo, un humor a ratos irreverente y un mensaje más cercano a la lucha, a estar preparados para un mundo indómito, resulta en extremo mucho más impopular que el ordenado y a la vez colorido mundo de muertos que nos presenta Coco.


Por otro lado Coco posee el elemento de exotismo (claro, para nosotros los sudamericanos quizás el día de muertos no sea tan exótico, pero para los gringos es una odisea) que lo hace tan atractivo al público, The good dinosaur se queda como algo que ya se ha visto en muchas otras películas, y se ve opacada.


Considero  una lástima que The good dinosaur pase tan desapercibida, es una película muy madura que plantea situaciones interesantes para cualquiera que la vea. Coco es a mi entender “sandía calá” y eso está bien, pero siempre me he inclinado por las obras que buscan arriesgar un poco más y en temas espinudos como la muerte en donde todas las producciones te la ocultan o la higienizan de un modo que no sea tan terrible, The good dinosaur intenta hacer algo distinto, no transgrede nada, pero sí consigue marcar una diferencia, habrá que esperar y ver si acaso Pixar nos sorprende y se atreve a tocar nuevamente el tema de la muerte en otra película, pero como se proyectan las cosas con sus nuevos estrenos, lo veo difícil, es más que seguro que en un par de años tengamos un Coco 2.-

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