domingo, 15 de julio de 2018

Homo-mamons. O por qué nos victimizamos bajo el alero del amor romántico

Y todos sabemos que San Valentín es un facho

 
Termine hace poco una relación de pareja, ¿ya lo saben? Ah cierto, escribí esta humorada-bravata-loque sea. Pero analizando y deconstruyendo lo que son los cimientos en una relación heteronormada, tanto en mi experiencia y viendo el ejemplo de conocidos y amigos (que publican sin pudor estas cosas por las redes sociales, gracias) no es difícil destacar aspectos que parecen ser comunes a todas las relaciones atingentes a esta norma y que creo habría que devaluar (palabra contingente) o simplemente arrancar de raíz. Estoy hablando de la cooptación del amor romántico sobre nuestras mentes y cuerpos, y de una estrategia muy efectiva para perpetuarla: La victimización, especialmente por parte de los varones.

 


El amor romántico, el aliado intrínseco de la heteronorma

Dijo nadie, nunca
Bueno, quisiera que el mundo fuese hiper deconstruido, pero naturalmente hay que pararse desde un punto concreto a la hora de lanzar opiniones y yo me paro desde un lugar sudamericano y millenials. Es decir, a pesar del conservadurismo imperante que azota mi región, estoy (y estamos) viviendo un momento de fuerte resonancia social en donde recién se empiezan a caldear los ánimos para hacerle frente a tantos constructos sociales que años atrás parecían la única realidad posible para las mujeres: El querer casarse, tener hijos, decidir ser sexie o resignificar la palabra puta. El feminismo, ya saben, está rasgando las vestimentas de un ideal de dama victoriana que reinó en Latinoamérica por tantos años sin mucha objeción. Una de las cosas que ataca es la idea del amor romántico, que al mismo tiempo es un golpe a la heteronorma, quizás no un golpe directo, pero sí uno efectivo.



Cuando pienso en la heteronorma, básicamente, se me viene a la mente una imposición que ordena el binarismo de género y afecta las subjetividades emocionales sin previo razonamiento - ni instancia para aquel - Esto puede sonar bastante naif viniendo de una persona que ha tenido tan pocas relaciones no heteronormadas como las que podría tener un relojero suizo (y ése creo que ha tenido más), así que, supongo, pido disculpas de antemano por estar atacando un sistema normativo del que sólo me he privilegiado, sin saber empíricamente qué es estar del otro lado. Pero no quiero desviarme del punto central. La heteronorma tiene varias formas de sujeción social, una de ellas es la idea de amor romántico el cual se despliega principalmente dentro de la ficción y que el sistema intenta convencernos de que se puede materializar en la realidad.
 

Cuando definimos amor romántico hay varias ideas preconcebidas al respecto: La emoción y fascinación reciproca de los enamoradxs, la fugacidad e intensidad del sentimiento, pero lo que más impera es la sensación de eternidad. “Aunque dure poco esto será para siempre”, “El amor es eterno, pero sólo mientras dura”. “Amar es nunca tener que pedir perdón” En fin, si quieren más ejemplos vayan por un cancionero de Cristian Castro, creo que se entiende lo que quiero decir. Una de las ficciones que más ha popularizado la idea de amor romántico es por supuesto “Romeo y Julieta” del genial Shakespeare. La obra (que doy por hecho, el mundo conoce) nos lleva a un romance adolecente tan intenso, breve y furioso como una noche de juerga en Las Vegas. Pero de algún modo esta fue una idea prominente para repetirse y perpetuarse en las ficciones hasta generar en el inconsciente colectivo el cuento de que el amor romántico podía ser una realidad palpable. Algunas ficciones rosas también fueron dotando de un cuerpo robusto a ese ideal de que en algún lugar del mundo existe un ser especial esperando encontrarte, alguien que te complementará. La tergiversación de la media naranja de Platón, el amo y señor del mundo de las ideas, mil años después su teoría, sólo sirvió para que unos vivos hicieran marketing y transformaran esta arbitraria idea de complementariedad amorosa en un día mercantilista. Ya ven lo funcional que es el amor romántico para el sistema: Canciones románticas, películas románticas, comedias románticas, teleseries y libros de romance adolecente (que según la moda van mutando desde vampiros vegetarianos a millonarios sadomasoquistas) todo eso lo consumimos casi sin cuestionarlo, dotando de una factibilidad a un mercado que sabe sacar mucho provecho de aquello.

DECONSTRUYE - DECONSTRUYE - DECONSTRUYE

De esta manera a través del amor romántico se construyó un dispositivo de conducta en donde hoy en día, incluso, la diferencia empieza a absorber ciertas ideas heteronormativas, como la exclusividad afectiva, el matrimonio, los hijos. Igual, yo no digo que adscribirse a estas instituciones sea necesariamente el infierno, eso se lo dejo a Leonor Silvestri, y si bien me desligo (más o menos) de estas construcciones, no soy quién para creer que a ciertas personas no les resulten y les proporcione un mínimo de felicidad o sentido a sus vidas. El problema a mi entender es que anhelar una relación afectiva (o pretender construirla) desde la sola idea del amor romántico, termina siendo en todos los casos algo toxico. Ya lo decía Arjona, “el problema no es que mientas/el problema es que te creo”  y sí, estoy usando adrede a uno de los expositores más detestables del amor romántico.
 

Si no te casas conmigo me mato

                         PLAN Z  lo entendió todo. Ojala se entienda a pesar del mal audio

Imaginemos a Juan y María. Se conocieron de jóvenes en el secundario, tuvieron onda, se gustaron, salieron un par de veces y terminaron de novixs. Juan estaba hiper mega enganchado de María, la quería mucho, le dedicaba canciones, la llamaba a cada rato, le mandaba mensajes cursis y le pintaba carteles sobre un lienzo para colgarlos en las calles de su vecindario, porque un hombre enamorado debe mostrarse sensible a su enamorada, según lo que ha aprendido de la cultura popular. María quería a Juan, le llamaba la atención y veía cosas buenas en él, pero también tenía otros planes en su vida que no lo involucraban directamente, como viajar a otro país, comer otras comidas, etc... A ella le gustaban los detalles románticos de Juan, todas sus amigas la envidiaban porque encontraban que su novio la quería mucho y aunque en el día a día el amor parecía más amistad que cualquier otra cosa, esos gestos la alucinaban y ella sabía que como mujer no tenía que hacer nada de ese estilo, sólo bastaba con darle besos y eventualmente “entregarle” su virginidad, porque así se lo enseñó la cultura popular. Después de un tiempo de noviazgo y con ya menos gestos amorosos grandilocuentes por parte de Juan y una mecanización un poco más marcada de la rutina amorosa-sexual, Juan decidió que la única forma de salvar esto era pidiendo matrimonio. A pesar de que María quería casarse, no estaba segura de querer hacerlo en ese momento, y lo peor, no estaba segura de querer hacerlo con Juan, una persona que quería, pero que ya no le gustaba tanto como al principio. Así que empezó a esquivar sus propuestas de matrimonio por más tiernas y manipuladoras que estas pudiesen ser (¿cómo decirle que no, si le cantaba en frente de todos sus amigos y familiares en su cumpleaños?) De a poco María empezó a quedar como una ingrata a los ojos del resto y el pobre Juan como un despechado que se merecía algo mejor. Pero Juan no se dio por vencido, tal como lo indican las canciones románticas, hay que luchar hasta el final y un día decidió sacar su carta especial. Llamo a María y le dijo que si no se casaban él se iba a matar. La amenaza removió a María y bueno, ahora son un matrimonio más de la clase media, dos personas que se quieren y se sienten acostumbrados, pero al mismo tiempo distanciados a ese sentimiento frenético del que gozaron en su juventud.

Este ejemplo es más o menos algo que se ve a diario en las relaciones de pareja. La manipulación emocional es uno de los síntomas más repulsivos de los que se soporta el amor romántico y son generalmente las mujeres las principales afectadas con esto. El amor romántico reparte hostias por desigual, la mujer dentro de este marco es la que debe soportar y aguantar para ver los frutos de un “futuro hermoso” (hijos, familia, estabilidad) por lo que debe ser el soporte emocional de su pareja. Como decía Silvia Federici, las tareas que una mujer hace por amor en el marco de una relación sentimental son finalmente una forma más de explotación. Los trabajos reproductivos y de cuidado de casa, son tareas que muchas mujeres hacen gratis sólo por “amor”. Incluso muchos años después de que se insertaran mujeres en el mundo laboral capitalista, y pudiesen “independizarse” económicamente de sus maridos, en la mayoría de los casos siguen realizando solas  aquellas tareas domésticas, a veces hasta por inercia.



Pero me gustaría detenerme en el papel de los queridos onvres. Para nosotros el amor romántico es una forma muy brutal de amarrar a alguien. No se trata tanto de ser un conquistador, seductor, sino más bien, de ser un manipulador toxico. Alguien que siempre estará victimizándose frente a su pareja, menospreciándose y sobre todo creyendo que es el centro del mundo. El amor romántico ha funcionado siempre mejor para los varones que para las mujeres a la hora de querer cooptar alguien sentimentalmente. Supuestamente, ellas dentro del imaginario romántico esperarán héroes, príncipes azules, machos que las defiendan y batallen por ellas (como si no pudiesen hacerlo solas). Pero muchas veces esa batalla es más una toma de posesión. El amor romántico sirve para manipular emocionalmente a la otra persona, y cuando la sutileza ya no funciona se echara mano al patetismo, pero no de un modo inteligente, sino que degradante

A qué me refiero con que no de un modo inteligente. Usar la melancolía, la tristeza y el desamor puede ser una oportunidad única para entender dónde y por qué estoy parado donde estoy, enfocarse en nuevas cosas y hasta ser más creativo con tu vida. No en vano hay tanta buena música y poemas que han nacido de un sentimiento devastador. Pero cuando se utiliza el patetismo de un modo degradante, para simplemente atar a la otra persona, es nefasto. Muchos hombres caen en eso, lloran, se tiran al suelo y culpan a la otra persona de no darles la retribución justa. El sistema se encargó de que el amor romántico se entendiese como una forma total de retribución, de compra-venta. Finalmente, el matrimonio termina entendiéndose como una sociedad económica, no por nada las grandes oligarquías manejan sus riquezas entre familias. 


El homo-mamons es ese compadre que buscara sacar provecho de la deuda romántica y manipulara las emociones a su favor, llorara, pataleara, hablara mal de la persona que quiso frente a sus amigos, victimizándose, obvio y finalmente se arrodillara, o peor aún, amenazara con hacerse daño si la otra persona no cumple con sus requisitos. Si fuimos cooptados por el relato del amor romántico, y su inconmensurable efecto en el cotidiano, es bastante probable que estas situaciones no las veamos como algo malo, sino, como una forma normal de comportarse cuando se está enamoradx. El homo-mamons es como un parasito que nema la energía de la otra persona. Finalmente, en nombre del amor, las decisiones importantes de pareja en vez de pasar por un complicado consenso siempre van a terminar en el escándalo del berrinche, y la obligada resignación de una de las partes…o peor aún en pura violencia.

No todo está perdido monogamxs del mundo. No sé si a estas alturas un concepto tan insuflado y cuestionado como el amor (que sólo ha hecho estragos en la historia universal) pueda ser positivo o interesante fuera de la ficción, creo que vale la pena construir nuevas afectividades, entender que no todas las complicidades sólo se pueden dar en un contexto de pareja cerrada y que las relaciones más que basarse en reglas y retribuciones deben pasar por el respeto y diálogo. Eso de que te tienen que corresponder de algún modo, son estupideces inventadas por los hombres que creen que el amor es lucha (por parte de ellos) y abnegación (por parte de ellas), en vez de placer y madurez. No sé, es el único consejo que podría darle a quien insiste en enamorarse de un modo “convencional”. O no será, que lo que quieres, muchacho, ¿es sentirte enamorado de la idea de estar enamorado? Quien sabe, quizás ese sentimiento que crees sentir por esa niña no es tan fuerte como piensas, si lo despojas de todo, quizás sólo quede una espectral idea y lo que quieres es realmente que alguien te de cariño. A ese nivel de locura funciona la idea de amor romántico dentro de nuestro sistema capitalista. Piénsalo y me avisas.-

Si te da paja leer todo esto, puedes ver el video de esta chica poliamorosa que dice más o menos lo mismo, pero sin tanto blablá

No hay comentarios:

Publicar un comentario