A raíz de los últimos
brotes sociales ocurridos en América Latina, creo que amerita pensar cuál es
realmente el papel funcional que ha llevado a cabo la policía en estos
momentos. Si acaso ha sido un agente reactivador del orden cívico, o
simplemente han instaurado el terror a través de la represión con total
impunidad. Parece ser que los momentos sociales más álgidos son el “permiso”
que las fuerzas policiales esperan para sacar todo su arsenal de grotesca
violencia. Sí, capaz este análisis no resiste mucho ojo anarquista, quienes ya
tienen más que claro que el papel de la policía dentro de la sociedad es
simplemente salvaguardar los intereses del Poder, sean cuales sean estos. No
obstante, vale la pena desentrañar un poco más el como una institución que ha
sido respetada por otros países, como es el caso de carabineros de chile, se ha
terminado ensuciando al punto de operar de una manera irreflexiva,
incomprensible y furiosa.
Nula
conciencia de los derechos humanos
Desde que explotó la
revuelta social en Chile, la policía, allá denominada como la Institución de
Carabineros (conocidos popularmente como ¡pacos culiados!) ha demostrado un pésimo accionar en sus labores de restablecimiento del orden y la paz ciudadana, que dicen, juran proteger.
La institución, que ya
había sido cuestionado mucho antes por la realización de montajes, como hicieron,
por ejemplo, en el turbio caso de la muerte del comunero Mapuche Matías Catrillanca,
así como también, por sucesos relacionados a corrupción, esta vez no ha podido
eludir la opinión pública de que son una fuerza
bruta que actúa sin respetar el mínimo de la condición humana.
En realidad esto no es
algo que sorprenda a quienes han puesto el cuerpo en las marchas durante el
largo periodo de sombras que supone este periodo democrático. Amnistía
internacional ya criticaba en un informe del año pasado, el violento e
irresponsable accionar de Carabineros, acusando a la institución de usar
violencia desmedida contra estudiantes (menores de edad) que se manifestasen en
la vía pública, además de abusos, manoseos y vejaciones directas hacia las
detenidas. El gobierno, por supuesto, rechazó el informe usando la clásica
respuesta de manual: “Carabineros se acota en su accionar al protocolo
establecido por la Institución” Una respuesta que si se lee con perspicacia
básicamente quiere decir “Son malos porque tienen facultades para ser malos” Si
bien el Estado tiene el deber de resguardar el orden público en el contexto de
las manifestaciones, ello debe hacerse siempre dentro del pleno de respeto por
los derechos humanos de todas las personas involucradas, por lo que el uso de
la fuerza debe ser en todo momento proporcional y cualquier uso excesivo de la
misma debe ser debidamente investigada y sancionada. Hoy actualmente,
carabineros ignora cualquier condición de vida y su accionar obedece a generar
terror, amedrentamiento, provocación y especialmente infundir pánico.
Impunidad
para sembrar terror
En lo que parece un chiste
surrealista digno de un sketch de Los Monty Python, la Institución fue evaluadacon una calificación insatisfactoria en una clase guiada por el Instituto de
Derechos humanos, quienes realizan eventualmente dentro de la Institución talleres
sobre Derechos Humanos y Uso de la fuerza. Ante la pregunta, para nada capciosa
que planteaba el siguiente escenario: "Una persona es detenida en el
contexto de una manifestación pública. Es llevada por un funcionario de
carabineros al interior de una comisaría. El funcionario o la funcionaria le
obliga al detenido o la detenida a desnudarse y le exige que efectúe el ejercicio
de sentadillas, a efecto de determinar si tiene algún objeto dentro de su
cuerpo" la mayoría de lxs carabinerxs que estaban tomando el examen
respondieron erradamente que sí, cuando el protocolo no lo permite.
Esta actitud nos puede
indicar dos cosas:
1.- Por un lado, Carabineros tiene órdenes
directas de llevar a cabo cualquier acción disuasiva de protestas, así sea que
ponga en riesgo vital a inocentes o le saque los ojos a cualquiera, ya que en
su fuero interno, la Institución cree estar protegida con una impunidad
política. Algo que no es muy difícil de creer tomando en cuenta que el propio
presidente de la república, el nefasto Sebastián Piñera, ha declarado a viva
voz que la situación social de Chile se asemeja a una guerra y ha incitado en
actos públicos a que la policía no actué con tibieza y sea férrea a la hora de
mantener el orden. Esto se suma a las declaraciones del General Mario Rozas,
cabeza de la institución quien ha dicho con total osadía que no castigará ni dará de baja a ningún funcionario, aunque se lo pidan desde el gobierno.
2.- Por otro lado, también podemos pensar
que la mayoría de los funcionarios policiales, bien pueden desconocer el
accionar de un protocolo de detención y siguiendo las instrucciones (y en
muchos casos sus desequilibradas pasiones) reprimen de forma natural. Esto nos
hace pensar, no tanto en la inocencia de quienes sólo siguen ordenes, sino, en
la incompetencia de un cuerpo de funcionarios que ni siquiera tienen claro
cuáles son las pautas que deben ajustarse a su protocolo y salen a la calle sin
la preparación debida para afrontar un problema como el que se está viviendo
hoy en día.
En lo personal, creo que la primera opción es la
que más se ajusta a la realidad. La institución tiene carta blanca para faltar
a la ética y atentar contra las personas, sabiendo perfectamente lo que hacen y
lo que está moralmente permitido hacer, creyendo que están resguardados por una
impunidad total. Desde que comenzó el estallido social, han disparado
directamente a la cara, cuando operaciones de disuasión exige que se dispare a
las piernas, han dejado tuerto y ciego a medio Chile, han matado, han
atropellado, han puesto toxinas dañinas para la piel en el agua que usa su
carro lanza-aguas, han creado montajes, se han infiltrado como encapuchados en
manifestaciones generando destrozos, han actuado con prepotencia y en más de
alguna ocasión han generado provocación de manera gratuita como cuando
patrullaron en Valparaíso reproduciendo por alto parlante el himno de su podrida institución (al mas puro estilo del Nacional Socialismo en
Alemania), o virales que han grabado ellos mismos en donde insultan a lxs
manifestantes.
Ningún funcionario
policía ha sido castigado por la justicia penal chilena hasta el momento, a pesar de las contundentes pruebas que involucran 23 muertos (oficialmente admitidos), más de 2.000 personas heridas, de las cuales 200
presentan lesiones oculares graves; las 192 mujeres y hombres sometidos a
torturas y las 52 querellas por violencia sexual e
incluso tienen el tupé de rechazar los informes del Human Rights Watch donde
son acusados de violencia sexual y abuso de poder, exponiendo en su respuesta
que en todas las denuncias que se les realizaron: “No existan elementos de
convicción que permitan sostener la efectividad de tales relatos”.
El posible consumo de
drogas que los hace mucho más violentxs, así como el constante terror que
siembran a la hora de las marchas, es algo que se ha visto en los múltiples
videos que se han subido a youtube e instagram, eso los potencia para generar
detenciones violentas, arbitrarias y mucho peor aún, posibles torturas en
cámaras secretas, acciones que saben perfectamente están mal, si no, cómo se
explica que en una frustrada detención, uno de los manifestantes exclama que es
hijo de un coronel y la policía inmediatamente aborta el operativo y se aleja
del lugar, ellxs saben muy bien lo que hacen, ya no sólo siguen órdenes.
Todo recuerda a las
prácticas de la doctrina del shock que menciona Naomi Klein en su libro, las
mismas prácticas que uso la fuerza militar para generar terror en la sociedad y
así instalar mediante la impotencia social las dictaduras Latinoamericanas de
los años setentas y ochentas. Hoy, a pesar de que Piñera decretó en algún
momento Estado de sitio dándole soberanía a lxs militares, se retractó pronto
de la medida, sin embargo, la fuerza policial actúa de la misma forma y
llevando adelante la misma campaña de terror que proporcionaron lxs militares
durante la dictadura. Ellxs se sienten impunes y actúan de acuerda a esa
impunidad llevando a cabo un shock de amedrentamiento que haga reducir el legítimo
estallido de rabia social. El problema es que esto es el actuar usual de
carabineros, lo hicieron en las múltiples
manifestaciones de años anteriores, siempre avalados y respaldados públicamente
por el Poder del Gobierno. Esto nos lleva a concluir casi por lógica básica, de
que la policía es una institución encargada de organizar el status quo por
medio del terror. No cuesta mucho cuestionarse qué tan necesario es mantener
esta fuerza que ha demostrado realiza una actividad brutal, terrible y que finalmente NO APORTA a la sociedad desde la misión con la que fue creada: no bajan
las tasas de narcotráfico, la delincuencia aumenta, las cárceles se atestan y muchas veces por personas llevadas por delitos menores como vender cosas en la calle, la policía es un gasto publico constante y esta revolución social ha dado cuenta que su presencia sólo ha servido para atacar al mismo pueblo del que son parte. Si hacemos un recuento de las noticias realmente positivas que ha dado la Institución, nos encontraremos con una amplia diferencia de registros, por tanto parece ser bastante necesario
imaginar, si quiera como una fantasía utópica, una sociedad sin policías, pero
¿es posible?
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