Fotograma de la película Alemana "La ola" |
“Vivimos en sociedades
políticamente democráticas, pero socialmente fascistas”
Boaventura De
Sousa Santos
La victoria de Trump reafirmó la efectividad de
un método más que cuestionable para conseguir electores en esta llamada
democracia representativa, las fake news: Cadenas de wassap con contenido
alarmante, noticias sensacionalistas y en general cualquier información tergiversada
que abunde en las redes sociales. La vertiginosidad de la vida virtual ha sido
fundamental para esparcir discursos fascistas que se sostienen sobre
estrategias amarillistas. De cara a una nueva década vale la pena contemplar el
actual contexto geopolítico, notar el amplio apoyó que el fascismo consiguió en
la sociedad mediante personajes como Trump, Le pen, Bolsonaro o Kast y tratar
de dilucidar quienes flamearán con mayor fuerza la bandera del fascismo.
No
es odio migratorio, es aporofobia
Protesta de inmigrantes en Argentina |
Desde hace un buen
tiempo la izquierda Latinoamericana ha ido retrocediendo en apoyo electoral. Lo
que en su momento fue la esperanza de la Patria grande, del sueño Bolivariano, mediante
gobiernos de marcada tendencia izquierdista y populista (Kirchner en Argentina,
Chavez en Venezuela, Mujica en Uruguay, Morales en Bolivia) hoy sólo se
sostiene en una delgada línea de incertidumbre, cada vez más arrinconada y
desprovista de poder. El vapuleado gobierno de Maduro en Venezuela y la
hegemonía puesta en duda de Morales en Bolivia, eran hasta el momento los
únicos que le hacían frente al salvaje modelo neoliberal que imponían en la
región los gobiernos de Macri, Piñera, Duque o Abdo Benítez. La asunción al
poder de AMLO en México parece un respiro que da cierta estabilidad en las
fuerzas de un bloque que no logra ganar la confianza de sus respectivas
poblaciones, que prefieren ceder sus políticas sociales en pos de un progreso
económico.
Por su parte el modelo
neoliberal, arraigado en los principios del individualismo y el ascenso social,
se aleja de la mesura en sus discursos para
desplegar su afinidad a través de la aporofobia, el miedo a lxs pobres, que se
potencia en el rechazo a la figura de lxs inmigrantes. Un ejemplo: Chile fue
uno de los países que en los últimos años recibió una de las mayores oleadas
migratorias dentro de la región. Colombianxs, Haitianxs y sobre todo
Venezolanxs poblaron gran parte del paraje urbano en el que sus habitantes no
estaban para nada habituados a diferentes tonadas y costumbres. Aquella
situación social fue la chispa para encender el clásico discurso de odio
migratorio propio de la derecha. De pronto extranjero era sinónimo de peligro,
inestabilidad y miedo. Haitianxs
quitándole el trabajo más precario a Chilenxs, Colombianxs que sólo vienen a
traficar droga, Venezolanxs robando con violencia por las calles. Aunque muchas
de estas afirmaciones se podían contrarrestar, era obvio que este discurso
buscaba sembrar terror dentro de la
clase media, cuyo mayor horror es la pobreza.
Filas de inmigrantes en Chile |
El discurso fascista estaba
dirigido contra los inmigrantes más pobres, eran la otredad en su máximo
esplendor. Ningún clase mediero podía identificarse con las parias desprovistas
de identidad nacional que se “aprovechaban” de la hospitalidad y bondades de su
país. Lo cierto es que gran parte de lxs extranjeros que llegaban a Chile sí
eran profesionales, médicos sobre todo, pero el sistema para convalidar títulos
y educación es sumamente complejo, por lo que no les quedaba otra que trabajar
en condiciones precarizadas, “robándole el trabajo a la clase media” y
aumentando la sensación de inestabilidad, la que era alimentada por las fake
news que aparecían en las redes sociales y también, por los posicionamientos de
algunos personajes de derecha, que aunque negaban su encarnado nacionalismo, no
hacían otra cosa que gala de principios fascistas en donde el problema no era
realmente la pobreza sino que lxs pobres, en este caso lxs inmigrantes pobres, un
tipo de persona que no merece respirar mi mismo aire por su condición de
extrema otredad. En 1976 Foucault se preguntaba cómo ejercer la función de la
muerte sobre aqullxs cuerpos que no eran deseados dentro de la norma social
administrada y regularizada por el Biopoder, su respuesta era contundente,
mediante el racismo y lo definía cómo:
“El corte entre lo que
debe vivir y lo que debe morir. En el continuum biológico de la especie humana,
la aparición de las razas, su distinción, su jerarquía, la calificación de
algunas como buenas y otras, al contrario, como inferiores (…) una manera de desfasar,
dentro de la población, a unos grupos con respecto a otros” (Defender la sociedad; clase del 17 de Marzo de 1976)
Para Foucault la
primera función del racismo sería fragmentar el continuum biológico que aborda
el Biopoder, y su segunda función, establecer el derecho de matar, es decir,
los enemigos que interesa suprimir no son los adversarios en el sentido
político sino que los enemigos internos o externos con respecto a la población.
Aquello que degenerará mi raza, mi población, mi país, es decir, pobres,
inmigrantes pobres. De ahí que el salto al fascismo mediante los discursos
actuales del capitalismo sean pronunciadamente incisivos. Cuando hablamos del
derecho a matar que menciona Foucault, no sólo se está refiriendo a acciones
políticas de expulsión o inanición migratoria, sino también directamente a
acciones violentas dentro del seno social. El racismo es la carta por la cual el
poder normalizador puede ejercer el viejo derecho a decidir quién vive y quién
no.
Obviamente el discurso fascista
siempre ha pululado en nuestra política latinoamericana, pero no fue hasta la
escalada al poder de Trump, quien se caracterizó por su beligerante labia nacionalista
y ambigua simpatía por los valores característico del fascismo, cuando el
discurso de lo políticamente correcto empezó a desarticularse. De pronto el fascismo
se convertía en una opinión valida dentro de un debate político serio, en un
juicio que merecía tomarse en cuenta. Aparecieron los politólogos que hablaban
en contra del llamado Marxismo cultural. Se empezó a cuestionar con mayor
soltura y sin demasiadas bases cualquier minoría en lucha, presidentes
neoliberales empezaban a expresar con énfasis una postura nacionalista y
elitista. Finalmente ya no resultaba extraño que alguien capaz de avalar una
dictadura y que impartiese abiertamente discursos misóginos y aporofobicos,
fuese elegido presidente por vía democrática:
Y hablando de
inmigrantes, la cantidad de Hondureñxs que viajan en caravana a Estados Unidos,
por la crisis económica de su país y como protesta frente al cuestionado
gobierno de Juan Orlando Hernández (cuya elección ha sido acusada de
fraudulenta) ha despertado todo tipo de reacciones en la gente de México
quienes no han apoyado el asilo provisorio que la caravana Hondureña ha
solicitado. Tomando en cuenta que el gobierno de Hernández es simpatizante al
modelo económico y social de Trump, y que bien recordaremos una de las promesas
de campaña más sonadas del presidente yankee fue la deportación de cientos de
inmigrantes y la construcción de un muro para separar a su país de México, resulta
cuanto menos curiosa la gran falta de empatía del pueblo Mexicano para con la
caravana de migrantes, y es que a pesar de que un personaje de corte
izquierdista ganase las últimas elecciones, increíblemente gran parte de la
población Mexicana mantiene un discurso aporofobico y xenofóbico. ¿No será que
el fascismo nos sedujo en plena era de la información virtual?
¿Un revival del fascismo?
El fascismo ha sido
catalogado por muchos historiadores como una mezcla de prácticas políticas más
que una ideología reconocible (si se le compara al socialismo) por tanto no se
puede hablar de una sola línea de fascismo que se articule del mismo modo en todos
los países donde se ejerció, aunque sus características más comunes suelen ser
compartidas:
“rechazo al marco
democrático, fruto de su radical antiliberalismo; visceral y violento
anticomunismo; exaltación de las virtudes militares, juveniles y varoniles de
la identidad nacional; exaltación de la simbología nacionalista sobre un
discurso populista y ligeramente subversivo; utilización de la violencia
callejera como brazo necesario de su ascenso político; y, por encima de todo lo
anterior, la utilización de técnicas narrativas propias del siglo XX,
inexplicables fuera del marco de la sociedad de masas”
Fuente: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/por-que-esta-volviendo-el-fascismo
Fuente: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/por-que-esta-volviendo-el-fascismo
El fascismo como fuerza
política notable nació en Italia después de la primera guerra mundial, de la
mano de Mussolini y posteriormente ampliado por la fuerte influencia del
Nazismo. Para que el fascismo funcionase se debía direccionar el desencanto y
desconfianza de la ciudadanía con respecto al sistema político operante en
crisis, esto por medio de un brazo paramilitar en donde se aceptaba la figura
tacita de dirigentes extremadamente patriarcales. El fascismo que se expandió
en el periodo de entre guerras también tenía como elemento común la utilización
de ciertos discursos subversivos o revolucionarios (ligados a la desigualdad económica)
para luego anularlos gracias al apoyo del poder tradicional y conservador.
Finalmente el fascismo hacía gala de políticas extremadamente totalitarias que
no admitían oposición alguna. Terminada la segunda guerra mundial, el fascismo pasó
a la historia como una mancha negra que el Poder ocultaría públicamente por el
repudio mayoritario que genera, pero…
Ya a finales del siglo
XX con el éxito del partido de extrema derecha de Jorg Häider en Austria, los
medios se preguntaban si era posible un revival del fascismo tal cómo se vivió
en el periodo de los años 20´- 40´. Si bien en 1999 el fascismo no era una
preocupación, ya que salvo uno que otro gobierno de tendencia derechista y
algún partido extremista - siempre condenado públicamente por sus prácticas
intolerantes - nadie se atrevía a augurar que los valores o técnicas del
fascismo pudiesen convencer nuevamente a una población extasiada por la
globalización. Actualmente en Europa la ola de partidos de extrema derecha que
antes sólo ocupaban puestos minoritarios e incluso marginales en el espectro
político, cada vez consiguen mayor apoyo popular. Aunque cada país amolda el
fascismo a su modo y contexto social, las líneas comunes de pensamiento suelen
ser las mismas: Populismo, nacionalismo, anti-inmigración, islamofobia y recelo
de la Unión Europea como proyecto político.
Trump realizando "inconscientemente" su gesto fascista |
La victoria de Trump
en 2016 abrió una nueva grieta en el panorama, un año especialmente marcado por
un giro a la derecha (Brexit, plebiscito por la paz en Colombia, entre otros). El
debate sobre si aquel personaje es o no fascista produjo más efectos en otros
países que en los mismos Estados Unidos. Aunque el proceso económico de Trump continua
mayormente en la línea de sus antecesores
(actualmente enfrascado en una guerra económica con China) no deja de ser
cierto que el radio de acción política que Trump ha alcanzado no sólo está en sintonía
con los partidos de extrema derecha Europea, sino también, su discurso ha
despertado los valores más nacionalistas y proteccionistas de una clase media
blanca desencantada con la elite política tradicional y cansada de los reclamos
de las minorías.
Ya en Latinoamérica el
ejemplo más obvio viene de la mano de Jair Bolsonaro, actual presidente de
Brasil, quien mediante el fuerte apoyo de grupos religiosos conservadores y
algunos partidos políticos de extrema derecha, ha conseguido fortalecerse como
una opción más radical que la que otorgaba el propio empresario Michel Temer.
La gran estrategia política que comparten Bolsonaro y Trump coincide con la de
muchos partidos de extrema derecha Europea: Figurar como una alternativa al establishment
de las fuerzas políticas tradicionales. Para esto, direccionar un discurso de
odio hacía las luchas de minorías, manteniendo un perfil ultraconservador que
promete una especie de orden unificador al caos que generan los ruidos de las
disidencias, parece funcionar cada vez más en la clase media adulta
desencantada con su tradición política partidista, pero también (y esto es lo
peligroso) en la población millenials, que desde su aparente desidia política y
pragmatismo social, parecen querer orientarse desde el marco democrático a los
discursos populistas que demandan la reivindicación de la soberanía nacional,
las cuales se funden con la xenofobia y aporofobia.
La
posverdad como maquinaria de control
Si Hitler utilizo la
radio como principal medio de alcance para su propaganda, los métodos fascistas
actuales son mucho más invasivos. Tanto Obama como Trump se han visto
beneficiados mediante la estrategia publicitaria virtual y personalizada. Se
trata de “entregarle a los electores mensajes políticos que se ajusten a sus
preferencias, personalizando el discurso, ocultando aquellos elementos del
programa que se diferencien de los postulados del elector” las cadenas de
wassap, lo ininterrumpidos mensajes de Facebook o tweeter lograban calar hondo
en el electorado más joven ya que se amoldaban a la verdad personalizada de
cada potencial elector. Se trata de ajustar la visión del votante lo más
posible a las propuestas del candidatx.
Trump contrató a la
empresa británica Cambridge Analyitica, que utilizó este sistema para levantar
la campaña a favor del Brexit:
“Encargó el análisis de
todos los ciudadanos en condiciones de votar. Obtuvieron la información a
partir de una aplicación en Facebook creada por un investigador externo que
decía utilizarla con fines académicos. Posteriormente,
a partir de un modelo creado por el psicólogo Michal Kosinsky, que a través del
análisis de 250 likes en Facebook es capaz de predecir la orientación sexual,
las opiniones religiosas o el posicionamiento político de un elector, crearon
más de 175 mil mensajes específicos que tuvieron dos finalidades: acercar a los
electores a las propuestas de Trump y ensuciar la imagen de Hillary Clinton a
través de noticias falsas.”
Fuente:https://interferencia.cl/articulos/la-formula-de-la-posverdad-que-esta-ganando-elecciones-y-que-ya-aterrizo-en-chile?fbclid=IwAR09bEiX7aTOmV8Dsnm9QQJUZVkafbGD56n6-GWLA2Q6ZOqncxleidTNEKI
Fuente:https://interferencia.cl/articulos/la-formula-de-la-posverdad-que-esta-ganando-elecciones-y-que-ya-aterrizo-en-chile?fbclid=IwAR09bEiX7aTOmV8Dsnm9QQJUZVkafbGD56n6-GWLA2Q6ZOqncxleidTNEKI
El algoritmo mostró ser
efectivo, Bolsonaro también utilizo esta técnica, gran parte del dinero de su
campaña se destinó a esta fórmula. La seducción no sólo podía venir de la mano
de un candidato ideal que se amoldara a mis preferencias, sino también, a la
campaña sucia, al desprestigio de la otra fuerza política, es ahí donde aparece
la importancia de las fake news para regularizar una opinión que no buscaba
profundizar en nada, sino simplemente generar rápidos impactos. De esta manera
la manipulación mediática funcionaba a la perfección, los valores fascistas que
expresaba el candidato no causaban tanto rechazo porque de alguna manera sus
convicciones más profundas lograban conectar con las preocupaciones y desgastes
de un electorado joven sumido en la incertidumbre.
Bolsonaro y Trump, por quien el carioca ha declarado admiración |
Para el filósofo argentino Dario Sztajnszrajber (que apellidito) la posverdad funciona en un
contexto individualista debido a que no importa tanto la veracidad de los
hechos, sino el sentido que se le quiere dar al mensaje con respecto a mi
visión de mundo. De esta manera, la idea de que Chile hubiese llegado al nivel
de crisis que tiene Venezuela si se hubiese escogido a la centroizquierda en
las elecciones presidenciales, cobro relevancia mediante cadenas de wassap e
imágenes de Facebook que entre la ironía y la seriedad lograban despertar un
sentimiento nacionalista, seguramente alimentado por la oleada de inmigrantes
venezolanxs.
Los politólogos de
derecha que han creado la figura del marxismo cultural para referirse a
cualquier movimiento que atente contra los principios normalizadores de una
sociedad neoliberal y heteronormada, han logrado generar también mucha adhesión
en jóvenes que buscan realizar un corte con las elites políticas actuales, y
ven como una interesante alternativa estas voces fascistas. Se trata especialmente
de aquellos jóvenes que se sienten inhibidos y sofocados ante los legítimos
reclamos de las minorías, pero sobre todo, jóvenes que empiezan a celebrar el
patinaje que figuras como Trump o Bolsonaro promueven en su discurso frente a
la adormecida pauta de lo políticamente correcto. De alguna manera esta forma
deslenguada y sin tapujos de tirar las ideas por más feroces y brutales que
sean, se ha convertido en un ejemplo para despotricar en contra de las
políticas de inclusión en instituciones gubernamentales y de otro tipo. Lo
políticamente correcto se ha vuelto una especie de asfixia que sólo se puede
desviar en la vida virtual, frente a
esto, el discurso de estos personajes con altas connotaciones fascistas seduce
por su aparente sentido liberador.
Mientras la democracia siga
aplicándose dentro un contexto capitalista, los sentimientos y acciones
fascistas se esparcirán con más y más fuerza durante los siguientes años. Si a
esto le sumamos que hay poderes mediáticos interesados en maximizar esta visión
y reducirla como el único cambio posible e ineludible, el destino se ve
bastante gris. Las crisis energéticas y económicas de las grandes potencias
generan desconcierto en el futuro y ante ese sentimiento de pánico, las voces
fascistas siempre se escucharán más robustas.
Este año, las protestas
en Viena, así como en Hungría, contra las medidas precarizadoras y
anti-migrantes de sus respectivos gobierno de extrema derecha, han abierto las
puertas al mundo para demostrar (un hecho que no necesita gran verificación, en
todo caso) que la supuesta alternativa de extrema derecha que dice renegar de
las elites y enfocarse en la golpeada y mayoritaria clase media, no es más que
chauvinismo y oportunismo. De todos modos los medios Europeos se han engolosinado con la premisa de una new wave del fascismo, incluso ligando la protesta
de los chalecos amarillos de Francia a la extrema derecha. El sentimiento
fascista se ha exacerbado, y se celebran como si fuese una libertad robada de
otros tiempos, hay una generación que consume estas prácticas violentas y las
replica con naturalidad. El fascismo ha conseguido fragmentar a la clase media y
sumirla en un obseso individualismo. No hay nada más para decir que aquella
manoseada frase de Marx "La
historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda
como una miserable farsa"
Partisanas en plena resistencia contra el facsismo italiano. Una práctica que hay que retomar |
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