viernes, 20 de diciembre de 2019

Un violador en tu camino. Una performance de exportación




Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía/Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía//Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía/Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía/El violador eras tú

Ese ha sido el himno feminista que se ha replicado con entusiasmo y energía en varios países. Creado en Chile por el colectivo feminista  artístico Las Tesis, y traducido al francés, turco, creoles, portugués e incluso lenguas autóctonas como el quechua y el náhuatl. Esta nueva demanda que llama a expugnar la culpa de haber sido abusada y re dirigirla no sólo contra un individuo especifico, sino, contra un sistema que sigue funcionando bajo parámetros patriarcales y profundamente invisibilizadores de la libertad femenina, le ha proporcionado a muchas jóvenes la voluntad para hacer su denuncia en las llamadas funas o escraches. Una nueva ola de denuncias cibernéticas, que no tienen peso legal, pero sí moral y que es un claro botón de muestra de que ninguna mujer ha vivido una experiencia ajena a ser pasada a llevar por su mera condición de género. Positivo a todas luces lo que lograron Las Tesis con su perfo, pero ¿en qué medida podemos analizar estas funas?, ¿En qué medida se vuelve tabú el cuestionar una funa?, ¿en qué medida se puede hacer algo más que una performance para atacar al sistema patriarcal?



¿Y si el violador es mi querido hermano?



Nadie quiere estar en ese lugar, apuntado por la turba de mujeres empoderadas, y sin embargo, todos los benditos ONVRES tenemos tejado de vidrio. Personalmente a los quince años fui un acosador. Seguía una chica que no me daba bola, nunca la seguí hasta su casa, pero sí me encargaba de vigilar sus pasos cuando ella se iba camino del colegio hasta la parada del autobús, en mi tonta cabeza adolecente pensaba que esa forma era la única en que ella me notaría y mágicamente se acercaría a hablarme, pero lo único que lograba era asustarla, incomodarla y obviamente alejarla de mí con justas razones, nunca intente hacerle nada, pero alguna vez sí la abrace sin su consentimiento, pase al lado de ella y escupí cerca, le hable por chat falseando mi identidad…en fin, cosas de las que no me siento orgulloso y que me gustaría borrar de un plumazo de mi pasado, pero no puedo. Aunque todo lo que hice lo realice siendo muy joven e inmaduro, nada me exime de responsabilidad y si eso lo hiciese hoy en día, no me cabe duda que estaría re mil escrachado por las redes sociales, pero también es cierto que yo en ese momento no la pasé para nada bien: Sufrí una depresión que me llevo a un intento muy fuerte de suicidio (obviamente esa no fue la única causa de querer matarme, pero sí una muy presente) y luego una larga temporada internado en un psiquiátrico que derivó en un tratamiento ambulatorio que me ayudase a superar mis problemas, los cuales poco a poco me di cuenta que no tenían que ver con esa chica, sino, conmigo mismo, con la forma en que me relacionaba con el mundo y el lio que en mi cabeza se armaba cuando pensaba en formar relaciones con alguna persona que me gustase.

Mi experiencia dando bote en un psiquiátrico, alejándome del colegio porque realmente nunca me sentí integrado allí y el desmoronamiento de mis expectativas sociales, me hizo caer en un fuerte estado de ansiedad y tristeza. Al contrario, la chica que yo acosé, nunca estuvo lejos de sus amigas, su vida era como la de cualquier adolescente: fiestas, novios, amigas, vacaciones…Mientras yo estaba cada vez más sumido en la soledad y el menosprecio. Esa chica, aparentemente, nunca tomo en serio mis formas asquerosas de persecución, nunca puso un amparo policial para que yo a través de una orden de restricción me alejase de ella, y nada, lo último que supe fue que estudió odontología en una Universidad Privada.

Sé que esta última parte parece escrita con resentimiento y si se lee de forma muy ligera pareciera que estoy des-responsabilizándome de lo que hice, ya que, aparentemente, no le destruí la vida a nadie. Hoy tengo bastante claro que lo que hice se llama acoso, que estuvo mal y que quizás sí me merecía todo el infierno que tuve que comerme por un par de años. Pero a lo que voy es que estas situaciones nunca se deben separar del contexto. No todos los onvres caen en depresión y se suicidan después de que los funan, incluso me atrevería a decir que muchos ni siquiera les importa o nunca asumen la responsabilidad de los hechos aun cuando los estén apuntando con pruebas contundentes, algunos incluso se escapan, y otros de alguna manera tratan de arreglar la situación dando cara a la acusación, pidiendo disculpas, exponiendo su punto de vista e intentando aprender para no volver a hacer el terrible Ser que fueron (lo que está bien, supongo, o qué, ¿habría que matarlos en una guillotina por igual?). También es cierto que no todos los onvres han violado a una mujer, pero creo que, lamentablemente por cómo nos guía esta cultura y este sistema, todos podemos ser potenciales violadores, sobre todo cuando aún existen personajes que banalizan y se burlan directamente de la violencia de género como el infumable cordobes que celebró su recibido con sus amiguitos, burlándose de las víctimas de género.

Mi hermana ha tenido relaciones toxicas con onvres y se ha tenido que mamar en más de alguna ocasión a algún idiota que se ha querido propasar con ella en varios niveles, no sé si ha ido a alguna de las performance de El violador eres tú, pero siento que quien sepa de mi historia a medias, perfectamente la podría señalar a ella y decirle “Si claro tu hermano también es un violador y tú aquí haciéndote la feminista” y así de esa forma, tergiversando y descontextualizando todo, es fácil caer en un repentino estado de grieta.

Hace poco me entere de una situación similar. Una chica, re mil feminista, tuvo que afrontar el linchamiento mediático que un grupo de mujeres le hizo a su hermano, por supuesto, responsabilizando un poco a ella porque “se dice feminista y no fue capaz de frenar a su hermano” A ver, paremos un poco. Primero, el que sea su hermano (o su hijo) no quiere decir que tenga que saber todo sobre él y segundo, y esto es para plantearlo con mayor profundidad ¿Qué pasa cuando el escrachado es alguien cercano  ti, un pariente? En definitiva, alguien a quien no consideras un monstruo. Pasa hasta que te pasa, recién ahí empiezas a leer los contextos y filtrar algunas cosas, aunque hay que ser tajantes para aclarar que una violación es una violación, no hay que darle más vueltas, y nuestra cultura, es drásticamente una cultura que subrepticiamente añora la violación y por eso aún se permiten (ligeramente, pero se permiten) expresiones de burlas al respecto.

Mira como nos ponemos



Hay que hacerse cargo de que la cultura en su forma de crear realidades, es evidentemente machista y que la lucha por deconstruir eso desde los onvres, debe ser una tarea constante, casi agotadora, ya que la tenemos muy incrustada en nuestras prácticas cotidianas. De las pequeñas acciones vamos generando nuevas formas de enfocar la cultura. Si la performance de Las tesis ha sido tan aplaudida y replicada, es porque expresa claramente dos cosas: Los sistemas de gobierno son patriarcales, los símbolos culturales son machistas. Desde que una institución policial reprime manoseando y muchas veces ultrajando mujeres, hasta que en una Asamblea revolucionaria, las mujeres son casi acalladas por el grupo de onvres que “saben” como guiar los procesos de toma y huelga, mandando muchas veces a que las mujeres se preocupes de otras labores organizativas como la comida y la limpieza.

La performance de Las tesis ha logrado empoderar, como un efectivo grito de guerra a muchas jóvenes que han entendido el valor del consentimiento, el valor de la sororidad y por sobre todo el valor de cuidarse y quererse una misma por fuera de la aprobación masculina. A estas alturas, no hay que leer mucha teoría feminista para pararse allí y hacer el bailecito, sólo hace falta solidarizar con la experiencia vital que todas tienen, ya que lamentablemente es común ser pasada a llevar de alguna u otra forma sólo por ser mujer. 

Al final es una lucha, y hay varios cagados de miedo actualmente. Uno quisiera que el entendimiento se diese de otra forma, pero realmente, no hay otra forma, es una guerra directa con un sistema demasiado anclada a nuestras costumbres y creencias. Si yo hice lo que hice en mi pasado, en gran parte fue porque había una cultura que me avalaba, una cultura que romantiza a los hombres violentos, una cultura que destruye el deseo de las mujeres, una cultura que construye parámetros de idealización en donde las mujeres (como bien dice la canción) tienen que responder sólo por nacer bajo un rol que les han asignado históricamente. 

Pero también es cierto que no todas las funas logran entrar en esa dimensión de herramienta política para denunciar la violencia de género. Hay funas que apuntan a problemas de pareja, responsabilidad afectiva, maltrato psicológico y a veces una que otro conventilleo, es decir, problemáticas que a veces merecen ser tratadas directamente con la persona o en terapias. Está bien, no son las principales funas que se exponen, y en todo caso cada quien hace lo que se le canta el orto con un problema de corte emocional, pero de algún modo se ha convertido en un Tabu exponer la irreflexividad de esas funas en particular, así como se ha invisibilizado los pocos casos en que las denuncias han sido infundadas y falsas. Una cosa no quita la otra, obviamente la importancia de hacer manada y darle valor a quien necesite sacarse del pecho una situación en la que fue pasada a llevar sólo por su género, es innegablemente importante y necesario. Pero eso no quita que por medio de escraches virtuales se caiga en una especie de micro fascismo donde es fácil señalar por cualquier cosa sin caer en la cuenta de que estamos replicando herramientas de control y coerción, donde finalmente termina siendo hasta casi inmoral querer contextualizar y desentrañar más la naturaleza de ese escrache, o el impacto real que puede llegar a tener. Finalmente, es fácil banalizar la herramienta del escrache, es fácil que cada vez menos gente tome en serio el valor de la denuncia y es fácil caer en la simplificación de los hechos.

El pealo viendo a algunas feministas
 
No nos olvidemos que la denuncia sólo sirve cuando destruye los estamentos de Poder. El machismo y quien aletea esa bandera forma parte del Poder, a veces sin saberlo, y hace falta estas acciones para evidenciarlos. Pero los elementos punitivos muchas veces son trampas en las que permiten que el control sea ejercido por organismos proselitistas. Por ende hay que tener mucho ojo y usar responsablemente la herramienta de las Funas. Y onvres, no nos hagamos las víctimas, porque bien sabemos que nos aterra perder privilegios. Ya es hora de que las cosas den un vuelco, aportar nuevas ideas de masculinidad, así como un nuevo imaginario cultural sobre el consentimiento y el cariño, así como detectar, señalar y destruir todos el machismo de las Instituciones que organiza y controla nuestra realidad, es la única forma de empezar a pensar en un mundo post feminista en donde las consignas de Las Tesis más que un grito de guerra sea una verdadera expresión de liberación.-    



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