No, aún no veo la
última Star Wars de JJ. Abrams, pero ya me han advertido que me espera una
bazofia completamente predecible y ajustada a todos los clichés de películas Hollywoodenses
de acción del último tiempo, es decir mucho ruido y poca mística. No obstante, bajo
la marca de Star Wars apareció otro producto que ha dado mucho que hablar, sí, nos
referimos nada más ni nada menos que a Baby Yoda, por supuesto.
El
Western que nadie pidió, pero todxs querían
El gran acierto de The
Mandalorian fue reestablecer la mística propia de las películas originales de
George Lucas, la cual ya se sentía muy sepultada y bastardeada por las últimas
entregas cinematográficas. John Favreu consiguió crear una historia en un
cómodo formato episódico que transmite a
la perfección ese sentimiento de odisea aventurera en un mundo caótico y lleno
de sorpresas. Sumado a la excelente dirección de verdaderos fans de la saga
original de la franquicia como Taiki Waititi, Dave Filoni o Rick Famuyiwa, The
Mandalorian ha conseguido elevarse como uno de los puntos fuertes de Star Wras,
y claro está, ha conseguido rápidamente una línea no desdeñable de merchandansing
(¿aún se dice asi?) que ha conseguido levantar el ansia consumista que las
últimas películas no ha podido atizar.
Nos ubicamos cinco
después a la caída del Imperio. El universo intenta restablecer cierto orden
fuera del sistema fascista que lo tuvo controlado por tantos años, es en este
escenario medio acéfalo en donde cazarrecompensas, sicarios, bandoleros y otras
malas hierbas están a la orden del día para aprovechar esta situación de
inestabilidad política y social, aunque claro, muy natre serán, pero aún así
respetan protocolos, códigos, o en el caso de nuestro protagonista las leyes
del sindicato de su rubro.
Mando, un implacable y
excelente cazarrecompensas del credo de los Mandalorianos (popularizados por
la fugaz, pero entrañable participación del malogrado Bobba Fett) diligente,
100% eficaz y preparado para los imprevistos, es nuestro protagonista y se nos
presenta desde el primer minuto como un ser resolutivo y sagaz, propio de los
héroes de Western, pero en este caso (aunque hay ciertas reminiscencias) no
estamos ante un imbatible Charles Bronson interpretando a Armonica en la
excelente “Once upon a time in western” del legendario Sergio Leone. Mando no
es un personaje en busca de una fría venganza contra el mundo, es más bien un
personaje en busca – sin saberlo – de su redención: Un hombre sin destino, con
un pasado traumatico, y que tras su simétrico casco, incombustible armadura y
radiofónica voz, esconde un aura indisoluble de bondad, la cual se manifiesta
al momento de conocer a Baby Yoda, el cual originalmente era su presa,
encargada por unas facciones secretas del Imperio, comandadas por el mismísimo
Werner Herzoog (otro fanático declarado de la Saga)
Es menester aclarar la
“dichosa” confusión que produce este viralizado personaje de Baby Yoda.
Primero, no, no es el Maestro Yoda que conocemos, es una especie de su raza
(aún desconocida) que a pesar de ser un niño ya tiene 50 años y que de a poco
ha manifestado el uso de la fuerza con enorme potencial. El Mandaloriano,
ignorando esto, poco a poco se encariña con el pequeño y se promete defenderlo
de las fuerzas secretas del imperio que van a su caza, en una dinámica del gato
y el ratón, que parece estirarse demasiado, pero que sorprendentemente funciona
bastante bien, pues la química que se genera en estos inusuales compañeros de
viaje, determinada por gestos, acciones y silencios que dicen mucho es
altamente efectiva. De este modo tenemos una trama de relación donde un tipo
rudo (en este caso totalmente robotizado) va abriendo su humanidad y empatía
gracias a la responsabilidad que adquiere frente a un niño que debe defender,
que por lo demás, es adorable y recuerda totalmente a un gato más que a la
legendario marioneta jedi.
Más
que un meme
Una trama simple, algo
repetitiva en su formato y que ya parecía bastante superada por otras
producciones, calza perfecto en este mundo de Star Wars. Tanto la iconicidad de
sus personajes como el sagrado cannon que guarda la franquicia, se juntan con
el potencial de carácter que sus protagonistas pueden desarrollar. Por fuera de
ese núcleo, The Mandalorian es a todas luces un Spaguetti Western, al menos
sigue más aquella tradición que la opera rock de las películas. La serie
contiene muchos momentos de tensión, batallas y mucha aventura que recuerda en
algún grado aquellos sentires del cine de aventuras de los 80´.
Se trata de una
ampliación dentro del cannon de Star Wars y como tal, es simplemente genial,
pues recordemos que más allá de la grandeza de algunas películas, la mística de
Star Wars siempre fue elevada por la fanaticada quienes a través de sus
historias alternativas, comics y juegos han conseguido llenar a esta franquicia
de detalles y personajes con mayor profundidad y potencial que el que han dado
las entregas originales y The Mandalorian aunque lleve el sello original sigue
esa senda. Meticulosa en cuanto a detalles y cultura, elementos que muchas
veces las propias películas ignoran en este caso consiguen ampliar el vasto
universo de la saga entregándonos elementos del contexto político, las formas
de vida autárquicas y salvajes, las diversas razas y la complejidad de sus
mitologías, es decir, no se trata de hacer clones sobre clones, cada raza es un
verdadero mundo y es aquello lo que Favreu consigue exhibir con éxito.
La música, implantada
en la cultura popular con mucha fuerza, en este caso consigue ignorar los
acordes de John Williams, para sumergirnos en un mundo mucho más rudo, desolado
y en más de algún momento tribal. Es el compositor Ludwig Goransson quien lleva adelante una
banda sonora que no evita los ribetes épicos, pero que sí consigue ser
muchísimo menos pomposa que la banda sonora que solemos relacionar a Star Wars,
en este caso la música nos sumerge con sus guitarras distorsionadas en un
western espacial único. Sin duda un gran trabajo que eleva mucho más los
repetitivos acordes de Star Wars.
Finalmente la
interpretación del chileno Pedro Pascal resulta interesante, el trabajo con su
voz casi monocorde y las nulas expresiones que se permite desde el interior de
su traje y casco, son valiosas y de un trabajo actoral casi de minería. Más
allá del acertado trabajo de su protagonista, el resto del elenco no se queda
atrás y aunque remitan a los estereotipos maniqueos propios de los personajes
de Star Wars, en todos los que el tiempo les permiten consiguen mostrar
matices, destaco por sobre todo a Gina Carano en el papel de la ex mercenaria y
rehabilitada Cara Dune y al inescrupuloso Carl Weathes en el papel del líder
del sindicato de mercenarios, Greef Karga.
Una segunda temporada
ya es inminente, la serie ha conducido sus elementos ganadores de forma
magistral y realmente dan ganas de saber cómo continuará esta intensa historia.
No olvidemos que quien nos trae esto es Disney +, por lo que cierto grado de
moralina se inyectará en los guiones y en muchos casos lo más probable es que
cualquier profundidad o complejidad narrativa termine siendo podada en pos de
una estabilidad moral que represente los valores de la Empresa del Ratón, al
menos esta primera temporada, aunque no carece de momentos en donde se tiñe de
exceso el lado bueno y el lado malo de los personajes, consigue no ser tan relevante
y la historia mantiene interés en sí. Veremos cómo sigue esta impredecible
aventura espacial.
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