Y todos sabemos que San Valentín es un facho |
Termine hace poco una
relación de pareja, ¿ya lo saben? Ah cierto, escribí esta humorada-bravata-loque sea. Pero analizando y deconstruyendo lo que son los cimientos en una
relación heteronormada, tanto en mi experiencia y viendo el ejemplo de
conocidos y amigos (que publican sin pudor estas cosas por las redes sociales,
gracias) no es difícil destacar aspectos que parecen ser comunes a todas las
relaciones atingentes a esta norma y que creo habría que devaluar (palabra contingente)
o simplemente arrancar de raíz. Estoy hablando de la cooptación del amor
romántico sobre nuestras mentes y cuerpos, y de una estrategia muy efectiva
para perpetuarla: La victimización, especialmente por parte de los varones.
El
amor romántico, el aliado intrínseco de la heteronorma
Dijo nadie, nunca |
Bueno, quisiera que el
mundo fuese hiper deconstruido, pero naturalmente hay que pararse desde un
punto concreto a la hora de lanzar opiniones y yo me paro desde un lugar
sudamericano y millenials. Es decir, a pesar del conservadurismo imperante que
azota mi región, estoy (y estamos) viviendo un momento de fuerte resonancia
social en donde recién se empiezan a caldear los ánimos para hacerle frente a
tantos constructos sociales que años atrás parecían la única realidad posible
para las mujeres: El querer casarse, tener hijos, decidir ser sexie o
resignificar la palabra puta. El feminismo, ya saben, está rasgando las
vestimentas de un ideal de dama victoriana que reinó en Latinoamérica por
tantos años sin mucha objeción. Una de las cosas que ataca es la idea del amor
romántico, que al mismo tiempo es un golpe a la heteronorma, quizás no un golpe
directo, pero sí uno efectivo.
Cuando pienso en la
heteronorma, básicamente, se me viene a la mente una imposición que ordena el
binarismo de género y afecta las subjetividades emocionales sin previo
razonamiento - ni instancia para aquel - Esto puede sonar bastante naif
viniendo de una persona que ha tenido tan pocas relaciones no heteronormadas como
las que podría tener un relojero suizo (y ése creo que ha tenido más), así que,
supongo, pido disculpas de antemano por estar atacando un sistema normativo del
que sólo me he privilegiado, sin saber empíricamente qué es estar del otro lado.
Pero no quiero desviarme del punto central. La heteronorma tiene varias formas
de sujeción social, una de ellas es la idea de amor romántico el cual se
despliega principalmente dentro de la ficción y que el sistema intenta
convencernos de que se puede materializar en la realidad.
Cuando definimos amor
romántico hay varias ideas preconcebidas al respecto: La emoción y fascinación
reciproca de los enamoradxs, la fugacidad e intensidad del sentimiento, pero lo
que más impera es la sensación de eternidad. “Aunque dure poco esto será para
siempre”, “El amor es eterno, pero sólo mientras dura”. “Amar es nunca tener
que pedir perdón” En fin, si quieren más ejemplos vayan por un cancionero de Cristian
Castro, creo que se entiende lo que quiero decir. Una de las ficciones que más
ha popularizado la idea de amor romántico es por supuesto “Romeo y Julieta” del
genial Shakespeare. La obra (que doy por hecho, el mundo conoce) nos lleva a un
romance adolecente tan intenso, breve y furioso como una noche de juerga en Las
Vegas. Pero de algún modo esta fue una idea prominente para repetirse y
perpetuarse en las ficciones hasta generar en el inconsciente colectivo el
cuento de que el amor romántico podía ser una realidad palpable. Algunas
ficciones rosas también fueron dotando de un cuerpo robusto a ese ideal de que en
algún lugar del mundo existe un ser especial esperando encontrarte, alguien que
te complementará. La tergiversación de la media naranja de Platón, el amo y
señor del mundo de las ideas, mil años después su teoría, sólo sirvió para que
unos vivos hicieran marketing y transformaran esta arbitraria idea de
complementariedad amorosa en un día mercantilista. Ya ven lo funcional que es
el amor romántico para el sistema: Canciones románticas, películas románticas,
comedias románticas, teleseries y libros de romance adolecente (que según la
moda van mutando desde vampiros vegetarianos a millonarios sadomasoquistas) todo
eso lo consumimos casi sin cuestionarlo, dotando de una factibilidad a un
mercado que sabe sacar mucho provecho de aquello.
DECONSTRUYE - DECONSTRUYE - DECONSTRUYE |
De esta manera a través del amor romántico se
construyó un dispositivo de conducta en donde hoy en día, incluso, la
diferencia empieza a absorber ciertas ideas heteronormativas, como la exclusividad
afectiva, el matrimonio, los hijos. Igual, yo no digo que adscribirse a estas
instituciones sea necesariamente el infierno, eso se lo dejo a Leonor Silvestri, y si bien me
desligo (más o menos) de estas construcciones, no soy quién para creer que a ciertas personas no les resulten y les proporcione un mínimo de felicidad o sentido a
sus vidas. El problema a mi entender es que anhelar una relación afectiva (o
pretender construirla) desde la sola idea del amor romántico, termina siendo en todos los casos algo toxico. Ya lo decía Arjona, “el problema no es que
mientas/el problema es que te creo” y
sí, estoy usando adrede a uno de los expositores más detestables del amor
romántico.
Si
no te casas conmigo me mato
PLAN Z lo entendió todo. Ojala se entienda a pesar del mal audio
Imaginemos a Juan y
María. Se conocieron de jóvenes en el secundario, tuvieron onda, se gustaron,
salieron un par de veces y terminaron de novixs. Juan estaba hiper mega
enganchado de María, la quería mucho, le dedicaba canciones, la llamaba a cada
rato, le mandaba mensajes cursis y le pintaba carteles sobre un lienzo para
colgarlos en las calles de su vecindario, porque un hombre enamorado debe
mostrarse sensible a su enamorada, según lo que ha aprendido de la cultura
popular. María quería a Juan, le llamaba la atención y veía cosas buenas en él,
pero también tenía otros planes en su vida que no lo involucraban directamente,
como viajar a otro país, comer otras comidas, etc... A ella le gustaban los
detalles románticos de Juan, todas sus amigas la envidiaban porque encontraban
que su novio la quería mucho y aunque en el día a día el amor parecía más
amistad que cualquier otra cosa, esos gestos la alucinaban y ella sabía que
como mujer no tenía que hacer nada de ese estilo, sólo bastaba con darle besos
y eventualmente “entregarle” su virginidad, porque así se lo enseñó la cultura
popular. Después de un tiempo de noviazgo y con ya menos gestos amorosos
grandilocuentes por parte de Juan y una mecanización un poco más marcada de la
rutina amorosa-sexual, Juan decidió que la única forma de salvar esto era
pidiendo matrimonio. A pesar de que María quería casarse, no estaba segura de
querer hacerlo en ese momento, y lo peor, no estaba segura de querer hacerlo
con Juan, una persona que quería, pero que ya no le gustaba tanto como al
principio. Así que empezó a esquivar sus propuestas de matrimonio por más
tiernas y manipuladoras que estas pudiesen ser (¿cómo decirle que no, si le
cantaba en frente de todos sus amigos y familiares en su cumpleaños?) De a poco
María empezó a quedar como una ingrata a los ojos del resto y el pobre Juan
como un despechado que se merecía algo mejor. Pero Juan no se dio por vencido,
tal como lo indican las canciones románticas, hay que luchar hasta el final y
un día decidió sacar su carta especial. Llamo a María y le dijo que si no se
casaban él se iba a matar. La amenaza removió a María y bueno, ahora son un
matrimonio más de la clase media, dos personas que se quieren y se sienten
acostumbrados, pero al mismo tiempo distanciados a ese sentimiento frenético
del que gozaron en su juventud.
Este ejemplo es más o
menos algo que se ve a diario en las relaciones de pareja. La manipulación
emocional es uno de los síntomas más repulsivos de los que se soporta el amor romántico
y son generalmente las mujeres las principales afectadas con esto. El amor
romántico reparte hostias por desigual, la mujer dentro de este marco es la que
debe soportar y aguantar para ver los frutos de un “futuro hermoso” (hijos,
familia, estabilidad) por lo que debe ser el soporte emocional de su pareja.
Como decía Silvia Federici, las tareas que una mujer hace por amor en el marco
de una relación sentimental son finalmente una forma más de explotación. Los
trabajos reproductivos y de cuidado de casa, son tareas que muchas
mujeres hacen gratis sólo por “amor”. Incluso muchos años después de que se
insertaran mujeres en el mundo laboral capitalista, y pudiesen “independizarse”
económicamente de sus maridos, en la mayoría de los casos siguen realizando solas aquellas tareas domésticas, a veces hasta por inercia.
Pero me gustaría detenerme en el papel de los
queridos onvres. Para nosotros el amor romántico es una forma muy brutal de
amarrar a alguien. No se trata tanto de ser un conquistador, seductor, sino más
bien, de ser un manipulador toxico. Alguien que siempre estará victimizándose
frente a su pareja, menospreciándose y sobre todo creyendo que es el centro del
mundo. El amor romántico ha funcionado siempre mejor para los varones que para
las mujeres a la hora de querer cooptar alguien sentimentalmente. Supuestamente,
ellas dentro del imaginario romántico esperarán héroes, príncipes azules,
machos que las defiendan y batallen por ellas (como si no pudiesen hacerlo
solas). Pero muchas veces esa batalla es más una toma de posesión. El amor
romántico sirve para manipular emocionalmente a la otra persona, y cuando la
sutileza ya no funciona se echara mano al patetismo, pero no de un modo
inteligente, sino que degradante
A qué me refiero con
que no de un modo inteligente. Usar la melancolía, la tristeza y el desamor
puede ser una oportunidad única para entender dónde y por qué estoy parado
donde estoy, enfocarse en nuevas cosas y hasta ser más creativo con tu vida. No
en vano hay tanta buena música y poemas que han nacido de un sentimiento
devastador. Pero cuando se utiliza el patetismo de un modo degradante, para simplemente
atar a la otra persona, es nefasto. Muchos hombres caen en eso, lloran, se
tiran al suelo y culpan a la otra persona de no darles la retribución justa. El
sistema se encargó de que el amor romántico se entendiese como una forma total
de retribución, de compra-venta. Finalmente, el matrimonio termina entendiéndose
como una sociedad económica, no por nada las grandes oligarquías manejan sus
riquezas entre familias.
El homo-mamons es ese
compadre que buscara sacar provecho de la deuda romántica y manipulara las
emociones a su favor, llorara, pataleara, hablara mal de la persona que quiso
frente a sus amigos, victimizándose, obvio y finalmente se arrodillara, o peor
aún, amenazara con hacerse daño si la otra persona no cumple con sus
requisitos. Si fuimos cooptados por el relato del amor romántico, y su
inconmensurable efecto en el cotidiano, es bastante probable que estas
situaciones no las veamos como algo malo, sino, como una forma normal de
comportarse cuando se está enamoradx. El homo-mamons es como un parasito que
nema la energía de la otra persona. Finalmente, en nombre del amor, las
decisiones importantes de pareja en vez de pasar por un complicado consenso
siempre van a terminar en el escándalo del berrinche, y la obligada resignación
de una de las partes…o peor aún en pura violencia.
Si te da paja leer todo esto, puedes ver el video de esta chica poliamorosa que dice más o menos lo mismo, pero sin tanto blablá
No hay comentarios:
Publicar un comentario